En esta década aparece la revista cultural Contorno que fue fundada en 1953 por Ismael Viñas, a quien se agregaría luego David Viñas, esta fue la revista emblemática de la intelectualidad argentina de izquierda, que aglutina a un grupo de jóvenes y que a su alrededor que volverían a poner en tensión la problemática de la relación entre literatura y sociedad. La revista tuvo sólo diez números y dos cuadernos, y cerró en 1959.
A comienzos de la década, en noviembre de 1953, nace la revista Contorno, dirigida por Ismael Viñas (1925). Sus integrantes son los jóvenes universitarios David Viñas (1927-2011), Juan José Sebreli (1930), Adolfo Prieto (1928), Ramón Alcalde (1922), Adelaida Gigli (1929), Oscar Masotta (1930-1980), León Rozitcher (1924), Noé Jitrik (1928), que realizan una revisión del pasado argentino para elaborar una salida para la problemática nacional. Hasta 1955 la revista sólo se ocupa de temas literarios, en un programa de reordenamiento de la tradición intelectual argentina y la construcción de una nueva línea. Después del golpe de estado, Contorno se convierte en una revista de discusión política donde se examina la experiencia peronista y se buscan alternativas que conjuguen los ideales marxistas y existencialistas del grupo. El movimiento central de Contorno es ubicar a la literatura argentina en la serie histórica, donde la política revela a la literatura y la literatura puede ser metáfora de la política, en una relectura que traza otros lineamientos, al recolocar y desplazar a distintos autores. En esta nueva organización del sistema literario, las lecturas fundamentales de Contorno marcan la centralidad de Roberto Arlt y Ezequiel Martínez Estrada, y el desplazamiento de Eduardo Mallea y Jorge Luis Borges.
Contorno es el espacio de producción textual en el cual se constituye el discurso crítico y la literatura de David Viñas. Sus primeros textos narrativos, de alguna manera, son la realización del programa de Contorno en la narrativa: la introducción de lo político y de la historia nacional en los textos literarios como materiales dominantes en sus textos, para cubrir los ciclos históricos argentinos: el roquismo en Cayó sobre su rostro (1955), el peronismo en Los años despiadados (1956), la década infame en Un dios cotidiano (1957), el yrigoyenismo en Los dueños de la tierra (1958) y La semana trágica (1966), el frondizismo en Dar la cara (1962) y Las malas costumbres (1963). En estos libros es central la idea de un sujeto condenado a su libertad y condenado a elegir en una versión literaria del existencialismo de Sartre, que aparece en su narrativa en la elaboración de personajes situados, definidos en su relación con los histórico y lo social, y en la elección de conflictos y temas que ponen en primer plano los problemas de libertad y elección. En sus últimas novelas -Cuerpo a cuerpo (1979) y Prontuario (1993)-, Viñas explora la frustración y la persecución de los intelectuales argentinos durante la dictadura militar, durante la cual la violencia del terrorismo de estado no tolera a los disidentes, y los intelectuales son eliminados o absorbidos por el régimen.
La década del cincuenta se caracteriza por una reformulación de los procedimientos del realismo que retoma las líneas abiertas por la literatura de Boedo, preocupada por dar cuenta del contexto social.
Marco Denevi irrumpió en la literatura cuando tenía ya más de 30 años: Rosaura a las diez gana en 1955 el Premio Kraft y la novela se convierte de inmediato en un gran éxito que, más tarde, sería llevado al cine. Dos años después incursiona en el teatro con Los expedientes, estrenada en el Cervantes y con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro. Aunque escribiría algunas otras obras dramáticas, "Denevi dijo haberse dado cuenta de que no tenía otras condiciones para el teatro que las propias del espectador de obras ajenas", y acabó abandonando este género literario. Cuentista, Denevi obtuvo en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, que fue traducido a varios idiomas, incluyendo inglés, francés, japonés e italiano, y adaptado cinematográficamente en 1968, en el Reino Unido.
