El 13 de octubre de 1975, tuvo lugar una cena entre los tres comandantes de las Fuerzas Armadas argentinas para definir los ascensos militares del año 1976. En esa reunión los comandantes de la Armada y el Ejército decidieron que en 1976 se debía derrocar al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, lo que generó una muy fuerte discusión con Fautario, quien se oponía a cualquier intento de desestabilizar al gobierno constitucional. El factor determinante aparentemente habría sido el Ataque al Regimiento de Infantería de Monte de la Provincia de Formosa el domingo 5 de octubre de 1975.
El 17 de octubre, mientras los gremios celebraban el día de lealtad a camino a Plaza de mayo se producía una reunión que determinaría el futuro del país,dentro del yate Itatí, en del delta del Paraná, Héctor Fautario concurrió a la invitación que le había enviado Emilio Massera para reunirse ellos dos junto a Jorge Videla . En esa reunión el comandante de la Armada fue la voz cantante. Massera le dijo a Fautario que revisara su posición (de no plegarse a un futuro golpe de Estado) ya que el país se encontraba frente a problemas tales como «la subversión, los gremios que pasaron a dominar el gobierno, que no controla la situación».
Fautario nuevamente se negó a acceder a la propuesta afirmando que los militares no estaban preparados para gobernar, y que todos los anteriores regímenes militares en Argentina habían tenido que salir «por la puerta trasera». Acto seguido, Videla arremetió nuevamente, afirmando que la situación iba a ser diferente, ya que el próximo gobierno militar que se iba a hacer cargo del país iba a ser encabezado por una Junta Militar de Gobierno, y que cada una de las armas tendría un 33,3 % de importancia en las decisiones que se llevarían a cabo. Fautario fue contundente: «A mí no me enrosqués la víbora. El Ejército, como siempre, se va a quedar con la principal porción; después, vendrá la Marina, y a nosotros, a la Fuerza Aérea, nos quedarán las migajas.» Massera intervino en la discusión y le pidió nuevamente a Fautario que repensara su posición al respecto y también le comunicó al jefe de la aeronáutica que la decisión estaba tomada y que las Fuerzas Armadas de Argentina se harían cargo del país a partir del 24 de marzo de 1976 por medio de un golpe de Estado. Otra vez, Héctor Luis Fautario fue contundente, dijo: «No tengo nada que pensar. Mi posición sigue siendo negativa.»
La decisión de derrocar a la primera mandataria en la fecha antes citada se debía principalmente a que tanto la Armada como el Ejército debían comenzar con el adiestramiento de los nuevos conscriptos que se sumaban a las filas para cumplir con el servicio militar obligatorio en 1976, y también porque debían anticiparse al inicio de la campaña electoral.
En esa reunión Emilio Eduardo Massera y Jorge Rafael Videla siguieron tratando, sin éxito, de convencer a Héctor Luis Fautario: Massera arremetió otra vez diciéndole a Fautario que «los políticos no se querían hacer cargo de la situación» y que el país se encontraba en caída libre. Fautario le responde que en 1977 iba a haber elecciones y que probablemente el peronismo sería derrotado. Sin embargo los demás comandantes no pensaban lo mismo y la reunión terminaría sin acuerdo.
Levantamiento de Capellini
El jueves 18 de diciembre de 1975 tuvo lugar una sublevación dentro de la Fuerza Aérea Argentina. Un sector de la aviación de tendencia ultranacionalista encabezado por el brigadier mayor Orlando Jesús Capellini se pronunció pidiendo el pase a retiro del brigadier general Héctor Fautario y la renuncia de María Estela Martínez de Perón. En la rebelión fueron detenidos en el aeroparque Fautario junto a otros brigadieres mayores y brigadieres y trasladados a la VII Brigada Aérea de Morón. Héctor Fautario fue enviado al Taller Regional Quilmes, donde lo encerraron en una habitación sin custodia.
En el lugar donde había sido encerrado Fautario no estaba bajo ninguna custodia, por lo que salió en busca de ayuda. Un mayor lo auxilió y lo trasladó en auto hasta el edificio Cóndor, donde llegó cerca de las doce del mediodía. Su presencia sorprendió al ministro de Defensa Tomás Vottero, quien se había acercado al edificio para nombrar como comandante de la Fuerza Aérea Argentina al por entonces brigadier Orlando Ramón Agosti. Ante esa situación Fautario lo increpó a Vottero por lo que estaba haciendo y le dijo que ya estaba en marcha un golpe de Estado. Luego, partió hacia Olivos para intentar hablar con la presidente, pero no lo recibió. Frustrado, el brigadier general Héctor Fautario le envió entonces un mensaje a través del edecán de la Aeronáutica: «Cuídese, Señora, porque a usted la van a echar en marzo.»El gobierno pensaba que el retiro de Héctor Fautario iba a terminar con la sublevación, ya que creía que esta era producto de una disputa interna en la aeronáutica. Pero la rebelión no había sido sofocada y continuaba.
Sin embargo, el levantamiento comenzó a resquebrajarse luego de una declaración realizada por el comandante del Ejército:
La crisis planteada en el seno de la Fuerza Aérea se proyecta al plano institucional y al plano nacional. En cuanto al primero, el Ejército es prescindente, por cuanto entiende que debe resolverse dentro de aquella institución. En lo que respecta al plano nacional, el suscripto no comparte la solución propuesta.
Teniente general Jorge Rafael Videla, 18 de diciembre de 1975
El pronunciamiento liderado por el brigadier mayor Jesús Orlando Capellini se prolongó hasta el 22 de diciembre luego de que aviones de la misma Fuerza Aérea Argentina bombardearan la VII Brigada Aérea de Morón. Sin embargo, el factor decisivo fue la mediación del vicario castrense de las Fuerzas Armadas, Adolfo Tortolo, quien consiguió que los sublevados dieran marcha atrás con sus pretensiones. De todas formas, los oficiales aeronáuticos insurrectos lograron uno de sus objetivos: la remoción y pase a retiro del brigadier general Héctor Luis Fautario y su segundo, el brigadier mayor José María Klix. El mismo día que comenzó el levantamiento (el 18 de diciembre) fue nombrado titular de la Fuerza Aérea Argentina el brigadier Orlando Ramón Agosti, quien fue nombrado comandante de la Fuerza Aérea Argentina y ascendido al rango de brigadier general.
El 24 de marzo de 1976 asumió el poder la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, surgida tras el golpe militar. Este nuevo gobierno estaba integrado por el Teniente Gral. Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Emilio Massera y el Brigadier Gral. Orlando Ramón Agosti.
Desde entonces comenzó el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" que se extendió hasta la asunción de Raúl Alfonsín, Presidente elegido por el voto popular el 10 de diciembre de 1983.
El 29 de marzo de 1976 la Junta Militar designó Presidente de la Nación a Videla, uno de sus integrantes. Los dos años anteriores la acción contra la guerrilla y sus simpatizantes se había desplegado sobre la administración pública, las universidades, los medios de comunicación de masas y los sindicatos.
Algunas medidas de gobierno
La posesión de su literatura fue declarada un acto de subversión y sus órganos de prensa fueron desarticulados. La represión terminó siendo arbitraria e indiscriminada y combinada con la crisis económica llevó a miles de personas a emigrar del país. En 1978 el gobierno obtuvo el triunfo sobre la guerrilla: casi todos los que no habían logrado huir fueron asesinados o desaparecidos. Santucho fue muerto en 1976 y en 1977 Firmenich logró escapar a Italia. La CGT fue disuelta y la guerra contra la subversión se extendió sobre los líderes sindicales y obreros. Se dictaron decretos prohibieron la actividad política y destituyeron de su cargo a miembros de la Suprema Corte de Justicia. La censura llegó a los medios de comunicación y numerosos organismos pasaron a la conducción militar. El régimen fue predominantemente militar en cuanto a sus funcionarios, ministros y gobernadores. El Ministro de Educación, Ricardo Bruera y el de Economía, José A. Martínez de Hoz, fueron la excepción.
Desde su cargo Martínez de Hoz proyectó abrir el país a la competencia internacional acompañando este proceso con un debilitamiento del sector sindical. El panorama estuvo marcado por la inflación, una grave desindustrialización del país y la proliferación de zonas carenciadas en las grandes ciudades. En julio de 1977 las protestas de los empresarios representados por la CGE fueron respondidas con el cierre de dicha institución. En 1978 se produjo una modificación en el esquema de poder: el Presidente Videla, que continuaba en su cargo, pasó a retiro efectivo del Ejército. A comienzos de 1980 fue renovada la Junta Militar, formada entonces por: Teniente General Roberto Viola, Almirante Armando Lambruschini y Brigadier General Horacio R. Graffigna. En octubre fue designado Presidente de la Nación Roberto Viola, quién asumió en marzo del año siguiente.
