Antecedentes

Eduardo Lonardi encabezó el levantamiento contra el gobierno constitucional el 16 de septiembre de 1955, que terminaría en la implantación de la dictadura autotitulada Revolución Libertadora. La consigna de Lonardi con sus cómplices en el interior del comando era «Dios es justo».

Antecedentes

El presidente Perón ya desde antes de ser electo en las elecciones de 1946, enfrentaba una dura oposición antiperonista que incluyó actos terroristas a partir de abril de 1953, y connatos militares a partir de septiembre de 1951.

En 1946 sectores ligados a la Sociedad Rural Argentina, la sección local de la UCR en Corrientes y el Partido Liberal de Corrientes planearon un atentado contra su vida, durante la campaña electoral fue frustrado y por ende no pudo bajar en esa ciudad donde un verdadero gentío lo esperaba según las crónicas. En el día 3 de febrero de 1946 en el diario El Laborista de Buenos Aires, se informa lo siguiente sobre el particular: ‘Los opositores políticos al coronel ante la marcha por las calles de Goya se posicionaron los contrarios políticos sobre los techos con armas. Desde un vehículo en el que viajaban los liberales Bernabé Marambio Ballesteros, Gerardo Speroni, Juan Reynoldi y Ovidio Robar, dispararon con armas de fuego a la gente que desde el puerto enterada de la noticia marchaba hacia el centro para repudiar el intento de asesinato. 

En general señalan su origen en las conspiraciones golpistas y los actos terroristas antiperonistas, como el golpe de estado de 1951, el atentado en la Plaza de Mayo del 15 de abril de 1953 que asesinó a seis manifestantes peronistas e hirió a otros noventa, y el bombardeo de la Plaza de Mayo de 1955, en el que fueron asesinadas 308 personas oficialmente identificadas, más un sinnúmero de personas que eran irreconocibles debido a las mutilaciones, y cientos de heridos. Entre las víctimas habían 111 militantes sindicales, de los cuales 23 eran mujeres y seis niños.

En la madrugada del 28 de septiembre de 1951, el capitán Alejandro Agustín Lanusse con efectivos de la Escuela de Equitación de Campo de Mayo se apoderó de la puerta número 8 del mismo y por ella ingresaron Benjamin Menéndez y su estado mayor. A todo esto llegó el jefe del C-8 teniente coronel Julio Cáceres que recibió el apoyo de los suboficiales, produciéndose un tiroteo en el cual cayó muerto el cabo Miguel Farina por las fuerzas golpistas. De los treinta tanques, solo pudieron movilizar a siete –probablemente por sabotaje de los suboficiales- pero antes de llegar a la salida otros cinco tuvieron desperfectos y debieron ser abandonados, por lo que en definitiva la columna golpista partió al mando del general Benjamín Menéndez con dos tanques Sherman, tres unidades blindadas y 200 efectivos a caballo.

A mediados de 1951 la renuncia de Eva Perón a su postulación para vicepresidente no logró calmar a varios militares enfrentados con el gobierno. Antes de los comicios, en las que triunfó el peronismo con el 62.49 % de los votos,  Perón fue informado por sus servicios de inteligencia que el complot estaba encabezado por el general retirado del servicio activo desde 1942, Benjamín Menéndez, acompañado por Luciano Benjamín Menéndez, Julio Alsogaray, Tomás Sánchez de Bustamante y Alejandro Agustín Lanusse. En un segundo plano estaban los oficiales Larcher, Guglialmelli, Álzaga y el capitán de navío Vicente Baroja el general Benjamín Menéndez convocó a una reunión secreta para transmitirles referentes de la oposición los pasos a seguir. Asistieron Arturo Frondizi de la UCR, Américo Ghioldi, Horacio Thedy en representación de los Demócratas Progresistas y Reynaldo Pastor por los Demócratas Nacionales, que era el curioso nombre que se daban los conservadores. 

En este contexto, dos grupos de militares conspiraron para alzarse en armas contra el presidente. El primero surgió tras la reforma constitucional de 1949 y fue encabezado por los coroneles José Francisco Suárez y Bartolomé Gallo. Su intento de capturar a Perón y convocar una convención constituyente que restableciera la constitución argentina de 1853 iba a realizarse en mayo de 1951, pero una delación llevó a la detención de Suárez. Su confinamiento en la cárcel de Villa Devoto condujo a la disolución del grupo.

