El Combate de San Nicolás, que tuvo lugar frente a esa localidad el 2 de marzo de 1811, fue un enfrentamiento naval librado en el río Paraná entre fuerzas sutiles (fluviales) españolas del apostadero de Montevideo y la primera flotilla creada por la Junta de gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fue una acción naval que culminó con la destrucción de la flotilla de la Junta y con la posibilidad de aliviar el aislamiento logístico y táctico del ejército que realizaba la expedición al Paraguay. Cinco días después, la Junta ordenó al ejército dar por terminada la campaña y abandonar la provincia del Paraguay rumbo a la Banda Oriental.
La precaria fuerza naval se hizo a la vela en Buenos Aires, el 11 de febrero de 1811; debía llegar a Corrientes, con escala en Santa Fe, y su cometido consistía en apresar a todo buque realista que encontrase en el río. En conocimiento de esos preparativos, Elío ordenó que saliese de Montevideo una escuadrilla, para establecer comunicación con el Paraguay y proteger el comercio fluvial, bajo las órdenes del capitán de fragata Jacinto Romarate, con larga experiencia naval desde 1792, en el apostadero de Montevideo desde 1806; integrante de las fuerzas de la reconquista de Liniers, encargado del bloqueo a Buenos Aires desde octubre de 1810.
Hallándose Azopardo a 10 millas al norte de San Nicolás, tuvo conocimiento de que era seguido por el enemigo y resolvió descender a esperarlo en la angostura de San Nicolás, frente a la isla de Cattáneo, en la que hizo instalar una batería con cuatro cañones de a 8, dotándola de 16 hombres de tropa y 50 milicianos de San Nicolás, bajo las órdenes de Ángel Hubac, el comandante del América. La división de Romarate llegó el 27 de febrero a la isla del Tonelero; el 28 fue avistada la fuerza patriota y el jefe español intimó su entrega en el plazo perentorio de dos horas. Azopardo, en respuesta, hizo flamear la bandera roja en los mástiles, serial de que se lucharía hasta el fin. Vientos contrarios obligaron a los realistas a quedar inactivos el 1Q de marzo y la lucha se inició al día siguiente; Romarate había ordenado batir al adversario hasta el abordaje. Los cañones de las naves patriotas y la batería de tierra hicieron fuego contra los realistas y les causaron daños; dos de sus buques quedaron varados. Bouchard propuso a Azopardo una acción ofensiva inmediata para aprovechar el inconveniente sufrido por el enemigo, pero el comandante en jefe se opuso y prefirió esperar los acontecimientos. Cuando los realistas salvaron sus naves de la varadura, reanudaron el combate y se fue al abordaje de los barcos patriotas. Azopardo luchó denodadamente, pero a la hora y media de combate solamente tenía a bordo del Invencible ocho hombres ilesos de los SO con que se había iniciado la lucha. Sin posibilidad de continuar, se propuso volar la nave, pero ante el ofrecimiento de una rendición honorable y del respeto de su vida, entregó su espada al comandante del Belén. El 25 de Mayo fue abordado por el Cisne; la mayor parte de la tripulación se arrojó al agua y Bouchard, desesperado e impotente para imponer obediencia y disciplina a sus noveles marinas, quiso prender fuego a la Santa Bárbara antes de entregar el barco, pero su segundo Suárez le quitó la mecha de las manos; no quedó más recurso que arrojarse al agua y alejarse del bergantín, que pasó a poder de los realistas.
La batería de tierra al mando de Hubac continuó haciendo fuego sobre los realistas hasta que se le agotaron las municiones.
Bouchard, que no pudo mostrar sus condiciones en la nave de su mando, abandonado por su improvisada marinería, se batió heroicamente en San Lorenzo y adquirió luego fama legendaria como corsario con la Argentina, con la que recorrió todos los mares.
Romarate incorporó los tres primeros barcos de guerra patriotas a su división, que contó así con 14 unidades; hizo desembarcar 50 hombres y capturó la batería de tierra; el 13 de marzo fondeó en Colonia con el botín logrado.
La Gazeta quiso restar importancia al desastre de San Nicolás; pero es indudable que la falta de una escuadra apta para enfrentar a los realistas en los ríos interiores fue una de las causas de la prolongada resistencia de Montevideo.
La Junta hizo un proceso a los jefes de la escuadrilla; el fallo fue severo para Azopardo; desaprobó la conducta de José Díaz Edrosa y absolvió de toda culpa a Bouchard y a Hubac, lo mismo que a sus segundos Suárez y Díaz. Azopardo fue conducido prisionero a España y permaneció en Cádiz y en Ceuta hasta la revolución liberal de 1820. Regresó al país y desempeñó diversos cargos, entre ellos el de capitán del puerto; participó finalmente en la lucha contra el imperio del Brasil y en 1827 se acogió al retiro.
Diagrama del combate de San Nicolás según el original a lápiz realizado por Azopardo