Jorge Rafael Videla , había reemplazado al general Alberto Numa Laplane el 27 de Agosto de 1975, Eduardo Emilio Massera a la derecha a cargo de la Armada, ambos fueron recibidos por la presidenta el 12 de septiembre de 1975.
El 17 de octubre, dentro del yate Itatí, en del delta del Paraná, Héctor Fautario concurrió a la invitación que le había enviado Emilio Massera para reunirse ellos dos junto a Jorge Videla. En esa reunión el comandante de la Armada fue la voz cantante. Massera le dijo a Fautario que revisara su posición (de no plegarse a un futuro golpe de Estado) ya que el país se encontraba frente a problemas tales como «la subversión, los gremios que pasaron a dominar el gobierno, que no controla la situación». Fautario nuevamente se negó a acceder a la propuesta afirmando que los militares no estaban preparados para gobernar, y que todos los anteriores regímenes militares en Argentina habían tenido que salir «por la puerta trasera».
Los oficiales aeronáuticos insurrectos lograron uno de sus objetivos: la remoción y pase a retiro del brigadier general Héctor Luis Fautario y su segundo, el brigadier mayor José María Klix. El mismo día que comenzó el levantamiento (el 18 de diciembre) fue nombrado titular de la Fuerza Aérea Argentina el brigadier Orlando Ramón Agosti, quien fue nombrado comandante de la Fuerza Aérea Argentina y ascendido al rango de brigadier general , tres meses harian el golpe.
Durante la madrugada del 24 de marzo de 1976, la presidenta fue sacada en helicóptero de la Casa de Gobierno. Luego , fue arrestada y trasladada a la provincia de Neuquén . En su reemplazo asumió una junta militar integrada por Videla, Massera y el brigadier de la fuerza aerea Orlando Agosti,
Jorge Rafael Videla una militar con pocas luces se convertiria en el dictador del golpe de Estado contra el gobierno constitucional. Esta dictadura dejaría 30000 desaparecidos , una guerra , represión y desocupación en masa.
El golpe se empezó a preparar el 12 de diciembre de 1975, cuando el brigadier Orlando Capellini hizo el primer pronunciamiento fallido. El intento fracasó porque todavía no se habían terminado de consolidar las jefaturas de las Fuerzas Armadas detrás del mismo objetivo. Pero su acción mostró que, entre los altos oficiales, las condiciones estaban maduras. Las incógnitas que despertaba entre las cúpulas militares acerca de cuál sería la reacción social fueron despejadas cuando los estratos medios de la sociedad reflejaron que no se opondrían a un golpe. Así fue interpretada, al menos, la indiferencia o simpatía que despertó el alzamiento de Capellini.
Mientras tanto, el periodismo siguió insistiendo en que era necesario poner orden, fin a la corrupción y facilitar el advenimiento de un gobierno menos incapaz que el de "Isabelita". El radicalismo, que por boca de su principal dirigente expresó que, si existía un golpe era por culpa del gobierno, no estuvo dispuesto a preparar a la población para que se defendiera. Al contrario, fortaleció el objetivo de los militares. El jefe del partido radical, Ricardo Balbín, fue claro cuando respondió "no tengo soluciones" al reclamársele una alternativa frente al golpe.
Durante los primeros dos meses de 1976, estas características se acentuaron y prepararon el escenario del golpe militar. En el Congreso se multiplicaron los pedidos de renuncia de la Presidenta como forma de solución de la crisis, durante el 9 de febrero. El 18 de febrero María Estela Martínez de Perón informó que no renunciaría y el 20 de febrero se convocó a elecciones presidenciales para el 12 de diciembre. Alea jacta est. El golpe fue preparado con anticipación por las fuerzas armadas. Dos días antes del 24 de marzo, por ejemplo, ya se realizaban movimientos militares con la excusa de combatir la subversión ocupando lugares estratégicos.
El 24 de marzo de 1976 comenzó su preparación con mucha anticipación. Para entonces, la Argentina era el único país del Cono Sur que mantenía un régimen democrático, en tanto que todos los países vecinos estaban gobernados por dictaduras militares (Banzer en Bolivia, Geisel en Brasil, Augusto Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay y Bordaberry en Uruguay), sostenidas por Estados Unidos en el contexto de la Doctrina de la Seguridad Nacional.
La prensa gráfica fue un sector clave en la campaña de propaganda militar durante la última dictadura de 1976. La prensa fue concebida como un sector estratégico para quienes idearon, planearon y llevaron adelante la dictadura cívico-militar. Fue así desde un principio y centralmente por dos razones. En primer lugar, para ocultar las atrocidades y los crímenes cometidos (si se ocultaban, se garantizaban así evitar críticas y cuestionamientos). Y en segundo lugar, para legitimar el golpe y la posterior dictadura, convirtiéndose en una verdadera correa de transmisión, en una pieza clave en la operatoria de propaganda militar.
Esta estrecha relación no fue producto del azar o puro pragmatismo. Al contrario, hay razones para pensar que, aquí también, hubo un plan sistemático en el que existió el control, la manipulación, la censura, la represión y la intervención estatal en negocios empresariales.
El 24 de marzo de 1976, el autodenominado “Proceso de Reorganización nacional” dio a conocer el comunicado Nº 19 mediante el cual indicaban que sería "reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo.” Por otro lado, también sería castigado “con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de la Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales”. Inmediatamente después del golpe, el gobierno ideó un mecanismo de censura: antes de pasar por la imprenta, los diarios deberían enviar copias de prueba de su edición completa al gobierno militar para ser aprobada. El mecanismo alargaba tanto el proceso de edición e imprenta que duro apenas un día medio y en su lugar se establecieron determinados principios y criterios, resumidos en 14 máximas, que los medios deberían obedecer.
En el marco de este clima, muchos de los grandes medios gráficos fueron más allá de limitarse a cumplir órdenes y respetar estas máximas. Se convirtieron prácticamente en voceros de las Fuerzas Armadas en el poder, replicando en sus páginas sus argumentos, visión, y hasta el mismo vocabulario. Es imposible mencionar en una sola nota la cantidad innumerable de ejemplos de la nefasta campaña de propaganda llevada adelante por algunos diarios y revistas. Reflejaremos aquí sólo algunos.
La campaña de prensa a favor de la dictadura militar comenzó antes del 24 de marzo de 1976. Para los primeros días de marzo, la mayoría de los medios gráficos comenzaron a dedicar más espacio dentro de sus ediciones a las noticias y temas que tenían que ver con las Fuerzas Armadas, sus integrantes, sus actividades, etc. Las revistas Somos, Gente y Para Ti, pertenecientes al grupo editorial Atlántida, son de las que más apoyaron y difundieron la campaña pro dictadura, inclusive antes del golpe. De la mano de Samuel “Chiche” Gelblung inauguraron el estilo de mezclar farándula con política, eso sí golpista. En su último número de 1975, la revista Gente destacó como central una nota titulada “Noche buena con Videla en Tucumán” mediante la cual hicieron la presentación en sociedad de Jorge Rafael Videla, como vocero de los planes de las Fuerzas Armadas. La prensa apoyo al golpe de Estado en forma abierta y cabal, revistas coo "Somos" , "Gente" y otras publicacines de la editorial Atlántida fueron un fuerte respaldo al golpe de Estado , como asi los diarios de principal tirada como Clarin , La opinon y Nacion entre otros
Clarín y La Nación: entre el apoyo y los negocios
Clarín y La Nación eran dos grandes medios gráficos y de tradición cuando se produce el golpe, el primero tenía 31 años de existencia, mientras que el segundo 106. Ambos apoyaron el golpe desde sus inicios. En el primer editorial de Clarín al otro día del golpe se afirmó que “se abre una etapa con renacidas esperanzas” y que “la acción de las Fuerzas Armadas se En abril de 1977, Videla anunció en conferencia de prensa que los familiares del empresario David Graiver (muerto sospechosamente el año anterior), quienes además eran los accionistas de Papel Prensa, habían sido detenidos y que la Junta Militar había decidido “la prohibición de administrar y disponer de sus bienes”. Ese mismo día, Clarín, La Razón y La Nación, se quedaron con Papel Prensa. Así culminaba una serie de maniobras y negociados iniciados un año antes entre Videla y los dueños y gerentes de esos diarios para asociarse y quedarse con Papel Prensa.
La Nación y Clarín, aún hoy continúan siendo socios del Estado en la única empresa que produce pasta de celulosa para hacer papel de diario en este país y abastece a más de 170 diarios. Una muestra más de que los empresarios no fueron cómplices, fueron partícipes de la política y los negocios de los militares durante la última dictadura.ha caracterizado por una ponderada decisión de la que ha estado ausente la prepotencia revanchista o la innecesaria utilización de la fuerza”.
Videla nombró ministro de economía al Dr. José Alfredo Martínez de Hoz, abogado de larga trayectoria en el estado y en empresas privadas.Sus medidas económicas, basadas en la apertura de los mercados y la liberalización de la legislación laboral vigente, contribuyeron al desmantelamiento de los sindicatos y la polarización de las diferencias clasistas.
