Si bien la Revolución del Parque fue derrotada, la renuncia del presidente Juárez Celman fue considerada un triunfo propio, lo cual llevó a la Unión Cívica a persistir en su actitud revolucionaria.
En enero de 1891, después de largas deliberaciones, los delegados de los comités cívicos realizaron una convención nacional en la ciudad de Rosario y proclamaron la fórmula presiden-cial para los comicios que debían realizarse un año y tres meses más tarde. La elección recayó en las figuras de Bartolomé Mitre y Bernardo de Irigoyen.
Parecía muy difícil que el roquismo, en crisis después de la caída de Juárez Celman y a cargo de un gobierno tan difícil como el que estaba ejerciendo Pellegrini, pudiera triunfar sobre esos personajes ilustres, apoyados por un entusiasta concurso popular.
Era un binomio que reunía al hombre más prestigioso del país con un dirigente muy respetado, y ambos representaban la tradición liberal y federal.
En 1893, el partido de Alem impulsó, con diversos resultados, levantamientos en distintos lugares. Fue el pico más alto de esta oleada, y sirvió para que el radicalismo no solamente definiera sus cauces, sino también para que dos de sus figuras señeras, Alem e Yrigoyen, se convirtieran, por mucho tiempo, en los líderes de ese partido cuyas banderas serían, la absten-ción revolucionaria y la intransigencia.
La Revolución del Parque, también conocida como Revolución de 1890, fue una insurrección cívico-militar producida en la Argentina el 26 de julio de 1890 dirigida por la recién formada Unión Cívica, liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña, entre otros. La revolución fue derrotada por el gobierno, pero de todos modos llevó a la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman, y su reemplazo por el vicepresidente Carlos Pellegrini pero tambien fue el ingreso a la vida política de multitudes segregadas de la política nacional que era ejercida solo por minorias oligárquicas obteniendo el poder mediante elecciones fraudulentas