Ambos buques fueron puestos a las órdenes del capitán Robert Mac Namara, un oficial de la East India Company, y partieron para Lisboa en agosto de 1762, donde se les unieron otras dos naves (una de ellas la fragata portuguesa Gloria) y 600 hombres más. Con Mac Namara viajaba su amigo y socio Joseph Reed que durante años había programado la expedición. Tras una larga travesía hacia el continente americano, la flota arribó a Río de Janeiro, donde por disposición de su gobernador, Gomes Freire de Andrade, conde de la Bobadela, se le agregaron otras cinco naves auxiliares y 400 marineros.
El 15 de diciembre de ese mismo año la expedición partió de Río de Janeiro rumbo al Río de la Plata para atacar Buenos Aires, teniendo previsto hacer una previa escala por Colonia, que todavía creían en manos de los portugueses.
En la guerra entre España y Portugal , Gran Bretaña actuo no directamente si no por medio de corsarios siempre aliada a Portugal . A comienzos de 1763 dos naves inglesas arribaron a la Colonia del Sacramento entre ella el Lord Clive que encalló y se incendio por el fuego español
Estas naves eran de corsarios destinados a bloquear el puerto de Buenos Aires, pero al enterarse del sitio de Colonia, acudieron en ayuda de los portugueses. A bordo de una de las naves viajaba como teniente el poeta inglés Thomas Penrose, quien, en sus Poesías, publicadas en Londres hacia 1781, describe estos sucesos.
Las naves inglesas llegaron a Colonia el 6 de enero de 1763, y desde la plaza ocupada por los españoles se abrió fuego contra ellas. Después de un intenso cañoneo por ambas partes, la fragata Lord Clive encalló y se incendió, ahogándose su jefe MacNamara y muchos de sus tripulantes; el timón de la nave se conserva en el Museo de Colonia. Los demás barcos se retiraron. Con este episodio concluyó el sitio y la toma de la ciudad.
Mac Namara decidió en la tarde del 5 de enero de 1763 el plan de ataque, que debía realizarse ni bien amaneciese el día 6. El día clareaba con un cielo totalmente despejado y elevada temperatura; era día de Reyes y el capitán del Lord Clive previó que la población estaría entregada a la liturgia que se celebraba en la festividad católica.
Los dos barcos cardinales de la escuadra, el Lord Clive y el Ambuscade, quedaron a escasos 350 metros de la costa.
A las 6 de la mañana en punto Mac Namara disparó la primera descarga que levantó una furiosa polvareda y una nube blanca que se elevó al cielo al dar de lleno en un terraplén de defensa. Bastó este primer disparo para que un atronador cañoneo, que se prolongaría por cuatro horas, pusiera fuera de combate al Lord Clive, que recibió varias andanadas declarando un incendio que corrió de popa a proa. Por el enorme porte y altura del barco, le era imposible bajar la mira de sus cañones y muchas de sus balas se perdían por encima de la ciudadela. Con una batería corta, los españoles no tenían mayor problema en impactar contra el navío inglés, utilizando incluso "balas rojas", que se calentaban antes para provocar incendios a bordo.
Del Lord Clive solo se salvaron 6 oficiales y 72 marineros, de un total de 500 tripulantes.
Mientras el buque se hundía, un marinero se aproximó a Mac Namara, quien quería morir con su nave, lo arrastró consigo y lo obligó a echarse al río. Entregados ambos a las olas, la fuerza de la corriente y el cansancio del combate hicieron desfallecer al soldado. Mac Namara le pidió que lo soltara y le dijo que él nadaría solo. Le entregó su espada por encima de las olas y se hundió en ellas, encontrando allí su muerte.