Golpe Fracasado de 1951

El segundo grupo conspirativo de 1951 surgió en la Escuela Superior de Guerra, en torno al profesor de historia militar, teniente coronel Pedro Eugenio Aramburu (luego ascendido a coronel). A su lado trabajaban el director del establecimiento, general Eneas Colombo, y cuatro colegas profesores: el coronel Juan Carlos Lorio y los tenientes coroneles Bernardino Labayru, Luis Leguizamón Martínez y Emilio Bonnecarrere. De forma imprevista, Pedro Eugenio Aramburu fue trasladado a Río de Janeiro en calidad de agregado militar, en donde conoció al agregado naval Isaac Rojas.


Alejandro Agustín Lanusse

Alejandro Agustín Lanusse se sumó al golpe de Estado orquestado por el general Benjamín Menéndez contra Juan Domingo Perón el 28 de septiembre de 1951. Fue condenado a prisión perpetua, estuvo encarcelado en duras condiciones en Rawson y Río Gallegos hasta que fue liberado el 19 de septiembre de 1955, un día antes del derrocamiento de Perón por el levantamiento dirigido por Eduardo Lonardi, el golpe de estado comenzó el 16 de septiembre.

Benjamín Andrés Menéndez

Benjamín Andrés Menéndez  fue un general de división que el 28 de septiembre de 1951 realizó junto al Brigadier Guillermo Zinny, el Brigadier Mayor Samuel Guaycochea y el Capitán de Navío Vicente Baroja un intento de derrocar al gobierno de Juan Domingo Perón. El levantamiento fue derrotado en pocas horas y Menéndez fue condenado a 15 años de prisión en tanto otros oficiales lo fueron a penas de hasta 6 años de cárcel.

Eduardo Lonardi y Pedro Aramburu

Los golpistas de 1955 participaron del fallido golpe de 1951 Eduardo Lonardi se sumó en 1951 al intento de deponer a Perón, tras lo cual fue pasado a retiro ostentando el rango de General de División. Pedro Eduardo Aramburu a finales de 1951 fue promovido a general de brigada y destinado al siguiente año a cumplir funciones de agregado militar en Estados Unidos.

Desprovistos así de su jefe, Labayru y Lorio viajaron a Córdoba y se entrevistaron con Eduardo Lonardi, quien aceptó el compromiso de liderarlos. La fecha tentativa del alzamiento, 15 de julio, fue pospuesta por carecer de suficientes elementos revolucionarios. Por ello el complot comenzó a dividirse. El general Benjamín Menéndez no había estado de acuerdo con la elección de Lonardi y todavía guardaba expectativas de ser él quien liderase el golpe.  En la madrugada del 28 de septiembre Menéndez, sin dar aviso al resto de los complotados y con muy escasos recursos a su mando, se sublevó contra el gobierno de Juan Domingo Perón.

El intento tuvo su epicentro en Campo de Mayo, pero terminó en un estrepitoso fracaso al no conseguir apoyos sustanciales dentro del Ejército: a las nueve de la mañana la intentona había sido derrotada.  Eduardo Lonardi por se participe del intento de golpe en 1951 con el intento de deponer a Perón, fue pasado a retiro ostentando el rango de General de División.

El 6 de noviembre José Francisco Suárez fue liberado, y preparó una segunda conspiración junto a unos cincuenta oficiales planificó la toma de la residencia presidencial.  El plan de Suárez fue el primero en prever la colaboración de columnas de civiles armados, que posteriormente serían llamados «comandos civiles»: ellos se encargarían de la detención de los principales ministros de gobierno, mientras los militares profesionales ocuparían la casa de gobierno y la secretaría de comunicaciones. El 10 de enero se ordenó la «desmovilización» de los civiles hasta nuevo aviso.  El 3 de febrero tras una delación y el arresto de Suárez en la casa de su colaborador Atilio Demichieli. Los conspiradores pese a las torturas no delataron a sus compañeros, y cincuenta oficiales antiperonistas permanecieran en el servicio activo de las Fuerzas Armadas.

