Esta historia se remonta a 1869,a aproximadamente, tal vez un poco antes o un poco después.
La fecha exacta no es importante; sí, en cambio, los hechos, porque dieron lugar al nacimiento de una leyenda. Por aquellos años (1865-70) se libraba una guerra de exterminio entre el Paraguay y los países de la Triple Alianza, Brasil, Uruguay y Argentina.
Se cuenta que las tropas paraguayas comandadas por el mariscal Francisco Solano Lopez venían en retirada desde Corrientes, bajo el asedio de las poderosas fuerzas aliancistas.
El mariscal, que se desplazaba en un barco, ordenó al capitán que atracara en una costa para desembarcar el oro, las joyas y las libras esterlinas que transportaba con él y que no debían caer en manos del enemigo.
La orden se cumplió de inmediato y el barco recaló en una isla solitaria.
Allí mismo fue enterrado el tesoro, pero el lugar, sólo el mariscal y algunos pocos hombres de su confianza lo supieron, y todos ellos se llevaron el secreto a sus tumbas. Con el correr del tiempo, muchos aventureros muchos hombres y mujeres, llegaron a la isla para tratar de hallar la gran fortuna escondida. Pero todos sus esfuerzos fueron inútiles; nunca encontraron nada. Pronto comenzó a correr el rumor de que el tesoro estaba custodiado por seres extraños e intocables; tal vez los espectros de los soldados más leales del mariscal. Hasta hoy persiste la creencia de que la isla guarda un magnífico tesoro, porque en noches de luna se levanta de algún lugar de la tierra un resplandor, un frío arco iris que se refleja en las ramas de los árboles que rodean el enigma.