Negociaciones con Montevideo

Mientras Brown se había propuesto el bloqueo a Montevideo y se preparaba para realizarlo, el director supremo Posadas intentó llegar a un acuerdo pacífico con Vigodet y comisionó a Vicente Anastasio Echeverría y a José Valentín Gómez para ese fin


Las negociaciones

El Directorio intentó un acuerdo pacífico con mediación inglesa, seguramente con propósitos dilatorios para concluir sus aprestos. La misión fue encargada al armador de corsarios y por entonces vocal del Superior Tribunal de Justicia Vicente Anastasio Echevarría y al canónigo José Valentín Gómez,  quienes arribaron a Montevideo el 30 de marzo a bordo de la fragata británica Aquilon. El 1 de abril se reunieron en la Mercuriocon los diputados realistas: el coronel del Fijo Pedro de la Cuesta, el de artilleros Feliciano del Río y el ciudadano Cristóbal Salvañach. El 3 pasaron a tierra y el lunes 4 se acordó una tregua, que puso momentáneamente fin a la lucha que había recrudecido al arribar los parlamentarios.

El día 5 Vigodet pasó al Cabildo todos los documentos relativos con las negociaciones. Tanto las proposiciones de Posadas y los resultados de las reuniones previas como los antecedentes de las negociaciones realizadas en Río de Janeiro entre el Ministro de España Juan del Castillo y Carroz y el enviado de Buenos Aires Manuel Sarratea, con la mediación de Lord Strangford. El Cabildo pidió dictamen a Juan de Cea, nominal Oidor de Buenos Aires, Luis Mojó, Fiscal de la Audiencia de Chile, y Bartolomé Mosquera, asesor del Ayuntamiento.

Gaspar de Vigodet

Gaspar de Vigodet estuvo a cargo de la defensa de Montevideo ante el sitio patriota  a que fue sometida la ciudad el 20 de octubre de 1812 lo obligó a intentar una salida pero fue derrotado por completo en la batalla de Cerrito el 31 de diciembre. Una vez derrotada la Real Armada en el Combate de Martín García por la escuadra patriota dirigida por Guillermo Brown durante la Campaña Naval de 1814 y privado de su apoyo, el sitio se cerró y el general Carlos María de Alvear obligó a negociar la entrega de la ciudad, concretándose finalmente con la firma de la capitulación de Montevideo el 20 de junio de ese año.

El 6 de abril los negociadores realistas manifestaron a los porteños la conveniencia de invitar al general Joaquín de la Pezuela y a Artigas a participar de la negociación del armisticio, lo cual fue rechazado fundamentalmente por no haberse abierto las negociaciones sobre esas bases y por las demoras implicadas, considerando que por añadidura las autoridades de Lima se opondrían a la pacificación. En su lugar, proponían la intervención del ministro en Río de Janeiro. 

El jueves 7 se realizó un cabildo al que concurrieron invitados ochenta ciudadanos del comercio y hacendados que resolvió rechazar las condiciones ofrecidas. El día siguiente remitió a Vigoted un extenso oficio en el que califica el armisticio propuesto de capcioso y malicioso, juzga la situación de las Provincias Unidas de desesperada y la propia esperanzadora y afirma «Seale, pues, permitido a este benemérito pueblo decir a V.S. que detesta las bases &abre que se funda este armisticio, y que prefiere una y mil veces morir con honor antes que consentir en un acto que le traería. un general descrédito y oprobio».

El 8 y el 9 de abril los diputados de Buenos Aires insistieron desde Miguelete en la urgencia de llevar a término en uno u otro sentido las negociaciones. El 9, los representantes de Montevideo manifestaron su interés en continuar las conversaciones, estableciéndose una nueva reunión para el día 10. Pero la posición de los intransigentes vicentinos limitaba los márgenes de acción de Vigodet y el mismo 9 de abril los diputados de Montevideo manifestaban que «en razón de que el Capitán General no se ha expedido sobre la consulta que formularon con fecha 7 de abril» no podían efectuar la reunión prevista. El día 10 de abril Vigodet insistió con la exigencia de contar con diputados de Pezuela y de Artigas por lo que en la mañana del día 11 las negociaciones se interrumpían y la lucha se reiniciaba. 

Al extender sus pasaportes a los diputados de las Provincias Unidas, Vigodet les entregó una misiva para Posadas. Tras extenderse en los males de la guerra, la victoria española sobre los franceses, la imposibilidad de consituirse en nación independiente y las ventajas de la constitución española, acompañaba las bases para un armisticio. Sus cuatro artículos exigían el juramento de fidelidad a Fernando VII y la jura de la Constitución de 1812, la rápida y solemne publicación y difusión del tratado, resolver en conjunto el posterior ordenamiento de las provincias en lo político, eclesiástico, militar y económico y una amnistía general con la sola garantía de Vigodet.