Justo J de Urquiza - presidencia 1854 -1860

Características

Una vez sancionada la constitución el 19 de mayo de 1853, promulgada en San José de Flores el 25 del mismo mes, procedía aplicarla en lo político y traducirla en lo administrativo. El gobierno federal era el instrumento que debía aplicar la ley fundamental aprobada. El país tenía tras de sí cuarenta años de guerra, primero por la independencia, y luego, y simultáneamente, de guerra civil.

La Confederación Argentina

La situación planteada por la provincia de Buenos Aires obligó a las nuevas autoridades de la Confederación a establecerse en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, que se transformó en capital hasta 1861.

Constitución de 1853

Los fundamentos doctrinarios de la constitución los encontramos en la obra de Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. En esta obra plantea la disyuntiva entre una constitución unitaria o federal y señala que los constituyentes debían tener en cuenta los antecedentes históricos de ambos pensamientos y producir una constitución que contemple un sistema mixto de unidad y federación; también fue importante su proyecto constitucional. Otro pensador importante fue Esteban Echeverría, autor del Código o declaración de los principios de la nueva generación conocido también como Dogma Socialista, señala la necesidad de volver al proyecto de unidad e indivisibilidad de mayo pero con una organización social adecuada. En cuanto a las influencias de pensadores extranjeros fue importante la obra norteamericana El Federalista de Hamilton, Madison y Jay. Otras fuentes fueron los estatutos, constituciones, ensayos constitucionales, pactos interprovinciales y reglamentos de nuestro país.

La constitución promulgada estableció un gobierno representativo, republicano y federal. El federalismo que adoptó fue moderado ya que reconoció la autonomía de las provincias pero también organizó un poder central. El poder legislativo sería bicameral, el poder ejecutivo unipersonal y elegido por un colegio electoral, sin posibilidad de reelección y el poder judicial independiente. El catolicismo se reconoció como religión oficial pero se garantizó la libertad de culto. Las constituciones provinciales debían tener aprobación del gobierno nacional y los gobiernos provinciales podían ser juzgados por el Congreso Nacional.El gobierno nacional podía suspender las garantías constitucionales por medio del estado de sitio e intervenir las provincias.

Se declaraba a la ciudad de Buenos Aires sede de las autoridades nacionales. Aseguraba el ejercicio de las libertades individuales y llamaba a habitar nuestro suelo a todos los hombres de distintas nacionalidades concediéndoles derechos civiles.
El pasado de disgregación localista, de ambiciones y recelos de caudillos, había dejado hondas huellas; las luchas intestinas enconadas habían dispersado las familias; la instrucción popular se había reducido a la mínima expresión; las comunicaciones fueron abandonadas o destruidas por el tiempo; los indios se habían aprovechado de la ruptura del equilibrio establecido por Rosas y las autoridades se vieron impotentes para contener sus devastaciones; el comercio propiamente no existía; las industrias carecían de empuje y de créditos; la ganadería había sido diezmada por las exigencias de la guerra; los habitantes no tenían noción de lo que era hacer uso normal de sus derechos políticos; habían vivido hasta allí en el sometimiento a los caudillos de turno y a sus secuaces.

Hacía falta mucho valor y mucha fe para entregarse a la reconstrucción de la nación en aquellas condiciones deplorables, con una herencia de belicosidad y de recelo que lo invadía todo y con un nivel económico primitivísimo y un estado financiero exhausto. Urquiza no vaciló en asumir la responsabilidad de ese empeño, a pesar de la resistencia que le ofrecía el gobierno de Buenos Aires —contrario a la unión nacional bajo la inspiración del gobernador entrerriano— y que se segregó del resto de las provincias, dificultando así el rápido resurgimiento del país.

Las elecciones

Las elecciones provinciales de primer grado se realizaron el 1° de noviembre de 1853 en once provincias, pues Buenos Aires, Tucumán y Santiago del Estero no convocaron a su electorado, la primera por haberse separado como Estado independiente y las otras por hallarse en guerra entre ellas.

Las Juntas electorales practicaron el escrutinio el 20 de febrero de 1854; de los 128 electores que formaron el colegio electoral, votaron 106 y de ese total 94 lo hicieron por Urquiza como presidente de la Confederación; Mariano Fragueiro recibió 7 votos y Facundo Zuviría, Benjamín Virasoro, Vicente López y Pedro Ferré, uno cada uno y para la vicepresidencia resultó electo Salvador María del Carril por decisión del Congreso, pues ni él ni Facundo Zuviría ni Rudecindo Alvarado habían conseguido mayoría absoluta.

Urquiza triunfó en las provincias de Catamarca, Córdoba, Entre Ríos (territorio federal), Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis y Santa Fe. Fragueiro triunfó en la provincia de Corrientes. Santiago del Estero y Tucumán no votaron. Buenos Aires no participó por no ser parte de la Confederación. En la elecciones para vicepresidente, ninguno superó el 50 % de los votos. De los dos candidatos con más votos, Salvador María del Carril (33 %) y Facundo Zuviría (21 %), Salvador María del Carril fue elegido por el congreso. Los electos tomaron posesión de sus cargos el 5 de marzo, después de prestar juramento ante el Congreso constituyente en el viejo cabildo de Santa Fe.

Elecciones de 1854 de Urquiza

Asuncion de Urquiza

Urquiza asume la presidencia en un contexto desfavorable deberá gobernar sin los recursos procedentes de la Aduana porteña.



Salvador María del Carril

La elección del vicepresidente no fue tan sencilla ya que ningún candidato obtuvo mayoría absoluta y le correspondió al Congreso Constituyente decidir entre los postulantes más votados, resultando electo Del Carril sobre Zuviría por una votación de 17 a 1. 



