La Generación del 37

La denominación habitual de "Generación del 37" para designar grupalmente a escritores como Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, José Mármol, oscurece, bajo la forma de cierta unidad sin fisuras, la heterogeneidad de los escritores a los que se alude. 

En términos generales, sin embargo, es cierto que los escritores proyectaron una sólida imagen como generación, presentándose a sí mismos como ciudadanos, jóvenes y exiliados, tres figuras muy instaladas en el imaginario europeo de comienzos del siglo XIX (a través de asociaciones como la Joven Italia o la Joven Europa), o de los escritos de los diversos exiliados en el interior del continente europeo (los españoles liberales, los aristócratas franceses).

En 1837, en la librería porteña de Marcos Sastre, se constituye el Salón Literario, espacio donde escritores como Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi realizan lecturas de sus ensayos. Cada uno de los trabajos muestra la focalización en la patria como objeto central de reflexión y la convicción de que son los escritores quienes deben asumir la tarea de pensar un destino para el país naciente. La modificación de las costumbres, la propuesta de un sistema legislativo y constitucional coherente, la búsqueda de una teoría política, la necesidad de crear una literatura nacional son algunas de las cuestiones que preocupan a estos intelectuales. "Busco una razón argentina -dice Esteban Echeverría- y no la encuentro". La reflexión toma dos direcciones: por un lado para observar al pueblo (al que se busca educar y dirigir, a la vez que se lo registra como una turba semisalvaje); por el otro, hacia una teoría de gobierno, cuyo propósito inmediato sería concluir definitivamente con la anarquía política y la improductividad económica. Estos intelectuales se miran a sí mismos como "hijos de los héroes de la independencia" y se arrogan la tarea de alcanzar la emancipación intelectual para concluir la tarea comenzada en mayo de 1810 por la emancipación política: a la etapa desorganizadora y destructiva de la espada -sostienen-, debe sucederle la de la inteligencia, la razón y la letra. El énfasis sobre la necesidad de una adaptación de las ideas europeas para resolver los problemas específicamente americanos y la búsqueda de cierto pragmatismo político mensura la distancia que quieren instaurar respecto de los liberales rivadavianos de la década del veinte (unitarios), con los que mantienen un enfrentamiento soterrado que por momentos explota en rótulos que los congelan como la "ignorancia titulada" o la "vejez impotente", aunque en general deban buscar alianzas con ellos.

La posición frente al gobierno de Juan Manuel de Rosas, en cambio, resulta todavía vacilante en el Salón Literario. Mientras unos tientan la asunción de su figura como la del "gran hombre", destinado a pacificar y unificar a la nación, otros, ya con reticencias, señalan que ese rol está aun vacante. El Salón Literario, si bien se desarrolló por pocos meses en un ámbito limitado, porteño, resulta representativo de las discusiones que otros intelectuales, como el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, estaban llevando adelante en otras provincias argentinas. En los años posteriores, sobre todo después de 1840, los escritores de esta generación, proscriptos por Rosas, irán partiendo uno a uno hacia el exilio y se refugiarán en las ciudades de Montevideo (ciudad uruguaya donde se congregará el mayor número de exiliados), Santiago de Chile, Río de Janeiro (Brasil), en el vecino país del norte, Bolivia, o en Perú, según la zona del país desde la cual se exilien.

Si el exilio y la discusión en común de un destino para la nación agrupa a estos escritores como generación, el otro gran factor aglutinante será la adscripción generalizada a la estética romántica. La relación ya la había precisado Víctor Hugo en una frase que circuló mucho entre los intelectuales argentinos: "El romanticismo, si se lo considera en su aspecto militante, no es otra cosa que el liberalismo en literatura". En esta frase vieron los escritores una síntesis que abarcaba también otra de sus búsquedas: la libertad formal en literatura, a través de la emancipación de la opresiva normativa retórica de los neoclásicos; la libertad temática que les permitiera alejarse de la transitada mitología clásica para prestar mayor atención a asuntos nacionales y americanos.

Esteban Echeverría , de regreso en 1830 de su viaje a Europa, difunde en el Río de la Plata la producción de los románticos europeos (Schlegel, Staël, Chateaubriand, Lamartine, Hugo, Scott, Byron). Él mismo, en el marco de esta elección estética, publica tres libros en verso a lo largo de la década del treinta: Elvira o la novia del Plata (1832), Los consuelos (1834) y Rimas (1837), donde incluye uno de sus textos más importantes, "La cautiva". En el exilio publica también La insurrección del Sur (1837), en 1842 el poema "La guitarra" y su continuación, el largo poema El ángel caído; más tarde el Avellaneda -dedicado a Alberdi-, sobre el proyecto y el itinerario de Marco Avellaneda, quien intentó organizar una Liga del Norte para derribar a Rosas.

