XII. Ansí estuve en la partida

 

347
Yo no sé qué tantos meses
esta vida me duró;
a veces nos obligó
la miseria a comer potro:
me había acompañao con otros
tan desgraciaos como yo

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Mas ¿para qué platicar
sobre esos males, canejos?
Nace el gaucho y se hace viejo,
sin que mejore su suerte,
hasta que por ahi la muerte
sale a cobrarle el pellejo.

349
Pero como no hay desgracia
que no acabe alguna vez,
me aconteció que después
de sufrir tanto rigor,
un amigo, por favor,
me compuso con el juez.

350
Le alvertiré que en mi pago
ya no va quedando un criollo:
se los ha tragao el hoyo,
o juido o muerto en la guerra;
porque, amigo, en esta tierra
nunca se acaba el embrollo.

351
Colijo que jué por eso
que me llamó el juez un día,
y me dijo que quería
hacerme a su lao venir,
y que dentrase a servir
de soldao de polecía.

352
Y me largó una proclama
tratándome de valiente;
que yo era un hombre decente,
y que dende aquel momento
me nombraba de sargento
pa que mandara la gente.

353
Ansí estuve en la partida,
pero ¿qué había de mandar?
Anoche al irlo a tomar
vide güena coyontura,
y a mí no me gusta andar
con la lata a la cintura.
----------.

354
Ya conoce, pues, quién soy;
tenga confianza conmigo:
Cruz le dio mano de amigo,
y no lo ha de abandonar;
juntos podemos buscar
pa los dos un mesmo abrigo.

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Andaremos de matreros
si es preciso pa salvar;
nunca nos ha de faltar
ni un güen pingo pa juir,
ni un pajal ande dormir,
ni un matambre que ensartar.

356
Y cuando sin trapo alguno
nos haiga el tiempo dejao,
yo le pediré emprestao
el cuero a cualquiera lobo,
y hago un poncho, si lo sobo,
mejor que poncho engomao.

357
Para mí la cola es pecho
y el espinazo es cadera
hago mi nido ande quiera
y de lo que encuentro como;
me echo tierra sobre el lomo
y me apeo en cualquier tranquera.

358
Y dejo rodar la bola,
que algún día se ha de parar–
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo,
o hasta que venga algún criollo
en esta tierra a mandar.

362
Todos se güelven proyetos
de colonias y carriles,
y tirar la plata a miles
en los gringos enganchaos,
mientras al pobre soldao
le pelan la cucha– ¡ah, viles!

363
Pero si siguen las cosas
como van hasta el presente,
puede ser que redepente
veamos el campo disierto,
y blanquiando solamente
los güesos de los que han muerto.

359
Lo miran al pobre gaucho
como carne de cogote:
lo tratan al estricote
y si ansí las cosas andan,
porque quieren los que mandan,
aguantemos los azotes.

360
¡Pucha! Si usté los oyera,
como yo en una ocasión
tuita la conversación
que con otro tuvo el juez;
le asiguro que esa vez
se me achicó el corazón.

361
Hablaban de hacerse ricos
con campos en la fronteras,
de sacarla más ajuera,
donde había campos baldidos
y llevar de los partidos
gente que la defendiera.

364
Hace mucho que sufrimos
la suerte reculativa
trabaja el gaucho y no arriba
porque a lo mejor del caso,
lo levantan de un sogazo
sin dejarle ni saliva.

365
De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
y en otro tienen los güevos.

366
Y se hacen los que no aciertan
a dar con la coyontura:
mientras al gaucho lo apura
con rigor la autoridá,
ellos a la enfermedá
le están errando la cura.

 

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