El programa económico del gobierno tenía como objetivos reducir la inflación que, entre marzo de 1975 y el mismo mes de 1976, había pasado de 500%; aumentar los ingresos en materia tributaria; bajar el gasto público; promover las exportaciones; restablecer el nivel de reservas monetarias acudiendo, incluso, al crédito internacional. Se hablaba también de aumentar la productividad en los servicios públicos y de posibles privatizaciones.
El programa se completó con otras medidas como la prohibición de las huelgas, control de los salarios, aumento de los impuestos, descenso del gasto público en materia social y educación y ayuda a las provincias. El país recibió del Fondo Monetario Internacional (F.M.I) alrededor de 1.300 millones de dólares en créditos de varios tipos con el propósito declarado de pagar la deuda externa. La inflación bajó en 1977 al 150% y, por una buena combinación de aumentos de la producción agropecuaria y una cierta apertura del Mercado Común Europeo, las exportaciones aumentaron ese año casi un 100%.
En junio de 1977 el gobierno inició una "reforma financiera" que eliminó las restricciones del Banco Central sobre las tasas de interés y las limitaciones que impedían el endeuda miento en el exterior de las empresas, tanto públicas como privadas. De esta manera muchas empresas aprovecharon la alta liquidez en los mercados internacionales para contraer tantos préstamos como quisieron. Sin embargo en el sector privado descendió a niveles inferiores a los de 1971. En su lucha contra la inflación el gobierno inició una nueva etapa en 1979. La idea central residía en que para que las empresas supieran a qué atenerse en materia inflacionaria se elaboraría un plan de devaluaciones decrecientes que serían anticipadas en un esquema temporal conocido como "La Tablita". Las devaluaciones se irían escalonando desde el 5% mensual en enero de 1979 hasta 3% a fines de ese año. Paralelamente se rebajaron los derechos aduaneros y se dispuso qué precios y salarios del sector público siguieran una pauta de aumentos del 4% mensual, lo mismo que las tasas de los créditos internos.Las altas tasas de interés atrajeron capitales externos que obtenían en poco tiempo altísimos rendimientos en moneda extranjera.
A fines de 1979 ingresaron nuevas importaciones que compitieron con la producción interna cuyos precios seguían creciendo. Con el peso sobrevaluado todo lo que se importaba resultaba barato y lo que se exportaba era caro en los mercados competitivos del exterior. Los viajes al extranjero se convirtieron en algo accesible para la clase media argentina. Los turistas volvían al país cargados de artículos de consumo que adquirían a precios "irrisorios". Era la época de la "plata dulce".
La crisis industrial llegó en 1980 con una larga serie de quiebras y cierres de establecimientos. El aumento del petróleo en el mercado internacional en 1979/80 agravó la situación. La inflación mundial creció, los países importadores sintieron el efecto y comenzó una etapa recesiva. El comercio internacional tendió a contraerse, descendieron los precios de los productos básicos y aumentaron considerablemente las tasas de interés. Cuando en 1981, bajo el gobierno de Ronald Reagan, las tasas de interés reales en Estados Unidos pasaron de alrededor de cero al 8% la deuda externa de países como la Argentina creció enormemente en pocos años. Por ejemplo, en nuestro país aumentó unos 6 mil millones de dólares anuales entre 1978 y 1982. El cambio de presidente (Videla sería reemplazado por Viola) aumentó la incertidumbre y el ministro de economía presentó su renuncia.La política económica de Martínez de Hoz
Videla nombró ministro de economía al Dr. José Alfredo Martínez de Hoz, abogado de larga trayectoria en el estado y en empresas privadas.Sus medidas económicas, basadas en la apertura de los mercados y la liberalización de la legislación laboral vigente, contribuyeron al desmantelamiento de los sindicatos y la polarización de las diferencias clasistas. El programa económico del gobierno tenía como objetivos reducir la inflación que, entre marzo de 1975 y el mismo mes de 1976, había pasado de 500%; aumentar los ingresos en materia tributaria; bajar el gasto público; promover las exportaciones; restablecer el nivel de reservas monetarias acudiendo, incluso, al crédito internacional. Se hablaba también de aumentar la productividad en los servicios públicos y de posibles privatizaciones.
El programa se completó con otras medidas como la prohibición de las huelgas, control de los salarios, aumento de los impuestos, descenso del gasto público en materia social y educación y ayuda a las provincias. El país recibió del Fondo Monetario Internacional (F.M.I) alrededor de 1.300 millones de dólares en créditos de varios tipos con el propósito declarado de pagar la deuda externa. La inflación bajó en 1977 al 150% y, por una buena combinación de aumentos de la producción agropecuaria y una cierta apertura del Mercado Común Europeo, las exportaciones aumentaron ese año casi un 100%. En junio de 1977 el gobierno inició una "reforma financiera" que eliminó las restricciones del Banco Central sobre las tasas de interés y las limitaciones que impedían el endeuda miento en el exterior de las empresas, tanto públicas como privadas. De esta manera muchas empresas aprovecharon la alta liquidez en los mercados internacionales para contraer tantos préstamos como quisieron. Sin embargo en el sector privado descendió a niveles inferiores a los de 1971.
En su lucha contra la inflación el gobierno inició una nueva etapa en 1979. La idea central residía en que para que las empresas supieran a qué atenerse en materia inflacionaria se elaboraría un plan de devaluaciones decrecientes que serían anticipadas en un esquema temporal conocido como "La Tablita". Las devaluaciones se irían escalonando desde el 5% mensual en enero de 1979 hasta 3% a fines de ese año. Paralelamente se rebajaron los derechos aduaneros y se dispuso qué precios y salarios del sector público siguieran una pauta de aumentos del 4% mensual, lo mismo que las tasas de los créditos internos.Las altas tasas de interés atrajeron capitales externos que obtenían en poco tiempo altísimos rendimientos en moneda extranjera.
A fines de 1979 ingresaron nuevas importaciones que compitieron con la producción interna cuyos precios seguían creciendo. Con el peso sobrevaluado todo lo que se importaba resultaba barato y lo que se exportaba era caro en los mercados competitivos del exterior. Los viajes al extranjero se convirtieron en algo accesible para la clase media argentina. Los turistas volvían al país cargados de artículos de consumo que adquirían a precios "irrisorios". Era la época de la "plata dulce". La crisis industrial llegó en 1980 con una larga serie de quiebras y cierres de establecimientos. El aumento del petróleo en el mercado internacional en 1979/80 agravó la situación. La inflación mundial creció, los países importadores sintieron el efecto y comenzó una etapa recesiva. El comercio internacional tendió a contraerse, descendieron los precios de los productos básicos y aumentaron considerablemente las tasas de interés.
Cuando en 1981, bajo el gobierno de Ronald Reagan, las tasas de interés reales en Estados Unidos pasaron de alrededor de cero al 8% la deuda externa de países como la Argentina creció enormemente en pocos años. Por ejemplo, en nuestro país aumentó unos 6 mil millones de dólares anuales entre 1978 y 1982. El cambio de dictador (Videla sería reemplazado por Viola) aumentó la incertidumbre y el ministro de economía presentó su renuncia.La política económica de Martínez de Hoz.
Caida de BIR
El 15 de abril comienzan largas filas de gente se observaron hoy frente a las sucursales y casa central del Banco de Intercambio Regional (BIR) , que fue cerrado por el Banco Central a fines de marzo por su insolvencia, al comenzar el pago a depositantes a plazo fijo en moneda argentina. El ministro de Economía, José A. Martínez de Hoz, restó importancia al colapso del BIR y dijo que el sistema financiero saldrá fortalecido. En medios políticos, sin embargo, se calificó el cierre como el peor escándalo financiero del siglo" y una "consecuencia de la política económica actual .
En muchos lugares donde los ahorristas esperaban recobrar su dinero se produjeron discusiones y griteríos, por cuanto no les correspondía por ahora el pago según los documentos de vencimiento. El colapso del BIR que es el principal banco privado argentino, con 101 sucursales en el país y una oficina en Nueva York, causó conmoción en medios financieros y en la cartera de más de 300.000 clientes que tenía aquí.
Prensa cómplice del terrorismo de Estado
La prensa apoyo al golpe de Estado en forma abierta y cabal, revistas como "Somos" , "Gente" y otras publicaciones de la editorial Atlántida fueron un fuerte respaldo al golpe de Estado , como asi los diarios de principal tirada como Clarín , La opinión y Nación entre otros
Jose Alfredo Martinez de Hoz
Jose Alfredo Martinez de Hoz era un descendiente de la más retrógrada oligarquia fue el ministro de economía de Videla ,el cual endeudo a país en forma tremenda y ademas destruyo al empresariado nacional.Al fin de su mandato se habían perdido miles de puestos de trabajo.
