Tucumán.

Cuando se convocó en Tucumán el cabildo al toque de campana el 11 de junio, ya había circulado en el pueblo lo ocurrido en Buenos Aires, la deposición del virrey, pero no se conocían los oficios recibidos por el cabildo y existía gran expectativa por la nueva información. 


Adhesión tucumana

Antes de decidir, se quiso saber lo que haría Salta, capital del gobierno de la intendencia. Volvió a reunirse el cabildo abierto el 25 de junio; entre los asistentes al mismo estaban José Domingo Ayala, Salvador Alberdi, Nicolás Laguna, Miguel M. Drago, fray Isidoro Celestino Guerra, José M. Terán, F. J. Heredia, Diego León de Villafañe, etc. 

Se leyeron los oficios de Gutiérrez de la Concha; Nicolás Laguna propuso diferir toda resolución sobre el sistema de gobierno hasta tener consultas con las villas y lugares de la jurisdicción y que, entretanto, se mantuviesen con Buenos Aires relaciones de familiaridad e interés fraternal.

Pero el 27 de junio un nuevo cabildo abierto eligió diputado al congreso de Buenos Aires al doctor Manuel Felipe de Molina, que prestó juramento como tal el 10 de noviembre.

Respondiendo a pedidos de Ortiz de Ocampo, se procedió a reunir provisiones, medios de movilidad, y doscientos hombres para formar un batallón de alabarderos; también se hicieron donativos en dinero. 

La fábrica de fusiles

El 5 de noviembre de 1810 se instaló en Tucumán una fábrica de fusiles a cargo de Clemente de Zavaleta y no se escatimó el reclutamiento de contingentes para los ejércitos patriotas. Fue también importante la contribución que prestó al ejército el vecino Francisco Ugarte y Figueroa, que costeó la construcción de cuarteles y el transporte de los fusiles de la fábrica.