Historia

Las Malvinas fueron descubiertas en 1520 por Esteban Gómez, tripulante de la nave San Antonio, uno de los barcos de la expedición de Magallanes. según la delimitación de tierras de las bulas papales, las islas pertenecían a España. Sin embargo, navegantes ingleses, holandeses y franceses llegaron a las islas en diversas oportunidades.

Descubrimiento de las islas

Américo Vespucio (1501/1502)

 En su carácter como el explorador principal para visitar el Atlántico Sur, Américo Vespucci fue asignado como el principal pionero de las islas en la aventura iniciada en Lisboa en mayo de 1501. En una carta a Piero Soderini, el guía reveló que habiendo abandonado la costa, de lo que es actualmente la Patagonia, debido a una tempestad y cerca del alcance donde se encuentran las islas (entre el alcance 51 ° – 53 ° Sur).

En medio de la tempestad ubicada «otro lugar donde hay que recorrimos 20 grupos encontrando la desolada deriva, sin puerto ni residentes”. Así lo indico Groussac quien llama la atención sobre el hecho de que el litoral ubicado era realmente el precipicio de la Patagonia. En cualquier caso, sus juicios sobre la tierra son tan ambiguos y sus noticias tan dudosas que hacen impensable que sea un indicador preciso de su agenda. De ahí la posibilidad de que este explorador sea el principal pionero de esta travesía, carece de credibilidad.

Cartografía inmediatamente posterior al viaje de Vespucio

Algunos documentos que sugieren que los cartógrafos europeos de principios del siglo XVI podrían haber tenido un conocimiento rudimentario de la existencia de las Malvinas:

Un grupo de islas situadas aproximadamente sobre el paralelo 50 aparece en el mapa de Martín Waldseemüller de 1507, bajo el nombre de «Insule delle pulzelle» («islas de las Vírgenes»).[cita requerida]

Según el relato del propio almirante otomano Piri Reis, este basó su portulano de 1513 en cuatro (por entonces novedosas) cartas portuguesas, ocho ptolemaicas, una árabe y una colombina.12​ La costa de la porción meridional de Sudamérica es vagamente reconocible, aunque está rotada unos noventa grados en sentido antihorario, posiblemente por problemas de espacio o por influencia de planisferios preexistentes, en los que este artificio era común. Cerca de la entrada del estrecho de Magallanes, cuyas dos angosturas aparecen cartografiadas, figura un archipiélago aislado, cuya isla principal está identificada en el mapa como «il de Sare» («isla de Sare»). Este grupo de islas ha sido asociado con las Malvinas tanto por su notabilidad como por su semejanza posicional. Una única nota acompaña a la toponimia: «Buadalar issizdir, ama bahar coktur» («Estas islas están desiertas pero la primavera allí dura mucho»).13​

En el Atlas Miller (circa 1519), confeccionado por el cartógrafo portugués Pedro Reinel, su hijo Jorge y Lopo Homem, que fue descubierto en 1938 en el Palacio de Topkapi en Estambul, se puede observar que al este de la boca oriental del estrecho de Magallanes, a unas 56 leguas (180 millas náuticas) se encuentra una isla de casi 300 millas náuticas de largo.

La expedición de Magallanes de 1520 

La presencia de cierta cartografía después de su excursión ha llevado a algunos a señalar a Magallanes como pionero. Si bien la realidad del asunto es que su esfuerzo de 1519-1520, «permitió el mapeo de toda la deriva patagónica», este explorador «no estableció la topografía de Tierra del Fuego, o las Malvinas». A esto se incluye la no aparición agregada de una declaración de divulgación, que no se registra en ninguna de los registros de ruta o en los cuentos de viajes. Esto hace que sea descabellado pensar que Magallanes incluso los haya localizado.

Alonso de Camargo, 1540

Tanto Goebel como Destefani señalan como el descubridor de las Islas Malvinas, probablemente a un barco que el mismo Camargo sumergió con el nombre de Incognita, sin su nombre genuino, que era una pieza del grupo de trabajo del Obispo de la Asistencia, dirigida por Francisco Camargo.

El emprendimiento que había cuestionado la colonización de la zona del estrecho de Magallanes, había cruzado de Sevilla en agosto de 1539. Un año después, las cuatro naves que formaban la fuerza naval ingresaron al estrecho. Sin embargo, allí soportaron una tempestad, el barco principal se hundió y el Desconocido se separó de la embarcación.
En los días más recientes de enero, el barco toca la base en lo que se conoce como las Malvinas, y permanecen allí hasta diciembre, fecha en que se reanuda el viaje a España. Más tarde, la cartografía del estrecho que aparece en el diario de Islario de Alonso de Santa Cruz, distribuido poco después de la llegada de la Incognita (1541), menciona dos pequeñas islas que se encuentran alrededor de 70 leguas hacia el este y en una línea paralela al Estrecho de Magallanes.

John Davis, 1592

Los británicos señalan inequívocamente como el verdadero pionero de las islas Malvinas. Este marinero en orden del barco Desire, se retiró de Plymouth el 26 de agosto de 1591, como un aspecto importante de una expedición bajo la convocatoria del marinero Thomas Cavendish, que se dirigió al estrecho. Por razones vagas, el Desire aislado del esfuerzo y empujado por una tempestad, el 14 de agosto de 1592, encontró las Islas Malvinas.

Los comentaristas de esta revelación mantienen que la historia es asombrosamente similar a la mencionada sobre Islario, ya que no hay representación de los terrenos ubicados, y los puntos de interés son extremadamente sueltos, y que la historia apareció después de la llegada a Holanda del marinero Sebald de Weert, quien localizó las islas de manera confiable.

Richard Hawkins, 1594

Un par de años después de Davis, en junio de 1593, cruzó el corsario inglés Richard Hawkins en el barco Dainty, con el objetivo principal de asaltar poblaciones y asentamientos en el Pacífico. Como lo indica su registro posterior, el 2 de febrero de 1594, cuando el barco alcanzó los 48 ° S. de alcance, detectaron una tierra que no aparecía en ninguna carta. Cuando todo está dicho en hecho, se generan criticas similares a él como a su precursor, debido a la forma en que las Malvinas están más hacia el sur del alcance mostrado por él.

Sebaldo de Weert, 1600

Por fin, un marinero holandés encajó la localización primaria confirmada e incuestionable. A comienzos del siglo XVII, el 24 de enero de 1600, Sebaldo de Weert provoco que el barco Geloof encontrara tres islas a las que llamó Sebaldinas con un alcance de 50 ° 40 ‘S .. Estas islas son una parte del archipiélago de Malvinas. Se ha de entender que el explorador no intentó la llegada por ausencia de pontones, sino que el Geloof había sido una pieza de una fuerza naval de cinco naves a cargo del almirante Jacob Mahu que había salido de Rotterdam en junio de 1598. Este barco regresó a Holanda en julio de 1600. No obstante, las salidas y campañas al distrito no terminaron ahí. Durante todo el período hasta 1764, las islas fueron utilizadas por marineros holandeses, franceses e ingleses.

Confirmación del descubrimiento

Jakob LeMaire

La expedición comandada por Jakob LeMaire confirmó la existencia de las islas el día 18 de enero de 1616 al reconocerlas como las Sebaldinas. Había partido de Ámsterdam con los barcos Eendracht y Hoorn, al mando de los hermanos Willem y Jan Schouten respectivamente, con el objetivo secreto de encontrar un paso alternativo al Estrecho de Magallanes.

Isla Pepys

Otro corsario inglés, William Ambrose Cowley, quien viajaba en una expedición al Pacífico en el Bachelor's Delight, bajo el mando de John Cook, publicó en enero de 1684 un diario de viaje, en el que señala la presencia de:

(...) una isla desconocida, deshabitada, a la que di el nombre de isla Pepys, sobre la cual crecen árboles y posee ríos de agua dulce, como también tiene un gran puerto con capacidad para miles de naves.

El marino inglés William Dampier, compañero de viaje de Cowley, interpretó que la presunta isla era parte de las Sebaldinas.20​21​ que fue buscada infructuosamente por varios navegantes, entre ellos John Byron, James Cook y George Anson. Este último, en medio de una frustración creciente, se quejaba en 1774 por:

(...) la frivolidad con que los filibusteros daban noticias de lugares inexistentes.

El reporte de Cowley encendió el interés británico por esa región del mundo. En 1748 España logró frustrar una expedición británica para buscar la isla Pepys y reconocer las Malvinas.

John Strong

El 27 de enero de 1690, una expedición británica comandada por el capitán John Strong en la nave Welfare (o Farewell) navegó entre las dos islas principales, bautizando el pasaje como Falkland Channel (actualmente Falkland Sound o estrecho de San Carlos), en honor de Anthony Cary, quinto vizconde de Falkland, el cual, como comisionado del Almirantazgo Británico, había financiado el viaje. Muchos años después los británicos extendieron este nombre a todo el archipiélago.​ Strong había partido de Inglaterra en octubre de 1689 con destino a los puertos chilenos y peruanos del Pacífico, en los cuales pretendía comerciar, pero fue expulsado de ellos.

Desembarcó el día 28 de enero a fin de aprovisionar sus bodegas con focas y pingüinos. Como no hubo toma de posesión formal, reclamación de títulos ni ocupación, Goebel afirma que este desembarco no tuvo consecuencia legal alguna.24​ Gustafson señala que en los siguientes setenta y seis años no hubo ocupación permanente de las islas y coincide con Goebel en que la expedición de Strong no acarreó ventajas legales para Inglaterra.​

De ese mismo año data el mapa holandés Orbister Rarum Nova et Accurata Tabula de Gerard y de Leonard Valk, apareciendo por primera vez el nombre Falkland.

Otros viajes

En el período desde 1616 hasta 1764, las islas fueron reavistadas por navegantes holandeses, españoles, franceses e ingleses. A principios del siglo XVIII los franceses organizaron sucesivos viajes de exploración a las Malvinas. Mejoraron el conocimiento cartográfico del área y reconocieron su importancia como base de reaprovisionamiento para largas travesías. Como gran parte de estas expediciones partían de Saint-Maló, las islas fueron bautizadas por los marinos como Malouines.​Fueron justamente los franceses los primeros en ocuparlas en forma permanente a partir de 1764. Los ocasionales desembarcos de las otras potencias se limitaron a la provisión de víveres, y fueron de duración breve.

Retrato de Amerigo Vespucci (1454-1512).

Retrato de Amerigo Vespucci (1454-1512). 
Posiblemente pintado por Cristofano dell'Altissimo sobre la base de un original desconocido, aunque su existencia no se atestigua hasta 1568. No.702 de la colección de Paolo Giovio en los Uffizi en Florencia



Fragmento del mapa de Piri Reis, donde figuran unas islas en aproximada consonancia con las Malvinas.

Fragmento del mapa de Piri Reis, donde figuran unas islas en aproximada consonancia con las Malvinas.



Mapa de Diego Ribero (1529),

Parte del mapa de Diego Ribero (1529)
El descubridor del archipiélago fue Esteban Gómez, piloto de la nave San Antón o San Antonio, cuyo nombre dio origen al de las islas. Tras sublevarse contra Magallanes el 1 de noviembre de 1520, Gómez regresó a España por la ruta de Guinea y llegó a Sevilla el 6 de mayo de 1521. Fue sometido a un juicio en donde no se halla ninguna mención que pueda atribuirse a las Malvinas. Esteban Gómez cedió un indígena al cartógrafo Diego de Ribero en 1529, por lo que este pudo haber obtenido de aquel un relato directo sobre las islas Sanson y las incluye a las «islas de San Antón» en un mapa que realiza en 1529.



John Davis
John Davis 
John Davis llegó al estrecho de Magallanes, pero debido  al mal tiempo, estuvo en las islas Malvinas en agosto de 1592 a bordo del buque Desire. Su tripulación se vio obligada a matar, para alimentarse, alrededor de 24.000 pingüinos, aunque en su biografía dice que mataron a 25.510 pingüinos. Almacenaron tanta carne de pingüino como pudieron y emprendieron la vuelta a casa, pero la carne al llegar a los trópicos se pudrió, lo que hizo que el retorno fuera desastroso, regresando sólo catorce de sus setenta y seis hombres.




Richard Hawkins

Richard Hawkins
Richard Hawkins después de visitar la costa de Brasil , el su barco el Dainty encontró una tormenta en la boca del Estrecho de Magallanes y fue arrastrada hacia el este. El 2 de febrero de 1594, Hawkins vio tierra y lo escribió en su bitácora de navegación esta tierra ahora se la conoce actualmente como las Islas Malvinas



Mapa de Hawkins
Mapa de Hawkins's Maidenland
El mapa fue hecho el 1 de enero de 1773 por John Hawkesworth y John Byron. Se hace referencia al estrecho nombrado por Strong. El 27 de enero de 1690, el capitán Strong en la nave HMS Welfare navegó el estrecho que separa las dos islas principales de las Malvinas, bautizándolo como Falkland Channel (estrecho de San Carlos en español), en honor de Anthony Cary, quinto vizconde de Falkland, el cual, como comisionado del Almirantazgo Británico, había financiado el viaje.
Asimismo, Strong llamó a las islas como Tierra de Hawkins, en referencia a uno de los visitantes anteriores que tuvo el archipiélago. Desembarcó con algunos tripulantes el día 28 de enero a fin de aprovisionar sus bodegas con agua dulce, focas y pingüinos en la caleta Escarpada. Strong hizo algunos reconocimientos, pero no tomó posesión de las islas.​ Al mismo tiempo le llamó la atención la abundancia de gansos y patos, y la falta de madera. 


Asentamiento francés en Port Saint-Louis

Cabe destacar que hacia el comienzo del siglo, los franceses enviaron investigaciones progresivas a las Islas Malvinas, quienes percibieron sus costas y mostraron su importancia como base para largos viajes. Como gran parte de las campañas se retiraron de Saint-Maló, de esta forma las islas fueron purificadas a través del agua por los navegantes de estas como Malouines; y justo en 1764, con la llegada de los franceses a Port Louis, comenzó la colonización de las islas.

La ocupación francesa de las Islas Malvinas, estableció en Puerto Luis el primer asentamiento permanente del archipiélago. España, que consideraba a las Malvinas parte de sus dominios en América, protestó la presencia francesa, y al cabo de una corta negociación, consiguió la transferencia de Puerto Luis, fortaleciendo sus derechos de soberanía. El gobierno británico nunca protestó, ni la presencia francesa, ni el traspaso de la colonia a España.

Interés francés en Malvinas

La Guerra de los Siete Años (1756-1763) significó para Francia la pérdida de la inmensa mayoría de sus territorios coloniales.​ Con la firma del Tratado de París, en 1763, Gran Bretaña obtuvo de Francia, entre otros territorios, gran parte de sus colonias en el norte de América. 

Luego de la firma del Tratado de París, Étienne François de Choiseul, el encargado de la política exterior de Francia, se abocó a la reconstrucción del imperio colonial francés, mediante la creación de nuevas colonias, en aquellos lugares no ocupados aún por ningún estado.​ Las colonias de ultramar no despertaba mucho entusiasmo en la Corte de Luis XV, por lo tanto, Choiseul dependía enteramente de su vínculo personal con el Rey para llevar adelante sus planes. La reconstrucción del imperio colonial francés exigía evitar toda confrontación con España y Gran Bretaña, por lo menos hasta recuperar capacidades militares.​
En este contexto, la propuesta de Louis Antoine de Bougainville para efectuar una expedición a las islas Malvinas despertó el interés del gobierno francés. Las islas eran conocidas por los navegantes y comerciantes de Saint Malo, quienes las habían bautizado como Malouines en homenaje a su ciudad.​ Bougainville propuso emprender la expedición por su propia cuenta.​Bougainville manifestó en sus Memorias la importancia de ese establecimiento y destacó el interés británico en la región:

"... en la relación de su viaje, Milord Anson (...) recomienda a los ingleses, en diferentes ocasiones, formar un establecimiento en el sur del Brasil, sosteniendo que la Nación que así lo haga, será la dueña del comercio del Mar del Sur (...) En consecuencia, ese es el objeto y el proyecto que M. de Bougainville solicita realizar."
Louis Antoine de Bougainville.​

La expedición
El 15 de septiembre de 1763 la expedición de Bougainville (que contaba con el consentimiento de Luis XV)​ zarpó del puerto francés de Saint-Maló con el objetivo de establecer una colonia en las islas Malvinas. La expedición estaba compuesta de dos barcos, con provisiones y familias acadienses.​

La expedición de Bouganville recaló en Montevideo, donde fue recibida por el Gobernador de la plaza, José Joaquín de Viana. Pese a que España y Francia eran aliadas, y estaban unidas por el Pacto de Familia, los franceses no tenían autorización para formar colonias en América del Sur.​
El funcionario español intentó averiguar el motivo y destino de la expedición, pero los franceses lo ocultaron, manifestando que se dirigían a la India. No obstante, Viana alertó a sus superiores en Madrid sobre el paso de Bougainville por Montevideo.​ Louis Antoine de Bougainville llegó a las islas Malvinas el 31 de enero de 1764.​

Puerto Luis
Louis Antoine de Bougainville, el primer colonizador de Malvinas, el establecimiento de Bougainville fue el primer asentamiento permanente en el archipiélago. El fuerte militar de Puerto Luis fue erigido el 17 de marzo de 1764 y la ceremonia formal de toma de posesión se realizó el 5 de abril del mismo año. El acta de posesión fue ratificada por Luis XV el 12 de septiembre de 1764, argumentando que las islas fueron descubiertas por navegantes de Saint-Maló, de donde proviene el nombre Malouines, castellanizado a Malvinas.​ 

Dom Pernety, el religioso y naturalista de la expedición, estaba maravillado ante la flora y fauna del archipiélago. También se mostró muy entusiasta ante las posibilidades que ofrecían aquellas islas. En sus notas aseguró que: « (...) la lengua de león marino es preferible a la de buey y los guisos de pingüinos son tan buenos como los de liebre.»

Puerto Luis se fundó con 29 colonos, el 8 de abril de 1764, Bougainville emprendió el regreso a Francia para buscar más provisiones y colonos. Realizó un segundo viaje, a principios de 1765, en donde llevó a 130 colonos. De esta forma, la población del archipiélago ascendía a 150 colonos. Bougainville permaneció en Malvinas entre enero y abril; durante esos meses exploró la costa patagónica en busca de madera.​

Incursión británica
El 23 de enero de 1765, un año después de la llegada de Bougainville, cuando el archipiélago ya estaba ocupado por Francia y, por lo tanto, no estaba disponible para la ocupación por parte de otro Estado el comodoro británico John Byronnota ​ arribó a la pequeña isla Trinidad, denominada por los británico Saunders Island, y realizó una ceremonia de toma de posesión en un paraje que bautizaron como Port Egmont. Byron destacó la importancia del lugar para el establecimiento de una base militar:

(...) the whole navy of England might ride here in perfect security from all winds (...)
John Byron.​

El gobierno británico afirma que, al momento de enviar la expedición de John Byron, no tenían conocimiento de la presencia francesa en las islas.