José A. Martinez de Hoz junto a Rafael Videa, este binomio duro 5 años, mientras uno utilizaba políticas económicas netamente perjudiciales para el país el otro desparecía y mataba opositores políticos.
Revista Mercado
Dos tapas de la revista Mercado con la foto del ministro de Economía José Alfredo Martinez de Hoz (apodado popularmente Joe), era una de las revistas donde divulgaba sus ideas económicas.
La disputa mantenida con Chile por las tres islas ubicadas sobre el canal de Beagle había sido sometida a un arbitraje, confiado a la Corte Internacional de Justicia de La Haya en 1971. Luego de un prolongado estudio la Corte se expidió a favor de los reclamos chilenos en 1977.
En 1977 el gobierno argentino comenzó a realizar aprestos bélicos que podrían conducir a la guerra con el país vecino, presidido por el militar General Pinochet.
Operación Soberanía
Operación Soberanía u Operativo afianzamiento de la soberanía fue el nombre en clave del plan de invasión a la República de Chile que Argentina planificó ejecutar en los últimos días de diciembre de 1978, pero que fue suspendido en el último momento por la intervención del papa Juan Pablo II.
Para solucionar el litigio por la soberanía de las islas y los derechos marítimos en el área del canal Beagle, Argentina y Chile acordaron en 1971 recurrir al arbitraje del Gobierno del Reino Unido, árbitro formal establecido en el Tratado General de Arbitraje del 28 de mayo de 1902, pero que solo podía aceptar o rechazar el fallo de un tribunal nombrado de común acuerdo entre ambos países. En 1977 el gobierno argentino comenzó a realizar aprestos bélicos que podrían conducir a la guerra con el país vecino, presidido por el militar General Pinochet.
Basándose en el derecho internacional, los jueces dictaron sentencia el 22 de mayo de 1977, asignando las islas Picton, Nueva y Lennox a Chile. El 25 de enero de 1978, el gobierno argentino declaró el laudo arbitral «insanablemente nulo» y movilizó su poderío militar para obligar a Chile a dejarlo de lado y negociar una solución al conflicto más favorable a la posición argentina. Al no lograr ese objetivo por la vía negociada, Argentina planificó una guerra de agresión contra Chile.
La situación chilena parecía bastante desventajosa. Frente a un país que casi lo triplicaba en el número de habitantes, con un ingreso per cápita mayor y una ventaja geográfica, Chile enfrentaba, además, a raíz de los atentados a los derechos humanos cometidos durante la dictadura militar, una negación a la venta de armas de parte de sus proveedores tradicionales, Estados Unidos de América y Europa Occidental, lo que dificultaba aún más la ya compleja tarea de resguardar su territorio, debido a su propia geografía. La disputa mantenida con Chile por las tres islas ubicadas sobre el canal de Beagle había sido sometida a un arbitraje, confiado a la Corte Internacional de Justicia de La Haya en 1971. Luego de un prolongado estudio la Corte se expidió a favor de los reclamos chilenos en 1977.
Mediación papal en el conflicto del Beagle
A comienzos de noviembre de 1978 habían fracasado ya las negociaciones directas entre ambos países y el ministro de relaciones exteriores de Chile, Hernán Cubillos, propuso a su par trasandino Carlos Washington Pastor entregar la disputa a la Corte Internacional de Justicia, pero en Buenos Aires transcendió que tal paso sería considerado por la Argentina, dada su negativa experiencia con el Tribunal Arbitral de 1977 como casus belli.
El 26 de diciembre la llegada al país del enviado del Papa, Cardenal Antonio Samoré evitó el enfrentamiento. El 8 de enero, del siguiente año, ambos países firmaron el Acta de Montevideo por la cual aceptaban la mediación Papal. El asunto quedó temporariamente suspendido. El 26 de diciembre la llegada al país del enviado del Papa, Cardenal Antonio Samoré evitó el enfrentamiento. El 8 de enero, del siguiente año, ambos países firmaron el Acta de Montevideo por la cual aceptaban la mediación Papal. El asunto quedó temporariamente suspendido.
En los primeros meses de 1976 continuó el alto nivel de violencia política. Los tres Comandantes en Jefe conformaron un gobierno paralelo de hecho y habían intimado a renunciar a la presidenta Isabel Perón, quien se negó a hacerlo para no convalidar el golpe, ni la matanza que causaría, como ya era visible para todos los observadores. En Tucumán el Ejército Argentino venció el 13 de febrero a la Fuerza de Monte de Montoneros. El 22 de marzo el ERP asesinó al sindicalista de la FOTIA Atilio Santillán, el 23 de marzo el diario La Opinión de Buenos Aires tituló: «Argentina inerme ante la matanza». El 24 de marzo se produjo el golpe de Estado, dando así inicio a la dictadura que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional.
Masacre de San Patricio
Se conoce como la masacre de San Patricio al crimen perpetrado por los militares argentinos con el asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos el 4 de julio de 1976, durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, ejecutado en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Los religiosos asesinados fueron los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau, y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti.
Noche de los Lápices
Se conoce como la Noche de los Lápices a una serie de secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de La Plata , este suceso fue uno de los más conocidos entre los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), ya que los desaparecidos eran estudiantes, en su mayoría adolescentes menores de 18 años, que fueron torturados antes de ser asesinados. La CONADEP estableció que la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como «subversión en las escuelas».
Asesinato de Rodolfo Walsh
Rodolfo Jorge Walsh fue desaparecido por la última dictadura el 25 de marzo de 1977, al día siguiente del primer aniversario del golpe, mientras echaba las primeras copias de la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar en buzones de la Ciudad de Buenos Aires y se dirigía a una cita con un compañero de la Organización (el encuentro había sido revelado en una mesa de torturas de la ESMA), fue emboscado, atacado y acribillado a balazos por un grupo de tareas, el cual se llevó su cuerpo moribundo y lo secuestró ilegalmente. Pasó a integrar la lista de desaparecidos.
Desaparición de Oesterheld
Héctor Germán Oesterheld fue un guionista de historietas y escritor argentino, a menudo citado como HGO. Escribió numerosos relatos breves de ciencia ficción y novelas, y publicó en revistas como Misterix, Hora Cero y Frontera, siendo sus series más conocidas Sargento Kirk, Bull Rocket y sobre todo El Eternauta, la que es considerada su obra maestra. fue desaparecido por la última dictadura argentina en 1977 y asesinado por los militares en 1978
El "Proceso de Reorganización Nacional" desplegó un fuerte aparato represivo sobra la totalidad de las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales. Fue frecuente el secuestro y la desaparición de personas, en algunos casos sus cadáveres pudieron hallarse. Entre ellos pueden mencionarse figuras conocidas: los escritores Haroldo Conti y Rodolfo Walsh; los sindicalistas Oscar Smith, René Salamanca, Rafael Pascual, los periodistas Edgardo Sajón y R. Perrotta.
Tras ser secuestrados y torturados, quedaron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional: Jacobo Timmerman, Alfredo Bravo, Hipólito Solari Yrigoyen y muchos otros. La prensa norteamericana denunciaba la política represiva del gobierno argentino. El canciller argentino tuvo que enfrentar en octubre del 76, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, las denuncias que circulaban sobre la desaparición de personas.
Durante varios años, grupos defensores de los derechos humanos realizaron activas campañas en el país y en el exterior. Uno de ellos, "Madres de Plaza de Mayo" todas las semanas marcharon en silencio frente a la casa rosada, a pesar de las amenazas del gobierno. Entre los desaparecidos figuran tres madres la fundadora Azucena Villaflor y las dos co fundadoras Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce De Bianco.
Tras la derrota de Malvinas, se intensificaron las protestas y las marchas adquirieron un carácter multitudinario. Las "Abuelas de Plaza de Mayo" se unieron para encontrar a sus nietos secuestrados con sus padres
Visita de la CIDH
La nueva administración de James Carter se apartó de la política establecida de contención hacia la Unión Soviética y promovió una política exterior que situó los derechos humanos entre sus prioridades, lo cual supuso una ruptura con la actitud de sus predecesores que no prestaban atención al incumplimiento de los derechos humanos en sudamerica es por eso que en 1979 impulso una visita a Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos.
Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos desde 1977, impulsó por distintos medios desde que llegó a la Casa Blanca que la CIDH visitara la Argentina, ya que las denuncias de familiares de desaparecidos así como de miembros de organismos de derechos humanos comenzaban a tener mayores repercusiones. Eran tiempos de las primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo y las primeras denuncias de vejaciones y violaciones a los derechos humanos. El Gobierno de Carter buscaba revertir la imagen internacional de Estados Unidos como impulsor de las sangrientas dictaduras en Latinoamérica y por ese mismo motivo pretendía utilizar la visita de la CIDH para mostrar su interés en la “defensa” de los derechos humanos.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) llegó a la Argentina el 6 de septiembre de 1979 y concluyó su labor el 20 de septiembre de ese mismo año y elaboró un informe que, pese a su importancia, no tuvo difusión en ese momento en la Argentina. El número total de denuncias que recibió la Comisión durante ese lapso, fue de 5.580, de las cuales eran nuevas 4.153 y 1.261 comunicaciones se referían a casos ya registrados y que estaban en trámite. La comisión durante su permanencia en el país se entrevistó con algunas autoridades nacionales, tales como: el Teniente General Jorge R. Videla; los integrantes de la Junta Militar (Viola, Graffigna y Lambruschini); los Ministros del Interior (Harguindeguy), de Justicia (Rodríguez Varela), de Relaciones Exteriores y de Culto (W.Pastor) y de Educación y Culto (L.L. Amadeo).
