347 Yo no sé qué tantos meses esta vida me duró; a
veces nos obligó la miseria a comer potro: me había acompañao con
otros tan desgraciaos como yo
348 Mas ¿para qué platicar sobre esos males,
canejos? Nace el gaucho y se hace viejo, sin que mejore su
suerte, hasta que por ahi la muerte sale a cobrarle el
pellejo.
349 Pero como no hay desgracia que no acabe alguna
vez, me aconteció que después de sufrir tanto rigor, un amigo,
por favor, me compuso con el juez.
350 Le alvertiré que en mi pago ya no va quedando un
criollo: se los ha tragao el hoyo, o juido o muerto en la
guerra; porque, amigo, en esta tierra nunca se acaba el
embrollo.
351 Colijo que jué por eso que me llamó el juez un
día, y me dijo que quería hacerme a su lao venir, y que dentrase
a servir de soldao de polecía.
352 Y me largó una proclama tratándome de valiente; que
yo era un hombre decente, y que dende aquel momento me nombraba de
sargento pa que mandara la gente.
353 Ansí estuve en la partida, pero ¿qué había de
mandar? Anoche al irlo a tomar vide güena coyontura, y a mí no me
gusta andar con la lata a la cintura. ----------.
354 Ya conoce, pues, quién soy; tenga confianza
conmigo: Cruz le dio mano de amigo, y no lo ha de
abandonar; juntos podemos buscar pa los dos un mesmo abrigo.
355 Andaremos de matreros si es preciso pa
salvar; nunca nos ha de faltar ni un güen pingo pa juir, ni un
pajal ande dormir, ni un matambre que ensartar.
356 Y cuando sin trapo alguno nos haiga el tiempo
dejao, yo le pediré emprestao el cuero a cualquiera lobo, y hago
un poncho, si lo sobo, mejor que poncho engomao. |
357 Para mí la cola es pecho y el espinazo es
cadera hago mi nido ande quiera y de lo que encuentro como; me
echo tierra sobre el lomo y me apeo en cualquier tranquera.
358 Y dejo rodar la bola, que algún día se ha de
parar– tiene el gaucho que aguantar hasta que lo trague el
hoyo, o hasta que venga algún criollo en esta tierra a
mandar. |
362 Todos se güelven proyetos de colonias y carriles, y
tirar la plata a miles en los gringos enganchaos, mientras al pobre
soldao le pelan la cucha– ¡ah, viles!
363 Pero si siguen las cosas como van hasta el
presente, puede ser que redepente veamos el campo disierto, y
blanquiando solamente los güesos de los que han
muerto. |
359 Lo miran al pobre gaucho como carne de cogote: lo
tratan al estricote y si ansí las cosas andan, porque quieren los
que mandan, aguantemos los azotes.
360 ¡Pucha! Si usté los oyera, como yo en una
ocasión tuita la conversación que con otro tuvo el juez; le
asiguro que esa vez se me achicó el corazón.
361 Hablaban de hacerse ricos con campos en la
fronteras, de sacarla más ajuera, donde había campos baldidos y
llevar de los partidos gente que la defendiera. |
364 Hace mucho que sufrimos la suerte
reculativa trabaja el gaucho y no arriba porque a lo mejor del
caso, lo levantan de un sogazo sin dejarle ni saliva.
365 De los males que sufrimos hablan mucho los
puebleros, pero hacen como los teros para esconder sus
niditos: en un lao pegan los gritos y en otro tienen los
güevos.
366 Y se hacen los que no aciertan a dar con la
coyontura: mientras al gaucho lo apura con rigor la
autoridá, ellos a la enfermedá le están errando la
cura. |