El 15 de abril de 1953 se produce un ataque terrorista que consistió en la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Plaza de Mayo (frente a la Casa de Gobierno). Como resultado murieron seis personas y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados. Luego del Atentado de 1953 se reactivó la conspiración e incluso se elaboraron dentro de la Marina varios planes que bajo la apariencia de ejercicios de guerra tenían como finalidad prepararse para un futura golpe en la que participara en especial la Base Puerto Belgrano y la flota de mar. 

El apoyo de la jerarquía católica fue decisivo, en el colegio católico San José de Córdoba se había convertido en un depósito de armas llegando a alamacenarse armas molotov en los dormitorios de los sacerdotes, en los sótanos del seminario mayor se hacían ejercicios de tiro con fusiles. 

Roque Carranza

Roque Carranza fue detenido en 1953 junto a otros 12 radicales y acusado de organizar el atentado terrorista del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo, durante un acto de la CGT en el que murieron 6 personas (una anciana y cinco trabajadores varones) y quedaron 95 heridos (entre ellos 19 mutilados de por vida). En esas condiciones, Carranza y los demás detenidos confesaron ser los autores y fueron condenados por asesinato. Carranza luego seria uno de los minstros de Alfonsín

El plan para bombardear Plaza de Mayo

En 1953 el capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi se embarcó en el rutinario viaje de instrucción de la Flota de Mar, durante el cual tuvo la idea de atacar la Casa Rosada de la misma manera que los japoneses habían atacado Pearl Harbor.28 Mediante amigos comunes solicitó nuevamente al general Eduardo Lonardi su ayuda para conseguir que elementos del ejército se plegaran a la revuelta. Lonardi, cuando escuchó el plan de asesinar a Perón bombardeando la Plaza de Mayo, dijo que le desagradaba la idea y que no tenía deseos de participar.

Al poco tiempo se gestó un plan para capturar al Presidente en un buque de la armada, en donde todo el gabinete presidencial se reuniría a conmemorar el día de la independencia. Bassi se reunió nuevamente con Lonardi, pero el general, tras entrevistarse con algunas otras personas, llegó a la conclusión de que el plan se sustentaba en un grupo demasiado reducido, sin los elementos suficientes para realizarlo con éxito. Por este motivo decidió revocar su participación. Esto lo apartó definitivamente de sus contactos en la Armada.29El objetivo del bombardeo estuvo a cargo de Bassi, copiando la estrategia de ataque Japonés al puerto norteamericano a Peal Harbor. Era matar a Perón y a todo su gabinete. Si bien había maneras más fáciles de cometer ese magnicidio (Perón salía todo los días exactamente a las 5.45 AM de la Residencia Presidencial manejando su propio auto Cadillac, sin blindaje, acompañado por otro auto con custodios) se buscaba hacerlo de una manera tan espectacular que quitara la voluntad de lucha a sus millones de seguidores

En 1953 se planea y ejecuta el atentado en la Plaza de mayo del 15 de abril de 1953 con la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Plaza de Mayo (frente a la Casa de Gobierno). Como resultado murieron seis personas y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados, siendo considerado por algunos un primer ensayo del posterior bombardeo a Plaza de Mayo de 1955 y de la Revolución de Septiembre.

Los terroristas también habían colocado bombas sobre la azotea del edificio del Banco de la Nación, con la intención de que la mampostería se desplomara sobre la multitud apiñada en sus cercanías. Afortunadamente, estas bombas —que hubieran causado un número mucho mayor de víctimas— no estallaron. Días después jóvenes profesionales y universitarios pertenecientes a familias de clase media alta, fueron detenidos y procesados por la Justicia ante los jueces competentes por ese hecho; Antonio Cafiero dice que lo fueron con todas las garantías de la Constitución y de la ley32y según Félix Luna se obtuvieron confesiones bajo torturas.

El grupo terrorista estuvo conformado por el político radical Roque Carranza, Carlos Alberto González Dogliotti, y los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse, apoyados por el capitán Eduardo Thölke, que les proveyó los explosivos. El historiador Félix Luna, citado por Galasso, sostiene que se trataba de un grupo de jóvenes, activistas habituales de UCR, que se habían adiestrado en el manejo de armas y explosivos, y ya habían intentado matar a Perón en uno de sus viajes y que casi todos pertenecían a familias tradicionales de buena posición económica. 