También lo hizo con el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (A. Gabrielli), miembros de la Cámara Federal de Apelaciones y con el Juez Federal, Dr. M. Anzoátegui. En Córdoba, se entrevistaron con el gobernador de la provincia (A. Sigwald); con el Comandante. del III Cuerpo de Ejército (Luciano .Benjamín Menéndez) y con el rector de la Universidad Nacional de la provincia., Dr. F. Quintana Ferreira. En Rosario, lo hizo con el Comandante. del II Cuerpo de Ejército (A. Jáuregui); con el Jefe de la Unidad Regional II de la Policía de la provincia de Santa Fe (H. Berdaguer) y con el Juez Federal, Dr. R. Carrillo Avila
La posición de la corte arbitral frente a la argumentación argentina se puede resumir de la siguiente manera: la corte arbitral no quiso ir tan lejos como para descartar la perspectiva argentina sobre la determinación atlántica de la cláusula islas por ser imposibles de deducir del tratado. Pero, señalando la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, la corte arbitral se acogió al principio de que en caso de dudas, la interpretación más fácil tiene preferencia. La interpretación argentina no era la más directa, según la corte arbitral, más bien era propicia para violentar el texto. Aceptada la premisa de que el Tratado de 1881 no deseaba dejar asuntos pendientes y después de rechazar la argumentación argentina («sobre el Atlántico») sólo quedaba a la corte arbitral aceptar la posición chilena («al sur del Canal Beagle»). El canal al oeste de la isla Picton se divide en varios brazos y depende a cual brazo se refiere el tratado para definir la pertenencia de las islas. La tesis chilena, que define el brazo norte como el referido por el tratado.
El 19 de enero de 1978, en plenas dictaduras tanto en la Argentina como en Chile, los presidentes de facto Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet tuvieron una reunión para intentar acercar partes y poner fin al conflicto del Beagle. Fueron doce horas de encuentro en El Plumerillo, Mendoza.
Hubo otra reunión un mes después, en Puerto Montt, que duró 13 horas. Se repitieron buenos augurios en los discursos de ambos. Se habló de hermandad y de lazos de sangre entre ambas naciones. Hasta firmaron un acuerdo para continuar con las negociaciones.
Diez meses después, con las tropas de ambos países desplegadas en la zona de conflicto, el papa Juan Pablo II evitó el enfrentamiento.
El cardenal Antonio Samoré fue designado como el representante papal especial ante Argentina y Chile para la resolución pacífica del conflicto limítrofe entre ambos, el 24 de diciembre de 1978. La mediación papal llevada a cabo por el Cardenal Samoré evitó una guerra inminente entre dos países eminentemente católicos gobernados por dictaduras militares. Su acción encaminó a Chile y Argentina hacia el Tratado de paz y amistad entre Chile y Argentina firmado en 1984 ante el Secretario del Estado Vaticano, Agostino Casaroli. En vísperas de la Navidad de 1978, pronunció la recordada frase: "Veo una lucecita de esperanza al final del túnel". A partir de ese momento, las negociaciones por la paz concluyeron felizmente con la propuesta de paz y amistad presentada por el Papa Juan Pablo II en diciembre de 1980, aceptada por ambas naciones. El Cardenal Antonio Samoré no pudo ver la concreción del tratado pues falleció antes de la firma del mismo, el día 3 de febrero de 1983, en Roma, siendo enterrado en la iglesia del Monasterio de los Carmelitas en Vetralla, cerca de la ciudad italiana de Viterbo
En la fotos las cuatro hijas que Hector Oesterheld también desaparecidas y su esposa Elsa Sanchez . La primera en desaparecer fue Beatriz Marta Oesterheld, con tan solo 19 años, el 19 de junio de 1976. Su cuerpo aparece sin vida el 2 de julio del mismo año en otra localidad cercana, Virreyes, provincia de Buenos Aires. La segunda secuestrada —apenas unos meses después, el 7 de agosto de 1976— fue Diana Irene Oesterheld, de 23 años. Tenía un hijo de un año, Fernando, y estaba embarazada de cuatro meses. Marina, la tercera, tenía 19 años cuando fue secuestrada-desaparecida el 27 de noviembre de 1977 en San Isidro, provincia de Buenos Aires, junto a su esposo Alberto Oscar Seindli. Estela Inés Oesterheld fue la ultima en caer en manos de las fuerzas armadas, el 14 de diciembre de 1977, tenía 25 años al momento de su asesinato mientras iba a hacer las compras.
En la madrugada del 4 de julio de 1976, los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Dufau, junto a los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito, se encontraban durmiendo en la casa parroquial. Sonó el timbre en la puerta. Alguien bajó a abrir. Era el momento que esperaban los integrantes del grupo de tareas que habían esperado con paciencia toda la noche. Encañonaron a los religiosos, los llevaron al primer piso, donde estaban los dormitorios, y revolvieron todo lo que encontraron en la casa. Los tres curas y los dos seminaristas se tomaron de las manos, presagiando lo peor. Al instante, una lluvia de balas les arrancó la vida. Los asesinos se fueron sin apuro, en el mismo Peugeot 504 en el que habían llegado. El crimen sólo se descubrió en horas de la mañana, cuando, al ver que la iglesia permanecía cerrada, un feligrés se trepó a los techos de la casa parroquial, y, desde una ventana, pudo ver los cinco cuerpos enlazados. Algunos de ellos habían recibido más de 70 disparos.
Rodolfo Walsh el 24 de marzo de 1977, cerca del mediodía, Walsh envió por correo a las redacciones de los diarios argentinos y a corresponsales de medios extranjeros el texto, donde denunciaba el plan que los sectores dominantes venían preparando desde hace mucho tiempo y habían puesto en marcha con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, y con el inicio de la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
Patricia Derian ocupo el puesto de Secretaria para Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios en la presidencia de Jimmy Carter en 1976 y tuvo un rol destacado en la denuncia y condena de los delitos de lesa humanidad que cometió la dictadura militar argentina autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) impulsando de modo decisivo la misión de inspección a la Argentina que realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA en 1979.3 Los militares argentinos en el gobierno la consideraron como la enemiga número uno y llegaron a planear su asesinato.
Una gran fila de familiares de desaparecidos esperaron en la Avenida de Mayo para denunciar ante la comisión los desastres humanitarios realizados por la dictadura. Las denuncias se realizaron en el edificio de la OEA an el país que esta situado en Av. de Mayo al 700.
Las Madres de Plaza de Mayo son una asociación formada durante la dictadura de Jorge Rafael Videla con el fin de recuperar con vida a los detenidos desaparecidos, inicialmente, y luego establecer quiénes fueron los responsables de los crímenes de lesa humanidad y promover su enjuiciamiento.
La idea de reunirse en la Plaza de Mayo surgió el sábado 30 de abril de 1977, cuando el grupo inicial de 14 madres de detenidos y desaparecidos estaba esperando que las atendiera el secretario del vicario castrense, en la Curia Metropolitana (en Buenos Aires). Una de ellas, Azucena Villaflor, propuso entonces: «Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos». La elección de la Plaza de Mayo se debió a que está situada frente a la Casa Rosada ―sede de la Presidencia― y a que es el lugar donde tradicionalmente se han efectuado manifestaciones políticas. Las 14 madres caminaron hasta la plaza y se quedaron de pie enfrente de la entrada principal de la Casa Rosada.
Entre aquellas primeras Madres estuvieron Azucena Villaflor, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Felicia Gard (4 hermanas), Delicia González, Pepa García de Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, Antonia Cisneros,Elida E. de Caimi, Ada Cota Feingenmüller de Senar, y una joven que no dio su nombre.
Desde marzo de 1976, la dictadura cívico-militar (1976-1983) había impuesto el estado de sitio, por lo que inmediatamente se les acercaron policías que les informaron que estaban prohibidos los grupos de tres o más personas, y que estaba prohibido estar de pie inmóvil en la vía pública, por lo que les ordenaron que circularan (o sea, que se fueran de la plaza). En cambio, las madres empezaron a caminar en círculos a paso lento alrededor de la Pirámide de Mayo (el monumento central de la Plaza de Mayo). Para evitar que se formaran grupos de tres, caminaron de a dos, tomadas del brazo.