Protesta y negociación diplomática
Jerónimo Grimaldi, Ministro de Estado de España, sospechaba de la existencia de una colonia francesa en Malvinas por los informes que le envió José Joaquín de Viana desde Montevideo. La sospecha se confirmó cuando la noticia fue publicada en la Gazette de Hollande el 13 de agosto de 1764. Grimaldi protestó ante Choiseul y demandó la entrega de la colonia.​ España consideraba que las tierras adyacentes a un continente no podían ocuparse sin el consentimiento del dueño de dicho continente, y que las islas Malvinas habían estado reputadas -y debían reputarse- como adyacentes a sus costas.​ Sin embargo también ofreció la compra de la colonia, lo que podría indicar que los españoles no estaban muy seguros de la validez de su reclamo.​
Luis XV cedió a las protestas españolas y ordenó entregar el establecimiento de Puerto Luis​ al considerar que los títulos españoles eran superiores. Francia estaba dispuesta a abandonar sus pretensiones sobre Malvinas, pero deseaba que España las ocupe y evite la instalación de Gran Bretaña, su enemigo en común. Jerónimo Grimaldi comentó:

(...) ambas Naciones sacarán del suceso de Bougainville la ventaja de que á vista de separarse los franceses de su posession se fortalece el derecho de la España p. q. otro día no intenten entrar los Yngleses​

A su regreso de Malvinas, Bougainville fue notificado de la decisión de transferir la colonia a España; le ordenaron dirigirse a Madrid para establecer las bases del arreglo. Sin entusiasmo, partió hacia Madrid en abril de 1766.
Francia nunca volvió a reclamar derechos de soberanía sobre Malvinas luego de la transferencia de Puerto Luis.

Traspaso de Francia a España
En abril de 1766 Bougainville recibió 618.108 libras francesas en compensación por los gastos en los que incurrió para fundar Puerto Luis. 200.000 libras fueron pagadas en Madrid y el resto en Montevideo.
En el documento de la entrega, Bougainville acepta que su establecimiento en Puerto Soledad es ilegítimo y que fue construido en las islas pertenecientes a España,
El 4 de octubre Felipe Ruiz Puente quedó a cargo del establecimiento, que administrativamente era una dependencia de la Capitanía General de Buenos Aires

Expulsión de los británicos y pacto con España
La Real Orden de Carlos III de España del 25 de febrero de 1768 dispuso que ningún establecimiento británico en los territorios de la corona española sería tolerado y que, en caso de comprobarse la existencia de alguno, debía desalojarse por la fuerza.​ Los españoles descubrieron la ubicación exacta de Puerto Egmont al poco tiempo.​ A fines de noviembre del mismo año, en el estrecho de San Carlos, se produjo en el encuentro entre una nave española y una británica proveniente de Puerto Egmont.​
En febrero de 1770 el comandante español Fernando de Rubalcava a bordo de una fragata visitó brevemente Puerto Egmont, intercambió mensajes con el oficial a cargo del establecimiento, capitán Hunt, y se dirigió a Buenos Aires. El gobernador de Buenos Aires Francisco de Paula Bucarelli, para expulsar a los británicos de las islas, ordenó a Juan Ignacio de Madariaga formar una expedición compuesta por cinco buques de guerra (Escuadra de la Plata)​ y 1400 soldados.​
Madariaga forzó el desalojo de la guarnición británica, que capituló mediante un combate el 10 de junio de 1770 

Combate de Puerto Egmont
El combate de Puerto Egmont (o Puerto de la Cruzada) se produjo el 10 de junio de 1770 cuando una expedición española al mando de Juan Ignacio de Madariaga, intimó a la guarnición británica establecida en la isla Trinidad al norte de la isla Gran Malvina desde 1765 a abandonar el territorio. La negativa británica de salir fue respondida por la fuerza española conformada por unos 1.500 soldados en cuatro buques enviados desde el actual territorio continental argentino.​ El contingente británico no pudo resistir una fuerza tal, por lo que después de disparar sus armas, capitularon en términos, realizaron un inventario de sus tiendas tomadas y se les permitió regresar a su propio país en el buque HMS Favourite.
Tras esta acción militar, el Reino de España efectivizó su control del archipiélago malvinense, quedando bajo soberanía española el único establecimiento poblado del archipiélago: Puerto Soledad.
El establecimiento y la posterior rendición de la colonia británica desencadenó la crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770, que estuvo a punto de enfrentar a España y Francia con el Reino Unido.​ Las consecuencias de la crisis y su resolución aún son objeto de debate en relación con la disputa de soberanía que existe entre la Argentina y el Reino Unido.

Crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770
Después de un conflicto que casi desembocó en una guerra entre Inglaterra y España, se acordó el restablecimiento del asentamiento británico en Puerto Egmont, habiendo evidencias de la existencia de un pacto secreto para su próxima evacuación por los británicos.
En abril de 1772 el capitán John Stott con los buques HMS Juno, HMS Hound y HMS Florida, llegó al lugar y dos días después arribó un oficial español que se lo entregó formalmente. El capitán Stott retornó a Inglaterra dejando a cargo al capitán Burr del HMS Hound. En octubre de 1771 dos barcos españoles devolvieron la artillería y otros efectos que Madariaga se había llevado del asentamiento. El puerto se convirtió en una parada importante para los buques británicos que cruzaban el cabo de Hornos.

Puerto Luis según Dom Pernety
Puerto Luis según Dom Pernety
En 1763 el navegante francés Louis-Antoine de Bougainville puso en marcha su plan de colonización de las Islas Malvinas: a bordo de su embarcación El Aguila iba Dom Pernetty, un abad benedictino que escribió la extraordinaria crónica de ese viaje. La narración, que cuenta la travesía desde St. Malo a las Malvinas –con escalas importantes como Montevideo–, forma parte de la Colección Reservada del Museo del Fin del Mundo, en Ushuaia, recientemente rescatada por Eudeba.


Étienne François de Choiseul
Étienne François de Choiseul
Étienne François de Choiseul como primer ministro del Estado frances entre 1758 y 1770 era un hombre de confianza del rey  Luis XV fue el artífice de la política exterior de Francia entre sus ideas estaba el expansionismo colonial francés.


Plano de la colonia de Louis Antoine de Bougainville de Port Saint Louis
Puerto Luis
Plano de la colonia de Louis Antoine de Bougainville de Port Saint Louis [Puerto Soledad] en las Islas Malvinas en 1764


Louis Antoine de Bougainville
Louis Antoine de Bougainville
En 1763 el gobierno francés concibió el proyecto de colonización de las Islas Malvinas, y Bougainville, emprendió la tarea por su propia cuenta. Fue nombrado capitán de fragata y con dos barcos, el L'Aigle (El Águila) y Le Sphinx (La Esfinge), emprendió rumbo a las islas Malvinas y ese mismo año, 1763, estableció la colonia de Port St. Louis (ahora Puerto Soledad) (llamada según su nombre), lo que provocó los celos de Gran Bretaña y el gobierno español. Tres años más tarde y a pesar de que la colonia francesa tenía ya más de 150 personas, por motivos financieros (él mismo pagó muchas expediciones) y razones diplomáticas (España temía que las Malvinas se convirtiesen en una base de retaguardia para atacar su oro de Perú), por orden del rey Louis XV, Bougainville fue obligado a desmantelar su colonia y vender las islas a los españoles (el Rey de España le pagó 603 000 libras por las islas). El 31 de enero de 1767, se reunió en el Río de la Plata con don Felipe Ruiz Puente, al mando de las fragatas La Esmeralda y La Liebre y futuro gobernador de las islas Malvinas, para tomar posesión de las islas, y evacuar a la población francesa. Durante este tiempo francés, los marineros británicos trataron de establecerse en el puerto de la Croisade en 1766, al que renombraron como Port Egmont. 



Mapa de América del Sur britanico de 1794
Mapa de América del Sur britanico de 1794
Mapa de América del Sur que contiene Terra-Firma, Guayana, Nueva Granada, Amazonia, Brasil, Perú, Paraguay, Chaco, Tucumán, Chile y Patagonia con un gráfico de las Islas Malvinas nombradas por las Islas Malouine francesas y descubiertas por Hawkins en el año 1593. Publicado por Laurie y Whittle, No 53 Fleet Street el 12 de mayo de 1794.


Grabado español sobre el combate y captura de Puerto Egmont
Grabado español sobre el combate y captura de Puerto Egmont
Batalla de las Malvinas entre las fuerzas al mando de Juan Ignacio de Madariaga Aróstegui y las fuerzas inglesas en junio de 1770 para la captura de Puerto Egmont. 


Crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770

Crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770
La crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770 enfrentó a España y el Reino de Gran Bretaña en torno a la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas. La crisis se originó con el establecimiento clandestino que los británicos levantaron en la isla Trinidad, en el oeste de Malvinas, y llevó al borde de la guerra a España y Francia con el Reino Unido.



Las Malvinas en posesión de España

El 22 de mayo de 1774 (en cumplimiento del pacto secreto) las fuerzas británicas abandonaron las Malvinas por su cuenta, partiendo su comandante, el teniente Clayton, quien dejó una placa. Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los virreyes cuidaron que Puerto Egmont estuviese abandonado y que el Reino Unido no crease otro asentamiento en las islas.

El Reino Unido, alegó años más tarde que se retiró de Puerto Egmont por «razones económicas» y que dejó allí una bandera británica y signos de continuar con su posesión.​ Debido a que no renunciaron a la soberanía, los británicos justificaron con este antecedente la ocupación de 1833 de todo el archipiélago malvinense.​ La placa dejada habla de la «isla de Falkland», en singular.

Comandancia de las Islas Malvinas

La comandancia de las Islas Malvinas fue una división administrativa y militar española que reemplazó a la anterior gobernación de las Islas Malvinas al crearse el Virreinato del Río de la Plata en 1776, del cual pasó a formar parte. Las islas fueron evacuadas en 1811 cesando la comandancia.
España y Francia habían llegado en 1765 a un acuerdo para el reconocimiento de las islas Malvinas como posesión española que incluía una indemnización por gastos realizados a Louis Antoine de Bougainville, el coronel francés que fundó la colonia pesquera y foquera de Port Saint Louis en la isla Soledad.​

El 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una real cédula por la cual creó la gobernación de las Islas Malvinas como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires -en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y Uruzúa- nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio.
El luego virrey del Perú, Francisco Gil de Taboada (o Francisco Gil de Lemos y Taboada), fue el último gobernador y permaneció como comandante hasta el 1 de febrero de 1777, fecha en que asumió el teniente de navío Ramón de Carassa y Souza, dependiente ya del virrey del Río de la Plata. A él le sucedieron anualmente 28 comandantes hasta que el segundo piloto de número de la Real Armada Pablo Guillén Martínez, último comandante español de las islas las evacuó el 13 de febrero de 1811 por orden de Gaspar de Vigodet, gobernador de Montevideo (último bastión español en el Río de la Plata).

La guarnición española de Puerto Soledad se traslada a Montevideo en 1811 a bordo del bergantín Gálvez con el fin de luchar contra el gobierno revolucionario de Buenos Aires. La orden firmada por Francisco Javier de Elío se transmite al Ministro de Estado de su Majestad el 18 de marzo de 1811. La resolución de retirar el destacamento español se toma el 8 de enero de 1811 en la Junta de Guerra presidida por Gaspar de Vigodet capitán general y gobernador de Montevideo. Se produjo la total despoblación de las Islas Malvinas. Las Cortes de Cádiz aprobaron el 30 de marzo de 1812 el acuerdo de la Junta de Guerra de abandonar las islas.

Después de la Revolución de Mayo de 1810

 La comandancia Militar de las Islas Malvinas fue el primero de los órganos administrativos por vía de los cuales las Provincias Unidas del Río de la Plata —antecesor jurídico directo de la República Argentina— ejercieron su soberanía en el archipiélago de las islas Malvinas. 
Uno de los principales argumentos de Argentina con respecto a su reclamo sobre las islas Malvinas, es que heredó los derechos de España sobre ellas, país que las abandonó con intención de volver cuando las circunstancias de la guerra en el Virreinato del Río de la Plata se lo permitiesen, pero que con la toma de Montevideo, su último bastión en la región, todos sus derechos fueron heredados por las Provincias Unidas del Río de la Plata y su descendiente directo, la República Argentina. 
El 30 de mayo de 1810 la Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires ordenó pagar el sueldo al comandante de Malvinas de nombre Gerardo Bordas, y la Junta de Buenos Aires le pagó los sueldos y las gratificaciones que correspondían a sus funciones, equiparadas a las de un buque de guerra en navegación.

Tras la Revolución de Mayo, puesto que la Banda Oriental no se adhirió a la junta de Buenos Aires y permaneció bajo control español, a cargo de Francisco Javier de Elío. Las autoridades de Montevideo decidieron retirar el establecimiento en las Malvinas por su baja utilidad y los elevados costos de conservación. Allí se dejó una placa proclamando la soberanía española sobre el archipiélago, algunos gauchos y pescadores se quedaron voluntariamente en las islas.

Si bien la población asentada en las islas tenía pensado su regreso, la guerra de Independencia de la Argentina impidió hacer efectivo del retorno hasta 1820. Durante casi diez años, las islas fueron visitadas por balleneros, loberos y pescadores que incluso saqueaban el ganado cimarrón dejado por los españoles.​

Lo que sería el nuevo Estado argentino estaba en formación y los primeros gobiernos rioplatenses desde 1810 utilizaron el concepto de uti possidetis iure que definía que las antiguas posesiones coloniales pasaban a ser parte del territorio de las naciones independizadas. La continuación del dominio de las islas, por la tradición de los títulos jurídicos de España en favor de las Provincias Unidas, habilitan a éstas a disponer esas medidas de administración y gobierno, sin embargo, la mayoría de los juristas europeos y estadounidenses no aceptan este principio, las diferentes provincias delegaron a la de Buenos Aires en las representaciones internacionales, y al mismo tiempo las Malvinas continuaban bajo administración de su gobernador, pese al abandono español.

Las dificultades propias de la Revolución de Mayo imposibilitaron a los criollos rioplatenses que protagonizaron la revolución ocuparse de las tierras situadas en latitudes australes. La provincia de Buenos Aires en la década de 1820 se ocupó de la administración insular designando cargos como permisionarios, concesionarios, comisionados, comandantes y comandantes políticos y militares. Las medidas para administración y gobierno se iniciaron de forma modesta como los permisos de pesca y caza y una concesión para el usufructo de carnes, finalizando con la creación de una Comandancia política y militar.

Manuel Belgrano desde el Correo de Comercio había sido el primero en llamar la atención de las Malvinas, describiéndolas importantes,

Después del retiro de los especialistas españoles establecidos en las islas en 1811, resultado de las guerras de liberación americanas, los principales ocupantes de las islas fueron personas que en sus diversas capacidades viajaban de ida y vuelta, debido a una variedad de viajes de negocio y transporte, refugiados allí, a través de diferentes esfuerzos de intentar colonizar las islas.

El 30 de enero de 1813, el gobierno de Buenos Aires autorizó a Enrique Torres para cazar lobos marinos en las Malvinas con su bergantín El Rastrero. 
José de San Martín, en una carta fechada el 14 de agosto de 1816 se refiere a las Malvinas,en el texto, San Martín le pedía al gobernador de San Juan que liberara a prisioneros que se encontraban en Carmen de Patagones y Malvinas (Puerto Soledad) para que se sumaran al Ejército de Los Andes para el posterior Cruce de los Andes. La idea de la incorporación al Ejército de los presos que estaban en las islas fue del coronel Luis Beruti, ministro de Guerra en ese entonces. San Martín trasmitió la orden en una carta escrita de su puño y letra, dirigida al teniente gobernador de la ciudad de San Juan, José Ignacio de la Roza. La carta original se encuentra en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina y el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur exhibe una copia.
En 1818 el foquero Espíritu Santo en su viaje a la Antártida y procedente de Buenos Aires, se habría abastecido en Puerto Soledad. Luego de casí 10 años casi inactividad y  autoridad militar  fue enviada al lugar la fragata Argentina La Heroína fue enviada a Malvinas para tomar la propiedad autorizada de las islas. 

Los más notorios fueron los comerciantes de focas estadounidenses que habían buscado su industria en las Malvinas desde el momento de la década de 1770, según confirmó el secretario de Estado Edward Livingston. Se calcula que el número aproximado de buques ingleses y estadounidenses que trabajan en el territorio está en las cercanías de 40 y 50, lo que implica que se incluyeron pocos cientos de miles de buscadores y pescadores.

Toma de posesión de las Islas Malvinas
Preocupado por la explotación ilegal de ballenas y focas en los mares del sur, a principios de 1820 el gobierno de la provincia de Buenos Aires (del que dependían las islas)​ decidió enviar a un oficial para que hiciera formal toma de posesión del archipiélago y obligara a acatar sus disposiciones administrativas concernientes a la actividad pesquera. El 15 de enero de 1820 el ministro de guerra y marina de las Provincias Unidas, Matías Irigoyen, emitió un despacho nombrando «con el grado de coronel de ejército al servicio de la marina» al coronel de origen estadounidense David Jewett.​ Jewett estaba al servicio de las Provincias Unidas desde 1815.
En febrero, el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau, decidió enviar un oficial para que se hiciera cargo de las islas, pero el hecho no se concretó sino hasta fines de ese año, cuando el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, nombró a Jewett «comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por ley natural».​
Según José María Rosa, Jewett fue enviado en marzo por orden de Manuel de Sarratea partió de Buenos Aires al mando de la fragata Heroína y llegó a la bahía de la Anunciación a fines de octubre y siguiendo órdenes de sus superiores, Jewett prohibió la caza y pesca en la jurisdicción de las islas a los buques extranjeros, distribuyendo una circular entre aquellos estacionados en las proximidades, en la que hacía referencia a la formalización del traspaso de soberanía desde el Virreinato del Río de la Plata a su sucesor, las Provincias Unidas.