Política interna

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Urquiza asumió la presidencia el 5 de marzo de 1854. Pocos días después viajó a Córdoba a presidir una reunión de los gobernadores de las provincias vecinas, con lo cual quiso mostrar la firme unión entre las mismas, amenazadas tanto por la política de Buenos Aires como por la reciente historia de divisiones entre ellas.
Una vez establecido en Paraná, Urquiza convocó a elecciones de diputados y senadores, inaugurando las primeras sesiones del Congreso Nacional el 22 de octubre de 1854.​ La organización del Poder Judicial presentó mayores dificultades debido a la escasez de personal capacitado: si bien el presidente designó a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y sancionó la ley para la organización de las Cámaras Federales, la Justicia Federal nunca llegó a funcionar.

Se alentó la inmigración europea y la instalación de colonias agrícolas; se realizó un censo nacional 1857; se exploraron los ríos interiores y se efectuaron estudios para trazar líneas férreas desde Rosario a Córdoba y a Mendoza. Nacionalizó el Colegio y la Universidad de Córdoba y el Colegio de Concepción del Uruguay; hizo construir edificios públicos en Paraná.
La Confederación no tenía recursos políticos ni económicos para llevar adelante grandes iniciativas públicas. Una de las materias en que logró más éxitos fue la conformación de un ejército nacional. Las fuerzas provinciales se mantuvieron autónomas, pero el gobierno logró organizar regiones militares que pudieran funcionar como unidades militares en el futuro. Durante casi la mitad del tiempo de su gobierno, Urquiza no residió en Paraná, sino que gobernaba desde el Palacio San José, que se estaba construyendo cerca de Concepción del Uruguay, durante sus ausencias lo reemplazó Salvador María del Carril, como establece la Constitución, pero este tenía muy malas relaciones con el ministro del interior, Santiago Derqui; con el tiempo, ambos terminaron liderando partidos opuestos dentro del mismo gobierno.

Se hizo un primer intento de crear un ferrocarril para unir Rosario –la ciudad de más rápido crecimiento en ese período, que pronto sería la más poblada del interior– con Chile, favoreciendo en su camino zonas desérticas. Los primeros estudios en ese sentido dieron resultados desalentadores, por lo que el gobierno pensó en combinar ese plan con un ferrocarril a Córdoba, que por sí mismo financiara la construcción del primer tramo del ferrocarril a Chile;​ el plan desarrollado por el ingeniero William Wheelwright no pudo ser llevado a cabo por el gobierno de la Confederación por falta de recursos financieros.Para reemplazar al inexistente ferrocarril, las comunicaciones se modernizaron estableciendo "mensajerías", empresas privadas que llevaban pasajeros, correspondencia y cargas de alto valor en galeras, uniendo la mayor parte de las ciudades del país​ y que también recorría el interior de la provincia de Buenos Aires.

En las provincias de la Confederación, los propietarios de tierras carecían de acceso al crédito,​ ya que no contaban recursos económicos ni financieros para expandirse.Por ello, el crecimiento de la producción agropecuaria en las provincias del litoral estuvo motorizado por la creación de colonias agrícolas en su territorio, atrayendo hacia ellas a inmigrantes europeos. La primera colonia agrícola exitosa fue la de Esperanza (Santa Fe), fundada por Aarón Castellanos en 1855, con inmigrantes suizos.

Fundación de Esperanza

El 15 de junio de 1853 Aarón Castellanos y Manuel Leiva, quien era el ministro de gobierno de la provincia y actuaba en representación del gobernador Domingo Crespo, firmaron el primer Contrato de Colonización Agrícola de la provincia de Santa Fe, en el que el colonizador se comprometía a poblar la zona con familias europeas y agricultoras, a cambio de que el gobierno les otorgara, bajo el sistema de la subdivisión de la propiedad, una porción de tierra a cada una de ellas.
El gobierno de Santa Fe y Aarón Castellanos eligieron los terrenos donde se radicarían los inmigrantes: el gobierno escogió la margen oeste del río Paraná y el empresario ambas márgenes del río Salado y al norte del pueblo de San Javier. El gobierno provincial asumía el compromiso de entregar a cada familia extranjera veinte cuadras de tierra fiscal, que les pertenecerían a los cinco años. Cada contingente de pobladores estaba integrado por doscientas familias, a cada una de las cuales se les entregaba un rancho, instrumentos para el trabajo agrícola, víveres, semillas de algodón, tabaco, trigo, maíz, papa y maní para sembrar un terreno de diez cuadras; también se les entregaban bueyes y caballos, para facilitar el trabajo.
Gracias a su trabajo se formó la colonia agrícola Esperanza, que incentivó el poblamiento de la provincia de Santa Fe al lograr que doscientas familias europeas se radicaran allí, a las cuales el gobierno les entregó 33 ha de tierra, semillas y herramientas para su trabajo. Hacia 1861, los cultivos de la colonia alcanzaron la cantidad de 5.400 hectáreas, en las que se cultivaban trigo, cebada, maní, maíz y otros cereales.

Otras muchas colonias fueron fundadas en Santa Fe y Entre Ríos en esos años; un caso muy conocido es el de la Colonia San José, fundada por el general Urquiza en 1857.​ No obstante, para que el sistema se generalizara sería necesario el apoyo del ferrocarril, que solo se extendería en años posteriores.

Villa Urquiza.

