Desde fines de 1833, Quiroga vivió en Buenos Aires una vida holgada, de hombre rico, aficionado al juego, halagado por las muestras de respeto y de simpatía que recibía en la sociedad porteña. Doña Encarnación Ezcurra era la administradora de sus bienes y Rosas recomendaba a la esposa que lo atendiese en todo. Aunque era independiente y no vacilaba en sus expresiones, seguía bajo la influencia de Rosas.
Las provincias vivían en una paz inestable. En Tucumán, bajo el gobierno de Alejandro Heredia, un núcleo unitario en el que se hallaban Javier López y Ángel López, hicieron un intento frustrado de subversión en 1833; veinticinco de los participantes fueron procesados y condenados a muerte, pero fueron indultados a pedido del joven Alberdi y del canónigo Molina. Los López se refugiaron en Salta y se vincularon con el gobernador Pablo Latorre y con unitarios y federales disidentes; Latorre se habría adherido a la causa de los descontentos; Macacha Güemes, el ex ministro Alemán y otros tuvieron que emigrar. Hubo una entrada frustrada de Javier López con gente armada en Tucumán, otra de Pablo Alemán similar, pero en sentido opuesto, hacia Salta.
Alemán había sido gobernador interino de Salta y en esa función dictó un bando el 11 de febrero de 1832 declarando fuera de la ley a José Ignacio Gorriti, a Juan Ignacio Gorriti, a Manuel Puch, a Cruz de Puch y al doctor Marcos Salomé Zorrilla, siendo confiscados sus bienes. Alemán se puso a conspirar contra el gobernador propietario, Pablo Latorre, y éste le obligó a refugiarse en Tucumán, desde donde proyectó un levantamiento contra él; Latorre lo sorprendió en el campamento, lo tomó prisionero y ordenó su fusilamiento junto con el comandante Ovejero en Cobos, pero en el último instante Alemán salvó la vida por intervención de la esposa de Latorre.
Desde Bolivia se preparó otro movimiento revolucionario contra el gobernador de Salta, en el que intervenían Cruz, Manuel y Dionisio de Puch, Napoleón y José Giiemes y José Ignacio Gorriti. Fueron capturados Cruz de Puch y Napoleón Güemes; se les trasladó prisioneros a Castañares y allí sedujeron a la tropa y ocuparon la plaza, proclamando gobernador el 25 de octubre de 1832 a José María Saravia. Latorre reunió tropas y fue vencido por Dionisio de Puch; pero después sorprendió y derrotó en Pulares a los revolucionarios; algunos de sus jefes murieron en la acción y otros se refugiaron en Bolivia. Continuó Latorre en el gobierno, para el que fue reelecto el 12 de enero de 1834.
Alejandro Heredia en agosto de 1833 apoyó una revolución en contra del gobernador salteño Latorre, quien tomó revancha al año siguiente apoyando la invasión del sobrino del general unitario Javier López. Heredia se hizo conceder las “facultades extraordinarias” para aplastar las rebeliones, pero las usó para lanzarse a la guerra contra Salta. En ese momento, la ciudad de Jujuy decidió anunciar su separación de la provincia de Salta con toda su jurisdicción, aprovechando la peligrosa situación en que estaba el gobierno de ésta. Heredia exigió a Latorre que reconociera la autonomía jujeña.
El 18 de noviembre de 1834 Jujuy declaró su independencia de la provincia de Salta, con intervención de José María Fascio, que comunicó a Latorre la decisión, siendo reconocida la independencia de la nueva provincia.
Sin embargo se produjo un estado de guerra entre Latorre y el gobierno de Jujuy; se aliaron con éste los enemigos de Latorre en Salta y el gobernador de Tucumán.
Fascio entró en Salta el 13 de diciembre de 1834, y derrotó a Latorre en Castañares, tomándolo preso; fue muerto en la prisión el 29 del mismo mes.
Alejandro Heredia, gobernador de Tucumán, al comprobar que Latorre apoyaba a los revolucionarios tucumanos que dirigía el doctor Ángel López, había intervenido para preparar la caída de Latorre, el cual fue depuesto, siendo elegido para sucederle, el 15 de diciembre de 1834, el coronel José Antonio Fernández Cornejo, que nombró ministro general a Juan Antonio Moldes.