El 2 de noviembre le fue remitida una copia al mismo James Weddell, explorador británico de la Antártida (quien de regreso a Londres informó a su gobierno), cuya embarcación fue avistada en aguas argentinas, los infractores a lo dispuesto por las autoridades argentinas serían detenidos y llevados a Buenos Aires para ser sometidos a juicio.
A bordo de la Heroína también llegó a las islas la primera representación del gobierno argentino para establecer una colonia basada en penales.
El coronel Jewett arribó a Puerto Soledad el 6 de noviembre de 1820 y tres días más tarde, en nombre del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomó posesión formal del antiguo fuerte español, efectuando una salva de veintiún cañonazos con la fragata leyó luego  la proclama extendida por las autoridades, redactada en español e inglés —esta última legalizada por el cónsul británico en Buenos Aires—​ e izó la bandera argentina en un mástil improvisado ante la cincuentena de buques pesqueros que se encontraban ilegalmente en las cercanías (de los cuales al menos diez eran estadounidenses y seis británicos).
La tripulación de la Heroína también estaba integrada, en su mayor parte, por británicos y norteamericanos, contando con los esclavos José y Antonio Zimmermann, la fragata, fue considerada «Buque de Estado» por el gobierno rioplatense, es decir navío regular y no corsario. el buque también trasladaba argentinos para instalar una población criolla en el antiguo Puerto Soledad.
Weddell reportó que la nave de Jewett recibió su asistencia en la obtención de anclaje fuera de Puerto Soledad y en pocos días, «tomó posesión formal de estas islas para el gobierno patriota de Buenos Ayres , leyó una declaración en virtud de sus colores, plantado en un puerto en ruinas, y disparó una salva de veintiún cañonazos».​ Weddell también vinculó la ceremonia con la demanda de Jewett de los restos del naufragio del Uranie y comentó que se preparó para impresionar a los capitanes de buques en la zona.
Tras el acto de posesión se realizó un desfile militar con silbatos y tambores, todo en presencia de marineros extranjeros. Weddell decía que Jewett fue «bastante inteligente» para calcular el efecto de ese desfile en las mentes de los capitanes de los barcos que estaban en las islas, en su mayoría ingleses y norteamericanos, ya que temían ser robados o capturados. De hecho, uno de ellos propuso levantarse en armas contra él, pero ante un razonamiento sobre lo infundado de sus temores y presentándose a Jewett confesó su error y desaparecieron sus preocupaciones.​ Weddell también citó el hecho y comentó que ayudó a Jewett.

Comandancia política y militar de las Islas Malvinas
El 2 de febrero de 1825 el Reino Unido firmó un tratado de amistad, comercio y navegación mediante el cual reconoció la independencia de las Provincias Unidas y, naturalmente, la existencia de un ámbito territorial propio de ella, incluyendo las Malvinas, que habían tomado posesión en 1820, y ejercido otros actos de soberanía incluyendo el nombramiento y la instalación de autoridades.​ Además se debe sumar que en el tratado el Reino Unido no expresó pretensión alguna a las islas​ y que el tratado implicó la admisión de las consecuencias jurídicas de tal reconocimiento.
Luis Vernet había nacido en Hamburgo, pero por comercio llegó y se instaló en Buenos Aires. Al tiempo se asoció a Jorge Pacheco. En 1823, el Gobierno de Buenos Aires les otorgó la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad.
El 10 de junio de 1829 Vernet se estableció oficialmente en la isla Soledad y fue nombrado primer comandante político militar en las Islas Malvinas. Bajo el pabellón argentino, se comprometió a hacer cumplir la legislación argentina, cuidar sus costas y los reglamentos de pesca vigentes. La designación la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, con el asesoramiento del jurista Salvador María del Carril.​ Rodríguez designó a Vernet no solo comandante de las Malvinas, sino también de las islas adyacentes al Cabo de Hornos en el océano Atlántico, «teniendo en cuenta las condiciones que reúne», incluyendo la isla Grande de Tierra del Fuego.​ Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas.
El decreto fue publicado en varios medios de prensa del extranjero, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos. Al año siguiente Vernet hizo circular entre los barcos pesqueros ocupados en la Patagonia, una notificación en inglés y español con copia del referido decreto.​
El gobierno de Rodríguez se convirtió en el primer gobierno en nombrar una autoridad directa para las Malvinas desde la Independencia de Argentina, cabe destacar que la Comandancia de las Malvinas no era una entidad diferente, sino una parte de la provincia de Buenos Aires.​ Luis Vernet fomentó la instalación de granjas, impulsó el negocio entre las islas y también mejoró los lazos que las unían a la Argentina continental. En 1830 nacieron en el archipiélago los primeros seres humanos malvinenses, entre ellos una hija del propio Luis Vernet: Malvina Vernet y Sáez, nacida el 5 de febrero de 1830.

Primeros tiempo de Luis Vernet en Malvinas
Luis Vernet se asoció a Jorge Pacheco, un veterano de guerra y proveedor del Estado, dueño de saladeros, empobrecido, pero con buenas relaciones. Vernet le prestó dinero, pero Pachecho quedó luego en bancarrota hacia 1820. Gracias a la ayuda de Vernet, el Gobierno de Buenos Aires otorgó en 1823 la concesión para el aprovechamiento del ganado vacuno y el de los lobos marinos de la Isla Soledad. Las Malvinas habían sido tomadas formalmente bajo posesión argentina el 6 de noviembre de 1820. Como Pacheco debía una gran suma de dinero a Vernet, le cede a él e la mitad de la concesión de 30.000 leguas y acordaron asociarse y planear grandes proyectos en las islas. Vernet y Pacheco lograron que el militar retirado Pablo Areguatí sea nombrado como comandante para imponer su autoridad, como así también que el derecho de caza sea extendido al de encierro y cría.
Vernet se trasladó hacia la isla donde comenzó con el desarrollo del lugar, llevó caballos y lanares, rehabilitó varios edificios que se encontraban abandonados y semidestruidos. No sólo realizó una tarea colonizadora del lugar sino que también emprendió investigaciones científicas para el mejor conocimiento de las islas. Los estudios incluían, un estudio de los lugares para futuras colonizaciones, posibles producciones en ese lugar, en esto colaboró activamente su joven esposa. La tarea de Vernet activaba zonas comerciales nunca utilizadas hasta el momento pero además confirmaba así la soberanía argentina en el lugar. Pese a que, la primera expedición de 1824 fracasó, hacia 1826 el segundo intento de establecimiento prosperó rápidamente, por lo que el gobierno argentino extendió la concesión a Pacheco y Vernet, otorgándoles el derecho exclusivo de caza y pesca en las aguas adyacentes a las islas y para las tareas, Vernet llevó a las islas muchos gauchos de las pampas rioplatenses
Para el primer intento de 1824, Vernet y Pachehco se asociaron con el inglés Robert Schofield que participó con 7500 pesos y compró dos naves, la goleta Rafaela y el bergantín Fenwick. En febrero llegó a Puerto Soledad la expedición bajo la dirección de Areguati con 26 gauchos, en marzo de 1824, el bergantín Antílope fue enviado a la isla pero debido a los problemas de equipamiento y suminstro, el intento de establecer un asentamiento permanente resulta fallo y para agosto, todos iban de regreso a Buenos Aires.
Hacia finales de 1825 Vernet fundó junto con algunos amigos, emprendió una nueva empresa con la intención de volver a iniciar una expedición y comprar los derechos de Pacheco, a partir de junio de 1826, en la mitad del invierno, él llegó por primera vez y acompañado por 25 gauchos a las islas que estaban nevadas. Su negocio era capturar el ganado salvaje para su sacrificio, y vender los productos resultantes. También estaba entusiasmado con las perspectivas de la caza de anfibios, salazón de cueros vacunos y equinos y el tráfico naviero. El negocio de la carne salada era importante durante la guerra del Brasil, pese a esto, Vernet criticaba la guerra argumentando que «ahuyentaba» a los posibles inversores de su empresa.
Para la expedición de 1826, Vernet propuso al gobierno de Buenos Aires que le otorgue el resto de tierras no cedidas a Pacheco para fundar una colonia, con excepción de impuestos por 30 años, su solicitud fue fundada en razones políticas, económicas y soberanas, ya que tuvo en cuenta la guerra con el Imperio del Brasil, que había intentado desembarcar y atacar sin éxito Carmen de Patagones. Vernet también sabía que desde las Malvinas se podría controlar la región más austral de Argentina, incluyendo Tierra del Fuego, las Georgias del Sur y las islas Shetland del Sur.
Simultáneamente al negocio en las Malvinas, Vernet se asoció con Manuel Pasman, Miguel Ogando, Juan Andrés Gelly y Henry Libanus Jones para explotar el ganado vacuno y las salinas de la península Valdés en la actual provincia del Chubut. Debido a su experiencia en la península, Vernet tuvo contacto amistoso y comercial con los Tehuelches. Ya como comandante de Malvinas, estimuló que algunos indígenas se instalasen en la colonia como peones. También hizo que un grupo de ellos, encabezados por su "reina", visitase Puerto Soledad.

Comandante Político Militar
El gobierno de las Provincias Unidas le debía dinero a Vernet. Para restituirla, le ofrecieron a Vernet territorios y ser director de un nuevo asentamiento en las Malvinas en enero de 1828, incluyendo todos los recursos y lo eximió del pago de impuestos si una colonia podría establecerse en un plazo de tres años. El gobierno de Manuel Dorrego también le concedió la explotación de la Isla de los Estados en Tierra del Fuego. También recibió los derechos de pesca a lo largo de la costa patagónica del Mar Argentino al sur del río Negro hasta el cabo de Hornos y 30 años de exención de impuestos para el proyecto. El acuerdo también contemplaba extender la colonia a otras islas. Para celebrar el 25 de mayo de 1828, según su hermano Emilio, Vernet y sus hombres izaron en la isla las banderas de Argentina y del Reino Unido.
Luis Vernet tomó 50 colonos con sus familias y gauchos, sumó al capitán británico Matthew Brisbane y se dirigió al archipiélago en el bergantín Betsy. El 10 de junio de 1829 se estableció oficialmente en la Isla Soledad y fue nombrado Primer Comandante Político Militar en las Islas Malvinas.
Bajo el pabellón argentino, se comprometió a hacer cumplir la legislación argentina, cuidar sus costas y los reglamentos de pesca vigentes, construyó un fuerte y se proveyó de algunos cañones para defensa del lugar.​ El anuncio siguió a su petición al Gobierno de Buenos Aires para proporcionar un buque de guerra para vigilar el acuerdo. Esa solicitud fue rechazada y en su lugar se le dio Vernet la autoridad para actuar por sus propios medios. Antes del nombramiento, Vernet en algunas ocasiones había ido a defender sus privilegios ante varias naves extranjeras que pescaban en su zona y se encontró que carecía de facultades al respecto. Esto llevó a que solicitase el cargo de comandante. Los terrenos, concedidos por un decreto, estaba en su mayoría de la isla Soledad, exceptuando los que habían sido concedidos a Pacheco.
La designación de Vernet la realizó el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, con el asesoramiento del jurista Salvador María del Carril.
Martín​ Rodríguez designó a Vernet no solo comandante de las Malvinas, sino también de las islas adyacentes al Cabo de Hornos en el océano Atlántico, «teniendo en cuenta las condiciones que reúne», incluyendo la isla Grande de Tierra del Fuego. Esto asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas.
El decreto fue publicado en varios medios de prensa del extranjero, entre ellos Reino Unido y Estados Unidos. Al año siguiente Vernet hizo circular entre los barcos pesqueros ocupados en la Patagonia, una notificación en inglés y español con copia del referido decreto. El gobierno de Martín Rodríguez se convirtió en el primer gobierno en nombrar una autoridad para las Malvinas desde la Independencia de Argentina.15​ Cabe destacar que la Comandancia de las Malvinas no era una entidad diferente, sino una parte de la provincia de Buenos Aires.

Incidente diplomático con Estados Unidos
Paralelamente, en Gran Bretaña algunos grupos empresariales habían comenzado a interesarse por las Malvinas. Por ejemplo, en julio de 1829 un financista de apellido Beckington envió una carta al primer ministro británico en la que solicitaba al gobierno de Su Majestad que se apoderara de las Islas Malvinas. 

Con la excusa del nombramiento de Vernet, el gobierno de Su Majestad reaccionó, y elevó una protesta al ministro de relaciones exteriores Tomás Guido el 19 de noviembre de 1831. En la carta, Inglaterra argumentaba que la evacuación de 1774 no había invalidado sus derechos, que —sostenía— Buenos Aires había ignorado.
Debido a la constante depredación de las colonias de focas, una de las primeras leyes de Vernet fue prohibir la caza de estos animales, poco tiempo después tres pesqueros estadounidenses, el Harriet, el Breakwater y el Superior fueron apresados por las autoridades argentinas en las islas, acusados de contravenir dicha normativa.
Los dos últimos barcos fueron liberados, pero el Harriet fue enviado a Buenos Aires junto con los documentos probatorios necesarios para el debido juicio. El mismo Luis Vernet y su familia acompañaron el envío, que arribó a Buenos Aires el 19 de noviembre de 1831. El cónsul de los Estados Unidos, George W. Slacum, presentó una queja al gobierno argentino por la captura y detención de los barcos norteamericanos, calificando las acciones de las autoridades rioplatenses como actos de piratería,​ argumentando el derecho del pueblo estadounidense de pescar donde le diera gana, y desconociendo pactos preexistentes entre naciones europeas por el control exclusivo de la pesca en el Atlántico Sur. 
Gran parte de los estudiosos asocian la rápida escalada de las hostilidades a la impericia, falta de tacto y obstinada agresividad del representante estadounidense y luego de un breve intercambio de oficios en el que el ministro de relaciones exteriores, Tomás de Anchorena le respondió al cónsul que el asunto estaba bajo investigación, y que no reconocía la facultad del enviado norteamericano para tratar asuntos de esta naturaleza.
Slacum decidió tomar cartas en el asunto: informó al gobierno argentino que si el Harriet y su capitán no eran liberados inmediatamente, ordenaría a la corbeta estadounidense USS Lexington (fondeada a la sazón en el puerto de Buenos Aires) abordar las instalaciones argentinas en las Islas Malvinas y por su parte, el capitán de este buque, Silas Duncan, saltándose los canales diplomáticos habituales, instó a la "rendición inmediata de Vernet para [que fuera] enjuiciado como ladrón y pirata".​

Ataque a Puerto Soledad
En vista de la situación, Inglaterra buscó influir sobre Slacum al asegurarle que la Argentina no tenía derechos sobre el archipiélago, a cuya soberanía Gran Bretaña "no había renunciado".​ Esto daba a la postura estadounidense una excusa de tono legal: el cónsul se negó entonces a aceptar la validez del nombramiento de Vernet, lo que precipitó los acontecimientos.
Enarbolando bandera francesa, la Lexington arribó a Puerto Soledad el 28 de diciembre de 1831. Desembarcó un grupo de soldados que destruyó el asentamiento, las fortificaciones y defensas de artillería, tomando prisioneros a la mayoría de sus ocupantes. Como última medida previa a abandonar las islas, Duncan las declaró unilateral e inconsultamente res nullius. 
Al momento del ataque, la colonia de Puerto Soledad contaba con unos 124 habitantes: 30 negros, 34 porteños, 28 rioplatenses angloparlantes y 7 alemanes, a los que se le sumaba una guarnición de aproximadamente 25 hombres una vez expulsadas sus autoridades, el archipiélago quedó en un estado de anarquía: los presos del penal deambulaban libremente, y los piratas atracaban impunemente en sus fondeaderos. 
El 8 de febrero del año siguiente el buque estadounidense arribó al puerto de Montevideo con algunos de los prisioneros engrillados. Todos fueron liberados allí mismo y el presidente norteamericano Andrew Jackson alabó al Capitán Duncan por sus acciones y Levi Woodbury, el Secretario de la Armada estadounidense le escribió a Duncan: “… el Presidente de los Estados Unidos aprueba el curso que usted siguió, y se encuentra muy satisfecho con la prontitud, la firmeza y la eficiencia de sus medidas”
La noticia de la actuación de Duncan produjo indignación en el gobierno de Buenos Aires: se negó a mantener cualquier tipo de contacto con Slacum, y exigió a los Estados Unidos su reemplazo inmediato, sin embargo, la postura de Washington era inamovible. El presidente Andrew Jackson, en mensaje anual al Congreso, calificó la captura argentina del Harriet como piratería, e instó a preparar una expedición naval a fin de proteger los intereses estadounidenses en el Atlántico Sur. 
Mientras tanto llegó a Buenos Aires el reemplazante de Slacum, Francis Baylies, con idéntica agenda y estilo que su predecesor y entró rápidamente en un callejón sin salida al tratar que el ministro Manuel Vicente de Maza admitiera que el gobernador Vernet era un pirata.​
En consonancia con el anterior cónsul, Baylies también pretendía desconocer la preexistencia del nombramiento de Vernet, aunque en una carta privada al secretario de Estado Edward Livingston la admite de plano y asimismo el nuevo representante de los Estados Unidos comunicó a Henry Fox, su flamante par británico, que Washington estaba dispuesto a reconocer la soberanía británica a cambio del otorgamiento de derechos de libre pesca en las aguas inmediatas. ​Al poco tiempo se conminó a Baylies a abandonar el Río de la Plata esta torpe gestión estadounidense llevó a la ruptura completa de las relaciones diplomáticas entre Buenos Aires y Washington durante un período de once años.​
El 10 de septiembre de 1832, y con el objeto de reconstruir la colonia penal para restablecer el orden, el gobierno argentino nombró como nuevo gobernador interino de las Malvinas al sargento mayor de artillería Esteban Mestivier.​ 
El militar se hizo cargo del gobierno de las islas el 15 de noviembre de 1832, tras arribar a bordo de la goleta Sarandí junto con una guarnición de 25 soldados. Acto seguido, la nave emprendió un viaje de patrullaje por las costas y mares del archipiélago, capitaneada por el teniente coronel de Marina José María Pinedo.En diciembre estalló una sublevación que culminó con el asesinato de Mestivier a manos de los rebeldes, y que fue controlada por Pinedo al regresar a Puerto Soledad. Estos trágicos hechos fueron interpretados por Baylies como desencadenantes de condiciones propicias para que Gran Bretaña ejerciera una acción firme a fin de obtener el control efectivo de las islas y en efecto, las defensas argentinas de Puerto Soledad habían sido inutilizadas, el archipiélago se hallaba en medio de un caos administrativo y sólo estaba defendido por una goleta y su escasa dotación.