Por orden de Urquiza, el 1 de septiembre de 1853 fue establecida por el coronel Manuel de Clemente con varias familias de soldados alemanes que combatieron en la batalla de Caseros la primera colonia agrícola-militar de la Argentina (Primera Colonia Agrícola-Militar Las Conchas). El gobierno de la confederación les otorgó 100 pesos a cada uno y elementos de labranza, pero estos exmilitares vendieron o abandonaron sus chacras. En 1855 el comandante militar del Departamento Paraná, coronel Doroteo Salazar, se hizo cargo de la colonia, afincándose una familia alemana espontáneamente,​ lo que dio origen a un nuevo asentamiento de colonos.

En 1856 el gobierno de la Confederación Argentina hizo una concesión de 12,5 leguas cuadras de tierras en la zona del arroyo de las Conchas a los empresarios Vanderest y Saint Hilaire, estableciéndose un grupo de colonos de Alemania. También 1856 se hizo una concesión de 400 cuadras para la instalación de familias de Bélgica, ampliada al año siguiente con otras 600 cuadras. En 1857 se hizo otra concesión en donde fueron establecidas 8 familias del cantón de Valais de Suiza, que habían llegado al país para instalarse en la fracasada Aldea San Juan en la provincia de Corrientes. El 4 de agosto de 1857 el gobierno estableció una escuela para los hijos de los colonos. El abandono de los concesionarios hizo que el gobierno nacional se hiciera cargo de los colonos, renombrando por decreto de 1858 a Colonia Urquiza. 

Por ley provincial del 10 de septiembre de 1860 fue fundada dentro de la colonia la Villa Urquiza para ser cabecera provisoria del departamento Paraná, debido a que la ciudad de Paraná era la capital provisoria de la Confederación Argentina y se hallaba federalizada y separada del territorio entrerriano.

Estampilla de Corrientes

Al regresar de su viaje realizado por Europa, el Dr Juan Pujol por entonces Gobernador de Corrientes, estableció el timbrado postal en Corrientes. El sello había sido encomendado a Pipet, con la plancha de Pipet, fueron impresas las primeras estampillas, en papel de seda, en tinta negra y con el contorno liso.  La estampilla tenía la efigie de la diosa Ceres, nombre latino de la deidad de la agricultura.



Aarón Castellanos y las primeras colonias

Su fundador el salteño Aarón Castellanos, un activo empresario que viajó a Europa buscando los colonos en combinación con las firmas Vanderest, de Dunkerque; Textor de Francfort, y Beek y Herzog, de Basilea. La mayor parte de estos suizos han sido cazadores y soldados y protagonistas en las revoluciones de 1848, en Roma, Sicilia y Nápoles.



Confederacion Argentina

El  8 de enero se firmó un tratado entre la Confederación y el Estado de  Buenos  Aires, este acuerdo, aunque no elimina el cisma político existente desde 1853, impide el enfrentamiento en el plano económico al reconocer la unidad del sistema mercantil,  y mantiene oficialmente la amistad entre ambos gobiernos.  



La ley de Vagos

Ley de vagos y  malentretenidos
La confederación legisla en Entre Rios la Ley de vagos y  malentretenidos , en esta ley permitía al Juez de Paz controlar los salones de bailes, de juegos y diversión, como las pulperías, para arrestar a todos los presentes que no tenían trabajo ni residencia fija. Generalmente se consideraban vagos a los gauchos que vivían de la doma y yerra y que se desplazaban de estancia en estancia, cuando algún patrón los requería para ese tipo de servicio.
El juez iba acompañado de la fuerza pública, la policía de la zona, y pedía inicialmente la “libreta de conchabo”, (para demostrar que trabajaba en una estancia) libreta que nació durante la presidencia de Rivadavia con fines de reprimir la vagancia y sumar mano de obra para el trabajo de las tierras, que el gobierno había entregado en alquiler a particulares.  La mala fama que tenía el gaucho se debía a su extrema libertad, ya que no concebía la vida sedentaria ni trabajar años y años bajo un patrón.



La ley de Vagos

La papeleta de conchabo fue un documento de uso obligatorio para todos los no propietarios en edad de trabajar en las zonas rurales de la Argentina a lo largo de casi todo el siglo XIX. Era otorgada por los propietarios de estancias, y acreditaba que el peón que la portaba estaba empleado a sus órdenes. Las autoridades civiles, militares o policiales estaban autorizadas a exigir su presentación, y en caso contrario a detener y castigar al infractor como vago. La condena prevista por vagancia era el servicio de las armas en los ejércitos de línea durante varios años; en caso de que el infractor no gozara de las condiciones de salud requeridas para el servicio militar, era condenado a la realización de servicios públicos sin sueldo por el doble de los años previstos. Los destinatarios de esa medida eran los gauchos, habitantes de las zonas rurales argentinas, a los que se pretendía de esta manera forzar a someterse a relaciones de trabajo asalariadas. El objetivo ulterior era abaratar la mano de obra en las tareas rurales –esencialmente ganaderas– y evitar el merodeo de los gauchos por las estancias, con el consiguiente robo de ganado.



Situación económica

Se determinó el número y situación de las aduanas que debían reemplazar a las provinciales, que la Constitución había suprimido. Se dictaron leyes sobre el registro de propiedad, sobre los impuestos de contribución directa, papel sellado, patentes, tarifa de correos, desmonetización de billetes de crédito público; se destinó el producto de la contribución directa a las provincias; se dictaminó sobre liquidación de las deudas provinciales.