Sus mayores exponentes son Bernardo Kordon (1915) que, en La reina del Plata (1946), De ahora en adelante (1952), Vagabundos en Tombuctú (1956), Domingo en el río (1960) y Vencedores y vencidos (1965), se aferra a lo real sin incurrir en moralejas y sin desdeñar la visión irónica; Bernardo Verbitsky (1907-1979) que aborda la descripción de la vida urbana y de los ambientes cotidianos de los marginales y de la clase media en Es difícil empezar a vivir (1941), En esos años (1947), Café de los Angelitos y otros cuentos porteños (1950), Una pequeña familia (1951), Villa miseria también es América (1957) y Calles de tango (1958); Roger Pla (1912) que, en Los robinsones (1946), El duelo (1951), Paño verde (1955), introduce una preocupación experimental y la configuración de un espacio narrativo abierto, que exige la participación activa del lector por el peculiar tratamiento del tiempo y el uso de monólogo interior; y Beatriz Guido, que ofrece una visión crítica de la burguesía a través de una indagación histórico-social en La casa del ángel (1954), La caída (1956), Fin de fiesta (1956) y La mano en la trampa (1961). Otros escritores del período son Arturo Cerretani (1902), Gastón Gori (1915), Ernesto Castro (1902), Alberto Vanasco (1925) y Joaquín Gómez Bas (1907).
En estos mismo años, la literatura de Andrés Rivera (1928) también se incorpora a la polémica sobre el realismo pero desde otro lugar del campo cultural, dado que su militancia en el Partido Comunista y su origen de clase (obrero textil) producen una literatura que introduce un nuevo tipo literario, la figura del militante sindical, constituyéndolo así en el autor de los primeros relatos obreros modernos de la narrativa argentina (El precio, 1957; Los que no mueren, 1959; Sol de sábado, 1962; Cita, 1966; El yugo y la marcha, 1968; Ajuste de cuentas, 1972). A diferencia la propuesta de los escritores de Contorno, que ponen en el intelectual el factor de cambio, Rivera se ajusta a los cánones del realismo socialista introduciendo una figura de militante fuertemente tipificado en el que se condensan un conjunto de virtudes o defectos morales. Su literatura elige como zona privilegiada de conflicto el momento de la huelga porque ante ella los personajes deben elegir su grado de compromiso y actuar en consecuencia. Esta postura clasista, intensificada en su primera etapa narrativa, es abandonada en el ciclo que se abre con Una lectura de la historia (1982) y Nada que perder (1982), momento a partir del cual su literatura trabaja con los procedimientos desviados de la novela histórica (En esta dulce tierra, 1984; Apuestas, 1986; La revolución es un sueño eterno, 1988; Los vencedores no dudan, 1989; El amigo de Baudelaire, 1991; La sierva, 1992; Mitteleuropa, 1993; El verdugo en el umbral, 1994).
A mediados de la década del cincuenta comienza la producción de Rodolfo Walsh (1927-1977), el creador de la novela de no-ficción en la Argentina. Si bien su primer libro es la compilación de tres cuentos policiales clásicos (Variaciones en rojo, 1953), muy pronto abandona los procedimientos más típicos del género: con Operación Masacre, de 1957, Walsh inicia una serie de textos -¿Quién mató a Rosendo? (1969) y El caso Satanovsky (1973)- en los cuales una investigación periodística (el fusilamiento clandestino de inocentes en el levantamiento del general Valle en junio de 1956, los asesinatos del sindicalista Rosendo Juárez y del abogado Marcos Satanovsky) sirve de punto de partida para la narración de hechos reales por medio de procedimientos ficcionales. En estos textos, Walsh construye la figura del periodista-justiciero para narrar la historia de una investigación y el resultado de esa investigación, que reemplaza una historia que fue silenciada y no fue escrita por los jueces. En ellos, Walsh incorpora las técnicas de la investigación periodística y los procedimientos del género policial clásico, como el uso del enigma y del suspenso, politizando sus estrategias centrales. Asimismo, durante la década del sesenta, Walsh escribe tres libros de cuentos (Los oficios terrestres, 1965; Un kilo de oro; 1967 y Un oscuro día de justicia, 1967 —publicado en 1973—), escritura de ficciones que abandona durante su militancia política en los años setenta. El 24 de marzo de 1977, a un año de instaurada la dictadura militar en la Argentina, envía su célebre "Carta a la Junta Militar"; al día siguiente es asesinado en la vía pública. Su cuerpo está desaparecido.