Invasión británica
En agosto de 1832 el Primer Ministro británico, Lord Palmerston, por sugerencia del Almirantazgo, ordenó enviar al contraalmirante Thomas Baker jefe de la estación naval sudamericana la orden de retomar el control de la corona sobre el archipiélago.
El 20 de diciembre de 1832 arribó a Puerto Egmont la corbeta HMS Clio, el capitán John Onslow tomó posesión formal del puesto abandonado unas decadas atras y su tripulación se abocó a reparar las ruinas del fuerte. Algunos días más tarde la nave ancló frente a Puerto Soledad y el comandante Onslow informó a Pinedo que se disponía a tomar la isla, y le ordenó que arriara la bandera argentina al día siguiente.
Pinedo estaba en inferioridad de condiciones: contaba con un buque la goleta Sarandí de capacidad bélica mucho menor, y la mayoría de su tripulación era de origen británico y bajo la legislación británica contemplaba el delito de alta traición para los nativos de ese país que se alzaran contra la corona. La mayoría de los hombres dijo estar dispuesta a combatir, pero la resistencia fue insuficiente. Los británicos desembarcaron en la mañana del 3 de enero de 1833; primero izaron su bandera y luego arriaron la argentina. Dos días después Pinedo abandonó las islas a bordo de la Sarandí llevando consigo a un grupo relativamente numeroso de colonos rioplatenses.​

Sublevación
En las islas crecía el descontento entre los criollos, en su mayoría gauchos y charrúas. Se les había prohibido viajar a Buenos Aires, y el capataz Jean Simon, apoyado por el ex mayordomo de Vernet, Matthew Brisbane, y con la excusa de la ocupación británica, intentaba extenderles las ya pesadas tareas campestres, entre otros excesos de autoridad. Además seguían recibiendo por toda paga los vales firmados por el ex gobernador, que no eran ya aceptados por el nuevo responsable de almacenes, el irlandés William Dickson.
En desacuerdo con la nueva situación, un grupo de ocho rioplatenses se sublevó el 26 de agosto de 1833 bajo el liderazgo del gaucho entrerriano Antonio Rivero (apodado Antook por los ingleses). Ellos eran: Juan Brasido, José María Luna, Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre. Estos rebeldes estaban pobremente armados con facones, boleadoras y viejos mosquetes, en contraste con las pistolas y fusiles con los que contaban sus oponentes, por lo que decidieron actuar por sorpresa. Tras un breve enfrentamiento en el que fueron muertos Brisbane, Dickson, Simon y otros dos colonos: Ventura Pasos y Antonio Vehingar,​ los revoltosos tomaron la casa de la comandancia. Impidieron el izado de la bandera británica durante los siguientes cinco meses.124​ Según algunos relatos habrían izado el pabellón argentino.
Confinaron a las familias de los colonos criollos y británicos no sublevados en un islote, del cual fueron rescatados por el ballenero británico Hopeful. En octubre amarraron en Puerto Luis algunos barcos ingleses, cuyas tripulaciones no intentaron enfrentarse a los facciosos.
Dos meses después, el 9 de enero de 1834, arribaron a la isla Soledad dos naves del Reino Unido: la HMS Challenger, con el teniente Henry Smith a bordo, y la HMS Hopeful. Inmediatamente izaron la bandera británica. Smith asumió al día siguiente el título de oficial a cargo y ordenó la persecución de los sublevados: Luna fue el primero en rendirse. Los restantes, muy superados en número y armamento, optaron por retirarse al interior de la isla. Para comienzos de marzo la rebelión ya estaba controlada y el propio Rivero encarcelado.
Se les inició un proceso en el buque HMS Spartiate, de la estación naval británica de América del Sur. Por motivos no bien documentados el almirante británico no se atrevió a convalidar el fallo y ordenó que Rivero y los suyos fueran liberados en Montevideo, el tribunal se declaró incompetente debido a que los crímenes no habían tenido lugar en su jurisdicción, la cual excluía Escocia y las colonias británicas.


La Patagonia bajo la jurisdicción teórica del Virreinato del Río de la Plata, con los poblados fundados en sus costas.

La Patagonia bajo la jurisdicción teórica del Virreinato del Río de la Plata, con los poblados fundados en sus costas.



Gaspar de Vigodet
Gaspar de Vigodet
El 13 de febrero de 1811 por orden de Gaspar de Vigodet, gobernador de Montevideo (último bastión español en el Río de la Plata) el último comandante español en las isla Malvinas el segundo piloto real  Pablo Guillén Martínez evacuo la isla esto de debió a la invasión napoléonica en España y de la guerra de la Independencia Argentina.
La gobernación española terminó de esta manera con luego de 37 años de ocupación indiscutida, dejando también placas en el campanario de la capilla y en los edificios principales, en las que afirmaba su soberanía sobre las islas. 


Solicitud para cazar lobos marinos en Malvinas

Solicitud para cazar lobos marinos en Malvinas, efectuada por capitán Enrique Libanus Jones y otorgada por las autoridades de Buenos Aires (30 de enero de 1813).



Carta de José de San Martín de 1816, donde preguntó al Gobernador de la provincia de San Juan sobre los prisioneros de las Islas Malvinas para el Cruce de los Andes.

Carta de José de San Martín de 1816, donde preguntó al Gobernador de la provincia de San Juan sobre los prisioneros de las Islas Malvinas para el Cruce de los Andes.



caza de ballenas en malvinas en 1820

Hacia 1820 la caza ilegal de cetáceos en los mares insulares de las Provincias Unidas había alcanzado proporciones depredatorias y amenazaba la preservación del recurso. Grabado de A Collection of Voyages Round the World..., recuento de los viajes de James Cook (circa 1790).



Nombramiento de Jewett hecho por las Provincias Unidas.

Nombramiento de Jewett hecho por las Provincias Unidas.
David Jewett era coronel del ejército al servicio de la Marina Nacional Argentina, tal como figura en los archivos de su nombramiento por parte de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, actual Argentina, en 1820, este documento esta registrado en el Archivo General de la Nación Argentina



David Jewett
David Jewett
David Jewett fue un marino y corsario estadounidense nacionalizado argentino y luego brasileño, acusado de pirata1​2​3​ por sus depredaciones contra navíos estadounidenses y portugueses. Tuvo un importante rol en la historia del conflicto entre Gran Bretaña y la Argentina pues comandó la fragata Heroína que visitó las islas Malvinas en 1820, e izó por vez primera la bandera argentina en las islas.



Fragata Heroína pintada por Emilio Biggeri (1907-1977) y presente en el Museo Naval de la Nación, de Tigre
La fragata Heroína fue un buque de guerra que realizó campañas contra buques españoles durante la Guerra de la Independencia Argentina. Conforme a las normas de la época, utilizó patentes de corso emitidas por las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Su participación más destacada fue la toma de posesión de las Islas Malvinas, efectuada en nombre del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 6 de noviembre de 1820. La ceremonia, encabezada por el coronel de marina David Jewett, se llevó a cabo en Puerto Soledad, ante la presencia de numerosos barcos de distintas nacionalidades.




Nota publicada en el El Redactor de Cádiz con declaraciones de David Jewett publicadas por el diario español en agosto de 1821

Nota publicada en el El Redactor de Cádiz con declaraciones de David Jewett publicadas por el diario español en agosto de 1821.



Gaceta de Madrid sobre la Toma de posesión argentina de Malvinas

Nota publicada en la Gaceta de Madrid sobre la Toma de posesión argentina de Malvinas, esta noticia fue tomada de los Estados Unidos de la publicación por la Salem Gazette (Gazeta de Salem) del 12 de junio de 1821



La toma de posesión argentina de 1820 se conoció en el Reino Unido a través de los informes del célebre explorador británico James Weddell
La toma de posesión argentina de 1820 se conoció en el Reino Unido a través de los informes del célebre explorador británico James Weddell. La noticia también fue publicada en The Times el 3 de agosto de 1821.54​ El Reino Unido no protestó la ocupación argentina en 1820, ni realizó reserva de soberanía al firmar el (aún vigente) Tratado de amistad, comercio y navegación de 1825.
Imagen tomada de un documento publicado por la Embajada de Argentina en el Reino Unido. Está compuesta por el artículo y el logo del periódico británico The Times. El artículo (publicado por el Salem Gazette el 12 de junio) fue republicado por el diario The Times, el 3 de agosto de 1821. Se titula "The Capture of the Falkland Islands" y reporta como un "acto de soberanía" a una "circular" emitida en Puerto Soledad por David Jewett, en nombre del Supremo Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los elementos de esta imagen fueron extraídos de esta página del diario.


ataque del USS Lexington a Puerto Soledad
USS Lexington
El ataque del USS Lexington a Puerto Soledad, o incidente de la Lexington, tuvo lugar el 31 de diciembre de 1831, cuando Silas Duncan, capitán de la Armada de Estados Unidos, desembarcó en el establecimiento de Puerto Soledad, en las islas Malvinas, bajo administración de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual República Argentina. Luego de reducir a las autoridades, saqueó las dependencias oficiales y las viviendas particulares destruyendo de forma irreparable la colonia de Luis Vernet,​ violando la soberanía argentina al aplicar por primera vez la Doctrina Monroe. El incidente de la Lexington cobró gran importancia histórica porque el proceso culminó con la ocupación británica de las islas, luego del ataque, desde 1832 hasta 1843, ambas naciones no mantendrían embajadores formales ni relaciones diplomáticas oficiales.​


Mapa de la isla Soledad confeccionado por Vernet entre 1826 y 1829.
Mapa de la isla Soledad confeccionado por Vernet entre 1826 y 1829.
Plano de la isla Oriental de Malvinas, levantado el 10 de junio de 1829 por Don Luis Vernet sobre los reconocimientos que practicó entre los años de 1826, 27 y 28, reducido a punto pequeño de ocho millas por cada pulgada.



Luis Vernet retrato de su hija Luisa Vernet de Lloveras
Luis Vernet retrato pintado por su nieta Luisa Vernet de Lloveras de Lavalle
Luis Elías Vernet fue el primer gobernador-comandante argentino de las Islas Malvinas y adyacentes al cabo de Hornos en el océano Atlántico, antes de la invasión y colonización de la misma por parte del Imperio británico. Previo a su designación como comandante, Vernet fue un hábil comerciante con intereses puestos en la prosperidad del archipiélago de Malvinas, donde invirtió y perdió toda su fortuna.




Otro mapa de la isla Soledad hecho por Vernet
Otro mapa de la isla Soledad hecho por Vernet ya como gobernador en 1829 y conservado en la Cancillería Argentina. Se ven las divisiones de tierras, incluyendo las de Pachecho y "terrenos del Estado", además de la ubicación de estancias y poblados, incluyendo "Rosas" y "Dorrego". Lafonia aparece como Península de María y en sus cercanías aparece el Rincón de San Martín. La toponimia mezcla el español (en la isla) con el inglés (en islas menores y entradas de agua).




Puerto Soledad en 1829
Puerto Soledad en 1829
Óleo de Luisa Vernet Lavalle de Llovera. Puerto Soledad, Malvinas. 1829. Museo Histórico Nacional, Buenos Aires. Actualmente en el Museo Malvinas, Núñez, Buenos Aires, Argentina.


Goleta Sarandí en Malvinas
Goleta Sarandí en Malvinas
El 23 de septiembre de 1832, partió la Sarandí al mando de José María Pinedo rumbo a las Islas Malvinas y quince días después estaba en Puerto Soledad. Transportaba al nuevo gobernador Sargento Mayor José Francisco Mestivier, con 50 soldados. El 30 de noviembre el gobernador Mestivier debió hacer frente a una sublevación que le costó la vida. Pinedo pudo poner fin al levantamiento y encarcelar a los cabecillas. El 2 de enero de 1833 se hizo presente en Puerto Soledad la corbeta inglesa HMS Clio, comandada por el capitán John James Onslow.
Pinedo envió a dos de sus oficiales a la Clio. Onslow los acompañó personalmente a la Sarandí donde transmitió al comandante argentino sus instrucciones, tomar el control de las islas, y le dio veinticuatro horas para arriar la bandera argentina y proceder a la evacuación. Pinedo protestó a lo que Onslow simplemente respondió que le enviaría sus instrucciones por escrito.
El jefe de la Sarandí consideró que toda resistencia sería vana y se limitó a dejar al colono Juan Simón como comandante provisional. El pabellón argentino fue arriado por un oficial inglés que lo hizo llegar a la Sarandí, donde Pinedo había ya embarcado todas sus fuerzas. Dos días después la Sarandí abandonó las islas, llevándose a los soldados argentinos, los convictos de la colonia penal de San Carlos y algunos, pero no la totalidad, de los pocos colonos argentinos que aún quedaban en las islas. Arribó a Buenos Aires el 15 de enero de 1834,







corbeta HMS Clio
Corbeta HMS Clio
La corbeta HMS Clio fue un buque de guerra británico de la clase Cruizer que protagonizó la usurpación británica de las Islas Malvinas en 1833 mediante un acto de fuerza ilegítimo la Clio contaba con 18 cañones mientras que la goleta Sarandí contaba con solo 8 cañones.El 2 de enero de 1833 se presentó en las islas. El comandante argentino José María Pinedo, al mando de la goleta de 9 cañones​ Sarandí envió a dos de sus oficiales a la Clio para conocer sus intenciones. El comandante John James Onslow por toda respuesta acompañó personalmente a los oficiales argentinos a su buque, donde transmitió a Pinedo sus instrucciones, esto es, tomar el control de las islas, y le dio veinticuatro horas para arriar la bandera argentina y proceder a la evacuación. Pinedo protestó a lo que Onslow simplemente respondió que le enviaría sus instrucciones por escrito.


Las Malvinas en posesión británica (enero 1833-abril 1982)

Unos días más tarde, y sin más instrucciones por cumplir, también Onslow abandonó el archipiélago el 14 de enero rumbo a la costa del Brasil dejando una mínima guarnición, a cargo de un teniente de apellido Lowe, junto con los pocos colonos argentinos al mando de Simon. El 3 de marzo Brisbane se hizo cargo de las islas, como administrador interino del asentamiento. Onslow no tomó medidas con respecto a la administración de las islas, aunque le dio al almacenero de la colonia (Dickson, de origen irlandés, y asesinado posteriormente) una bandera británica y 25 brazas de cuerda para izarla todos los domingos y ante la llegada de algún barco. Onslow quedó al frente del escuadrón del Atlántico Sur hasta el 17 de junio. La poca población quedó en el mayor desamparo y anarquía. El HMS Tyne, de 28 cañones,​ pasó brevemente por Puerto Soledad días después de la partida de la Clio, el 15 de enero.El 9 de enero de 1834, el HMS Challenger llevó a las islas al primer gobernador inglés, Henry Smith, un oficial de la Armada.
Al volver al Río de la Plata, la Sarandí fue observada por los estadounidenses, mientras el USS Lexington se preparaba para zarpar a las Malvinas para proteger los intereses estadounidenses.

Henry Smith centró sus esfuerzos en restaurar el establecimiento de Port Louis, al que renombró Anson's Harbour. Fue sucedido por los tenientes Robert Lowcay en abril de 1838 y John Tyssen en diciembre de ese mismo año. Estas autoridades negaron a Vernet sus reiteradas solicitudes para volver a asentarse en las instalaciones de las que era dueño, con el argumento de que se trataba de un "intruso". Finalmente, tras una visita a Londres, obtuvo una escasa compensación monetaria por la pérdida de sus caballos, pero se le negó una ampliación de la indemnización por los demás daños.

Protestas diplomáticas argentinas
Inmediatamente luego de la invasión británica se estableció entre ambas naciones un patrón de argumentaciones diplomáticas que se extendería casi sin variaciones hasta el siglo XXI. El 17 de junio de 1833 Manuel Moreno, enviado argentino ante el gobierno del Reino Unido, presentó la protesta formal en un largo documento escrito en inglés y en francés. La Protesta, como generalmente se conoce al texto, repetía en su substancia los fundamentos ya enunciados en el decreto de nombramiento de Vernet: dado que la innegable soberanía española sobre las islas había cesado debido a la independencia de sus territorios en América, las Provincias Unidas del Río de la Plata, como nueva nación independiente y reconocida por Gran Bretaña y otros estados, la había sucedido en los derechos sobre la jurisdicción de los mares del sur. Gran Bretaña, por lo tanto, quedaba excluida del asunto, y no tenía derecho a reclamo alguno.​

La respuesta británica llegó seis meses más tarde, pero  el gobierno argentino calificó la respuesta de Palmerston como insatisfactoria, por lo que Moreno volvió a protestar el 29 de diciembre, sin obtener respuesta del Foreign Office.​
La política exterior de Juan Manuel de Rosas, en aquellos años a cargo del poder ejecutivo, era proclive a restaurar relaciones de amistad. En 1838 Moreno fue despachado nuevamente a Londres con el fin de tantear los ánimos sobre la eventual e hipotética posibilidad de ceder los derechos argentinos sobre las Malvinas con la condición de que la deuda remanente del préstamo de la Baring Brothers de 1824 fuera cancelada por el gobierno británico. La gestión tuvo resultado negativo.​ Asimismo, y a pesar de la oficial interrupción de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, recurrió en 1839 al ministro plenipotenciario en Washington, Carlos María de Alvear, quien mantuvo una entrevista de carácter especial con el secretario de Estado John Forsyth: el gobierno norteamericano se mantenía ajeno a la cuestión de soberanía, limitándose a apoyar la actuación de la Lexington, pero "sin que ello hubiera tenido la menor intención ni el deseo de hacer el más mínimo ultraje al gobierno ni a la Nación Argentina".

Nuevo poblamiento
En 1839 un mercader británico llamado G. T. Whittington fundó la Falkland Islands Commercial Fishery and Agricultural Association y comenzó a ejercer presión sobre el gobierno de Su Majestad a fin de obtener permisos de explotación en las islas. Presentó ante las autoridades inglesas una petición firmada por un centenar de comerciantes londinenses, en la que demandaba que se discutiera en forma pública el futuro económico del archipiélago. En abril de 1840 escribió al secretario colonial, lord Rusell, proponiendo a su compañía como pionera de una eventual colonia. En octubre de ese año, sin que tuviera noticias del gobierno sobre el estado de su petición, Whittington despachó a su hermano con dos barcos que llevaban colonos y materiales. Arribaron a Puerto Luis en enero del año siguiente. J. B. Whittington exigió que se le otorgaran las tierras que su hermano alegaba haber comprado de Vernet. Tyssen, por entonces la máxima autoridad, respondió que no había recibido instrucciones de Londres sobre el particular, pero no pudo impedir que los pioneros se asentaran. Whittington lo hizo en Puerto Luis, donde construyó una casa de nueve habitaciones y estableció un saladero de pescado en el mismo lugar donde Vernet había instalado el suyo.
En octubre de 1841 arribó el primer gobernador de las islas, el teniente Richard Clement Moody, a bordo de la HMS Hebe. Viajaban con él doce mineros y sus familias, dispuestos a asentarse en Malvinas; la colonia de Anson's Harbour contaba ya con unas cincuenta personas.
Un año después lord Edward Smith Stanley, secretario colonial de Estado, instruyó a Moody para que investigara el potencial del área del actual Puerto Williams como lugar de asentamiento humano. El gobernador asignó la tarea al capitán James Clark Ross, líder de la famosa expedición antártica. En 1843 Ross elevó un informe en el que sostenía que, en efecto, Puerto Williams podría funcionar como base para naves de gran calado, y que las costas desde el actual Puerto Jackson hacia el sur eran adecuadas para la construcción de caseríos, debido a su ubicación protegida de los vientos, disponibilidad de agua dulce y abundancia de turba.
Los trabajos comenzaron en julio de 1843; el 18 de ese mes el gobernador Moody bautizó el poblado como Puerto Stanley. En 1845 se establecieron los principales órganos de gobierno colonial: el Consejo Legislativo y el Consejo Ejecutivo; tres años después se asignaron los cargos administrativos correspondientes. Para 1846 ya estaban construidas unas treinta casas prefabricadas de madera para 164 residentes, junto con una carpintería y una herrería.
La mayoría de los colonos se trasladaron al nuevo puerto, que creció rápidamente hasta alcanzar los 200 habitantes en 1849. Ese mismo año arribaron treinta familias para distribuirse entre la guarnición permanente y el destacamento policial. Reemplazaron a los mineros y zapadores que habían servido como fuerzas de orden desde 1842 a 1849. A fines de ampliar el cuerpo de policía, en 1857 se reclutaron varios civiles, y al año siguiente la guarnición fue reforzada con un grupo de 35 marines, formando la Falkland Islands Garrison Company, que continuó expandiéndose con sucesivos envíos de personal desde la metrópoli.