José Mármol , a lo largo de las décadas del cuarenta y cincuenta, publica -también durante su exilio en Montevideo- poemas románticos que se difunden primero a través de periódicos y luego en libros: El peregrino (1846-1847), Armonías (1851) y Poesías (1854); obras teatrales en verso: El poeta (1842) y El cruzado (1842).

Es la producción poética la que, durante esos años, consolida los prestigios literarios: los escritores entienden ante todo la literatura como poesía. La prosa, en cambio, resulta para ellos instrumento de pensamiento y arma de combate político. Sin embargo, tanto Esteban Echeverría como José Mármol, trascienden más por sus obras en prosa que por sus versos: Echeverría, a través de un relato escrito probablemente hacia 1839 que no publicó en vida, El matadero; José Mármol, a través de una novela política, Amalia, publicada por entregas en 1851 y, como libro, en 1855. Estos dos textos, marcados por la lucha contra el tirano Rosas, con fuertes adscripciones políticas, se apartan de la estética romántica cuando representan el universo de sus enemigos rosistas. El detalle realista irrumpe entonces para retratar al pueblo adicto a Rosas y a sus funcionarios, y degradarlos a través de su pintura. Paradójicamente, esta inmersión en el mundo de sus enemigos los lleva a explorar y a descubrir las modulaciones de la estética realista, desvío que -para el lector contemporáneo del siglo XX- se transforma en su mejor hallazgo, porque redunda en una mayor eficacia y originalidad literarias. La historia de la literatura argentina lee, aun hoy, en El matadero -difundido en 1871 por un discípulo de Echeverría, Juan María Gutiérrez, (1809-1878)- el origen del género narrativo en la Argentina, mientras en Amalia vislumbra los orígenes de la novela.

El género novelístico tuvo, hasta la publicación de Amalia en 1851, algunos exponentes poco significativos, o bien porque la circulación de los textos fue muy acotada o porque su eficacia literaria resulta escasa: hacia 1788 el cordobés Miguel Learte escribe Las aventuras de Learte (publicada por primera vez en 1927), mientras en 1822 Juan Justo Rodríguez escribe Alejandro Mencikou, príncipe y ministro del estado ruso, sabio en la desgracia y  de sus hijos, dos curiosidades bibliográficas desconocidas -en general- para el lector argentino. Apenas más atención merecieron las incursiones novelísticas de Juana Manso (Los misterios del Plata, 1851; y La familia del comendador, 1854), las novelas de Miguel Cané padre (Esther, 1851; Una noche de bodas, y La familia Sconner, 1858) y las de los historiadores Bartolomé Mitre (Soledad, 1847) y Vicente Fidel López (La novia del hereje, 1846; y La loca de la guardia, concluida en 1890). Aunque pueden rastrearse muchos otros exponentes secundarios del género, habrá que esperar hasta la década del ochenta para encontrar un proyecto novelístico del relieve de la Amalia de José Mármol.

Tampoco, curiosamente, proliferan los relatos. Si la postulación de El matadero de Esteban Echeverría como primer cuento argentino no es producto de una fatalidad cronológica sino de una operación crítica, apenas podrían citarse hacia esos años los cuentos de Juana Manuela Gorriti (1819-1892) recopilados en Sueños y realidades (1865) -hasta la década del ochenta, única escritora que perseveró en el género-; alguna incursión de Bartolomé Mitre ("Memorias de un joven botón de rosa", 1848) o de Juan Bautista Alberdi ("Tobías o La cárcel a la vela", 1851; y "Peregrinación de Luz del día", 1878); y textos que encuadran mejor en el marco del género de costumbres como "El hombre hormiga" (1838), de Juan María Gutiérrez. En 1838, ya cerrado el Salón Literario, se funda La Asociación de Mayo. A Esteban Echeverría se le encomienda redactar el programa de la asociación, llamado Código o Declaración de principios que constituyen la creencia social de la República Argentina, luego difundida con el nombre de Dogma socialista de la Asociación de Mayo. Este texto, junto con el Fragmento preliminar al estudio del Derecho, difundido por el escritor tucumano Juan Bautista Alberdi (1810-1884) en el Salón Literario el año anterior, resultan fundamentales como condensación del pensamiento de la generación. Alberdi en 1837 también publica en el periódico La Moda, una serie de artículos de costumbres, bajo el pseudónimo de "Figarillo", homenaje al muy admirado escritor español Mariano José de Larra, que escribía usando el pseudónimo de "Fígaro". En realidad, el ensayo sobre derecho y los artículos de costumbres de Alberdi podrían pensarse como dos caras de la misma búsqueda: siguiendo a Tocqueville, desde la perspectiva de Alberdi, la letra del derecho debe asentarse sobre las leyes no escritas de las costumbres; y si en el Fragmento hace propuestas teóricas, en los artículos busca reformar las leyes no escritas, reformando a sus lectores a través de la sátira y el ridículo. Alberdi escribe también obras dramáticas (La revolución de Mayo y El gigante de Amapolas) e incursiona en el relato, pero son sus ensayos los que más se destacan: en 1852 -luego de la caída de Rosas- escribe un texto fundamental en el derecho constitucional argentino, Bases y puntos de partida para la organización nacional, entre muchos otros textos como Elementos de derecho público provincial para la República Argentina o El imperio del Brasil ante las democracias de América (1869).