Urquiza no ignoraba la resistencia que habría de encontrar la supresión de la fuente de ingresos fiscales que ofrecían las aduanas interiores, esto era en contraste con las posibilidades de Buenos Aires, que disponía de las rentas aduaneras y de los ingresos que obtenía de las exportaciones, lo que permitió una organización bancaria y emisiones de papel moneda para hacer frente a las eventualidades, la Confederación de las trece provincias restantes era pobre.
Solamente las del litoral y las de Cuyo mantenían un pequeño comercio; las demás no contaban con elementos ni con habitantes siquiera para prosperar; además tenían entre sí pocas vinculaciones, carecían de hábito de convivencia y colaboración nacionales. Habían estado sometidas a caudillos locales; no tenían bancos ni monedas propias; no podían echar mano al recurso de las emisiones de papel moneda; no tenían aduanas y tampoco una capital que encarnase su poder, su riqueza, su vida intelectual.

La situación no podía ser más precaria, y sin embargo se emprendió la tarea de la reorganización nacional, que exigió una visión de futuro y una labor desde los cimientos, pues para llegar al fin apetecido faltaba todo, y hubo que organizarlo todo, en materia política, administrativa, institucional, económica, desde el trazado de caminos, construcción de puentes, intentos de ferrocarriles, etc. Había que anudar relaciones internacionales y la Confederación, según advirtió Alberdi, celebró más tratados internacionales que todos los otros países de América del Sur juntos desde su emancipación; en los tratados con Chile y Bolivia se estableció además la exención de derechos aduaneros para los respectivos productos.

No había que pensar en los impuestos directos y en la contribución territorial, porque las provincias confederadas eran muy pobres; se alentaron grandes esperanzas en los impuestos indirectos, o sea en los provenientes del comercio exterior, y se instalaron aduanas en Rosario, Paraná y sobre el río Uruguay; pero para que esos ingresos fuesen efectivos había que anular el privilegio de la aduana de Buenos Aires y había que dirigir el comercio exterior hacia los puertos de la Confederación.

Fue dictada en consecuencia la ley de los derechos diferenciales, que obligaba a pagar en los puertos de la Confederación el doble de lo que pagarían si se importaban directamente las mercancías procedentes de cabos adentro (Buenos Aires) ; por otra ley complementaria se dispuso que los productos exportados por los puertos de la Confederación pagasen solamente un tercio del impuesto establecido para los productos exportados con destino a puertos de cabos adentro, es decir para Buenos Aires. Las leyes diferenciales no dieron resultados positivos, pues el comercio exterior siguió teniendo su centro en Buenos Aires, donde estaban instalados los comerciantes de arraigo y de vinculación con el exterior.

La moneda uniforme era difícil de resolver. Una moneda papel aceptada en la circulación es resultado de suficiente riqueza para mantenerla con un banco afianzado en el crédito y el capital, o a falta de ello, con un gobierno emisor de prestigio, estable y fuerte.Se creó el Banco del Estado, el 3 de febrero de 1854, con capital nominal de dos millones de pesos emitidos por la Junta de crédito público. Dice un documento oficial de la época: "El papel moneda se puso en práctica, pero apareció desprovisto hasta de buena forma material y sin los mejores auspicios, puesto que las primeras emisiones se hicieron para el pago de las deudas atrasadas. Durante el tiempo de su circulación apareció en algunos mercados una diferencia más o menos alta entre esta moneda y la metálica y ocurrió en otros puntos que la moneda era desechada".

Papeles de Fragueiro

El Banco dispuso en 1855 lanzar a la circulación billetes garantidos por un fondo de 6 millones de pesos que se reconocía como deuda pública de la Nación, o sea que carecían de respaldo metálico. Por tal razón, la emisión de estos billetes, denominados popularmente "papeles de Fragueiro", fue un completo fracaso. A pesar de ser declarado de curso forzoso, el papel moneda del estatuto de Fragueiro fue excluido de la circulación y el gobierno tuvo que retirarlo.

Se pensó en un banco particular y se hicieron varias concesiones; una de ellas a Buschental para fundar un banco con privilegios fiscales y con cuatro millones de capital, y otras a favor de Trouvé, Mauvel y Cia., con dos millones de capital. Todo inútil, pues no se encontraron capitalistas que quisieran correr la aventura y exponer sus bienes en una región sin recursos negociables y de gobierno inseguro. También la empresa Mauá y Cia. fundó un banco con 800.000 pesos de capital, pero no prosperó.

Los hombres de la Confederación se rehusaban a reconocer y confesar que necesitaban la aduana de Buenos Aires y su centro comercial para sobrevivir. El presupuesto originario de gastos fue reducido a lo más indispensable; comenzó con 2.880.000 pesos plata en 1852-1859; pasó de 4 millones desde 1860 a 1861. Ese aumento se debió a la subvención por el gobierno de Buenos Aires de 1.500.000 pesos moneda nacional corriente después de la batalla de Cepeda.

Los ingresos de la Confederación eran exiguos y los gastos fueron modestísimos; los senadores tenían una asignación mensual de 250 pesos, los diputados 200; el presidente de la República recibía 600, los ministros 350. El departamento de guerra y marina insumía en el presupuesto un millón de pesos más o menos, sin contar los gastos extraordinarios, que eran los más. Los gastos fuera de presupuesto se elevaban bastante. Para enjugar los déficits se ofrecieron empréstitos a interés elevado, pero no hallaron suscriptores; se recurrió a la emisión de bonos y billetes de tesorería, con el uno y el 2 %, de interés mensual, que debían ser recibidos en las aduanas de la Confederación.

Papeles de Fragueiro

El Banco dispuso en 1855 lanzar a la circulación billetes garantidos por un fondo de 6 millones de pesos que se reconocía como deuda pública de la Nación, o sea que carecían de respaldo metálico. Por tal razón, la emisión de estos billetes, denominados popularmente "papeles de Fragueiro", fue un completo fracaso.