En agosto de 1954 Raúl Lamuraglia un hombre de negocios que había financiado la campaña de la Unión Democrática, que enfrentó en las elecciones de 1946 a la formula de Perón, a través de millonarios cheques de Bank of New York que habían tenido como destino sostener el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y a sus candidatos José P. Tamborini y Enrique Mosca. En 1951, el empresario había aportado recursos para apoyar la asonada fallida del general Menéndez, lo que lo llevó a prisión, tras salir en libertad marchó al Uruguay. Sin embargo con las políticas de promoción industrial del peronismo su fortuna se había expandido en una década de crecimiento económico. Esto le permitió comprar un avión de combate en Estados Unidos, un cazabombardero liviano que llevó a Montevideo para llevar adelante la misión de matar a Perón y bombardear la Plaza de Mayo. Tripulado por un aviador naval, Luis Baroja, el cazabombardero volaría hasta la Plaza de Mayo, en pleno acto del peronismo, para ametrallar el balcón donde hablaría Perón. Lamuraglia se reunía frecuentemente con referentes del Partido Colorado de Uruguay. Días antes de concretar el plan se encontró secretamente, en 1954, con el presidente Batlle Berres y el empresario argentino Alberto Gainza Paz en su residencia veraniega de Punta del Este, quienes le ofrecieron apoyos para el plan de magnicidio. Instalado de nuevo en Buenos Aires, el empresario radical Lamuraglia ofreció su quinta de en Bella Vista para organizar la conspiración y se comprometió a financiar un futuro golpe,35 en noviembre de 1954 se reunieron finalmente Bassi, Lamuraglia, Francisco Manrique, Néstor Noriega, el ex capitán del ejército Walter Viader, Carlos Bruzzone, el comandante de tropas de la Fuerza Aérea Agustín de la Vega, y políticos opositores entre ellos el político radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, el intelectual conservador Américo Ghioldi, Jaime Mejía, Mario Amadeo y el abogado Luis María de Pablo Pardo, futuro Ministro del Interior del dictador Eduardo Lonardi, Adolfo Vicchi futuro embajador ante Estados Unidos durante la dictadura de Aramburu y Alberto Benegas Lynch. 

Tras la muerte de Eva Duarte, el presidente Perón tuvo un decaimiento anímico que fue notado por sus allegados.

A mediados de mayo de 1955, grandes grupos de la Acción Católica comenzaron a reunirse clandestinamente para organizar células subversivas.42En Alta Córdoba, barrio de clase alta mantuvieron escaramuzas ocupando a través de asaltos violentos los edificios públicos, constituyendo un factor de enlace permanente con los militares golpistas. Solo en Córdoba estos comando causaron más de 27 muertos en los tres días previos al 16 de septiembre de 1955, en su mayoría civiles peronistas que protestaban a favor del mantenimiento del orden constitucional. 

En Buenos Aires, el 29 de agosto el diario porteño La Época informaba que en el Barrio Norte había sido desbaratada una organización de "pitucos" que disponían de dinero, armas y autos en abundancia. Planeaban atentados. Operaban por células como los comunistas». Esta vez los detenidos fueron Emilio de Vedia y Mitre (h.), Mario Wernicke, Emilio Allende Posse, Carlos Ocantos, Héctor López Cabanillas y Julio E. Morón.

Bombardeo de Plaza de Mayo

El 16 de junio de 1955 se produjo el levantamiento, en el que la Aviación Naval bombardeó Buenos Aires causando 364 muertos (algunas versiones elevan esa cifra a 500) y un millar de heridos. Perón se refugió en uno de sus búnkeres, en los subsuelos de la sede del Ejército dejando el manejo de la situación a su Ministro de Guerra Franklin Lucero.

Se combatió por aire, mar y tierra. Aviones de la Marina se enfrentaron a los de la Fuerza Aérea y atacaron a unidades del ejército que convergían sobre el epicentro de la ciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Gobierno, los alrededores de Plaza de Mayo, el Ministerio de Guerra, el Departamento Central de Policía, la zona aledaña a la Residencia Presidencial, y en otros sectores de la ciudad. El Edificio Guardacostas, entonces sede del Ministerio de Marina y hoy de la Prefectura Naval Argentina, fue ocupado por los golpistas.