Sin duda uno de los escritores más importantes del siglo XIX argentino es el escritor sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento. En su ciudad natal Sarmiento se adhirió a la Sociedad Literaria, filial de la porteña asociación de Mayo, aunque en parte su pensamiento y su escritura adoptaron rasgos divergentes a los de Alberdi y Echeverría. Desde muy joven se desenvolvió como periodista y maestro (fundó un colegio de señoritas y se inició escribiendo en el periódico El Zonda) y en 1840 se exilia en el país limítrofe de Chile, donde en 1842, junto a V. F. López, funda nuevamente un periódico, El Progreso. La obra de este escritor es extensísima (sobre todo su labor periodística) y, en este sentido, es importante recordar que la edición de sus obras completas ocupa cincuenta y dos gruesos volúmenes. Entre sus libros más importantes pueden destacarse tres de carácter más profundamente autobiográfico, aunque la crítica literaria ha señalado con frecuencia que casi la totalidad de la escritura de Sarmiento puede leerse como una autobiografía: Mi defensa (1843), Recuerdos de Provincia (1849) y Vida de Dominguito (1886). Es en estos textos donde Sarmiento organiza con mayor intensidad su figura de intelectual y escritor, aunque esta imagen está también muy presente en sus biografías de caudillos provinciales: Vida del general Fray Félix Aldao (1845), El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos de La Rioja (1886) y en uno de sus libros más importantes por la incidencia persistente que tuvo sobre la cultura argentina, Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, más tarde conocido simplemente bajo el título de Facundo. En Aldao y Facundo el escritor, a través de la biografía de los caudillos protagonistas, desarrolla una versión de la historia patria mientras, a la vez, alude en forma militante contra Juan Manuel de Rosas. La dicotomía "civilización y barbarie" (que titulaba la vida de Facundo Quiroga en su primera edición) organiza otras polarizaciones: la ciudad en confrontación con la campaña, los federales con los unitarios y -en última instancia- a Rosas con el mismo Sarmiento. Este modo dicotómico de sistematización de la sociedad argentina, aunque corroído en la escritura del texto por la fascinación que, a la vez, le provoca la figura de su biografiado, será uno de los modelos que con más ardor se adoptarán o impugnarán en la historia de la cultura argentina. Sarmiento publica en 1849 sus Viajes en Europa, África y América, donde reseña las impresiones que le suscita el periplo emprendido desde Chile en 1845. Entre las cartas que integran ese volumen de viajes resulta especialmente sugestiva la que remite desde España. Como gran parte de la generación del 37, Sarmiento visualiza en la antigua metrópoli el origen del mal nacional. Pero interesa en ella sobre todo su escritura, porque allí el escritor adopta la pose de un inquisidor americano y pone en marcha los mecanismos que a la vez denuncia: España es escudriñada a través de una maquinaria de interrogatorios, imputaciones y hostigamientos, porque en ella se está también mirando un mal que marcó a la patria americana y no puede ser removido en su presente. Si en la carta a España Sarmiento lee las limitaciones que impone la historia a las antiguas colonias americanas, en Francia ve desmoronarse un modelo; en África rebusca, en cambio, analogías con América, mientras en Estados Unidos redescubre los brillos de un nuevo modelo político y económico. Parte de ese deslumbramiento todavía reluce en su libro Argirópolis (1850).

