Una fuerte sequía en el año 1817 provocó escasez y alza de los precios, y los comerciantes ingleses aprovecharon para hacer una campaña periodística, y hasta en folletines y pasquines- para echar culpas a los saladeros por el aumento del precio.
El 23 de abril de 1817, Pueyrredón convocó a una reunión de hacendados, “matanceros” y saladeristas, para que encontraran un modo de bajar el precio de la carne de consumo. Los comerciantes insistían con el cierre de los saladeros, pero los hacendados se comprometieron a carnear solamente de su hacienda particular mientras durase la crisis de la sequía, y a mantener los precios de la carne de consumo al nivel anterior a la crisis.
A pesar de todo, el 31 de mayo de 1817 Pueyrredón ordenó el cierre de los saladeros. Al mismo tiempo que sacaba de las manos criollas el arma de lucha contra el monopolio ingles, los autorizaba para trabajar “solamente para los buques ingleses”, que debían alimentar sus tripulaciones.
Pese al cierre de los saladeros, el precio de la carne de consumo no bajó, porque los abastecedores mantuvieron un precio monopólico. Para remediar la situación, Pueyrredón se vio obligado a convocar una nueva junta de saladeristas y abastecedores. Se comprometieron a hacer el abasto al precio que fije el Cabildo, si se reabrían los saladeros. Así se hizo con el abasto, pero los saladeros no volvieron a abrirse.
La industria de los saladeros fue la antecesora de los frigoríficos, que como sabemos, en nuestro país pasaron a ser mayoritariamente ingleses.
La ruptura del sometimiento a España exigió a la población sacrificios de todo tipo, incluso en el abastecimiento de alimentos, en la imagen se ve un bando emitido por Pueyrredón en 1818 en un año en que la carne subió el precio en forma desmesurada
Los intereses comerciales ahora se basaban sobre todo en las mayores facilidades para la importación y exportación. Pero mientras la exportación era favorable al desarrollo rural. la libre introducción de mercaderías oponía un obstáculo insalvable al desarrollo y mantenimiento de las industrias nacionales los gobiernos centrales tuvieron conciencia del problema e intentaron elevar los aranceles aduaneros a la importación para proteger los productos nacionales, pero esta política escollo el clamor de los comerciantes ingleses. Consecuencia de esta presión y de la falta de unidad y criterio de los escasos industriales para defender el proteccionismo, habría de ser el triunfo del sistema de libre cambio, que fue mas una consecuencia de las circunstancias y condicionamientos exteriores que el resultado de una adhesión doctrinaria.
Las necesidades de la guerra origino fabricas de pólvora, fusiles y cañones en la modesta escala en que se desarrollaba la guerra misma, pero mucho mas importante es que agravo la escasez de mano de obra por el reclutamiento de hombres libres y por la manumisión de esclavos por el servicio de guerra. También la guerra insumía casi todos los capitales disponibles. Los impuestos llegaron a niveles desconocidos en la época hispánica, los empréstitos se sucedían y se satisfacían de manera mas o menos compulsiva y las contribuciones forzosas desarticularon mas de una empresa comercial o un establecimiento rural. El problema de las cargas impositivas se constituyo en uno de los grandes temas económicos de la época, sin que la realidad trajese ninguna solución.