Incidente con Estados Unidos
En 1853, el gobernador del archipiélago se quejó a sus superiores por la continua depredación cometida por los barcos balleneros y foqueros —especialmente estadounidenses— en las inmediaciones de las islas. El gobierno británico advirtió al norteamericano que no toleraría un comportamiento semejante, y envió fuerzas navales a las islas para asegurar un control efectivo. En mayo de 1854, en un confuso episodio, el buque de guerra británico HMS Express capturó a dos balleneros, acusándolos de la matanza de cerdos y focas de los criaderos del gobierno de las islas.

El comandante estadounidense William F. Lynch, al mando de la corbeta USS Germantown, que se hallaba fondeada en Puerto Stanley, presionó para que se liberara a los buques y tripulaciones apresadas, amenazando con oponer lucha armada. Según una versión de los hechos, Lynch argumentó que los ingleses no tenían derecho a fiscalizar las aguas malvinenses pues preexistía un reclamo argentino.
Las autoridades británicas accedieron a negociar, aunque de todas formas los capitanes de los balleneros acusados fueron juzgados y multados por su accionar. Los Estados Unidos protestaron en favor de su derecho "adquirido" a pescar en aquellas aguas. En el texto del reclamo, William L. Marcy, entonces secretario de Estado norteamericano, dudó públicamente de la legalidad de la soberanía inglesa al afirmar que su país no había "concedido" derechos a Gran Bretaña. La respuesta británica afirmaba que sus derechos no eran discutibles, y que se atribuía el garantizarlos mediante uso de la fuerza. El conflicto fue finalmente resuelto por la vía diplomática.

Continúa el crecimiento económico
En 1861 se emitió un acta de ampliación del alcance del plan de fomento agroganadero, que otorgaba a los colonos la habilitación para tareas de pastoreo durante un año en un lote indiviso de 2400 ha, con la condición de que construyeran viviendas y proveyeran un cierto número de cabezas de ganado. El terreno podía ser arrendado durante un plazo renovable de diez años. Esta legislación tuvo un profundo impacto en el modelado de la principal actividad económica de las islas hasta nuestros días
La colonización de la Isla Gran Malvina comenzó en 1867, y ya para 1869 la totalidad de su territorio había sido otorgado a ocho colonos, que arribaron con su ganado, caballos, herramientas, materiales de construcción, etc. Los gauchos rioplatenses fueron reemplazados por escoceses

Nuevos reclamos argentinos
Para 1884 ya habían pasado 35 años desde la última protesta argentina formal, y el tema de la soberanía solo había asumido un papel secundario en el ámbito bilateral.
La presidencia de Julio A. Roca vigorizó la acción diplomática, buscando dirimir la cuestión por intermedio de un arbitraje. El ministro de relaciones exteriores, Francisco J. Ortiz informó el 30 de mayo al representante de la corona en Buenos Aires que su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el asunto, mecanismo que Gran Bretaña había fomentado asiduamente en el pasado reciente y que, según esperaban las autoridades argentinas, no dudaría en aplicar en este caso. El gobierno del Reino Unido respondió con una rotunda negativa.
El 15 de diciembre de 1884 el Instituto Geográfico Militar publicó un mapa de la República Argentina que incluía a las Malvinas, lo que provocó preocupación en la embajada del Reino Unido en Buenos Aires.​ Ante la firme inquisitoria del cónsul Edmund Monson sobre la oficialidad del mapa, la cancillería argentina respondió con evasivas y declaraciones de amistad, lo que fue sumariamente contestado por Monson con una protesta formal, efectivizada el 31 de diciembre.
La invitación a un arbitraje fue repetida al año siguiente, adjuntando una protesta formal en el mismo trámite.​ Durante los tres años siguientes le sucedió un intenso intercambio de correspondencia diplomática, en el que invariablemente Gran Bretaña se limitaba a calificar el asunto como "cerrado", a lo cual Argentina respondía reiterando los argumentos jurídicos expuestos.
Ya durante la presidencia de Miguel Juárez Celman, el ministro de relaciones exteriores Norberto Quirno Costa presentó una nueva carta de protesta al enviado británico en la que repetía la posición argentina:

(...) hoy, como antes, el gobierno argentino mantiene su protesta respecto a la ilegítima ocupación de las Islas Malvinas, que no abandona ni abandonará jamás sus derechos a esos territorios y que en todo tiempo, hasta que le sea hecho justicia, los considerará parte integrante, en la prioridad del descubrimiento, de la ocupación, de la posesión iniciada y ejercida en el reconocimiento tácito y explícito y en la adquisición por tratado de estos últimos que pertenecían a la España.

El representante británico, respondió diciendo que los derechos de la corona no eran discutibles.​ El intercambio epistolar continuó durante el mes de abril, en el que Argentina calificaba el proceder británico como "despojo" e insistía con su propuesta de arbitraje, pese a lo cual no consiguió ninguna respuesta favorable. Desde 1888 y hasta al menos 1913, la publicación de mapas oficiales argentinos que incluían a las islas Malvinas como parte del territorio nacional siguió inquietando a las autoridades británicas, pese a lo cual no hubo ninguna reacción oficial al respecto.​ Durante todo este período el tema de la soberanía volvió a pasar al segundo plano de la agenda bilateral.

Juan Ramón Balcarce

Juan Ramón Balcarce fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires por segunda vez por la legislatura, el 12 de diciembre de 1832 y el 17 de diciembre el saliente gobernador provincial, Rosas, le entregó el mando apenas comenzaba el año siguiente el 2 de enero de 1833 el capitán británico Onslow a cargo de la HMS Clio desconoció la soberanía argentina sobre las islas y obligo a las autoridades argentinas a abandonar las islas en e término de 24 horas.



Lord Palmerston

Lord Palmerston
El ministro de relaciones exteriores británico fue entre 1930 y 1841 lord Palmerston y era de una política militar activa de intervención militar entonces ante esa política exterior contesto por carta que el gobierno británico reiteraba la no extinción de los derechos anglosajones sobre las islas, fundamentados en el restablecimiento del asentamiento de Port Egmont en 1771. Alegaba que el posterior abandono de la base se había debido a cuestiones "de austeridad" y no de renunciamiento, como "atestiguaba" la placa de plomo oportunamente fijada por los marinos ingleses al retirarse.​ El gobierno argentino calificó la respuesta de Palmerston como insatisfactoria, por lo que Moreno volvió a protestar el 29 de diciembre, sin obtener respuesta del Foreign Office.​ 



Manuel Moreno
Manuel Moreno
Manuel Moreno, era hermano del vocal de la primera Junta se mudó a Inglaterra y Juan Manuel de Rosas lo nombró ministro plenipotenciario en 1832, durante su estadia en Londres escribió muchas quejas formales sobre la ocupación británica de las Islas Malvinas después de 1833, que fueron rechazadas por el gobierno británico. 


Richard Moody

Richard Moody
Richard Moody fue nombrado en 1841 teniente de gobernador de las Islas Malvinas, en litigio con Argentina. Moody escribió un informe sobre las islas que le valió un poco de atención y en 1843 fue nombrado gobernador y comandante en jefe de las islas. En 1843 decidió trasladar la capital de las islas desde Puerto Soledad al caserío de Port Jackson, denominándola Port Stanley. El cambio se realizó pues se consideraba que la bahía de Stanley tenía una mayor profundidad de anclaje para los buques. Para ello, Moody había decidido reclutar al capitán James Clark Ross y a Francis Moria Crozier para encontrar el sitio indicado.
El asentamiento fue comenzado a construir por los británicos en 1843, pasando a ser capital administrativa en 1845. Ese mismo año, se comenzó con la construcción de la casa del gobernador, abriendo en 1847.El nombro la nueva capital Port Stanley en conmemoración de Lord Stanley que tenia el importante puesto en el gobierno ingles como Secretario de Estado para la Guerra y las Colonias.



Incidente con Estados Unidos de 1853
Incidente con Estados Unidos
En 1853, el gobernador del archipiélago se quejó a sus superiores por la continua depredación cometida por los barcos balleneros y foqueros estadounidenses en las inmediaciones de las islas, en el dibujo se ve una
litografía coloreada a mano de balleneros de la Nueva Inglaterra del siglo XIX cazando una ballena franca en la zona del atlantico sur.


Julio Argentino Roca
Julio Argentino Roca
Durante el gobierno de Julio Argentino Roca las relaciones con Gran Bretaña, excelentes durante toda su presidencia, alentaron a Roca a reiniciar los reclamos argentinos por la soberanía sobre las islas Malvinas,​ que habían sido iniciadas en la época de Juan Manuel de Rosas, pero no habían sido formalmente reclamadas por ningún gobierno de la época de la Organización Nacional, por orden del presidente Roca, el ministro Ortiz informó al representante del Reino Unido en Buenos Aires que su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el asunto. Pese a que ese mecanismo había sido fomentado por Gran Bretaña en distintos conflictos entre naciones sudamericanas, el intento fue rechazado de modo rotundo.






Norberto Quirno Costa

Norberto Quirno Costa
Norberto Quirno Costa como ministro de relaciones exteriores del presidente Juarez Célman presentó el 20 de enero de 1888 presentó una nueva  nota de protesta dirigida al encargado de negocios británico en Buenos Aires, acerca de la disputa de soberanía de las islas Malvinas. El representante británico, respondió diciendo que los derechos de la corona no eran discutibles.​ El intercambio epistolar continuó durante el mes de abril, en el que Argentina calificaba el proceder británico como "despojo" e insistía con su propuesta de arbitraje, pese a lo cual no consiguió ninguna respuesta favorable.



Acciones expansionistas
El 21 de julio de 1908 la corona británica emitió una Carta Patente que unilateralmente anexaba las islas Georgias, las Orcadas, las Shetland, las Sandwich y la Tierra de Graham a la colonia de las islas Malvinas.
El documento incluía entre las pretensiones territoriales de la corona a parte de la Patagonia (la totalidad de Tierra del Fuego, parte de la provincia argentina de Santa Cruz y de la región chilena de Magallanes.
El gobierno británico nunca intentó explicar este grueso error, que no fue enmendado en los papeles sino hasta nueve años después, el 28 de marzo de 1917, por una nueva Carta Patente Real que rectificó a la anterior. La mayoría de los estudiosos ve en ello un solapado intento de expandir aún más las fronteras del imperio a costa de las naciones sudamericanas. Sorpresivamente, no hubo respuesta de los gobiernos argentino ni chileno ante esa absurda pretensión. Por ejemplo, el canciller (y futuro presidente de la Argentina) Victorino de la Plaza supuestamente se limitó a requerir a los ingleses información del nuevo trazado y sólo habría dado un acuse de recibo. Esta afirmación ha sido relativizada: no existe copia del documento en los archivos argentinos; los británicos sostienen que conservan la suya, aunque no ha sido hecha pública hasta el presente.
Varios investigadores coinciden en resaltar la indolencia de las autoridades argentinas ante los avances británicos de este período no sólo sobre los archipiélagos, sino sobre territorios continentales sobre los que Argentina ejercía plena y pacífica soberanía.
En 1908 el embajador italiano en Buenos Aires informó a la cancillería que la Convención Postal de Roma había incluido a las Malvinas entre las colonias británicas, lo que provocó una airada protesta argentina, que fue cursada hacia el gobierno de Italia.​ Debido a que el canciller Victorino de la Plaza no extendió dicho reclamo a Gran Bretaña, los ingleses desconocen la actuación de 1908, y argumentan que durante 40 años (entre 1888 y 1928) Argentina no elevó protestas formales por la situación del archipiélago.

Giro en la argumentación británica
En 1910 la Argentina cumplió cien años de vida, en un contexto de gran prosperidad económica. El país obtenía influencia creciente en los organismos internacionales, en donde era visto con respeto debido a su éxito político y financiero. El continuo aumento del protagonismo argentino en dichos foros repercutía directamente en la fuerza de sus argumentos jurídicos e históricos respecto al tema de Malvinas, y en una capacidad mayor para ejercer presión a fin de lograr la satisfacción de sus reclamos. Esto comenzó a gestar una incomodidad manifiesta en vastos sectores de la política anglosajona, que empezaron a expresar dudas acerca de la validez de las pretensiones británicas al archipiélago. Se temía que la invasión de 1833, ante los ojos del nuevo siglo que comenzaba, pudiera ser vista como injustificada y que los títulos derivados de la conquista militar no fueran ya valederos. Se percibía entonces la necesidad de un cambio de estrategia que diera un nuevo soporte a la aspiración territorial.​ Así, se buscó refugio en la tesis de que luego de casi cien años ininterrumpidos, el dominio de las islas se habría transformado desde una naturaleza de facto a una de jure; en otras palabras, se echó mano al concepto de "prescripción adquisitiva".
Desde 1910 hasta 1936 fueron emitidos por el Foreign Office nueve documentos de circulación reservada que sostenían la debilidad de los derechos británicos, finalmente, a fines de agosto de 1936, el embajador británico en Buenos Aires recibió un documento confidencial en el que Anthony Eden, ministro de relaciones exteriores de Gran Bretaña enunciaba los nuevos argumentos a esgrimir:

  • Al abandonar España las islas en 1811, estas quedaron vacías.
  • Las islas eran res nullius en 1833; si esto no era verdadero, entonces
  • Gran Bretaña había adquirido el título por prescripción, dada su ocupación centenaria del archipiélago.
  • La Argentina no tenía poder militar suficiente como para hacer valer sus reclamos.

En última instancia, pues, el desequilibrio en la relación de fuerzas a favor del Reino Unido constituía el anclaje de una política colonial cuya legalidad estaba en duda.

Primera Guerra Mundial
Las islas jugaron un papel relativamente importante durante la Primera Guerra Mundial, gracias al establecimiento de una guarnición en las proximidades de Puerto Stanley, que fue visitada regularmente por naves de guerra de las Potencias Centrales. El 8 de diciembre de 1914 se libró una batalla marítima en las costas occidentales del archipiélago, en la cual una flotilla británica muy superior en número y armamento, al mando del almirante Doveton Sturdee y originalmente atracada en Puerto Stanley, derrotó a una escuadra alemana comandada por el almirante Maximilian von Spee, logrando una decisiva victoria que tuvo como efecto la eliminación del poder naval germano en el hemisferio sur. Este episodio pasó a la historia como la Batalla de las Islas Malvinas
La batalla de las islas Malvinas fue un combate naval librado el 8 de diciembre de 1914, a principios de la Primera Guerra Mundial, entre la escuadra alemana victoriosa en la anterior batalla de Coronel, frente a las costas de Chile, y una escuadra británica fondeada en Puerto Stanley, (también conocido como Puerto Argentino) en las islas Malvinas. El combate terminó con victoria británica y, destruida la flota alemana y muerto su mejor comandante: el conde Maximilian von Spee, el resultado decantó la campaña de ultramar del lado de los Aliados.
Las consecuencias del enfrentamiento evidenciaron el gran valor estratégico de las islas para el control de la ruta entre al Atlántico y el Pacífico a través del extremo sur del continente.

Problemas con sellos postales

El gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear decidió, a partir de 1922, rechazar la correspondencia postal, telefónica y telegráfica desde y hacia Malvinas con el fin de añadir presión concreta al reclamo diplomático. El gobierno de las islas intentó paliar la acción argentina mediante la contratación de vapores montevideanos, y la protesta británica no tardó en llegar. Buenos Aires respondió alegando que la medida no era oficial, sino que se trataba de iniciativas de funcionarios individuales. En todo caso, para marzo de 1928 las comunicaciones con las islas estaban plenamente restablecidas, hecha la aclaración que la reanudación del servicio de ninguna manera implicaba una renuncia a los derechos argentinos.
A cambio, Alvear reanudó su reclamo ante la Unión Postal Universal, confirmando su reclamo sobre las Islas Malvinas, las Orcadas del Sur y las Georgias del Sur como parte integral del territorio de la República:

(...) cumple a esta Cancillería manifestar que si bien es exacto que desde 1833 esas islas han estado bajo ocupación británica, no lo es menos que desde esa fecha y en diversas oportunidades el Gobierno Argentino ha protestado por dicha ocupación y por el acto originario que la determinó.​

En 1933 el correo británico emitió una serie de estampillas conmemorativas de la invasión de un siglo antes. El gobierno argentino reaccionó con dureza, e instruyó a los funcionarios del Correo Argentino para que consideraran a toda correspondencia que arribara al país con las citadas estampillas como "carente de franqueo", por lo que su destinatario pagaría, en consecuencia, la multa establecida por la ley ordinaria.
Ante esta reacción, el gobierno de Su Majestad se limitó a a hacer una presentación ante la Unión Postal Universal, en la que sostenía que el gobierno argentino violaba las convenciones de la organización, puesto que las islas se hallaban bajo administración británica. No hubo ninguna otra reacción pública, aunque en privado el Foreign Office recriminó a la administración colonial por su imprudente proceder, exigiendo ser informado antes de cualquier otro accionar concerniente al servicio postal de las Malvinas.

Conmemoración británica de la ocupación
Para conmemorar el centenario de la ocupación de las Malvinas, en 1933 el Royal Mail (correo británico) emitió unas estampillas conmemorativas de las islas, en una de las cuales mostraba un mapa de las islas con sus nombres ingleses. Ante esta situación el Correo Argentino reaccionó duramente y decidió, luego de consultar con los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior, declarar que "toda correspondencia que llegase al país ostentando tales estampillas, sería considerada como carente de franqueo, y su destinatario pagaría, en consecuencia, la multa establecida por las disposiciones legales vigentes". Un funcionario del Foreign Office informó que el asunto de las estampillas había generado "un considerable e infortunado comentario en Argentina, que considera el hecho como un acto provocativo y que no puede ser ignorado". Desde la Oficina Postal General de Gran Bretaña, la respuesta a las acciones argentinas se limitó a una presentación ante la Unión Postal Universal. En ella se sostenía que las Islas Falkland se hallaban bajo administración de ese país y que la acción del gobierno argentino era una ruptura en la convención. 
Públicamente, la actitud del gobierno británico fue la de ignorar las protestas: "es mejor dejar pasar esto sin protestar en ningún ámbito, dado que los casos de no reconocimiento [del franqueo] no parecen ser numerosos". Sin embargo internamente, el asunto tuvo consecuencias intradepartamentales. El Foreign Office se enojó con el Colonial Office y con el gobernador de las islas, dado que, según el primero, el asunto habría podido evitarse si se lo hubiera consultado antes de emitir los sellos. De ahora en adelante, los funcionarios del Foreign Office solicitaron ser informados con anticipación sobre cualquier plan de emisión de estampillas relacionado con las Falkland y, en consecuencia, con la Argentina. Gran Bretaña no volvería a emitir estampillas con el mapa de las islas hasta 1977.