Mariano_Fragueiro

El presidente Urquiza lo nombró ministro de Hacienda de la Confederación Argentina donde fundó el Banco Nacional de la Confederación Argentina, que por un tiempo emitió papel moneda. Sancionó el Estatuto para la Organización de la Hacienda Pública. Planeó una gran expedición al desierto, incorporando tierras a la Confederación sin exterminar a los indios. Renunció al ministerio al fracasar el Banco, en septiembre de 1854.



Estampillas de la confederación argentina

Sin duda preocupaba al Gobierno el problema de la recaudación postal y para ello concreto con la firma ¨ Imprenta, Litografía y Autografía ¨ de los señores Carlos Riviere y Cia., Establecida en la Calle Córdoba N º 127 de la ciudad de Rosario , la impresión de sellos en la cantidad necesaria .
Se emitieron 100.032 sellos de 5 , 10 , y 15 centavos en los colores rojo, verde y azul respectivamente , habiendose emitido posteriormente otra tirada similar de 1.000.000 mas de estas estampillas en los mismos valores detallados.
Estos sellos comenzaron a circular segun el decreto de Santiago Derqui el 1º de Mayo de 1858.



Aduana Nueva o Aduana de Taylor
Aduana Nueva o Aduana de Taylor
La Aduana Nueva o Aduana de Taylor fue el primer edificio público de gran volumen construido en Buenos Aires y también el primer relleno importante realizado sobre terreno ganado al Río de La Plata. Inspirada en el notorio empuje que cobraba el puerto de Buenos Aires y símbolo del poderío económico porteño, la aduana comenzó a construirse en 1855 y se la inauguró en 1857. Estaba situada con frente al mencionado río, detrás de la Casa de Gobierno, y fue proyectada por el ingeniero Edward Taylor. Con su nueva aduana Buenos Aires seguía siendo el centro financiero del país. La necesidad apremiante de dinero fue solucionada con nuevos empréstitos, como los contratados con Mauá, pero los intereses a que se pudo conseguir el dinero fueron excepcionalmente altos, llegando al 24%. Urquiza llegaría a la conclusión de que el único camino para terminar con los problemas económicos de la Confederación era la reincorporación de la provincia disidente a cualquier precio.


Juan del Campillo
Juan del Campillo
Luego del fracaso de Mariano Fragueiro en el ministerio de hacienda , su ministerio duro unos meses desde el 6 de marzo hasta el 10 de octubre de 1854 asumió como ministro de la Confederación Argentina 
Juan del Campillo su papel fue el de un prolijo contador, en un ámbito en que las rentas de la Nación estaban muy reducidas por la separación de la provincia de Buenos Aires .Juan del Campillo ejerció el cargo entre el 10 de octubre de 1854 y el 2 de junio de 1856 en que fue reemplazado por Agustín Justo de la Vega 


Relaciones exteriores

La división entre la Confederación y Buenos Aires planteó un problema a los representantes diplomáticos acreditados en la Argentina: si bien reconocían la autoridad de Urquiza sobre todo el país, la enorme mayoría de sus intereses comerciales y sus ciudadanos residentes estaban en Buenos Aires. De modo que sostuvieron ministros plenipotenciarios en Paraná y cónsules en Buenos Aires, tratando de mediar a favor de la unión nacional.

Pese a la importancia que el gobierno nacional daba a las relaciones con las principales potencias extranjeras, su primera prioridad fue lograr el reconocimiento de la independencia argentina por parte de España. Juan Bautista Alberdi representó a la Confederación ante la corona española,​ logrando la firma de un tratado con España el 9 de julio de 1859, por el cual la antigua metrópoli reconocía la independencia argentina;​ el mismo fue rechazado por Buenos Aires, debido a que se reconocía la ciudadanía española de los hijos de españoles nacidos en la Argentina, esto es, el ius sanguinis, lo que significaba convertir a la muy necesaria inmigración en una amenaza a la nacionalidad argentina.

Gran Bretaña logró la anulación del tratado de 1849, por el cual Rosas había obligado a ese país a reconocer la soberanía argentina sobre sus ríos interiores.También se reiniciaron relaciones diplomáticas con la Santa Sede, con la cual la Argentina no había tenido relación alguna desde las discusiones sobre el patronato eclesiástico durante la década de 1830.

Las relaciones con el Brasil estuvieron orientadas principalmente a la cuestión de la navegación de los ríos y a las relaciones de ambos países con el Paraguay. La relación con este último país —celoso defensor de todos los atributos de su soberanía— se vieron empañadas por la firme actitud del gobierno paraguayo ante las potencias extranjeras, especialmente con relación a Estados Unidos, que estuvo a punto de atacar a ese país por un incidente menor, la favorable resolución de ese problema facilitó la mediación paraguaya para resolver los conflictos entre Buenos Aires y la Confederación en 1859.

James Buchanan

El 10 de enero los norteamericanos James B.Bowlin, representante del presidente Buchanan que venía a bordo de la escuadra destinada a Paraguay, y Benjamin C. Yancey, el nuevo ministro ante la Confederación, se reunieron en Paraná con Urquiza, del Carril y Juan Francisco Seguí, ministro interino de relaciones exteriores. La mediación ofrecida por Urquiza no fue aceptada pero sí sus buenos oficios. Urquiza propuso entonces adelantarse al comisionado de Estados Unidos y preparar el clima para un arreglo amistoso. De esta manera, Urquiza, acompañado de numerosa comitiva, partió el 12 de enero hacia Asunción. Luego de que Bowlin se hiciera presente también en la capital paraguaya, y al cabo de algunas negociaciones, el problema entre Paraguay y los Estados Unidos quedó solucionado y arreglado en un convenio. Urquiza esperaba entonces que el agradecimiento de López se materializara en ayuda para la lucha contra Buenos Aires. El ministro Tomás Guido, que había integrado la comitiva de Urquiza, recibió credenciales de ministro plenipotenciario y permaneció en Asunción. Esta decisión fue consecuencia de la expectativa creada por las conversaciones sobre la cuestión de límites sostenidas por Urquiza y López. Sin embargo, el 21 de febrero Guido se despidió del presidente López sin haber conseguido ningún arreglo en el tema de los límites ni en la concreción de la ayuda paraguaya a la Confederación. López pretendía vincular las dos cuestiones, poniendo como precio de la asistencia naval a la Confederación un tratado de límites favorable al Paraguay, lo que Urquiza no estaba decidido a aceptar.



