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       497  Aquel desierto se agita cuando la 
      invasion regresa; llevan miles de cabezas de vacuno y 
      yeguarizo; pa no afligirse es preciso tener bastante 
firmeza.
       498 Aquello es un hervidero de pampas -un 
      celemín-. Cuando riunen el botín juntando toda la hacienda, es 
      cantidá tan tremenda que no alcanza a verse el fin.
       499 Vuelven las chinas cargadas con las prendas en 
      montón; aflige esa destrucción: acomodaos en cargueros llevan 
      negocios enteros que han saquiao en la invasión.
       500 Su pretensión es robar, no quedar en el 
      pantano; viene a tierra de cristianos como juria del infierno; no 
      se llevan al Gobierno poerque no lo hallan a mano.
       501 Vuelven locos de contento cuando han venido a la 
      fija; antes que ninguno elija empiezan con todo empeño, como dijo 
      un santiagueño, a hacerse la repartija.
       502 Se reparten el botín con igualdad, sin malicia; no 
      muestra el indio codicia, ninguna falta comete: solo en eso se 
      somete a una regla de justicia.
       503 Y cada cual con lo suyo a sus toldos 
      enderieza; luego la matanza empieza tan sin razon ni motivo, que 
      no queda animal vivo de esos miles de cabezas.
       504 Y satisfecho el salvaje de que su oficio ha 
      cumplido, lo pasa por ahi tendido volviendo a su haraganiar, y 
      entra la china a cueriar con un afán desmedido.
       505 A veces a tierra adentro algunas puntas se 
      llevan; pero hay pocos que se atrevan a hacer esas 
      incursiones, porque otros indios ladrones les suelen pelar la 
      breva.
       506 Pero pienso que los pampas deben de ser los mas 
      rudos; aunque andan medio desnudos ni su conveniencia 
      entienden: por una vaca que venden quinientas matan al ñudo.
       507 Estas cosas y otras piores las he visto muchos 
      años; pero si yo no me engaño concluyó ese vandalaje, y esos 
      bárbaros salvajes no podran hacer mas daño.
       508 Las tribus están deshechas; los caciques más 
      altivos estan muertos o cautivos, privaos de toda esperanza, y de 
      la chusma y de la lanza, ya muy pocos quedan vivos.  | 
    
       509 Son salvajes por completo hasta pa su 
      diversión, pues hacen una junción que naides se la 
      imagina; recien le toca a la china el hacer su papelón.
       510 Cuando el hombre es mas salvaje trata pior a la 
      mujer: yo no sé que pueda haber sin ella dicha ni goce. ¡Feliz el 
      que la conoce y logra hacerse querer!
       511 Todo el que entiende la vida busca a su lao los 
      placeres; justo es que las considere el hombre de corazón; sólo 
      los cobardes son valientes con sus mujeres.
       512 Pa servir a un desgraciao pronta la mujer 
      está; cuando en su camino va no hay peligro que le asuste; ni hay 
      una a quien no le guste una obra de caridá.
       513 No se allará una mujer a la que esto no le 
      cuadre; yo alabo al Eterno Padre, no porque las hizo bellas, sino 
      porque a todas ellas les dió corazón de madre.
       514 Es piadosa y diligente y sufrida en los 
      trabajos; tal vez su valor rebajo aunque la estimo bastante; mas 
      los indios inorantes la trata al estropajo.
       515 Echan la alma trabajando bajo el mas duro rigor; el 
      marido es su Señor, como tirano la manda, porque el indio no se 
      ablanda ni siquiera en el amor.
       516 No tiene cariño a naides ni sabe lo que es 
      amar. ¿Ni que se puede esperar de aquellos pechos de bronce? Yo 
      los conocí al llegar y los calé dende entonces.
       517 Mientras tiene qué comer permanece sosegao; yo que 
      en sus toldos he estao y sus costumbres oservo, digo que es como 
      aquel cuervo que no volvio del mandao.
       518 Es para él como un juguete escupir un 
      crucifijo; pienso que Dios los maldijo y ansina al ñudo 
      desato: el indio, el cerdo y el gato redaman sangre del 
hijo.
       519 Mas ya con cuentos de pampas no ocuparé su 
      atención; debo pedirles perdón, pues sin querer me distraje; por 
      hablar de esos salvajees me olvidé de la junción.
       520 Hacen un cerco de lanzas, los indios quedan 
      ajuera; dentra la china ligera como yeguada en la trilla, y 
      empieza allí la cuadrilla a dar güeltas en la era.  | 
    
        
        
        
        
        
      
   
      
  
       521 A un lao están los caciques, capitanejos y el 
      trompa tocando con toda pompa como un toque de fajina; adentro 
      muere la china, sin que aquel circulo rompa.
       522 Muchas veces se les oyen a las pobres los 
      quejidos; mas son lamentos perdidos: al rededor del cercao, en el 
      suelo están mamaos los indios dando alaridos.
       523 Su canto es una palabra y de ahi no salen 
      jamás; llevan todas el compás "Ioká-ioká" repitiendo; me parece 
      estarlas viendo mas fieras que Satanás.
       524 Al trote dentro del cerco, sudando, hambrientas, 
      juriosas, desgreñadas y rotosas, de sol a sol se lo 
      llevan: bailan aunque truene o llueva, cantando la mesma 
      cosa.  |