Respuesta Argentina a las estampillas de 1933
En esta disputa filatélica con el reino unido fue continuado por la Argentina en 1936, bajo la presidencia de Agustín P. Justo, la Dirección de Correos emitió sellos postales donde las Islas Malvinas figuraban como parte del territorio nacional.
Ello puso en movimiento a la administración británica. El Colonial Office pidió instrucciones al Foreign Office. Los británicos optaron por no confrontar públicamente con el gobierno argentino y tomaron un curso indirecto, una protesta informal a través de una charla amistosa. Así, miembros de la embajada en Buenos Aires se entrevistaron con el subsecretario de Estado argentino, Ibarra García. Sin embargo, el asunto tomó estado público cuando en febrero de 1936, el parlamentario lord Apsley interrogó ante los Comunes al secretario de Estado para asuntos extranjeros sobre qué pasos había dado el gobierno británico para objetar las estampillas que mostraban a las Falkland como "propiedad argentina". Para elaborar una respuesta, el Foreign Office solicitó un informe al asesor legal del Ministerio, G. H. Fitzmaurice, quien con fecha 6 de febrero presentó un memorándum ante el parlamento británico. El asunto tomó estado público en la Cámara de los Comunes, cuando en medio de un debate el parlamentario lord Apsley inquirió al subsecretario de Asuntos Extranjeros, Anthony Eden, sobre la situación. La respuesta de Eden fue:

El gobierno de Su Majestad no puede admitir tal reclamo a las Islas, que son territorio británico (...) pero se ha instruido al embajador de Su Majestad en Buenos Aires que llame una vez más la atención del gobierno argentino al hecho de que nada provechoso se puede conseguir con acciones tales como la emisión de la estampilla en cuestión, que sólo puede ser perjudicial para las buenas relaciones entre los dos países.

Como consecuencia del discurso parlamentario, la Dirección General de Correos de la Argentina informó en  una réplica del gobierno argentino, encabezado por Agustín P. Justo en una nota del 22 de abril de 1936 que no estaba en sus planes retirar de circulación las controvertidas estampillas, pues, de hacerlo, podría generar la equivocada creencia de que el país había abandonado sus reclamos por las Malvinas. Al año siguiente, las estampillas fueron reeditadas. A pesar de que algunos sectores de la política interna inglesa pretendían una reacción más fuerte de su gobierno, primó el criterio del Foreign Office de evitar darle mayor atención al tema, por precaución ante una eventual reacción argentina. Inglaterra no volvería a imprimir estampillas con la temática malvinense sino hasta 1977.

Segunda Guerra Mundial

El inicio de la Segunda Guerra Mundial produjo una mayor flexibilización de la hasta entonces adamantina postura británica. El gobierno argentino intentó aprovechar esta coyuntura en las asambleas internacionales, en las que denunció reiteradamente la ocupación anglosajona. Estados Unidos intentaba concertar una política hemisférica común, que Argentina vio como una oportunidad para encolumnar al bloque americano tras su postura reivindicativa; en la Primera Reunión de Consulta de cancilleres americanos emitió una proclama en la que afirmaba:

(...) dentro de las aguas adyacentes al continente americano, en la extensión territorial de costas correspondientes a la República Argentina en la zona que delimita como libre de todo acto hostil no reconoce la existencia de colonias o posesiones de países europeos [y agrega] que especialmente reserva y mantiene intactos los legítimos títulos y derechos de la República Argentina a islas como las Malvinas, como así a cualquier otras tierras argentinas que resultaren ubicadas dentro o más allá de la línea.

En la Segunda Reunión, en junio de 1940, Argentina reiteró su exigencia. En ese año el Foreign Office redactó un documento titulado "Proposed offer by His Majesty's Government to reunite Falkland Islands with Argentina and acceptance of lease", en el que planteaba la posibilidad de llegar a un acuerdo de dominio compartido. Lamentablemente los detalles permanecen en la oscuridad.
Durante la semana siguiente al 13 de diciembre de 1939 las islas tuvieron un pequeño rol en la guerra cuando una escuadra de tres cruceros británicos comandada por el comodoro Henry Hardwood enfrentó al acorazado de bolsillo alemán Admiral Graf von Spee a cargo del almirante Hans Langsdorff, en la que después sería llamada Batalla del Río de la Plata. El único refuerzo británico en el sector, el HMS Cumberland, que se encontraba aprovisionándose en las islas, debió partir a toda marcha en un viaje de día y medio de duración a fin de unirse a las fuerzas de ataque. A las pocas horas de lucha el crucero pesado HMS Exeter, tremendamente dañado, debió dirigirse a las Malvinas para ser reparado de emergencia.

Naciones Unidas: primera etapa
Después de finalizada la guerra, la preponderancia de Gran Bretaña como potencia central menguó notablemente, lo que derivó en una lenta escalada de la conflictividad por el tema de la soberanía, a medida que los lazos económicos entre ambos países se iban debilitando y crecía la independencia mutua.

El Reino Unido diseñó la bandera colonial de las Islas Malvinas en 1948, siguiendo la enseña azul tradicionalmente aplicada a sus símbolos coloniales.
A partir de la creación de la ONU y hasta 1965 los esfuerzos diplomáticos argentinos estuvieron centrados en el ámbito de esa institución internacional, aunque en el medio exclusivamente uni- y bilateral sucedieron algunos hechos de importancia:

  • Con Juan Domingo Perón como presidente, la Cámara de Diputados de la Nación Argentina aprobó por unanimidad el 5 de julio de 1946 un proyecto para someter la discusión por el conflicto de soberanía al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta acción trasladó definitivamente el eje del debate desde una agenda exclusivamente binacional al ambiente colegiado de la comunidad de naciones.
  • Por medio del Decreto N° 17040 del 9 de junio de 1948 fue creada la División Antártida y Malvinas bajo dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Su función era entender en todo lo relacionado con la defensa de los derechos jurídicos argentinos sobre la Antártida Argentina, las Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. El año anterior se había creado la Subcomisión Islas Malvinas e Islas Georgias del Sur, encargada de recopilar y estudiar los antecedentes que existían en el país acerca de dichos territorios insulares, con la principal tarea de preparar una obra de carácter oficial sobre los derechos argentinos en esas islas.
  • En 1948 Gran Bretaña inscribió en la ONU a las Malvinas como un «territorio no autogobernado».
  • A finales de 1950 el Congreso Nacional Argentino declaró formalmente a las islas Malvinas como «posesión argentina».
  • El 21 de diciembre de 1950, una Ordenanza Real extendió los límites de la soberanía británica sobre el archipiélago, para incluir la plataforma submarina, el fondo marino y el subsuelo contiguo a las islas, llevando el área a unos 85 000 km².
  • El 4 de mayo de 1955, el Ministro de Relaciones Exteriores entregó al embajador británico en Buenos Aires la contestación a la propuesta británica del 21 de diciembre de 1954, para someter la cuestión a un tribunal de arbitraje, externo a la ONU. En dicha contestación, al ocuparse del valor legal de las famosas Cartas Patentes de 1908 y 1917, esgrimidas con monótoma insistencia por Gran Bretaña, juzgándolas a título de instrumento probatorio de soberanía, como:

(...) actos o medidas totalmente ineficaces, dado su carácter de documento unilateral inofensivo, huérfano hasta de un repudio por parte del Ejecutivo Argentino. Las islas Malvinas, así como las tierras que se encuentran en nuestro sector antártico son argentinas, al igual que las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur.

Incidentes en territorios dependientes
A fines de 1947 una escuadra de la Armada Argentina inició maniobras en las aguas próximas a Malvinas, que incluyeron desembarcos de personal y equipamiento en varias islas del Atlántico Sur. El Reino Unido contaba en las cercanías con la fragata HMS Snipe, a la cual se agregó como respaldo el crucero HMS Nigeria. Luego de algunas fricciones menores, las fuerzas argentinas se retiraron. El gobierno inglés decidió mantener en el área a los navíos mencionados, los cuales fueron desafectados dos años después.
En 1952 la Argentina anunció sus planes para la ocupación efectiva de los territorios que reclamaba como propios, lo que devino en una serie de incidentes menores en Bahía Esperanza, en la Antártida. La respuesta británica fue destacar en la zona al crucero HMS Superb y otorgar al comandante de operaciones una autorización para emplear la fuerza.
Al año siguiente se produjo un desembarco argentino en la Isla Decepción, perteneciente a las Shetland del Sur. Los británicos enviaron nuevamente al HMS Snipe para forzar la retirada argentina.

Para fines de 1953 la tensión en la zona de Bahía Esperanza había ya desaparecido, pero poco después el punto de conflicto se trasladó a la isla Dundee, donde la debilidad de la capacidad británica de respuesta se hizo evidente. Las maniobras por parte de ambos países se limitaron sin embargo a acciones meramente simbólicas.​
En ese mismo año Perón envió a la ceremonia de coronación de la reina Isabel II al presidente provisional del senado, el contraalmirante Alberto Tesaire, con el fin de ofrecer al gobierno británico que el archipiélago pasara a manos argentinas a través de una operación privada de transferencia de fondos. El Foreign Office declinó la propuesta, pues temía que una eventual reacción de la oposición debilitara al primer ministro Winston Churchill.

En septiembre de 1964 un piloto civil argentino, Miguel Fitzgerald, aterrizó con una avioneta en la pista del hipódromo de Puerto Stanley, en la que desplegó una bandera argentina. Luego de presentar una nota de protesta y requerir infructuosamente una entrevista con el gobernador inglés, retornó al continente antes de que pudiera ser capturado por las fuerzas de seguridad locales. Esto provocó un airado reclamo del Reino Unido en la ONU, que fue rechazado tajantemente por el gobierno argentino que alegó no estar involucrado en el hecho. Como consecuencia, Londres decidió destacar en las Islas un contingente permanente de Royal Marines.
Dos años después y también en septiembre, un grupo nacionalista acompañado por periodistas del diario Crónica, en una acción armada a la que denominó "Operativo Cóndor", secuestró y desvió el vuelo 648 que se dirigía desde Buenos Aires a Río Gallegos, obligando al piloto a aterrizar en Malvinas, en donde desplegaron siete banderas argentinas y realizaron una proclama usando la radio del avión. El plan incluía tomar la residencia del gobernador y ocupar el arsenal, pero se vio frustrado porque la pesada aeronave se enterró en el barro de la pista del hipódromo y fue rápidamente rodeada por un centenar de ingleses, entre colonos y militares. Gracias a las gestiones del sacerdote católico de las islas los pasajeros de la aeronave —entre los cuales estaba el entonces gobernador de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur— fueron alojados en las casas de algunos kelpers mientras los secuestradores permanecieron en el fuselaje. Allí el párroco celebró una misa en español. Al día siguiente los jóvenes depusieron su actitud y entregaron las armas a la única autoridad que aceptaron reconocer: el comandante del avión, Ernesto Fernández García. Fueron capturados por las fuerzas de seguridad británicas y dos días después regresaron al continente a bordo del buque argentino ARA Bahía Buen Suceso. La mayoría purgó una condena efectiva de nueve meses; tres de ellos fueron encarcelados durante tres años debido a sus antecedentes políticos, considerados delictivos por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.[cita requerida] La actuación del grupo nacionalista produjo una ola de actos antibritánicos en la Argentina, que incluyó un tiroteo a la embajada inglesa en Buenos Aires, que no produjo víctimas. El gobierno argentino pidió disculpas a su par anglosajón por el atentado a la sede diplomática y aseguró que no estaba involucrado en el secuestro de la aeronave.192​ Londres por su parte decidió incrementar su fuerza militar en las Islas: expandió el destacamento de Royal Marines desde seis integrantes a unos cuarenta, con lo que alcanzó el rango de pelotón.

El 27 de noviembre de 1968 Fitzgerald realizó otro vuelo al mando de un avión bimotor del diario Crónica, en el que viajaba el director del matutino y uno de sus periodistas. Esta vez no pudo aterrizar en la pista del hipódromo, pues estaba obstruida, y debió hacerlo en un camino, por lo que su aeronave sufrió algunos daños en la hélice. Los tres hombres fueron arrestados y declarados "inmigrantes ilegales". Luego de pasar 48 horas en un calabozo, fueron liberados en Río Gallegos.

Resolución de Naciones Unidas

El 14 de diciembre de 1960 se aprobó allí por 89 votos a favor, ninguno en contra y 9 abstenciones —casi todas de países colonialistas— la resolución 1514 (XV) «Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales». Este documento abrió las puertas a las negociaciones bilaterales entre la Argentina y el Reino Unido. En cuatro de sus puntos (2, 4, 6 y 7), el texto hacía referencia al nudo del problema: el respeto a la autodeterminación, a la unidad nacional y a la integridad territorial. Al año siguiente fue reafirmada por la resolución 1654 (XVI),​ que creaba el que tras la resolución 1810 fue llamado "Comité Especial de los Veinticuatro", encargado de efectuar el seguimiento del proceso descolonizador.​ En particular, el asunto de Malvinas recayó en la esfera del Subcomité III.​ Inmediatamente la Argentina anunció su posición frente a la declaración: «el principio de autodeterminación debía considerarse en justa relación a otros principios de mayor jerarquía, como el de la unidad territorial del Estado, por lo que no era aplicable a Malvinas, cuya población, británica en su origen, no es sino producto del desalojo violento de los residentes argentinos».​

Recortes de noticias sobre la resolución en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur de Buenos Aires.

En 1964 el gobierno del presidente Arturo Umberto Illia se propuso conseguir a través de esta especial coyuntura que la presión de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas de convalidar el statu quo mediante una interpretación parcial de la autodeterminación.

Al iniciarse la sesión en septiembre, las delegaciones de ambos países fueron autorizadas a participar del debate aunque sin derecho a voto. La tesis argentina fue presentada por el consejero legal del ministerio de relaciones exteriores, José María Ruda y la tesis británica, por Cecil King. El intercambio de argumentos fue encendido y la mayoría de los miembros se inclinó por la postura argentina; el apoyo de Latinoamérica, y de Uruguay y Venezuela en particular fue expreso y contundente. El Subcomité III redactó un informe con las conclusiones del debate, que contrariaban punto por punto los anhelos del Reino Unido:

  • Se aceptaba la existencia de una disputa por la soberanía de las islas.
  • La resolución 1514 era aplicable al territorio (y no a la población) de las Islas Malvinas.
  • Se recomendaba al Comité Especial que invitara a ambas partes a entablar negociaciones que tendrían en cuenta los intereses (y no los deseos) de los habitantes de las islas.

El Subcomité III aprobó el informe por unanimidad y lo elevó al Comité Especial de los Veinticuatro. Allí se repitió la argumentación de la etapa previa: la estrategia argentina fue la de minimizar las discusiones para asegurarse el pasaje rápido a la siguiente etapa; el Reino Unido, por el contrario, intentó llevar la cuestión al plano bilateral para impedir que el tema siguiera tratándose en el marco de las Naciones Unidas. Una vez más triunfó la diplomacia argentina y los miembros del cuerpo aprobaron también por unanimidad las conclusiones del informe recibido.12​ Siria presentó la propuesta accesoria de que la palabra "Malvinas" apareciese junto con "Falkland" en todos los documentos oficiales del organismo, lo cual fue aprobado por 19 votos a favor, el Reino Unido en contra y dos abstenciones. Luego se remitió el nuevo informe para su discusión en la IV Comisión de Asuntos Coloniales de la Asamblea General, donde se programó para ser tratado al año siguiente.9​ En el ínterin, Estados Unidos ejerció presión para que las negociaciones salieran fuera de la órbita de la ONU.​

Tras la aprobación del proyecto de resolución por 87 votos a favor y 13 abstenciones, el 16 de diciembre de 1965 la Asamblea General aprobó por 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones, la resolución 2065 (XX), basada en el informe de la IV Comisión. El texto invitaba formalmente a ambos gobiernos a mantener negociaciones sobre la soberanía siguiendo los puntos antedichos del informe del Subcomité II. Básicamente establece que las Islas Malvinas no pueden ser descolonizadas atendiendo el principio de autodeterminación, y pide a ambas partes que informen al Comité Especial de los Veinticuatro y a la Asamblea General del progreso en las conversaciones. A partir de ahora el Reino Unido estaría obligado a negociar y a efectuarlo en los términos planteados por la tesis argentina; en palabras de Lanús:

(...) la resolución 2065 (XX) de las Naciones Unidas consagra el gran triunfo de la diplomacia del gobierno del presidente Arturo H. Illia.

La resolución fue aceptada expresamente por ambos países. En enero de 1966, los Ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y de la Argentina se reunieron en Buenos Aires y manifestaron su intención de mantener las negociaciones recomendadas por la Resolución 2065.

Luego de la resolución 2065
A partir de la aprobación de la resolución 2065 dio comienzo una nueva etapa en el diferendo, caracterizada por la reapertura de las negociaciones bilaterales. Además de la presión de las Naciones Unidas para dar término al anacronismo colonial, la continua declinación del Imperio Británico y una mengua acentuada en los recursos destinados a defensa exterior habían colocado a Malvinas como una carga molesta para la metrópoli. El relanzamiento del tema en la agenda binacional tuvo como primer paso la firma de la notificación suscrita conjuntamente por el canciller argentino Miguel Ángel Zavala Ortiz y el secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Michael Stewart, el 14 de enero de 1966, en la que el Reino Unido aceptaba la validez de la resolución 2065 y accedía a iniciar negociaciones conjuntas.

A mediados de 1966, luego del golpe militar de Onganía, el encargado de negocios de la embajada argentina en Londres, Carlos Ortiz de Rozas y sus acompañantes —el embajador había renunciado con la caída del gobierno de Illia— fueron informados extraoficialmente durante un almuerzo que las islas terminarían por pasar a ser de soberanía argentina efectiva, y que sólo restaba encontrar el momento y las condiciones para efectuar el traspaso. Adicionalmente se recomendó a las autoridades argentinas el iniciar una política de seducción de los isleños, a fin de reducir la conflictividad del cambio por venir.
Con motivo del décimo aniversario de la resolución 1514, la Asamblea General aprobó el 12 de octubre de 1970 la resolución 2621 (XXV), por 86 votos a favor, 5 en contra (casi todos miembros del Commonwealth) y 15 abstenciones. El texto reafirmaba los principios expresados en aquella y urgía a los estados miembros a acelerar la descolonización​

A partir de 1970 la agenda se concentró en el tema del tránsito y las comunicaciones de las Islas con el continente. Los británicos reconocieron el aislamiento excesivo del archipiélago: recibían noticias del mundo exterior exclusivamente a través de medios radiales; la infraestructura educativa y sanitaria era inadecuada, etc. La solución más económica pasaba por mejorar los lazos con el continente,​ pero sin aceptar los requerimientos argentinos para tratar la cuestión de fondo.
Tras ignorar varias propuestas argentinas en ese sentido, el Foreign Office aceptó sentarse a una mesa de negociaciones centrada en el tema de la comunicación,232​ en la que invitó unilateralmente a varios isleños, entre los que sobresalía el gerente general de la Falkland Islands Company.​ La ronda de tratativas comenzó en 1971; el 1º de julio ambos gobiernos emitieron una declaración que tenía por fin facilitar el movimiento de personas y bienes entre la Argentina continental y el archipiélago. El acuerdo comprometía a la Argentina a:

  • Entregar documentación especial, en la que no se haría referencia a su nacionalidad, a los isleños que desearan trasladarse al continente;
  • Eximir a los isleños de gravámenes por su actividad económica dentro de las Islas o por transporte de equipaje hacia o desde el resto del territorio argentino;
  • Establecer un servicio aéreo semanal con las Islas.