Relaciones de la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires

A lo largo de su período presidencial, con los altibajos impuestos por las circunstancias y las pasiones desatadas, que avivaba la prensa de uno y otro sector, pero princi­palmente la porteña, se mantuvo vivo el deseo de nego­ciar la reincorporación de Buenos Aires. Durante la gobernación de Pastor Obligado, el Estado de Buenos Aires sancionó su propia constitución y disfrutó un rápido crecimiento económico. Tras la derrota de Lagos, la mayor parte de los federales porteños habían emigrado a Paraná, Rosario o Montevideo, desde donde planeaban regresar por medio de la invasión de su provincia. En enero de 1854, Lagos ocupó brevemente el norte de la provincia por pocos días. En noviembre del mismo año, el general  Jerónimo Costa avanzó al frente de 600 hombres, pero fue derrotado. ​

En diciembre de 1855 hubo un nuevo intento, cuando José María Flores desembarcó en Ensenada, mientras Jerónimo Costa lo hacía cerca de Zárate con menos de 200 hombres. El gobernador Pastor Obligado dictó la pena de muerte para todos los oficiales implicados en esa invasión, declarándolos oficialmente bandidos. Flores logró huir, pero Jerónimo Costa avanzó hacia Buenos Aires con sus escasas tropas. El 31 de enero de 1856 fue derrotado por Emilio Conesa cerca de San Justo; la mayor parte de los soldados fueron muertos cuando se rendían, y los oficiales fueron fusilados dos días más tarde.

Los federales clamaron por venganza, pero Urquiza decidió ser más prudente: firmó un Tratado de Pacificación con Buenos Aires, que permitió a ambos bandos gozar de tres años de paz. Durante la gobernación de Valentín Alsina, elegido en 1857, el gobierno porteño adoptó una política muy agresiva, rechazando la Ley de Derechos Diferenciales, y dejando de lado los tratados de paz. Para quebrar la resistencia de la Confederación, apoyó en las provincias movimientos tendientes a integrarse en un proceso de unidad bajo su dirección. La prensa porteña se volvió aún más agresiva, incitando al gobierno porteño a la guerra contra la Confederación o a la independencia definitiva. Las provincias interiores eran periódicamente sacudidas por revoluciones; las dos más estables eran las de Santiago del Estero​ y Corrientes,​ cuyos gobiernos eran considerados más inclinados hacia la política de Buenos Aires que a la de Urquiza.

El asesinato de Nazario Benavídez

El asesinato, en 1859, del caudillo sanjuanino Nazario Benavídez​ fue festejado por la prensa porteña: Sarmiento consideró su muerte como un triunfo de la "civilización" y el diario La Tribuna le auguró el mismo destino a Urquiza, el presidente Urquiza envió una intervención federal, que descubrió abundantes vinculaciones de los revolucionarios con el gobierno de Buenos Aires. La intervención de los porteños en la política interna de otra provincia causó gran indignación en el gobierno de Paraná: una ley desconoció todo acto público generado por el gobierno porteño, y en mayo de 1859, el Congreso ordenó la movilización militar de la población y autorizó a Urquiza resolver el problema de la unidad nacional

El asesinato de Nazario Benavídez inauguró la escalada hacia el enfrentamiento armado. La provincia fue intervenida por el gobierno nacional; el gobierno y la opinión pública porteña lo tomaron como una ofensa. El curso de los acontecimientos motivó que el Congreso de la Confederación dictase, el 1 de abril de 1859, una ley por la cual Urquiza debía reincorporar en forma pacífica la provincia disidente, pero si esto no era posible ordenaba emplear las armas a la brevedad. El 6 de mayo de 1859, una ley autorizaba al presidente a usar la fuerza para obligar a Buenos Aires a reincorporarse.

El gobierno de Buenos Aires interpretó esta ley como una formal declaración de la guerra y en el mes de mayo, la Legislatura porteña dispuso repeler con sus tropas cualquier agresión: el jefe del ejército porteño, coronel Bartolomé Mitre, recibió orden de invadir la provincia de Santa Fe, mientras los buques de guerra porteños bloqueaban el puerto de Paraná, la capital de la Confederación. Ante la inminencia del conflicto, Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Paraguay trataron de interceder amistosamente. Pero ni Alsina ni Mitre aceptaban nada excepto la renuncia de Urquiza , o la guerra. El propio Urquiza, que desde 1852 había intentado negociar siempre, estaba ahora particularmente furioso por el asesinato de Benavídez y por la apología del crimen que habían cometido varios periódicos porteños. A mediados de octubre, el general Tomás Guido, comandante de la escuadra nacional, ordenó a la misma forzar el paso de la isla Martín García. Tras un breve combate naval, la escuadra federal apareció frente a Buenos Aires; la guerra había comenzado.