La caída de Juan Manuel de Rosas en febrero de 1852 apenas logra sosegar al incansable Sarmiento. El mismo año publica su Campaña en el ejército grande, texto donde narra su conflictiva relación con el caudillo que venció a Rosas, Urquiza. Nuevamente exiliado en Chile, mantiene (también en 1852) una de las más estruendosas polémicas del siglo XIX con Juan Bautista Alberdi, a través de cartas: las de Sarmiento se publican bajo el título de Las ciento y una, mientras las de Alberdi se imprimen como Cartas quillotanas.

Entre 1862 y 1864 Sarmiento es gobernador de la provincia de San Juan; renuncia y parte hacia los Estados Unidos como ministro plenipotenciario; en 1868, de regreso a su país, confirma durante el viaje en barco que ha sido elegido Presidente de la República. Su obra se hace cargo, todavía, del ambiente intelectual de la década del ochenta: Conflicto y armonía de las razas en América (1883) redefine, desde una perspectiva positivista, una descripción de la Argentina, pensada -esta vez- a través del drama del enfrentamiento de la raza blanca y la indígena, a través de las leyes de la herencia.

Domingo Faustino Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento 
Fue un gran escritor y se lo considera como uno de los grandes prosistas argentinos.
En la obra literaria de Sarmiento destacan:
  • Mi defensa, 1843.
  • Facundo o Civilización y Barbarie, 1845; Trata sobre el caudillo riojano Facundo Quiroga y las diferencias entre los federales y unitarios. Es una descripción de la vida social y política del país que tiene alcances sociológicos e históricos, pues ofrece en él una explicación sociológica del país fundada en el conflicto entre la «civilización» y la «barbarie», personificadas respectivamente en los medios urbano y rural. Es su obra principal y una de las encumbradas de la literatura latinoamericana.60​ La primera traducción al inglés, la hace Mary Mann, aparecida en 1868.61​
  • Vida de Aldao, 1845.
  • Método gradual de enseñar a leer el castellano, 1845.
  • Viajes por África, Europa y América, 1849; Autobiográfica.
  • De la educación popular, 1849.
  • Argirópolis, 1850.
  • Recuerdos de provincia, 1850; Autobiografía.
  • Campaña del Ejército Grande, 1852.
  • Las ciento y una, 1853; serie de epístolas dirigidas a Juan Bautista Alberdi.
  • Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina, 1853.
  • Memoria sobre educación común, 1856.
  • El Chacho, 1865; sobre el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza.
  • Las escuelas, bases de la prosperidad, 1866.
  • La infancia y educación de Abraham Lincoln, 1873.
  • Conflicto y armonías de las razas en América, 1884. En esta obra desarrolla una concepción semejante a la de Facundo, pero encarada desde el punto de vista étnico. Su primer tomo es de 1884 y el segundo, póstumo, que según su autor es «Facundo llegado a la vejez».
  • Vida de Dominguito, 1886; sobre su hijo adoptivo, muerto en la Guerra de la Triple Alianza.


Esteban Echeverría
Esteban Echeverría
José Esteban Echeverría Espinosa fue un escritor y poeta argentino, que introdujo el romanticismo en su país. Perteneciente a la denominada Generación del 37, es autor de obras como Dogma Socialista, La cautiva y El matadero, entre otras.



jose marmol
José Mármol
José Mármol fue un poeta, narrador, periodista y político argentino perteneciente al romanticismo.A partir de 1844 inició la publicación en formato de folletos de Amalia, una novela de costumbres y autobiográfica. La vasta obra poética de José Mármol fue publicada de forma desprolija, como ediciones de diversa completitud de Cantos del Peregrino y de Poesías (nombre a veces intercambiado con el de Armonías, su primer libro de poesías) y sus dos dramas en verso que fueron muy populares en la época, "El poeta" y "El cruzado", que se encuentran en el apartado Teatro



Juana Manso
Juana Manso
Juana Manso entre 1837 y 1838 participó del Salón Literario de Marco Sastre junto a varios escritores como José Mármol, Florencio Varela, Ricardo Gutiérrez, Esteban Echeverría entre otros. Con estos hombres se volvió a encontrar en su exilio en Montevideo en 1840, en donde las condiciones de vida no le eran favorables.16​
Ese año en la capital uruguaya publicó en El Nacional de Montevideo un artículo titulado «La Mujer Poeta», pero enseguida una dictadura militar se hizo cargo del gobierno de ese país y la familia se exilió en Brasil.