Por su parte el Reino Unido se obligaba a:

  • Eximir de gravámenes a los residentes del continente que efectuaren actividades económicas en el archipiélago;
  • Proveer un servicio marítimo regular de pasajeros, correspondencia y carga.

Además el gobierno argentino se ofrecía a cooperar en las áreas de salud, educación y agricultura, en el caso de que le fuera requerido. Se incluían medidas para regular las tarifas de comunicación postal, telegráfica y telefónica, y la creación de una comisión biestatal para coordinar una acción conjunta.La estrategia argentina buscaba incrementar el interés de los habitantes del archipiélago por la cultura y economía continental,236​ de manera de acercar posiciones en forma progresiva mediante la profundización de los lazos y confianza mutua y facilitar una eventual transferencia de soberanía

En Argentina esta declaración fue aprobada el 1º de julio de 1971 y refrendada mediante ley nacional por el gobierno del general Alejandro Agustín Lanusse. Por su parte el acuerdo fue recibido con beneplácito por los sectores más intransigentes del Reino Unido: la prensa, el Falklands Lobby y el parlamento conservador, tradicionalmente opuestos a la conciliación con Argentina.

Antecedentes argentinos en Malvinas previos a la guerra

Desde aproximadamente el 1950, hasta comienzos de la guerra, las islas mantuvieron un fuerte vínculo de contacto con ciudades patagónicas argentinas. Los pobladores solían comerciar con ciudades costeras cercanas como Río Grande, Ushuaia, Río Gallegos, Caleta Olivia, Puerto Santa Cruz y Comodoro Rivadavia. Mantenían viajes a esos destinos por causas de salud, educación, turismo, intercambio, relaciones sociales, etc. Esto explica porqué las islas tenían un precario y olvidado desarrollo institucional que era compensado con viajes en avión o barco a ciudades cercanas

las malvinas en la batala de malvinas
Pintura de William Lionel Wyllie recreando la batalla de las Malvinas en la Primera Guerra Mundial.



Marcelo T de Alvear
Marcelo T de Alvear
El Gobierno de Marcelo T de Alvear decidió a partir de 1922 rechazar la correspondencia postal telefónica y telegráfica desde y hacia las islas Malvinas con el fin de añadir presión concreta al reclamo diplomático sobre el archipiélago que estaba siendo ocupado por los ingleses. El gobierno de las islas intentó paliar la acción argentina mediante la contratación de vapores montevideanos, y la protesta británica no tardó en llegar. Buenos Aires respondió alegando que la medida no era oficial, sino que se trataba de iniciativas a título personal de los funcionarios. En todo caso, para marzo de 1928 se volvieron a restablecer plenamente las comunicaciones con las islas, después de haberse hecho la aclaración de que la reanudación del servicio de ninguna manera implicaba renunciar al derecho argentino de reclamarlas, así, y sin que se hiciera ninguna concesión con la reanudación de esas comunicaciones, Alvear prosiguió con su reclamo ante la Unión Postal Universal sobre las Islas Malvinas, las Orcadas del Sur y las Georgias del Sur como parte integral del territorio de la República


Centenario del robo ingles de malvinas

Conmemoración del centenario de ocupación
El gobierno británico para conmemorar el centenario de la ocupación de las Malvinas, en 1933 el Royal Mail (correo británico) emitió unas estampillas conmemorativas de las islas, en una de las cuales mostraba un mapa de las islas con sus nombres ingleses.



Estampillas Argentinas de malvinas

Estampillas Argentinas
Estampillas argentinas emitidas en 1936 de la serie Próceres y Riquezas  Nacionales estas estampillas estuvueron en circulación entre 1936 y 1951 la serie estaba compuesta por 20 sellos que iban desde medio centavo a veinte pesos moneda nacional y en ellas estaban retratos de de Belgrano, San Martín, Guemes ,Sarmiento , Alberdi, Urquiza, Brown y Moreno y los valores mas altos habia riquezas nacionales, en la de 1 pesos tuvo dos versiones la primera con límites de los paises del continente una segunda sin límites. Las estampillas  debieron ser modificadas, no por las Malvinas sino por un reclamo del Perú. El mapa anterior asignaba a Ecuador una amplia zona que estaba en litigio entre ambos países. Para solucionar el tema y evitar futuros roces, la reedición del mapa borró todos los límites internacionales.    



Próceres y Riquezas  Nacionales de 1951
Rectificación de la estampillas
Las estampillas argentinas emitidas en 1936 de la serie Próceres y Riquezas  Nacionales en 1951 la estampilla de 1 peso tuvo una tercera versión, debido a una importante omisión en las primeras emisiones en que se había omitido el sector Antártico Argentino y las islas Georgias y Sandwich del Sur, la inclusión de mapas en estampillas es otra forma de lucha diplomática debido a que en definitiva son documentos oficiales emitidos por el gobierno de un país


Batalla del Río de la Plata
Batalla del Río de la Plata
La Batalla del Río de la Plata ocurrio el 13 de diciembre de 1939 y fue la primera batalla naval entre buques ingleses y alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Además, fue el único episodio de la guerra desarrollado en América del Sur, en aguas territoriales uruguayas. Participaron el acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee, los cruceros ligeros HMS Ajax y HMS Achilles y el crucero pesado HMS Exete, en la imagen aparecen diversos barcos que estuvieron en la Batalla del Rio de la Plata.


HMS Cumberland
HMS Cumberland
El HMS Cumberland era un crucero pesado de la Armada Real de clase del Condado que vio acción durante la Segunda Guerra Mundial este buque al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 fue asignado a la Segunda Fuerza del Escuadrón de Cruceros G que era la División Sudamericana. A principios de diciembre se vio obligada a realizar reparaciones en las Islas Malvinas, esto privó así a la fuerza de su unidad más fuerte en el atlántico sur, en la Batalla del Río de la Plata el 13 de diciembre el HMS Exeter, Ajax y Aquiles se enfrentaron al destructor alemán Almirante Graf Spee . 
El Cumberland recibió en las Islas Malvinas una indicación confusa de la batalla para ello  navegó durante 34 horas llegando al Río de la Plata a las 22:00 14 de diciembre. El almirante Graf Spee había ingresado en Montevideo por reparaciones y estaba atrapado allí, el Cumberland junto con Ajax y Achilles ( Exeter había sido gravemente dañado) patrullaron el estuario, lo que resultó en que el almirante Graf Spee fue hundido por su tripulación el 17 de diciembre.



Bandera colonial de Malvinas

Bandera colonial de Malvinas
El Reino Unido diseñó la bandera colonial de las Islas Malvinas en 1948, siguiendo la enseña azul tradicionalmente aplicada a sus símbolos coloniales.




juan peron y las islas malvinas
Con Juan Domingo Perón como presidente, la Cámara de Diputados de la Nación Argentina aprobó por unanimidad el 5 de julio de 1946 un proyecto para someter la discusión por el conflicto de soberanía al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta acción trasladó definitivamente el eje del debate desde una agenda exclusivamente binacional al ambiente colegiado de la comunidad de naciones.y por medio del Decreto N° 17040 del 9 de junio de 1948 fue creada la División Antártida y Malvinas bajo dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
Ante la creación del TIAR en cuanto a la definición de la zona de seguridad, el delegado argentino, Pascual La Rosa, pidió que se incluyera a las Islas Malvinas y la Antártida dentro de esta zona, cediendo tal vez a las presiones de los sectores nacionalistas civiles y militares. El comité militar especial formado por Argentina, Chile y los Estados Unidos, aceptó la propuesta argentina de incluir a las Islas Malvinas y a la Antártida dentro de la zona de seguridad del tratado TIAR. 
En las recien creadas Naciones Unidas, la Argentina llegó a presentar 28 reservas en defensa de su soberanía sobre las Islas Malvinas. También las declaraciones a favor de la soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y las tierras del sector Antártico, se repitieron en el marco de las Conferencias Interamericanas en Río de Janeiro de 1947 y Bogotá en 1948. En esta última se creó la Comisión Americana de Territorios Dependientes. La misma distinguía entre territorios “bajo tutela colonial” –Groenlandia, las Antillas, Bahamas, Jamaica, y Trinidad y Tobago, entre otros– y los territorios “ocupados”. Entre éstos últimos se encontraban las Islas Malvinas, Islas Sándwich del Sur, Islas Georgias del Sur, la Zona americana de la Antártica y Belice.
En 1950, Argentina declaró formalmente su soberanía sobre las Islas Malvinas, mientras tanto, la corona británica expandía los límites de su soberanía sobre las islas, al incluir ese mismo año bajo su dominio la plataforma submarina, el fondo marino la zona.


Vuelo a Malvinas
Vuelo a Malvinas
Miguel Fitzgerald el 8 de septiembre de 1964 el mismo día en que cumplía 38 años de edad, cumplió la proeza de volar a Malvinas con un pequeño avión Cessna 185, motor de 260 HP, matrícula civil LV-HUA, al que él bautizo "Luis Vernet".
Decía que cuando uno está volando y está haciendo algo arriesgado, no piensa en nada más que en eso, está concentrado en lo que está haciendo, manifestaba que para el era así, porque es muy cerebral, como si haber hecho lo que él hizo no exigiera al menos un impulso fenomenal.
La pista de despegue fue la del Aeroclub de Río Gallegos, que no tenía torre de control monitoreada por la Fuerza Aérea.
Voló mar adentro y a las tres horas y quince minutos estuvo en contacto visual con el archipiélago de Malvinas.
Desde arriba veía un rectángulo como de cientos de islas e islotes, pero cuando sobrevoló el archipiélago, una capa muy densa de nubes le impide ver y no podía descender entre las mismas, porque en alguna parte se sabia que había un cerro de seiscientos metros de altura, entonces esperó un claro y cuando lo vio inició el descenso hacia debajo de la capa de nubes e identificó Puerto Argentino (Puerto Stanley), visualizando la pista de cuadreras, donde aterrizó normalmente. Se bajó del avión y colgó la Bandera Argentina en el enrejado de la cancha; se le acercó un hombre de los que se habían juntado a ver el aterrizaje, quien le pregunto si necesitaba combustible; porque no se le había ocurrido que era argentino. Entonces le dá la proclama escrita en español y le dijo: "Tome, entréguele esto a su gobernador"; se subió al avión y despegó normalmente volviendo a Río Gallegos, todo esto llevó unos quince minutos."



diario cronica
Después de lo ocurrido en 1964, Fitzgerald comenzó a trabajar como piloto del diario Crónica, por lo que los caminos del diario y el piloto se unieron. Tal es así que, en 1968, el junto con el director del diario Crónica Hector Ricardo Garcia nuevamente llegaron a Malvinas, esta vez bajo la insistencia del empresario por obtener una nota exclusiva con el entonces ministro de Estado en el Foreign Office, Lord Chalfont. Sin embargo, fiel al estilo del diario, la visita generó gran repercusión, no solo porque un avión argentino nuevamente llegaba a Malvinas, sino también porque el aterrizaje forzoso convirtió la avioneta en metal inservible para retornar al continente. La primera plana del matutino así lo confirmaba: “‘Cronica’ en las Malvinas”, “Misión periodística con dramático final: se estrelló el avión en ‘Puerto Stanley’; cronistas ilesos, interrogados por ingleses”. Esta “dramática” situación obligó a que el Estado argentino interviniera y estableciera negociaciones con su par británico, a fin de acordar el traslado del vehículo y evitar todo tipo de sanciones hacia los protagonistas.





Presidencia de Arturo H Illia

Presidencia de Arturo H Illia
Durante la presidencia de Illia, el 16 de diciembre de 1965 en las Naciones Unidas se aprobó la resolución 2065 de la Asamblea General que reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas.El entonces representante argentino ante las Naciones Unidas (y luego nombrado por Illia embajador ante la Unión Soviética), Lucio García del Solar, fue uno de los principales gestores de la resolución,54​ junto con Bonifacio del Carril, nombrado embajador extraordinario por Illia.53​ La resolución fue un triunfo diplomático del gobierno de Illia. En 1964 el gobierno de Illia propuso conseguir a través del proceso de descolonización iniciado en los años 1950 que la presión de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas de convalidar el statu quo mediante una interpretación parcial del derecho de autodeterminación para aplicar a los kelpers. La resolución fue aceptada expresamente por ambos países y en enero de 1966, los Ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y de la Argentina se reunieron en Buenos Aires donde manifestaron su intención de mantener las negociaciones recomendadas por la Resolución 2065, dando inicio a las negociaciones para la transferencia de soberanía de las islas, interrumpidas en 1982.
El 3 de enero de 1966, al cumplirse el 133° aniversario de la ocupación británica del archipiélago, Illia decretó la fundación del Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias para tratar a fondo la Cuestión Malvinas y que presidió Ernesto J. Fitte. Al año siguiente, el Instituto fue disuelto por Nicanor Costa Méndez por decreto del 14 de febrero de 1967.



Texto de la resolución 2065 de las Naciones Unidas

Texto de la resolución 2065 de las Naciones Unidas



Política con respecto a las Islas Malvinas en la tercera presidencia de Perón
Política con respecto a las Islas Malvinas en la tercera presidencia de Perón
Durante el último gobierno de Perón se habían realizado negociaciones secretas entre el gobierno argentino y el británico en el marco de la disputa entre ambos países por la soberanía de las Islas Malvinas. La discusión giraba en torno a la posibilidad de establecer una administración conjunta del territorio bajo un «condominio anglo-argentino» hasta un posible traspaso completo de la soberanía.141​ Aunque Perón había favorecido la idea, las negociaciones se enfriaron después de su muerte y la asunción de Martínez de Perón.141​ Por entonces, la Argentina ejercía su soberanía en la zona económica exclusiva en torno a Malvinas a partir de las 12 millas náuticas y hasta las 200 hasta el año 1982 sin que el Reino Unido, que no reclamaba esas aguas, objetara los actos administrativos, como la interdicción de buques extranjeros que pescaban ilegalmente en la zona.142​ Un acto de este tipo se produjo sobre el buque de investigación británico RRS Shackleton el 4 de febrero de 1976, efectivamente hacia el final del gobierno de Martínez de Perón, cuando el destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni (D-24) efectuó disparos a su proa debido a que realizaba investigaciones sin autorización argentina a 80 millas de las islas Malvinas. El buque fue luego escoltado por el destructor y un avión hasta Puerto Stanley.


dictador lepoldo galtieri
Dictador Leopoldo Galtieri
A principio de la década de 1980, el modelo económico y la "guerra sucia" interna de la junta militar que gobernaba la Argentina entró en crisis, lo cual tuvo consecuencias negativas en el ámbito social interno. El rechazo a la junta se incrementó a causa de factores como: Personas secuestradas, torturadas y asesinadas, llamados "desaparecidos", 90% de inflación anual, la profunda recesión, la mayor carga tributaria, el brusco aumento del endeudamiento externo de los sectores público y privado, la continua depreciación del salario real con el aumento de la pobreza resultante, etc. A fin de recuperar oxígeno interno y atendiendo a premisas geopolíticas que resultaron equivocadas, la junta militar organizó una operación militar para apoderarse de las Malvinas.292​293​ Además de estos motivos, los analistas afirman que la operación militar argentina se debió también a un equívoco en la interpretación de las acciones británicas de desarme y relegación de la ciudadanía de los isleños a un rango menor:294​ la junta militar no esperaba una reacción armada del Reino Unido, como atestigua el hecho de que nunca se diseñó un plan de contingencia para ello.
Como parte de una escalada ofensiva en múltiples planos, fuerzas argentinas tomaron el control de las islas el 2 de abril de 1982. El declinante gobierno británico de Margaret Thatcher, por su parte y tras una etapa de confusión inicial, consiguió imponer un discurso de orgullo patriótico en las masas y reaccionó enérgicamente, logrando el pleno apoyo de la Comunidad Económica Europea, la OTAN, el Commonwealth y, parcialmente, de la ONU.[cita requerida] El 7 de abril estableció una Maritime Exclusion Zone (MEZ) ("Zona de Exclusión Militar") de 200 millas de radio con centro en latitud 51° 40' S y longitud 59° 39' O, sobre el estrecho de San Carlos.296​ Reunió además una masiva fuerza expedicionaria —la mayor desde la Segunda Guerra Mundial— que tomó rumbo hacia el archipiélago; mientras tanto ambos gobiernos se enfrascaron en febriles reuniones diplomáticas organizadas por el secretario de Estado de EE.UU., Alexander Haig, por el presidente del Perú, Fernando Belaúnde Terry, y por el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar. Estos intentos de mediación fracasaron, y Estados Unidos pasó a asistir militarmente al Reino Unido, otorgándole acceso a armamento e información de inteligencia avanzados. La Marina Real desembarcó seis semanas más tarde y después de duros combates forzó la rendición argentina el 14 de junio de 1982.


Guerra de Malvinas

En 1981 la Junta Militar de Gobierno, con especial énfasis del almirante Jorge Isaac Anaya, decidió para 1982 solucionar la cuestión de las islas Malvinas, para apoyar al régimen militar que enfrentaba un fuerte descontento social y económico.33​ Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar, tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos y todas reprimidas duramente. La popularidad del gobierno estaba en franco descenso, mientras la inflación crecía y el PBI se reducía en un 11,45 %; el régimen militar se desmoronaba y Galtieri comprendió que las Fuerzas Armadas no tenían el suficiente poder para evitar la transición democrática que ya aparecía en el escenario político.

La recuperación de las islas Malvinas fue percibida como un elemento que iba a aglutinar a la descontenta sociedad argentina. Después de seis años de dictadura, la Junta Militar necesitaba de una victoria, tras una operación dramática pero necesaria para unir al país, con la recuperación de las islas Malvinas, un anhelado sueño de la sociedad argentina parecía el modo ideal de lograrlo.

Siguiendo el modelo de la abortada Operación Soberanía para la solución del aún pendiente conflicto del Beagle con Chile,​ la Junta Militar ordenó el 26 de marzo a la Operación Rosario, un plan de desembarco en las islas Malvinas.​

El 2 de abril de 1982 un contingente al mando del contraalmirante Carlos Büsser desembarcó en la isla Soledad, tomaron prisionero al gobernador británico de las islas sin causar bajas enemigas para evitar una reacción británica en el futuro. El desembarco y toma de la capital insular, Port Stanley, a la que se rebautizó Puerto Argentino, con tres bajas propias, provocó una fuerte adhesión popular, con manifestaciones públicas de apoyo, el sentimiento por las Malvinas distrajo a la sociedad argentina de los desaparecidos, la depresión causada por los militares y el desastre económico.

La empresa militar, emprendida bajo el supuesto de que la situación geográfica de las islas haría imprácticas las acciones militares de los británicos, pronto tuvo que hacer frente a una muy superior fuerza del enemigo. El régimen militar del general Augusto Pinochet en Chile, al que la dictadura argentina consideraba como el enemigo número uno,​ proporcionó todo el apoyo logístico necesario a las tropas británicas. Las tropas británicas no solo contaban con la ayuda militar y logística del Reino Unido también tenía una operación secreta con el dictador chileno Augusto Pinochet que optaba con colaborar con la ofensiva inglesa. Las tropas argentinas, en inferioridad logística y de inteligencia, sin apoyo naval y con inadecuado apoyo aéreo, pese a haber obtenido algunos éxitos parciales especialmente en ataques aéreos lanzados desde el continente contra la fuerza naval británica, se vieron pronto en una posición insostenible.