Batalla de Cepeda

Ante la inminencia del conflicto, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil y Paraguay trataron de interceder amistosamente. Pero ni Alsina ni Mitre aceptaban nada que no fuera la renuncia de Urquiza o la guerra.​ Por su parte, Urquiza –que desde 1852 había intentado negociar siempre– estaba ahora particularmente furioso por el asesinato de Benavídez y por la apología del crimen en que habían incurrido los periódicos porteños.​ Los buques de guerra porteños bloquearon el puerto de Paraná, pero un motín en uno de estos barcos, que fue entregado al gobierno nacional, obligó a levantar el bloqueo, a mediados de octubre, tras un breve combate naval, la escuadra federal se presentó frente a Buenos Aires.

El ejército de la Confederación, dirigido por Urquiza, inició la campaña hacia Buenos Aires desde Rosario; estaba formado por 14 000 hombres –de los cuales 10 000 de caballería y 3 000 de infantería– con 35 cañones y obuses;​ varias divisiones de indígenas ranqueles figuraban como auxiliares. El ejército porteño operaba desde San Nicolás de los Arroyos; contaba con 9000 hombres –de los cuales, 4700 infantes y 4000 jinetes– con 24 piezas de artillería, ​bajo el mando de Mitre, ministro de guerra. Las fuerzas porteñas estaban muy disminuidas porque gran parte de sus fuerzas debían proteger la frontera de su provincia de las invasiones de los indígenas, algunos de los cuales –como Juan Calfucurá– eran aliados de Urquiza y sus incursiones formaban parte de la estrategia de este.​ El 23 de octubre se inició la Batalla de Cepeda. Antes de lanzarse al ataque, Urquiza arengó a sus tropas:

"He querido evitar la sangre y he procurado la paz. El gobierno de Buenos Aires se empeña en provocarnos con un ejército que no puede resistirnos. Pues bien, conquistemos por la acción de las armas una paz duradera."
Urquiza

La ventaja inicial favoreció a la infantería porteña, pero un hábil uso de la caballería por parte de Urquiza le permitió tomar la ofensiva, e incluso tres batallones porteños fueron destruidos. Una maniobra de flanco ordenada por Mitre desorganizó toda la formación, y la noche detuvo la batalla cuando la victoria de la Confederación era ya evidente. Los porteños sufrieron muchas bajas: 100 muertos, 90 heridos y 2000 prisioneros, además de 21 cañones. Los nacionales tuvieron 300 bajas fatales, en medio de la noche, Mitre comandó una ordenada retirada hacia San Nicolás, adonde llegó pasado el mediodía siguiente con solo 2000 hombres. A continuación embarcó todo su ejército, y –tras un breve combate– logró trasladarlo a Buenos Aires.

Pacto de San José de Flores

Urquiza avanzó rápidamente sobre la ciudad; en su camino envió a la ciudad varias proclamas pacifistas, aunque hubiera podido entrar a Buenos Aires por la fuerza, prefirió acampar cerca de ella –en el pueblo de San José de Flores– desde donde inició negociaciones. Durante todas las tratativas, los delegados porteños pidieron el retiro del ejército nacional de la provincia, pero los federales se negaron a continuar las negociaciones mientras no se retirara esa exigencia, lo que se hizo. Por unos días, las negociaciones fueron discutidas amigablemente, hasta que el 7 de noviembre, Urquiza exigió el cambio de todo el gobierno porteño, incluido Alsina. Las negociaciones se interrumpieron.

Al saber que Alsina se había negado, Urquiza ordenó comenzar el avance sobre Buenos Aires. A pedido de LópezUrquiza pospuso el ataque, pero solo por 24 horas. El día 8, un grupo de legisladores de Buenos Aires solicitó la renuncia al gobernador, argumentando que su permanencia en el cargo "era en ese momento inútil para la paz como para la guerra". Alsina imaginó un proyecto absurdo: retirar el gobierno de la ciudad y mudarlo al sur de la provincia, donde se formaría un nuevo ejército. Consultó a Mitre, que rechazó completamente el proyecto. Falto de apoyo, Alsina y el ministro Dalmacio Vélez Sarsfield renunciaron. Para sustituir a Alsina en la gobernación, fue designado el presidente del senado provincial, Felipe Llavallol.

Como consecuencia de complicadas negociaciones –durante las cuales ofició de mediador Francisco Solano López, hijo del presidente paraguayo– el 11 de noviembre se firmó el Pacto de San José de Flores, también llamado de Unión Nacional, entre Urquiza y el gobernador provisional Felipe Llavallol. El mismo establecía que Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Confederación y renunciaba al manejo de sus relaciones exteriores, pero revisaría la Constitución de 1853 por medio de una convención provincial y propondría reformas a la misma. Se declaraba nacionalizada la Aduana de Buenos Aires, pero la Nación compensaría los ingresos de la provincia de Buenos Aires durante cinco años, en la medida en que fueran inferiores a los del año 1859. 

Una cláusula que no fue incorporada al Pacto pero que fue acordada de palabra entre las partes establecía que la reincorporación de la provincia a la Nación se haría después de finalizado el período presidencial de Urquiza.​ Muchos federales del interior estuvieron en desacuerdo con el Pacto: desde su punto de vista, Urquiza había llegado a San José de Flores como vencedor, y había negociado como si él hubiera sido el vencido; en vez de castigar a la provincia por su rebeldía, se la había premiado. Uno de los críticos fue el general Ricardo López Jordán, uno de los jefes vencedores en Cepeda.

La Sucesión presidencial

Urquiza eligio para sucederlo a  por su vigor y lealtad Santiago Derqui pese a ello el elegido no contar con el carisma personal de los caudillos de la época,  Urquiza lo prefirió a Mariano Fragueiro y Salvador María del Carril como candidato a su sucesión. En 1860 fue electo como sucesor de Urquiza, y asumió la presidencia el 5 de marzo de ese año, acompañado por el general Juan Esteban Pedernera.