Al viernes siguiente aparecieron más madres, entre ellas Hebe de Bonafini, de la ciudad de La Plata. La presencia de las madres en la Plaza era conocida por comentarios de boca en boca, puesto que así como para la prensa cómplice de la dictadura no existían los desaparecidos, tampoco existían las Madres. Para la tercera reunión decidieron cambiar los viernes por los jueves. Acordaron que fueran los jueves de 15:30 a 16:00 h por ser un día y una hora en la que transitaba mucha gente por la Plaza. Ellas permanecían en grupo y de pie sin caminar.
Dadas esas condiciones, comenzaron las marchas alrededor de la Pirámide de Mayo, símbolo de la libertad. Para reconocerse, comenzaron a usar un pañuelo blanco en la cabeza hecho en un principio con tela de los pañales que se usaban para bebés, representando así a los hijos. Ese pañuelo se convirtió en su símbolo. Las Madres intentaron dar a conocer sus dramas y así participaron de marchas religiosas numerosas y populares en las cuales era conveniente que pudieran reconocerse.
Primeras madres desaparecidas
Entre el jueves 8 de diciembre y el sábado 10 de diciembre de 1977 un grupo de militares bajo el mando de Alfredo Astiz secuestró a un grupo de 12 personas vinculadas a la Madres de Plaza de Mayo. Al secuestrarse a las primeras dos madres, Hebe de Bonafini opinó ante Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización, la necesidad de suspender la solicitada en el diario que iba a publicarse, hasta que se encontraran a las madres. Villaflor se opuso, expresando que a ellas las buscarían, pero mientras tanto no habría quién buscara a los hijos.
Al día siguiente, cuando Azucena Villaflor volvía de comprar el diario donde las Madres habían publicado su primer solicitada, fue secuestrada en la esquina de su casa en Avellaneda por el Grupo de Tareas 3.3.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada. El grupo completo secuestrado estaba integrado por Azucena Villaflor, Esther Ballestrino, María Ponce de Bianco (las tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo), las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, y siete activistas de derechos humanos.
Las Abuelas de Plaza de Mayo es una organización que, desde el año 1977, tiene como objetivo principal localizar a todos los niños apropiados durante la dictadura militar y restituirles su verdadera identidad, exigiendo a la vez el castigo a todos los responsables para que la historia no vuelva a repetirse.
El 22 de octubre de 1977, 12 madres que asistían a Plaza de Mayo para reclamar por sus hijos se reunieron para buscar sus nietos. Se bautizaron como Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, más tarde Abuelas de Plaza de Mayo , Eran doce madres-abuelas de desaparecidos, que tenían entonces una edad entre los 50 y los 60 años:
Inicialmente adoptaron el nombre de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos y Licha Zubasnabar fue reconocida como la primera presidenta del grupo; en 1980 terminaron aceptando la denominación por la que ya eran conocidas, Abuelas de Plaza de Mayo. Este subgrupo de Las Madres comprendió que la situación de los niños apropiados por las fuerzas de seguridad, era diferente de la de sus progenitores desaparecidos y que se precisaban estrategias y metodologías específicas para recuperarlos. «Buscar a los nietos sin olvidar a los hijos», fue la consigna que las agrupó.
Es por la misma época, cabe señalar, que en el grupo de las Madres de la Plaza de Mayo se organizó un subgrupo, el de las Abuelas, madres por partida doble, quienes realizan una tarea esencial respecto de los bebés. Se dedican a los niños que fueron secuestrados junto con sus padres y no han reaparecido, y a las jóvenes que, secuestradas estando embarazadas, se supone han dado a luz en prisión. Es decir que esas madres, por el testimonio que llevan, representan mucho, no solamente para la Argentina, sino para el mundo entero. Adolfo Pérez Esquivel, premio nobel de la paz 1980.
Una de las características esenciales de las Abuelas de Plaza de Mayo, al igual que Las Madres, fue la de organizarse básicamente como grupo de mujeres. Eso no significó que los abuelos, y en general otros varones y mujeres no colaborasen con la Asociación, pero la dirección y la representación recayeron siempre sobre mujeres que tenían nietos desaparecidos.
En noviembre de 1977 las Abuelas presentaron su petición ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y por primera vez se dio curso al reclamo, dando intervención a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Ese mismo mes y pese al terror imperante, el tradicional diario de la comunidad británica en la Argentina, el Buenos Aires Herald, dirigido por Robert Cox, publicó una carta de lectores de las Abuelas de Plaza de Mayo, dando a conocer que había niños desaparecidos en el país. Las organizaciones de derechos humanos siempre han reconocido el valor que demostró Cox en aquel momento y la importancia que tuvieron sus publicaciones en un momento en que nadie en el mundo estaba dispuesto a denunciar las violaciones de derechos humanos en la Argentina.
También en abril de 1978, las Abuelas tomaron la costumbre de concurrir a la localidad de San Miguel, en el conurbano de Buenos Aires, donde se realizaban anualmente las reuniones la Conferencia Episcopal Argentina. Durante varios años le otorgaron máxima prioridad a buscar el apoyo de la Iglesia católica, hasta que finalmente concluyeron que la cúpula de la misma estaba relacionada estrechamente con el gobierno militar y en conocimiento de las apropiaciones ilegales de bebé
El 14 de octubre de 1980 el arquitecto y escultor argentino Adolfo Pérez Esquivel, secretario general del movimiento cristiano Paz y Justicia, de defensa de los derechos humanos, en Latinoamérica, fue galardonado ayer por la Academia Noruega con el Premio Nobel de la Paz 1980, ningún medio argentino lo menciono en forma directa.
Adolfo Pérez Esquivel, de 49 años, es un conocido defensor de los derechos humanos desde hace tiempo. Pertenece al comité ejecutivo de la Asamblea Permanente de les Derechos del Hombre y coordina en todo Latinoamérica el grupo Paz y Justicia, que defiende el respeto de los derechos humanos, incluida la justicia social y económica.
Encarcelado durante trece meses por el régimen de Videla, permanece bajo libertad vigilada. En la actualidad estaba muy ocupado en los trámites con los familiares de los desaparecidos en el país. En. abril de este año hizo una gira por varios países europeos manteniendo contacto con diversas iglesias y organismos que defienden los derechos del hombre. Profesor de escultura y arquitectura de La Plata, está casado y tiene tres hijos. El mayor, Leonardo, le ayuda en la organización de Paz y Justicia.
La acción de esta organización se desarrolló a partir de 1974, después de la Conferencia Episcopal de Medellín (Colombia). El grupo tiene delegaciones en Brasil, Chile y América Central, y el objetivo principal «es la defensa de los derechos humanos, la justicia social y económica, utilizando los medios legales y nunca violentos». La organización tiene una publicación con el mismo título, Paz y Justicia, que el movimiento.
El nuevo premio Nobel estuvo encarcelado en Argentina desde abril de 1977 hasta el día final del campeonato de fútbol en ese país, en junio de 1978. Durante una conferencia de Prensa que celebró ayer en Buenos Aires en la sede de Paz y Justicia, adornada con los retratos del Papa y el cardenal Romero, asesinado en El Salvador en marzo pasado, Pérez Esquivel, de religión protestante, afirmó que su movimiento estaba en la línea de la defensa de los derechos humanos propugnada por Lutero King, Gandhi y el arzobispo brasileño Helder Cámara
Alfredo Astiz, conocido como "Rubio" en el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada, era el hombre seleccionado por sus jefes para delicadas operaciones de inteligencia. Sus víctimas fueron los integrantes del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz, que se reunía con la intención de recolectar- moneda sobre moneda- dinero para publicar una solicitada con los nombres de los desaparecidos. En ese grupo había dos monjas francesas, Leonie Duquet y Alice Domon, pero a Rubio no le importó. Al contrario, estaba convencido de que eran "peligrosas comunistas".
Licha (Alicia de De la Cuadra) buscó a las otras abuelas que ya conocía de la Plaza de Mayo, nos reunimos y decidimos empezar a trabajar juntas. Éramos 12 en ese momento. A mi me asombró verlas con tanta serenidad; yo era un guiñapo, un llanto continuo, las veía a ellas tan serenas y decía ’tengo que ser como ellas’. Primero nos dimos a conocer como «Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos». Pero fuimos creciendo, la gente empezó a conocernos y a llamarnos las "Abuelas de Plaza de Mayo". Licha Zubasnabar fue su primera presidenta. Inicialmente adoptaron el nombre de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos pero en 1980 terminaron organizándose legalmente con la denominación por la que ya eran públicamente reconocidas, Abuelas de Plaza de Mayo.
Entre el jueves 8 de diciembre y el sábado 10 de diciembre de 1977 el Grupo de tareas 3.3.2 bajo el mando de Alfredo Astiz secuestró a un grupo de 12 personas vinculadas a la Madres de Plaza de Mayo. Entre ellas se encontraba Esther Ballestrino, junto con las otras fundadoras de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor y María Ponce, y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet.