Sin embargo, el régimen mantuvo durante toda la guerra un poderoso aparato propagandístico para mantener la adhesión popular. Los comunicados oficiales, retransmitidos obligatoriamente por todas las emisoras de radio y televisión, concentraban la atención de todo el espectro político; férreos adversarios del régimen militar se vieron llevados por la situación a expresar su respaldo a la acción militar.
Las 24 horas de las Malvinas fue un programa maratónico que juntó ingresos para apoyar a las fuerzas argentinas en las islas, pero la inmensa mayoría de esas donaciones jamás llegaron su destino.
El hundimiento, del destructor británico HMS Sheffield el 4 de mayo que fue alcanzado por un misil MBDA Exocet y se hundió una semana después, fue ocasión de celebraciones populares. La información real sobre el estado de los combates se filtraba cuidadosamente para mantener altas las expectativas, de tal manera que la ocupación de las islas por las fuerzas británicas tras la batalla de Pradera del Ganso la más cruel de las batallas el 29 de mayo se mantuvo en secreto hasta que el 14 de junio el general de brigada Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de Malvinas, rindió Puerto Argentino a tropas muy superiores.

La desilusión provocada por la derrota soliviantó las tensiones reprimidas durante la guerra. Galtieri renunció el 17 de junio; el cargo fue ocupado interinamente por su ministro de Interior, el general de división Alfredo Oscar Saint-Jean. Leopoldo Galtieri pasó a retiro el 18 de junio y fue nombrado al frente del Ejército el teniente general Cristino Nicolaides.​
Posteriormente, el 17 de agosto de ese año Basilio Lami Dozo pasó a retiro y nombró al brigadier general Augusto Jorge Hughes como nuevo titular de la aeronáutica.39​ Finalmente la junta se terminaría de renovar cuando el almirante Rubén Oscar Franco reemplazó a Jorge Anaya al frente de la armada el 1 de octubre de 1982.

Las Malvinas en posesión británica (junio de 1982-presente)

La derrota argentina aceleró la caída del régimen militar de facto, el gobierno británico prohibió el ingreso a las islas de civiles con pasaporte argentino. El 22 de junio de 1982 la Comunidad Económica Europea anuló la prohibición a las importaciones argentinas y el 23 de julio de 1982 el Reino Unido modificó el alcance de la Zona de Exclusión Militar, reduciéndola en 50 millas náuticas radiales y rebautizándola como Falkland Islands Protection Zone (FIPZ) ("Zona de Protección de las Islas Malvinas").
A mediados de septiembre la Argentina y el Reino Unido levantaron bilateralmente las sanciones financieras que mutuamente se habían aplicado, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una resolución urgiendo a las partes a reanudar las conversaciones para resolver el litigio y por primera vez Estados Unidos votó a favor de estos lineamientos, intentando enmendar sus relaciones con Latinoamérica, deterioradas por su apoyo concreto al lado británico durante el conflicto armado. El Reino Unido criticó el voto estadounidense y no cambió su postura, argumentando que el rearme y recomposición encarados por las fuerzas armadas argentinas —que sin embargo incluía equipamiento británico.
En mayo de 1983 el gobierno británico propuso a la Argentina restablecer los vuelos comerciales entre los dos países que se habían suspendido en junio de 1982, y acordar sobre el traslado de los restos de los caídos al continente. El gobierno argentino se negó a estos ofrecimientos, manteniéndose en su tradicional postura de que todos los aspectos de la disputa deberían discutirse simultáneamente junto con el de la soberanía.
La ruptura de relaciones fomentó la aparición de grupos de diálogo informales, constituidos por sectores académicos, religiosos, empresariales y parlamentarios de ambos países.​ En 1983 se estableció en Londres el South Atlantic Council ("Consejo del Atlántico Sur") que promovió una solución pacífica y duradera para el asunto de la soberanía basándose en publicaciones relacionadas. Este cuerpo, que reunía entre sus filas al parlamentario conservador Cyril Towsend y al laborista George Foulkes, tuvo varios logros destacables, como el influir en la opinión pública británica para que apoyara la posibilidad de que el problema se discutiera bilateralmente.

Retorno de la democracia en la Argentina

En diciembre de 1983 Raúl Alfonsín asumió como presidente constitucional argentino y desde su discurso inaugural ante el congreso colocó a la recuperación de las Islas como una meta central de su gobierno. Su canciller, Dante Caputo, esbozó así la que sería la estrategia a seguir:

Había que lograr una permanente tensión exterior sobre el tema Malvinas. Para nosotros el único método (por cierto de largo plazo) para lograr este objetivo era permanentemente mantener presentes los costos internacionales para el Reino Unido de la ocupación. Si esos costos disminuían, si esos costos se hacían nulos, casi nulos, la intervención o la presencia de la ocupación británica se mantendría permanentemente

Se siguieron estos lineamientos mediante la continuación de las hostilidades pero sin escalar el nivel de agresividad, lo que obligó al Reino Unido a efectuar crecientes gastos por la defensa del archipiélago. Sin embargo la estrategia argentina fue interrumpida a mediados de 1984 cuando comenzó a resultar evidente que el gobierno británico estaba dispuesto a sobrellevar el costo adicional. El gobierno argentino también procuró hacer de la denuncia pública ante los foros internacionales —principalmente en la ONU, la OEA y el Movimiento de Países No Alineados— su principal herramienta de coacción.

Al mismo tiempo, el gobierno de Thatcher elaboraba planes de contingencia en vista de un hipotético nuevo golpe de Estado en la Argentina. Este argumento también sirvió pàra justificar la presencia del muy reforzado destacamento militar en Malvinas.En febrero las autoridades argentinas solicitaron al lado británico la reanudación de las conversaciones: se propuso que mientras duraran las negociaciones la guarnición británica en Malvinas fuera reemplazada por una fuerza de paz de las Naciones Unidas, a cambio de lo cual la Argentina declararía el cese de hostilidades. La oferta fue rechazada al día siguiente.

El 7 de junio todos los partidos políticos argentinos firmaron una declaración conjunta en la que demandaban al Reino Unido el reconocimiento de los derechos de la Argentina sobre las Islas. Al mismo tiempo, una serie de gestiones reservadas auspiciadas por los negociadores de Suiza y Brasil terminó en un rotundo fracaso en el que los representantes de cada parte acusaron a la otra de haber incumplido las normas pactadas.
Con la intención de consolidar la viabilidad de la economía de las Islas, Londres finalmente decidió implementar las recomendaciones del Informe Shackleton de 1982, que hasta entonces solo habían sido aplicadas en pequeña escala. En 1984 se creó la Falkland Islands Development Corporation ("Corporación para el Desarrollo de las Islas Malvinas"). Entre sus metas estaba la de diversificar la actividad económica, mejorar la infraestructura y fomentar la inmigración selectiva. Se aprobó una serie de desembolsos a seis años por un total de 31 millones de libras esterlinas para mejorar las telecomunicaciones, extender las líneas eléctricas, construir caminos, implementar una reforma agraria, crear una granja hidropónica para permitir el autoabastecimiento de vegetales frescos, etc.
Uno de sus resultados fue un incremento sensible en la redistribución de tierras: en nueve años el porcentaje de terrenos en manos malvinenses pasó desde el 24% al 73%. Estas medidas afianzaron el nacionalismo de los isleños, desplazando la opinión pública local aún más hacia la intransigencia.

En medios políticos británicos empezó a contemplarse la idea de que el modelo de traspaso de soberanía diseñado para Hong Kong en los acuerdos de Pekín de 1984 podría ser aplicado al problema de Malvinas. En la Argentina la propuesta fue considerada como viable, aunque Alfonsín la supeditó a que se acordara un tiempo de transición razonable:

(...) podemos aceptar una solución de tipo Hong Kong medida en meses, no en años. También podríamos aceptar que se nos devolvieran las islas en el plazo de cinco años o tres años, pero no en veintinueve años.

En septiembre de 1984 Alfonsín anunció personalmente ante la Asamblea General de la ONU que su país estaba dispuesto a reanudar las negociaciones por medios pacíficos y dio a entender su apoyo a un arreglo similar al chino. Sin embargo la respuesta británica fue que Hong Kong era "diferente" al caso de Malvinas. A fines de ese año la Argentina empezó a concentrar sus reclamos en la ONU. Nuevamente el Reino Unido se negó a tratar el tema de la soberanía y como de costumbre propuso una agenda centrada en las relaciones económicas y culturales. Luego de la guerra la presencia militar británica en el archipiélago fue reforzada substancialmente. En la fotografía, el destructor HMS Edinburgh, destacado en Mount Pleasant desde 2006 en reemplazo del HMS Southampton.
Esta intransigencia del gobierno de Margaret Thatcher fue criticada internamente: Dennis Healey, líder de la posición laborista, fustigó la política de la primera ministra de rehusarse sistemáticamente a discutir el tema de la soberanía con Argentina. Healey ironizó sobre el hecho de que Thatcher se negara a conversar con un gobierno democrático escudándose en la oposición de 1800 malvinenses, mientras que había negociado con la "dictadura comunista" de China sin consultar a los cuatro millones de habitantes de Hong Kong sobre su propio futuro. Sin embargo la mayoría conservadora en el parlamento aseguraba al gobierno británico que su postura sería mantenida sin dificultades.
A principios de 1985 y en vista de esta situación, Londres asumió una actitud más flexible y dio un paso para intentar destrabar la relación: Thatcher ofreció abolir la zona de exclusión a cambio del cese argentino de hostilidades. El gobierno de Alfonsín rechazó la oferta, acusando a su par británico de querer "imponer un cese unilateral de hostilidades"; las autoridades argentinas reconocerían luego que esta respuesta fue inadecuada y que sólo consiguió trabar el diálogo. Expresaron asimismo que el despliegue militar británico en el archipiélago era "excesivo" y que "representaba una agresión contra la Argentina y América Latina." Simultáneamente, con un costo de 300 millones de libras esterlinas el Reino Unido construía el aeropuerto de Mount Pleasant para reemplazar al de Puerto Argentino/Stanley.​
En julio el Reino Unido dejó en claro ante la ONU que no estaba "preparado" para tratar el tema de la soberanía,​ aunque levantó parcialmente el embargo comercial hacia la Argentina. Debido a lo restrictivo de su implementación, en los hechos la medida tuvo un carácter casi simbólico.​ Sin embargo no halló reciprocidad en su par sudamericano, que supeditó su accionar a la reanudación de conversaciones sobre la cuestión de fondo.​ En la siguiente reunión de la Asamblea General de la ONU el canciller Caputo denunció que el Reino Unido seguía contrariando los reiterados pedidos del Comité de Descolonización al continuar ocupando las Islas Malvinas.
Hacia fines de año se dieron varios cambios legales de importancia: el gobierno británico otorgó la plena ciudadanía a los isleños,​ y se redactó una nueva constitución para las Islas que daba a los malvinenses mayor control sobre los asuntos internos.​ Las nuevas herramientas legales fueron desplazando al rol pivotal que el Lobby había cumplido informalmente hasta esa fecha, por lo que su papel se redujo notablemente en los años siguientes.

Rebrote del  reclamo argentino ante la O.N.U.

El 7 de febrero de 2012, la Presidenta Cristina Fernández, anunció que su gobierno presentará una protesta ante la ONU "a raíz de la 'militarización' del Atlántico sur por parte de Gran Bretaña", tras la decisión de Londres de enviar un moderno destructor a las Islas Malvinas. La Presidenta señaló, en dicho momento: "Vamos a presentar una protesta ante el Consejo de Seguridad de la ONU por esta nueva militarización del Atlántico sur, que implica un grave riesgo para la seguridad internacional" (...) "Este es un reclamo avalado por el conjunto de la sociedad argentina y latinoamericana. Malvinas se ha transformado en una causa latinoamericana".

Por su parte, el gobernador de las Malvinas, el británico Nigel Haywood, cuestionó las "políticas deliberadas" que tomó Argentina "para hacer difícil la vida de los habitantes de las islas", cuya soberanía es motivo de un conflicto entre el Reino Unido y el país sudamericano. El gobernador también señaló: "Si Argentina continúa con declaraciones fuertes y engañosas, las vamos a desafiar. No se puede atacar a uno y luego cuando éste se defiende, acusarlo de ser agresivo".

Lo anterior significa el resurgimiento del encono que, desde la época del gobierno de Margaret Thatcher, se había mantenido bajo control, por parte del Reino Unido, y cuyos ejes se centran en la denominadas "militarización" y causa latinoamericana, el cual ha tenido apoyo de algunos presidentes de la región, tales como el peruano Ollanta Humala.

De esta forma, el 10 de febrero de 2012 el canciller argentino Héctor Timerman concretó la denuncia contra Gran Bretaña ante las Naciones Unidas por la "militarización" del Atlántico Sur, en una reunión en Nueva York con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

“El secretario general de la ONU apoya el diálogo, el presidente de la Asamblea General de la ONU apoya el diálogo, el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU apoya el diálogo y Argentina apoya el diálogo. Falta Gran Bretaña ”.

En una entrevista en el periódico El Tiempo Argentino, el 11 de noviembre 2012, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon declaró "No creo que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad estén violando resoluciones relevantes de las Naciones Unidas. La impresión es que la gente que vive bajo esas condiciones debería poder obtener cierto nivel de capacidades para que puedan decidir sobre su propio futuro. Y este es el principal criterio de los órganos principales de las Naciones Unidas. Lograr la independencia o que tengan cierto gobierno de sus territorios. No creo que sea un tema de abuso o violación de resoluciones relevantes de la ONU." que es una declaración que por encima de todo lo que reclama Argentina, son los isleños que tienen el derecho elegir su futuro; y que refirma que el Reino Unido no está violando ninguna resolución de la Asamblea General de la ONU y que no está obligado a dialogar sobre las islas con Argentina.

Imagen de la Guerra de Malvinas
Imagen de la Guerra de Malvinas
La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico Sur fue un conflicto bélico desarrollado en 1982 entre Argentina y Reino Unido por la disputa de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Se calcula que murieron 649 argentinos, 255 británicos y tres isleños. Fue una conflagración inusitada y la primera guerra de Argentina en más de cien años.
La victoria británica precipitó la caída de la dictadura argentina y el inicio de recuperación del Estado de derecho, al tiempo que contribuyó a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983. Ambos países cortaron relaciones diplomáticas hasta 1990.





Oposición de Raul Alfonsín a la Guerra de Malvinas
Oposición de Raul Alfonsín a la Guerra de Malvinas
Durante 1982, ante la Guerra de las Malvinas, y asesorado por un grupo de intelectuales como Jorge Roulet, Dante Caputo y Jorge Sabato, Alfonsín y el expresidente Arturo Frondizi fueron los únicos políticos que se opusieron a la acción militar en las islas Malvinas, siendo la excepción en el panorama político argentino.​ Alfonsín sostuvo que la finalidad de la misma era lograr el fortalecimiento de la dictadura. Exigió al gobierno militar que proveyera información verídica sobre la marcha del conflicto. 
Este mismo grupo influyó en la decisión de Alfonsín en promover la caída de la Junta Militar encabezada por Galtieri, proponiendo que asumiera un gobierno civil de unidad nacional conducido por el expresidente Arturo Illia con el fin de proceder a la democratización.
La derrota en la guerra de las Malvinas debilitó políticamente al Proceso. Los dirigentes militares se acusaban unos a otros, los sectores que los habían apoyado (como la Iglesia o los empresarios) ya no lo hacían, y el discurso represivo perdió legitimidad. Esto llevó a su vez a un aumento de la movilización política y a una disminución de la autocensura en la prensa, que comenzó a revelar acciones polémicas de los uniformados (principalmente la existencia de desaparecidos), que hasta entonces eran silenciadas. Al levantarse la veda política los partidos atravesaron un período de afiliación masiva de la sociedad: se considera que al realizarse las elecciones de 1983 uno de cada tres electores estaba afiliado a un partido político.




Carlos Menem

Carlos Menem
Carlos Menem desde el inicio mismo de su mandato se promovió un alineamiento automático con los Estados Unidos, de modo tal que Argentina abandonó el Movimiento de Países No Alineados, promovió la formación del Mercosur y restableció relaciones diplomáticas con el Reino Unido, interrumpidas desde la Guerra de Malvinas.





Néstor Kirchner

Néstor Kirchner
En su discurso de asunción, el 25 de mayo de 2003, el presidente Néstor Kirchner dejó clara su orientación en la cuestión de las Malvinas: “Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas". Apenas transcurrido un mes, el 17 de junio de ese mismo año, el canciller Rafael Bielsa sostuvo su primer encuentro con representantes de las islas en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas donde manifestó que el reclamo de soberanía era un objetivo, "irrenunciable del pueblo argentino y una política de Estado continuada por el nuevo gobierno" 
En la primera gira internacional de Néstor Kirchner, en la que se reunió en Londres con el primer ministro británico, Tony Blair, donde le planteó la continuación de las negociaciones sobre la soberanía de las islas, sin obtener respuestas satisfactorias. En el discurso de Kirchner ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre hizo un llamado a Reino Unido a "responder de manera afirmativa" en el reinicio de relaciones. El 13 de julio de 2004 Néstor Kirchner, introdujo en la causa Malvinas una modificación sustancial de la política vigente para ese año, al renunciar al llamado “paraguas de soberanía”, una cláusula que regía las relaciones entre Reino Unido desde 1989. Durante su gobierno se llevó a cabo la construcción y posterior instalación del monumento a los caídos en Malvinas en el cementerio de Darwin, que se finalizó en abril del año 2005





Cristina Fernández en la 69º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014

Cristina Fernández en la 69º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014.
En lo que respecta a la soberanía de las Islas Malvinas, como los presidentes que la precedieron, Cristina Fernández ha mantenido una constante presencia en la Organización de las Naciones Unidas, quien siempre ha fallado favorable a Argentina, incluyendo a las islas entre los territorios no autónomos a ser descolonizados bajo supervisión de dicha organización. Ante la escalada de tensión por la exploración petrolífera de las mismas por parte de Gran Bretaña, la presidenta respondió con una prohibición de utilizar puertos argentinos para proveer bienes a las islas Malvinas, posición apoyada por la Unasur en su conjunto; asimismo el congreso aprobó la Ley Gaucho Rivero que prohíbe la permanencia, el amarre y el abastecimiento de barcos con la bandera británica de las Islas Malvinas, la bandera del Reino Unido y de otras colonias británicas en los puertos.
En la 69º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2014 expreso en su exposicion  Aquí también la República Argentina es leading case, porque también tenemos pendientes de hace más de cien años con el Reino Unido el reclamo de soberanía y el reclamo de esta Asamblea para que se siente el Reino Unido con Argentina a discutir la cuestión soberana de Malvinas.



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