Algunos aviones de la Marina fueron derribados, uno de ellos sobre el Río de la Plata y otro en la localidad de Tristán Suárez, provincia de Buenos Aires, y el Regimiento de Granaderos a Caballo. Cuerpos del Ejército, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a la cabeza, lograron rechazar el ataque de la Infantería de Marina sobre la Casa de Gobierno y rendir al Ministerio de Marina, donde el contralmirante Benjamín Gargiulo, al ver fracasada la asonada, se suicidó.

Bajo la cobertura de los ataques aéreos, las tropas de Argerich atacaron a los granaderos que defendían la Casa Rosada: al llegar camiones con refuerzos, los sublevados mataron a los conscriptos que los manejaban, para que las tropas no llegaran al destino numerosos los oficiales de la Marina a cargo de naves que se negaron a bombardear la destilería platense, incluidos dos comandantes que inicialmente se habían plegado al golpe.

En la ciudad de Córdoba tuvieron un papel protagónico Dalmiro Videla Balaguer,  y muchos grupos quedaban a cargo de un militar de carrera. Solo en Córdoba estos comandos causaron más de 27 muertos en los tres días previos al 16 de septiembre de 1955, en su mayoría civiles peronistas que protestaban a favor del mantenimiento del orden constitucional.

bombardeo de plaza de mayo del 16 de mayo de 1955

El Bombardeo de la Plaza de Mayo, también conocido como la Masacre de Plaza de Mayo, fue el bombardeo y simultáneo ametrallamiento aéreo, cometido el 16 de junio de 1955 en la ciudad de Buenos Aires por un grupo de militares y civiles opuestos al Gobierno del presidente Juan Domingo Perón intentaron asesinarlo y llevar adelante un golpe de Estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron con munición aérea de 20 mm, la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, así como el edificio de la CGT (Confederación General del Trabajo) y la entonces residencia presidencial, matando a más de trescientos ocho personas e hiriendo a más de setecientas, entre civiles y militares.

Conflicto con la Iglesia Católica

Al conflicto con los estudiantes se sumó el conflicto con la Iglesia Católica. La jerarquía católica formó una Federación Universitaria paralela a la oficial en Córdoba donde los sacerdotes Enrique Angelelli y Quinto Cargnelutti, junto a la Acción Católica y otras organizaciones, establecieron el Movimiento de Juventudes Católicas para evitar que los estudiantes se adhirieran a la UES. El 2 de diciembre se disolvió, por decreto la Dirección Nacional de Enseñanza Religiosa,  A este acto sumó un mayor enfrentamiento la aprobación de la ley de divorcio vincular. 

El divorcio y la autorización para contraer nuevas nupcias fueron incluidos a las tres de la mañana en un artículo agregado al proyecto de ley de Bien de familia que debatía el congreso, y aprobados en ambas cámaras en 24 horas y sin debate. Horacio Verbitsky. 

y el decreto presidencial que legalizó la prostitución.  y la movilización de la Alianza Libertadora Nacionalista 12 de junio de 1955 tras Defensa de la Catedral de Buenos Aires|encerrarse en defensa del edificio. 

El 24 de septiembre de 1954, una editorial del diario del Arzobispado de Córdoba, Los Principios, sostenía en relación al proyecto peronista que declaraba la igualdad de los hijos legítimos e “ilegítimos” (nacidos fuera del matrimonio): “La ley proyectada en nuestro país va contra la familia, contra su organización, contra su espíritu mismo. (...). El 17 de marzo de 1954 la prensa cubrió ampliamente la entrevista en la cual Perón recibió en su despacho a los pastores pentecostales Hicks y Arvizu, provocando la irritación de la Iglesia.