Juan Bautista Peña

Juan Bautista Peña fue el embajador del gobierno provincial ante el presidente de la Confederación, Justo José de Urquiza después de la matanza de Villamayor, en 1856. Selló la paz entre ambos gobiernos, que duró hasta los días previos a la batalla de Cepeda.



Geronimo Costa

El ejército a cargo del coronel Emilio Conesa alcanzo y derrotó  en la batalla de Villamayor a Gerónimo Costa , si bien sus oficiales se rindieron después de una inútil resistencia, no se tuvo en cuenta la rendición dado que fueron desarmados y Costa y otros oficiales fueron  fusilados al día siguiente, Conesa fue premiado con el ascenso a general.



Asesinato de Benavídez
Asesinato de Benavídez
El 23 de octubre de 1858 los partidarios de Benavídez asaltaron la cárcel para liberarlo. Las tropas del gobernador estaban bajo aviso del ataque, que no pudieron detener. Los benavidistas tomaron la parte baja de la prisión y liberaron a más de sesenta presos, la mayoría por ser partidarios del caudillo. Debían llegar a los Altos del Cabildo, que servía de prisión, y cuando sólo los separaba una pesada puerta – que ya estaban hachando – el coronel Domingo Rodríguez disparó a quemarropa al pecho de Benavídez, quien se hallaba engrillado, y luego le clavó la bayoneta en el corazón. Luego de ello arrojaron el cuerpo por una ventana y huyeron. Horas después fue desnudado y expuesto al escarnio en la plaza central.
El asesinato de Benavides, indefenso y engrillado, fue sin duda un acto de barbarie.  Primero porque fue una muerte anunciada y tratada de impedir desesperadamente por su esposa ante autoridades nacionales y provinciales; y en segundo término porque si alguien fue generoso con sus adversarios, a lo largo de veinte años de ejercer el poder, ese fue Benavídez.


Batalla de Cepeda

La Batalla de Cepeda del 23 de octubre de 1859, ocurrió durante las guerras civiles argentinas y fue la segunda de las dos llevadas a cabo en la cañada del bonaerense arroyo Cepeda que es un afluente del Arroyo del Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, a 45 km al suroeste de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos .
Se enfrentaron fuerzas del Estado de Buenos Aires, separada del resto del país, y de la Confederación Argentina, genéricamente identificada con el partido federal.
El ejército porteño fue derrotado y tras varias negociaciones, se llegó a una transacción a través del Pacto de San José de Flores, que reincorporaba la provincia de Buenos Aires a la República Argentina, esto produjo la renincia de Alsina.



Después de la batalla , renuncia de Valentin Alsina
Después de la batalla y la renuncia de Valentin Alsina 
Mitre inició entonces la retirada en medio de la noche, sin detenerse para dar de comer ni de beber a sus hombres.11​Al centro ubicó a los heridos y los pocos jinetes que no se habían dispersado, y a los costados los infantes; del lado exterior estaban los que llevaban sus armas sanas y cargadas.
Los federales tirotearon a los porteños, pero los tiradores de Mitre contestaron el fuego y la marcha prosiguió. A la una y media de la tarde del 25, los 2.000 hombres que quedaban del ejército porteño entraban en San Nicolás.
Así, dos días después de la batalla, embarcados en los buques de su armada al mando de Antonio Susini, los porteños iniciaron la retirada hacia Buenos Aires; apenas salidos del puerto de San Nicolás fueron interceptados por la flota federal comandada por Luis Cabassa, pero tras un breve combate una oportuna tormenta los salvó. Al llegar a la ciudad, Mitre anunció pomposamente que llegaba con sus «legiones intactas», lo cual era sencillamente falso. Urquiza, en cambio, avanzó rápidamente sobre la ciudad, lanzando proclamas pacifistas , Hubiera podido entrar a Buenos Aires por la fuerza, pero acampó en las afueras, en el pueblo de San José de Flores. Desde allí presionó al gobernador Alsina; algunos de su partido creyeron ver que Urquiza estaba dispuesto a todo a cambio de la paz, siempre y cuando Buenos Aires se reincorporara a la Confederación. Alsina decidió no aceptar ninguna negociación, pero sus aliados lo dejaron solo y debió renunciar. Tras la mediación del hijo de presidente paraguayo ―y futuro presidente también― Francisco Solano López, finalmente se firmó el Pacto de San José de Flores o de Unión Nacional.


Felipe Lavallol

En 1852 fue instituido diputado de la independiente Provincia de Buenos Aires y luego Presidente de la Cámara de Diputados. Fue Ministro de Hacienda de la Gobernación, luego senador y presidente de la Cámara entre 1854 y 1856.
Fue miembro de la Comisión Filantrópica, presidente de la Bolsa de Comercio, y en 1857 fue presidente de la Sociedad Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste, es decir, del primer ferrocarril argentino que circuló entre la actual Plaza Lavalle y Floresta.
Fue elegido vicegobernador en 1858, y tras la renuncia de Valentín Alsina como consecuencia de la batalla de Cepeda de 1859 fue designado Gobernador, cargo que ejerció hasta el 3 de mayo de 1860, entregando la gobernación a Bartolomé Mitre.



Derqui - Pedernera

Santiago Derqui y Esteban Pedernera asumieron la presidencia y la vicepresidencia en Paraná la provincia de Entre Ríos había sido federalizada durante la presidencia de Urquiza, pero en 1860 había reasumido su soberanía, dejando como territorio federalizado únicamente la ciudad de Paraná. La capital entrerriana se estableció en Concepción del Uruguay, y Urquiza fue nuevamente elegido gobernador.