Las Madres se agolpaban ante las cámaras de un periodista extranjero que cubría el Mundial de Argentina 1978 , el Mundial tuvo un efecto paradójico sobre estas mujeres que buscaban con desesperación a sus hijos. Por un lado se sintieron más solas que nunca. Sintieron que esa fiesta les era ajena, que esas celebraciones populares olvidaban su dolor. Por el otro, el evento deportivo logró que la atención internacional se centrara sobre ellas y que su voz fuera escuchada con fuerza por primera vez en todo el mundo. El fútbol, y en especial los mundiales, tienen ese doble efecto contradictorio. Por un lado, todo durante un mes queda bajo su sombra, monopolizan la atención pública, enmascaran cualquier situación. Pero por el otro todo lo que toca el fútbol se multiplica exponencialmente. Así ocurrió con los problemas sociales y políticos en China en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 o en Brasil 2014 y Río 2016. Lo mismo ocurrió en el Mundial 78. Todo el mundo (literalmente todo el mundo) tomó conocimiento de las violaciones a los derechos humanos en el país en virtud del Mundial.
El periodista británico Robert Cox, era el director un diario que se publicaba en ingles se trataba del Buenos Aires Herald de los años 70 y durante la dictadura militar argentina escuchó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y denunció en la prensa lo que pocos, que aquel tiempo, se animaban a contar y fue el único medio argentino que aceptaba las solicitadas con los nombres de los desaparecidos en ese momento.
Primeras rondas de las Madres de Plaza de Mayo en la ronda de los jueves en la foto se reconocen a Hebe de Bonafini y Nora Cortiñas las madres todavia no llevan pañuelo
Al poco tiempo de desatada la represión, los familiares de los desaparecidos descubrieron la existencia de otro hecho inédito y macabro que era la desaparición de niños secuestrados junto con sus padres y de bebés nacidos durante el cautiverio de sus madres embarazadas.
El contraste entre Abuelas de Plaza de Mayo, que buscaban a los desaparecidos por la dictadura militar, y los argentinos que celebraban el Mundial 78.El organismo nació en octubre de 1977, un año y medio después de que las Fuerzas Armadas dieran el último golpe de Estado que sufrió el país. Las señoras que lo fundaron lo hicieron con el objetivo de encontrar a los bebés de sus hijos e hijas que habían sido secuestrados.
Adolfo Pérez Esquivel permaneció detenido 14 meses y sobrevivió a un vuelo de la muerte. Fue liberado dos días antes de la final del Mundial 78. Estando preso, Pérez Esquivel recibió el Premio Memorial de Paz Juan XXIII otorgado por la Pax Christi International. No era un desconocido en la Argentina, tampoco a nivel internacional. Según su opinión, fue justamente la presión internacional la que obligó a la dictadura a liberarlo.
La FIFA había elegido a la Argentina como sede de la Copa Mundial el 6 de julio de 1966, cuando en el país gobernaba un régimen constitucional. Dos años antes del torneo, el 24 de marzo de 1976, el gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón fue derrocado por un golpe de Estado cívico-militar que implantó un régimen de terrorismo de Estado liderado por una junta militar encabezada por el dictador Jorge Rafael Videla, que causó la desaparición forzada de miles de personas, tortura, ejecución ilegal de los opositores, así como el secuestro y supresión de la identidad de cientos de niños, al punto de ser considerado un genocidio.
Ente Autárquico Mundial '78 EAM 78
El gobierno dictatorial presidido por Jorge Rafael Videla reemplazó, en julio de 1976, a la Comisión de Apoyo al Mundial por el Ente Autárquico Mundial '78. Se designó como presidente del EAM '78 a Omar Actis, y como vicepresidente a Carlos Lacoste, quien había participado de la comisión. Existían grandes diferencias entre Actis y Lacoste: mientras que el primero pretendía una organización austera, el segundo pretendía aumentar el gasto. La realización del Mundial de Fútbol 78, como tantos otros temas, fue motivo de profundos conflictos en el seno del gobierno militar, y su historia estuvo atravesada por algunos crímenes y violentos atentados perpetrados por distintos grupos internos, que fueron presentados como resultado de la “acción de la subversión”.
El primero de ellos fue el asesinato del primer presidente del EAM, el general Actis, ingeniero militar que venía de desempeñarse como interventor de la empresa YPF. Socio del club River Plate, Actis tenía una larga militancia en la entidad deportiva, primero como futbolista y luego como miembro activo de la subcomisión de fútbol amateur. El 19 de agosto de 1976, tan sólo dos días antes de brindar una conferencia de prensa sobre los detalles del proyecto del Mundial 78, Actis fue brutalmente asesinado. El diario La Nación responsabilizó por el asesinato a un “grupo extremista”, que lo había interceptado en la localidad bonaerense de Wilde, mientras el presidente del EAM se dirigía en su automóvil Chevy a la construcción de un complejo de viviendas para las Fuerzas Armadas.
Un comunicado oficial del Ejército también informó que Actis había sido interceptado por “cuatro delincuentes subversivos quienes, luego del atentado, se dieron a la fuga” (La Nación, 20 de agosto de 1976).
En lugar de Actis asumió la presidencia Antonio Merlo, aunque el EAM '78 estuvo en realidad manejado por Lacoste, y se estructuró en seis áreas: de planeamiento y control, de comercialización, de asuntos generales, de infraestructura, de asuntos generales de economía y finanzas y de prensa, turismo y relaciones públicas. El EAM asumió formalmente la organización del mundial, relegando a la AFA al rol de mero asesor. Para quitarle transparencia a los gastos, se promulgó en abril de 1977 el decreto 1261 que le permitía al EAM '78 reserva en la difusión de sus actos. En un principio se había estimado el coste total del mundial entre 70 y 100 millones de dólares, pero se calcula que en realidad superó los 700 millones aunque la cifra es estimada, ya que el EAM '78 nunca presentó un balance.
El boicot internacional
La sistemática violación de los Derechos Humanos denunciada por los exiliados argentinos en Europa desencadenó que diversas organizaciones planearan, en 1977, la creación de un boicotcontra la organización del evento. El mayor impacto se produjo en Francia, tras la formación a fines de ese año del Comité pour le boycott de l’organisation par l’Argentine de la Coupe du Monde de football (COBA). El COBA estaba integrado principalmente por militantes del Comité de soutien aux luttes du peuple argentin (CSLPA), sectores con fuerte actividad sindical vinculados a la tendencia Ecole Emancipée y el colectivo político y editorial Quel corps?.
Las acciones incluyeron la conformación de 150 a 200 comités que fomentaban el clima anti Junta Militar, la recaudación de fondos para las víctimas del terrorismo de Estado y la creación del periódico de difusión L'Epique que llegó a vender 120 mil ejemplares entre enero y junio de 1978. Sin embargo, a nivel de coordinación central el CORBA no tenía mucha presencia de exiliados argentinos. Tanto Montoneros como el PRT se habían pronunciado en contra del boicot, ya que consideraban que la realización del evento permitiría mostrar la realidad argentina. Muchos exiliados aprovecharon la campaña del COBA para incrementar las denuncias sobre la situación argentina, aunque sin definirse claramente sobre el boicot.
La respuesta de la Junta Militar fue denunciar que las acciones de esos grupos eran parte de una "campaña antiargentina" realizada por el terrorismo. Según palabras de Videla:
"Es evidente y somos conscientes que se ha generado una imagen exterior de la Argentina que nos es desfavorable, es una realidad. Esto obedece a dos razones: en primer término la desinformación, el desconocimiento de lo que es la Argentina real, el desconocimiento de sus problemas; la segunda razón es que se ha montado una campaña internacional que tiende, mediante la exageración de los hechos a aislar a la Argentina del resto del mundo. ..]No nos cabe ninguna duda que esta campaña está montada y responde a los intereses del terrorismo subversivo, que es un fenómeno de orden internacional"Jorge Rafael Videla.
La postura de los medios gráficos fue sumarse a la denuncia contra la campaña. Los casos emblemáticos fueron el relator José María Muñoz y las publicaciones de la Editorial Atlántida como El Gráfico, Gente, Para Ti y Somos. Gente escribía el día en que comenzaba en mundial:
"...A PESAR de todo lo que pasó antes del 24 de marzo de 1976: caos, violencia, falta de garantías, atraso, corrupción
A PESAR del boicot contra el Mundial organizado por terroristas en varias capitales de Europa (...)
A PESAR de las consignas subversivas que circularon clandestinamente con instrucciones para alterar el orden (...)
A PESAR de las presiones de ciertos periodistas extranjeros que empezaron criticando y ahora elogian.
A PESAR de los que proponen la falsa opción: 'En lugar del Mundial, hospitales'. Podemos hacer las dos cosas...
A PESAR de todo y contra todos...
...LOS ARGENTINOS HICIMOS EL MUNDIAL."