El 9 de noviembre el secretario adjunto de la CGT, Hugo di Pietro pronunció un discurso ante dirigentes gremiales instándolos a no tolerar la actitud de los sacerdotes.57 Al día siguiente, el presidente Perón acusó de anti-argentinos a los obispos Fermín Emilio Lafitte, Froilán Ferreyra Reynafé y Nicolás Fasolino.  Añadió:

Un dirigente peronista debe ser más peronista que ninguna otra cosa. El dirigente peronista que acepta la responsabilidad del puesto de dirigente debe descargar su conciencia de cualquier otro sentimiento que pueda ser superior al peronismo; y si no, no debe aceptar el cargo. Y si equivocadamente lo ha aceptado y él siente que es más otra cosa que peronista, por honor y dignidad debe renunciar inmediatamente.
Juan Domingo Perón, 10 de noviembre de 1954. 

En el mes de noviembre de 1954, Perón dijo en un discurso a los gobernadores que no había conflicto con la iglesia y que sólo se trataba de 15 ó 20 curas que estaban complotando contra el gobierno.

El sábado 11 de junio se llevó a cabo la tradicional Procesión de Corpus Christi en Buenos Aires, celebrada desde 1580. Según la ley 14.400, estaba prohibida la asistencia a actos públicos no-autorizados, y la autorización para realizar este acto había sido retirada el día 7.

A pesar de eso, monseñor Manuel Tato instó a Manuel Ordóñez para que, junto la cúpula juvenil de la Acción Católica Argentina, convocara a la mayor cantidad posible de personas. Grupos de radicales y socialistas también asistieron por considerarlo un acto de desobediencia al gobierno.

Esa misma noche, la policía distribuyó fotos de una bandera argentina quemada supuestamente por manifestantes católicos, hasta que el marino José María Gilberti publicó una nota en que relataba cómo su propio hermano, el oficial subinspector de policía Héctor Eduardo Gilberti había quemado la bandera en una sede policial de acuerdo a una serie de instrucciones que había recibido.63Una vez consumados los incendios, el gobierno salió a ofrecer cuantiosas sumas destinadas a la reconstrucción de las iglesias.

Anunciaba el diario La Época del lunes 15 de agosto de 1955: «La oligarquía quería arrastrar al país al desorden y al crimen para tomar el poder. Cuenta con la resaca de los partidos opositores, menores de edad, estudiantes pitucos y retirados reblandecidos; clérigos complicados». Y al final del artículo «se devolverá golpe por golpe».

Agosto y septiembre

En Buenos Aires, los grupos liderado por Carlos Burundarena, Renato Bezançon, Darío Hermida, Adolfo Sánchez Zinny, el militar retirado Eduardo García Puló, Francisco P. Olmedo, Raúl Puigbó y Eduardo Rodríguez.  El comando incluyó provisoriamente al hermano Septimio Walsh.  Este Comando coordinaba sus acciones con el Comando Militar Revolucionario, integrado por los coroneles Ossorio Arana, Señorans, el mayor Guevara, y otros.

En Córdoba, desde mediados de julio y hasta agosto se sucedieron atentados con bombas o incendios: contra seis unidades básicas peronistas, la sede de la UES, de la Confederación General Universitaria, y un busto de Eva Perón en Unquillo. En esa provincia actuaron dos grupos de radicales: uno al mando de Yadarola y Rodolfo Amuchástegui, otro comandado por Eduardo Galmond y Santiago del Castillo. Paralelamente los grupos conservadores católicos constituían sus propios grupos de combate que más tarde cobrarían protagonismo en episodios de guerra urbana en la capital provincial. Sus cuadros principales fueron los políticos Luis Torres Fotheringham, Tristán Castellano, Guillermo Saravia, Damián Fernández Astrada, Lisardo Novillo Saravia (h.), y los ingenieros Fernández Padilla, Guillermo Castellano y Calixto de la Torre. Cada comando nucleaba a diez dirigentes, y cada uno de ellos dirigía a diez militantes.

En Córdoba, desde mediados de julio y hasta agosto se sucedieron atentados con bombas o incendios: contra seis unidades básicas, la sede de la UES, de la Confederación General Universitaria, y un busto de Eva Perón en Unquillo. En esa provincia actuaron dos grupos de radicales: uno al mando de Yadarola y Rodolfo Amuchástegui, otro comandado por Eduardo Galmond y Santiago del Castillo. Paralelamente los grupos conservadores católicos constituían sus propios grupos de combate que más tarde cobrarían protagonismo en episodios de guerra urbana en la capital provincial. Sus cuadros principales fueron los doctores Luis Torres Fotheringham, Tristán Castellano, Guillermo Saravia, Damián Fernández Astrada, Lisardo Novillo Saravia (h.), y los ingenieros Fernández Padilla, Guillermo Castellano y Calixto de la Torre. Cada comando nucleaba a diez dirigentes, y cada uno de ellos dirigía a diez militantes.

