La vida musical y el matrimonio

Otra de las facetas más interesantes de las reducciones fue la musical. Los guaraníes enseñaban a sus hijos a cantar y a tocar la lira, el órgano, la flauta, el violín, la cítara, el clarinete y la trompa. 

Se enseñaba también a los alumnos a distinguir entre la música profana y la sagrada. Peramás dice que «los sagrados recintos jamás fueron profanados por aquel tipo de música 'teatral' que con frecuencia se tocaba en la Casa del Señor o en otros lugares». 

Observadores extranjeros admiraron el talento musical de los guaraníes, y en 1729 un italiano escribió que había encontrado un joven de doce años que tocaba impecablemente en el órgano las piezas más difíciles de los compositores boloñeses de la época.

Respecto del matrimonio, los jesuitas inculcaron ideas muy estrictas. Al parecer era costumbre regalar a los novios objetos útiles de poco atractivo para la joven pareja, pero eficaces para evitar el peligro de una unión interesada. Los banquetes de bodas eran muy sencillos, a tal punto que el padre Gardiel, que casó noventa parejas en un día en la reducción de San Francisco Borja, refiere que se sintió profundamente deprimido por la frugalidad, excesiva compostura y falta de alegría en las celebraciones nupciales, que siguieron a la ceremonia religiosa.

Musica y los jesuitas

Guarani en una iglesia