Marcos Sastre
Marcos Sastre
Marcos Sastre fue un escritor y educador argentino de origen uruguayo, fundador, junto con Juan B. Alberdi, Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, del Salón Literario, inicio de la Generación del 37.



Juana Manuela Gorriti
Juana Manuela Gorriti
Juana Manuela Gorriti Zuviria fue una escritora argentina considerada la primer novelista argentina . En 1848 publicó el relato La quena, obra que marcó el inicio de la novela en Argentina. A esta publicación le siguieron una extensa serie de títulos como Sueños y realidades en 1865, Don Dionisio Puch y El Pozo del Yocci en 1869, Panoramas de la vida en 1876, dos años después Misceláneas, en 1892 escribió tres libros, La tierra natal, Perfiles y Veladas literarias de Lima.5​Gorriti va perfeccionando su escritura a medida que va desarrollando su vida, centrándose en la región andina de Argentina, Boliva y Perú. En sus textos se puede analizar como se construyó un espacio femenino dentro de la cultura de cada país además de otros aspectos culturales.
Cuando escribió Sueños y realidades debió hacerlo tres veces porque el manuscrito original se perdió en el viaje hacia Buenos Aires. Es considerada una autora argentina a pesar de haber vivido mucho tiempo en el extranjero.3​
En el relato Misceláneas describió sus días de casada, su vida en Bolivia donde los soldados y sus compañeras se divertían de diferentes formas: fiestas, apuestas, charadas y juegos.





Vicente Fidel López
Vicente Fidel López
Vicente Fidel López fue un librepensador, historiador, abogado y político argentino que fuera electo diputado nacional de 1876 a 1879. Integró el Salón Literario de Marcos Sastre y la Asociación de Mayo, formando parte de la generación del 37.
La novia del hereje, o La inquisición de Lima (1854), novela histórica , La loca de la guardia (1854), novela histórica , La gran semana de 1810: Crónica de la revolución de mayo 



Bartolomé Mitre
Bartolomé Mitre
Bartolomé Mitre fue un político, militar, historiador, escritor, periodista y estadista argentino. Fue presidente de Argentina entre 1862 y 1868  y gobernador de Buenos Aires. Fue uno de los líderes del Partido Unitario -que proponía la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto de las provincias. Fue fundador y líder del Partido Nacionalista, de la Unión Cívica -con la que organizó la Revolución del Parque- y de la Unión Cívica Nacional. En 1870 fundó el diario La Nación, uno de los más antiguos del país que continúan activos. Sus libros de historia conformaron la llamada "historia mitrista", considerada como la historia oficial de la visión liberal-conservadora.


juan manuel de rosas

Con la llegada de Rosas al poder se dio por finalizada cualquier posibilidad de libertad de expresión en el periodismo de Buenos Aires.
A partir de 1829 ya no se publicaron periódicos de orientación ideológica unitaria o que simpatizaran con los unitarios. Hubo emigraciones en masa de periodistas y hombres de letras a Montevideo. Toda la prensa de Buenos Aires fue oficialista y apoyó las políticas de Rosas sin ningún cuestionamiento. Competía para ver quién apoyaba más al gobierno de Rosas.
En el breve plazo de dos años, entre 1833 y 1835 desaparecieron la mayoría de los periódicos. En 1833 había 43 periódicos en total. En 1835 quedaban solamente tres. Entre los periódicos más importantes clausurados por el restaurador estaban El Defensor de los Derechos Humanos, El Constitucional, El Iris, El Amigo del País, El Imparcial y El Censor Argentino.
Los rosistas se encargaron de abrir nuevas publicaciones. Algunos de los periódicos más importantes de esa época fueron El Torito de los muchachos, El Torito del Once, Nuevo Tribuno, El Diario de la Tarde, El Restaurador de las Leyes, El Lucero y El Monitor, todos ellos fuertemente rosistas, dedicados a exaltar la figura del Restaurador de las Leyes, y criticar a los unitarios.
En 1837 surgió un grupo de jóvenes intelectuales que comenzó a reunirse en la librería de Marcos Sastre. Entre ellos se contaban Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, José Mármol y Vicente Fidel López. Su pensamiento se identificaba con la clase política que había protagonizado el proceso independentista hasta la organización unitaria de 1824 y adhería a las ideas del romanticismo europeo y la democracia liberal.
Este grupo logró cierta influencia a partir de dos instituciones: el Salón Literario, clausurado por orden de Rosas, y La Joven Argentina, sociedad secreta fundada por Echeverría en 1838.