Constituían grupos de apoyo formados por civiles, como su nombre lo indica, aunque vinculados con las Fuerzas Armadas por medio de alguno de sus integrantes. Salvo la toma de una antena, relatada por Florencio Arnaudo en su libro “Operación Rosa Negra”, y la fugaz ocupación de una radio porteña.

Para el 16 de septiembre la UCR había convocado a un acto en la Casa Radical, donde repartieron armas en comités y en parroquias. Los comandos civiles ultracatólicos (llamados “palomas”) convocaron a la acción armada.Previamente negociaron un crédito con la Sociedad Rural para que financie actividades desestabilizadoras, como sabotajes a la red eléctrica, a los cables de la empresa telefónica Entel, disparos a las ruedas de camiones de bomberos y ambulancias, días antes represantantes de la UCR y comandos civiles viajaron a Uruguay entrevistandose con Emilio Eduardo Massera, Horacio Mayorga, Oscar Montes, y Osvaldo Cacciatore.

Entre los integrantes del grupo estaban: Gregorio Ramírez, Roque Carranza, Roberto Astiz, Manuel Teodoro Cearrás, Manuel Rawson Paz y su primo Franklin Dellepiane Rawson, Eduardo Martínez Zemborain, Aníbal Beruti, etc. Las reuniones se llevaban a cabo en la casa de Álvarez Morales, en la oficina de Rodolfo van Gelderen, o en el estudio del doctor Gregorio Topolevsky. Este grupo, que todavía no usaba el nombre de «comando civil», estudiaba las comunicaciones del ejército para intervenirlas en caso de un alzamiento, y tuvo contactos con políticos radicales como Arturo Frondizi. Cuando se incorporó Roque Carranza, comenzaron la fabricación de explosivos. A mediados de 1955 el grupo se había nutrido con la presencia de Siro de Martini, Euclides Ventura Cardozo, Alfonso de Laferrére, Martín Michel Torino. 

En la madrugada del 13 de junio llegó la información de que la casa del almirante Toranzo Calderón estaba siendo vigilada por los servicios de inteligencia. Esta novedad, sumada a los hechos de los días anteriores, desencadenó la decisión de hacer estallar el golpe el jueves 16 de junio, sin más dilación.

Videla y Massera en el golpe de peron en 1955

Los genocidas de la sangrienta dictadura de 1976 actuaron en puestos subalternos en el golpe de estado de 1955, en el caso de Videla con el puesto de capitan lo hizo en el Colegio Militar de la Nación junto con el mayor Dámaso Pérez Cartaibo y el capitán Guillermo Genta los que reunieron a su alrededor a los capitanes Alfredo Formigioni, Jorge Rafael Videla, y Hugo Elizalde. En el caso de Massera con el puesto de capitan de fragata  fue uno de los tres ayudantes del contraalmirante Aníbal Olivieri, ministro de Marina y jefe de la conspiración eran los capitanes de fragata Emilio Massera, Horacio Mayorga y Oscar Montes.


Miguel Ángel Zavala Ortiz

Miguel Ángel Zavala Ortiz durante el bombardeo a la Plaza de Mayo, encabezó uno de los comandos civiles armados que tuvieron la función de tomar una radio civil para difundir la proclama del asesinato del presidente constitucional. Estaba previsto que si tenían éxito al perpetrar el golpe de Estado se conformaría una Junta de Gobierno, formada por dos militares, el socialista de derechas Américo Ghioldi (que se hallaba prófugo en Montevideo), el mendocino Adolfo Vicchi (líder del Partido Conservador), Zavala Ortiz (líder de la facción radical unionista) y un representante de la Fuerza Aérea rebelde.

la Revolución Libertadora

La sublevación se inició en Córdoba, fue liderada por el general Eduardo Lonardi y se extendió hasta el 23 de septiembre. El 16 de septiembre de 1955, después de ingresar a la Escuela de Artillería en Córdoba, Lonardi se dirige al dormitorio del jefe de la unidad, y ante un amago de resistencia de éste le descerrajó un balazo. La consigna era: hay que ser brutales y proceder con la máxima energía. El golpe de estado estaba en marcha Sáenz Quesada narra que en la Casa Radical entregaban armas cedidas por la Fuerza Aérea para combatir a las fuerzas constitucionales.

