Combates de El Tejar

 Martín Rodríguez, que reemplazó a Güemes como comandante de la vanguardia, concentró sus fuerzas en la quebrada de Humahuaca a principios de febrero de 1815 y se adelantó con un destacamento de granaderos a caballo hasta El Tejar sin tomar las debidas precauciones. 

El combate

El 19 de ese mes fue sorprendido por el comandante Antonio Vigil, que se encontraba estacionado en Yavi con el escuadrón de cazadores. Martín Rodríguez perdió la mitad de sus efectivos en el ataque inesperado y él y el resto de sus hombres se rindieron prisioneros; conducido al cuartel general realista, fue puesto en libertad con el compromiso de mediar para que Rondeau aceptase un arreglo; los realistas necesitaban un aplazamiento del avance de los patriotas, pues tan sólo a fines de enero había partido Ramírez de Arequipa con refuerzos. 

El 4 de febrero, González derrotó a los cuzqueños en Matará y el 11 de marzo Ramírez batió al cacique Pomacahua y a Angulo en Huarochiri; el 19 estalló en Cuzco una contrarrevolución y los caudillos de la rebelión anterior fueron ajusticiados; Ramírez entró en la ciudad el 25 de marzo.

Rondeau había paralizado el avance del grueso de sus tropas después de iniciar las operaciones y no reanudó el movimiento hasta los primeros días de abril. Al llegar a El Tejar se enteró de la existencia de un destacamento realista en el Puesto del Marqués 

Combate de Puesto de Marqués

Rondeau destacó al brigadier Fernández de la Cruz con 500 hombres de infantería y caballería y a los gauchos salterios a las órdenes de Giiemes para sorprenderlo. Se trataba del escuadrón de cazadores de Antonio Vigil.

Bernardo Frías relata así el encuentro de Puesto del Marqués:

"Como la empresa era de rapidez, la división fue compuesta casi toda ella de caballería, con las dragones y granaderos de línea y los gauchos de Salta y Jujuy que mandaba Güemes. Iba con ella también un batallón de infantería, los cazadores que mandaba Rudecindo Alvarado."

"Al caer la tarde se desprendió del ejército esta división ligera y adelantó la marcha caminando toda la noche sin parar rumbo al Puesto, de modo que, estando aún por rayar el día, alcanzaron a divisar el campo enemigo todo él entregado al silencio, al descanso y al sueño. Fue la hora del ataque. "

"La voz de carga resonó entonces sin aguardar más; y aquellos jinetes entusiasmados, golpeándose la boca con las manos para dar a sus gritos de guerra, con que llenaban el espacio, el sonido característico con que el gaucho rompe siempre la carrera en la junta de ganado, cayeron como rayos inopinadamente sobre el campo real. La carga, la algazara, la sorpresa del enemigo y la horrible matanza que se hizo, todo fue uno. Güemes dirigía en jefe esa carga."

"La caballería de línea había detenido el paso a mitad de la carrera para alzar en las grupas a la infantería que ic encontraba detenida por un arroyo cenagoso."

"Por ese incidente vino a quedar Güemes solo con sus gauchos y dar únicamente con ellos la carga sobre el enemigo."

"Este hecho feliz, única ventaja de cuenta que alcanzaría el ejército durante toda la campaña emprendida, tuvo lugar el 14 de abril de 1815".

Todavía años más tarde, el cabildo de Salta, en oficio a Pueyrredón, el 22 de agosto de 1818, hace resaltar los merecimientos de Güemes en su lucha por la libertad: 

"Desde la memorable acción de Suipacha, en que con su intrepidez hacia los tiranos se cubrió de gloria en tan plausible victoria, ya se advirtió en él un valor capaz de afrontar los peligros complotados ... Todos son hechos que no serían' problema en la historia de nuestros días. Ella es la encargada de transmitir a la posteridad, con decorosa sinceridad, que Suipacha, el Puesto, los Ejidos de Jujuy y las deliciosas llanuras de Salta son los monumentos incorruptibles que harán siempre honor al intrépido Güemes".

Olañeta, que se hallaba en Yavi, inició el repliegue hacia Cotagaita.

Pezuela convocó una junta de guerra y en ella se resolvió la retirada hacia Oruro para reunir mayores fuerzas y volver luego sobre el enemigo; lo mismo hicieron las guarniciones de Potosí, Chayanta y Chuquisaca. Pero ya por entonces habían desembarcado en Arica los primeros re-fuerzos enviados por Osorio: el regimiento de Talavera.

El caudillo altoperuano Zárate ocupó la ciudad de Potosí al frente de 4.000 indios; Martín Rodríguez hizo lo mismo en Chuquisaca con Padilla y Alvarez de Arenales; y éste último ocupó Cochabamba.

Rondeau siguió con el grueso de las tropas a Potosí y permaneció allí relativamente inactivo durante cuatro meses, lo cual dio oportunidad al enemigo para concentrar sus fuerzas.

Los revolucionarios de Puno fueron vencidos en las acciones de Pancarcollo, Yasaca, Azángaro y Asillo; el 14 de junio salió Ramírez de Cuzco para reunirse con Pezuela, dejando pacificada la provincia; el batallón de Castro (chilotes) llego a Arica procedente de Chile, con armas, municiones y pertrechos. Reforzados los efectivos de Pezuela con el batallón de chilotes de Castro y con las tropas de Ramírez, el 8 de agosto se supo en el cuartel general realista de Challapata que la expedición de Morillo había sido derivada a Costa Firme y que 1.600 hombres de la misma se destinarían al Perú, los cuales podrían encontrarse en Oruro a fines de setiembre. En conocimiento de esos hechos y de los propósitos de los patriotas de reanudar las operaciones, resolvió Pezuela adelantarse y atacar a Rondeau y a Álvarez de Arenales.