Campaña Antiargentina
Una supuesta campaña antiargentina fue una estrategia publicitaria que la dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional de la Argentina y los principales periódicos como La Nación y Clarín, y algunos destacados periodistas, utilizaron antes y durante la celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 1978, para manipular a la población frente a las denuncias internacionales por las sistemáticas y masivas violaciones a los derechos humanos del régimen.
La “campaña antiargentina” fue desarrollada especialmente durante todo el año 1978 por el gobierno militar, y en la cual los medios de comunicación cumplieron un papel fundamental. El discurso periodístico de los algunos grandes medios de comunicación fue combinado con elementos propios del discurso militar como “la subversión”, “el terrorismo” y la “amenaza interna". Los medios de comunicación masiva se caracterizaron por la desinformación a través el ocultamiento de hechos, el silenciamiento de opiniones y la censura explícita.
Control de los medios
Para la misma, los militares se valieron del control casi absoluto que tenían de los medios de comunicación masivos (la revista Para ti, por ejemplo, repartió entre sus lectores postales destinadas a ser enviadas al extranjero, bajo el lema «Argentina toda la verdad»), además de una significativa inversión de dinero público que se utilizó para sufragar material publicitario como, por ejemplo, las calcomanías con el lema «Los argentinos somos derechos y humanos», destinadas a que sus poseedores las exhibieran, por ejemplo, en las ventanillas de sus vehículos. La empresa Libson S.A. pagó 16.117 dólares por 250 mil calcomanías en 1979 con dicho lema, ideado a pedido de la dictadura por la empresa Burson-Marsteller, ya contratada en 1978 para mejorar la imagen de Videla.
En su libro, Marina Franco —doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de París— investigó el rol de la prensa masiva y en particular los diarios La Nación, La Prensa y las revistas de la Editorial Atlántida (Gente, Para ti) que apoyaron al régimen militar para crear la idea de que los cuestionamientos por violaciones a los derechos humanos se trataban de una campaña antiargentina. Para ti publicó una serie de fotos postales del país que las lectoras debían enviar a un listado de personas e instituciones que eran los «agentes» de la supuesta campaña antiargentina.3
Asesinatos
Los esfuerzos de la dictadura no sólo se centraron en los aspectos comunicativos. En el afán por desprestigiar la oposición articulada desde el extranjero, a través de los exiliados, el gobierno de facto no dudó, incluso, en realizar asesinatos en Europa. En 1980 fue secuestrada por un grupo de tareas en Lima y trasladada a Madrid la activa activista de Derechos Humanos y madre de un desaparecido Noemí Gianotti de Molfino. El objetivo de la patota era desprestigiar a los activistas, mostrándolos como falsos desaparecidos que, en realidad, vivirían un exilio dorado en el extranjero.
Noemí fue encontrada muerta en un hotel de la capital del estado español. Había sido envenenada y dejada cubierta de mantas para que su cadáver se descompusiera con rapidez. A pesar de los esfuerzos de sus captores, la policía detectó unas pocas huellas digitales que no habían sido borradas. De todos modos, la policía del estado nunca se esforzó por esclarecer los hechos, siendo el de Noemí Gianotti de Molfino un asesinato político, durante el gobierno de Suárez, que nunca se resolvió.
Para el año 1978, el plan económico del ministro Martínez de Hoz dio indicios de ser un fracaso total: la inflación anual llegó al 160%, y el PBI descendió durante ese año cerca de un 3.2 %. En 1979 la tasa de inflación llegó a 139.7, con una economía estancada. Además se generó una fuga del 25 % de los depósitos bancarios, los cuatro bancos más importantes del sistema fueron liquidados.
Durante todo 1980, utilizó una gran parte de las reservas en devolver los depósitos garantizados a los clientes de las entidades quebradas o intervenidas y también adelantó fondos a las que entraban en crisis por los temores del público que retiraba sus ahorros. La creciente demanda de divisas y la fuga de capitales al exterior continuaron durante 1980 y se profundizaron a partir de febrero de 1981, cuando el equipo económico, finalmente, anunció una nueva devaluación.
En este contexto de fuerte crisis económica y de reacciones críticas y opositoras por parte de numerosos sectores de la sociedad civil, en marzo de 1981 Jorge Rafael Videla fue reemplazado por el general Roberto Viola como presidente y Martínez de Hoz dejó el ministerio de Economía con una deuda externa que ascendió a 40 000 millones de dólares y fue reemplazado por Lorenzo Sigaut.
Videla participa del velatorio del General Actis, primer titular del EAM 78, dentro de la dictadura se produjo una feroz confrontación entre el Ejército y la Marina para controlar la organización del Mundial, durante la que incluso fue asesinado el general Omar Actis, existiendo fuertes sospechas de que el crimen fue instigado por su sucesor, el marino Carlos Alberto Lacoste.
Gauchito, cuyo nombre oficial fue Mundialito,fue la mascota de la Copa Mundial de Fútbol de 1978. Era un niño futbolista, con algunos componentes del atuendo del estereotipo del gaucho, como el sombrero, el pañuelo al cuello y la rastra, además de sostener un talero en su mano. Lucía también la camiseta de Argentina, medias con los mismos colores celeste y blanco y zapatos de fútbol.
El exsecretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford miró por la ventana y les dijo a los periodistas que cubrían su viaje: “Siempre quise conocer la Argentina. Por fin llegó la hora de concretar ese anhelo. Por lo pronto, veo que Buenos Aires es, sencillamente, deslumbrante”. El hombre medía cada una de sus palabras, sabía lo que había venido a hacer.
Henry Kissinger fue el invitado de honor del dictador Jorge Rafael Videla durante el Mundial de Fútbol de 1978. A lo largo de cinco días, no sólo presenció los partidos finales del campeonato en los estadios de River y Rosario Central sino que compartió almuerzos, cenas, reuniones, charlas y visitas a instituciones rodeado celebridades, intelectuales, empresarios y militares.
Su agenda fue organizada por la Junta Militar y estuvo pensada meticulosamente. Su presencia trascendió lo meramente protocolar y tuvo “un hondo contenido político”. Así lo reconoció el por entonces embajador de Buenos Aires en los Estados Unidos Jorge Aja Espil a la Revista Somos, en su edición número 92 del 23 de junio de 1978. La imagen que recibió la sociedad fue otra. “Retirado de la política” hace casi tres años, Kissinger venía a “conocer el país” en su rol de apasionado del fútbol. Una cosa es cierta: desde México 70, el exconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca acomoda su agenda cada cuatro años para presenciar la Copa del Mundo. La otra es relativa: a pesar de lo que decía ante la prensa, Kissinger ya conocía la Argentina.
Esa oposición entre la alegría popular y el dolor personal no es algo que para las Madres ocurría en las calles. También sucedía en sus propias casas. Hebe de Bonafini hace unos años declaró: "Con nuestras familias también teníamos disgustos. Mucha gente cercana yo les decía que usaban el Mundial para tapar los crímenes. 'No, qué va a ser así', me decía mi marido. Yo lloraba como loca en la cocina mientras Humberto miraba los partidos y festejaba los goles. Y él era un tipo que estaba sufriendo horrores la desaparición de sus hijos. Mi esposo me acompañaba a la Plaza pero no podía entender que el Mundial tuviera que ver con la represión. Tal vez por eso yo no quiero condenar a toda la sociedad por lo que ocurrió en el Mundial".
Carta Falsa publicada en la revista El Gráfico
El 13 de junio de 1978, en la edición 3062 de la revista El Gráfico, la revista emblema del deporte argentino, salió una doble página que sería histórica. Bajo el título Carta a mi hija ese medio gráfico difundió el supuesto mensaje del mediocampista holandés Rudolf Krol para su hija Mabelle, de tres años. El manuscrito en inglés con su traducción al castellano intentaba tranquilizar a la niña que se había quedado en su país y desmentir las noticias sobre inseguridad y violencia que podían trascender desde Argentina. La carta fue un invento.
Calcomanía con el slogan «Los argentinos somos derechos y humanos», repartida por la dictadura en 1979, en ocasión de la visita a la Argentina realizada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esta calcomanía fue entregada en la revista Para Ti
Festejos del mundial
El mundial fue una cuestión de Estado. En silencio desde que cayó en desgracia, Lacoste, amo y señor del deporte en los tiempos de la dictadura, apenas recibió del juez Miguel Pons un reproche "ético" porque, siendo funcionario, incrementó su patrimonio en más del 400 por ciento, manejando dineros de firmas extranjeras en la City, en los tiempos de la bicicleta financiera de Jose Martínez de Hoz.
El teniente general (RE) Viola asumió el cargo de presidente de la Nación Argentina el jueves 29 de marzo de 1981, reemplazando al teniente general (RE) Jorge Rafael Videla, ante la presencia de la Junta Militar de Gobierno, solo duro nueve meses por problemas internos siendo reemplazado por Galtieri