Los mayores enfrentamientos se produjeron en Córdoba, donde hubo al menos 112 muertos. Allí, Lonardi, atacó a la de Infantería, cuyos mandos no quisieron plegarse al golpe y habían decidido defender el gobierno constitucional y el mismo Eduardo Lonardi cometería el primer asesinato de la Revolución Libertadora al darle un tiro en la cabeza al jefe de la Escuela de Artillería en Córdoba, por no sumarse a la sublevación. El apoyo de la jerarquía católica fue decisivo, en el colegio católico San José de Córdoba se había convertido en un depósito de armas llegando a alamacenarse armas molotov en los dormitorios de los sacerdotes, en los sótanos del seminario mayor se hacían ejercicios de tiro con fusiles. 

El golpe contó con el apoyo activo de Comandos civiles, de un sector de la Iglesia católica que hizo de nexo entre Lonardi y los comandos civiles, y el Reino Unido que mostró una fuerte hostilidad al gobierno de Juan D. Perón y financió el golpe de septiembre, proveyendo dinero, armamento y combustible a las fuerzas gopistas. También apoyaron el golpe algunos partidos políticos, como la Unión Cívica Radical.  El santo y seña de los conspiradores fue "Dios es justo".

El 17 de septiembre de 1955, el pueblo de Río Colorado sufrió el primer bombardeo por parte de las fuerzas militares que habían desatado el golpe. Ese día la infantería de marina ocupó Bahía Blanca tras bombardear la ciudad, pero tropas leales al gobierno marcharon sobre ella. También fue bombardeada por los golpistas Mar del Plata. El 18 de septiembre, Policía de la Provincia de Buenos Aires y el regimiento 7 de Infantería derrotaron a la sublevada Escuela Naval de Río Santiago. Los mayores enfrentamientos se produjeron en Córdoba, donde hubo al menos 112 muertos. Allí, Lonardi, atacó a la de Infantería, cuyos mandos no quisieron plegarse al golpe y habían decidido defender el gobierno constitucional.

El 19 de septiembre fueron acorraladas las tropas golpistas de Córdoba en el centro de la ciudad y su comando operativo en el Cabildo de dicha ciudad estuvo a punto de ser tomado por asalto por parte del General Miguel Iñiguez y su tropa.

El 20 de septiembre Lonardi se autoproclama desde Córdoba "Presidente provisional de la Nación", disponiendo como sede del nuevo gobierno a la provincia de Córdoba, hasta su traslado a la Capital Federal. El 23 de septiembre de 1955 se hizo cargo de la suma del poder público. La banda presidencial le fue entregada por el cardenal rosarino Antonio Caggiano, quien también firmó el acta de toma del poder.

Cuando el golpe parecía fracasar se dieron dos factores: una parte de la Escuadra de Mar a cargo de Isaac Rojas, llegó a la altura de Pontón Escalada y lanzó su ultimátum: si Perón no renunciaba, bombardearían la ciudad de Buenos Aires y la destilería de petróleo de La Plata. Para demostrar su decisión, ordenó el bombardeo de la destilería de Mar del Plata, destruyéndola. El crucero 17 de octubre abrió fuego desde una distancia de 9.000 metros que dio en los depósitos de combustible del puerto, que estallaron y se incendiaron, disparando 69 proyectiles, que los destruyeron por completo. Tras esa demostración de fuerza, la Armada golpista hizo conocer su ultimátum para que Perón renuncie. A partir de ese momento, «comandos civiles» comienzan a actuar realizando actos de terrorismo.  Todo ello presagiaba que aun con un descontado triunfo militar por parte del Gobierno constitucional, se abría la posibilidad del desarrollo de una guerra civil. Evitando ello renunció Perón y transfirió el mando a una junta militar.