La campaña presidencial

Se aproximaban las elecciones presidenciales y sobrevino la presentación de candidaturas y de cábalas, y el recurso a todas las maniobras y presiones. 


Lisandro de la Torre denunció en acto público en el Frontón de Buenos Aires las presiones hechas desde la presidencia o amparándose en el apoyo oficial, como la intervención en Corrientes, al proclamar la candidatura presidencial del partido demócrata progresista, y el telegrama de Victorino de la Plaza al gobernador de San Luis, Justo Daract, como represalia por la consagración del candidato del partido demócrata progresista. Indalecio Gómez, ministro del interior, se inclinaba manifiestamente en favor de la candidatura de Luis Güemes para el primer término del binomio.

Quedaban así fuera de la concentración lograda por Lisandro de la Torre para las elecciones presidenciales, el partido conservador de la provincia de Buenos Aires, dirigido por Marcelino Ugarte, y Santiago del Estero, donde actuaba un sobrino político de Victorino de la Plaza, Castañeda Vega renuncio a la junta nacional del partido demócrata progresista, Julio A. Roca se empeñó  en llegar a una transacción con Ugarte, pero fracasó, y el fruto de ese "contubernio" fue la fórmula Angel D. Rojas-Serú, rechazada en los comités de Santa Fe, Catamarca, San Luis y Tucumán; pero esa fórmula significaba la división de lo que pudo ser un gran partido: "Millares de personas —escribió Lisandro de la Torre a Martín Aldao--- encontraban peligroso y absurdo llevar a la presidencia de la República a un hombre que no ha expuesto jamás una idea de gobierno a los representantes del pasado, o a un candidato como yo, que sólo podía triunfar apoyado en fuerzas antagónicas, expuestas a una rápida dislocación". . .

El 20 de marzo de 1916 se reunió la convención nacional de la Unión cívica radical en la Casa Suiza de Buenos Aires, con un total de 138 delegados. Se resolvió entrevistar al presidente Victorino de la Plaza por medio de una delegación que integraron Ramón Gómez, José C. Crotto, Pelagio B. Luna y Marcelo T. de Alvear, para que se definiese acerca de sus propósitos de presidir un acto eleccionario limpio. Existía en los radicales inclinación manifiesta a concurrir a las urnas "para demostrar que el radicalismo no declina la prueba y que afronta todas las situaciones".

Un despacho de mayoría declaró que era propósito del radicalismo "realizar un gobierno amplio, dentro de las finalidades superiores de la Constitución, rectamente aplicada en su espíritu y en su texto" para construir un país "grande por sus instituciones, fuerte por su cultura y su riqueza, ennoblecido por la moral de su vida y por la solidaridad en el trabajo de sus habitantes dignificados".

Cuando se realizó la proclamación de los candidatos el 22 de marzo en el teatro Onrubia, se sabía que Yrigoyen quería renunciar a todo nombramiento; sin embargo La casi totalidad de los votos para el primer término de la fórmula se volcaron en su nombre, menos dos en favor de Leopoldo Melo y uno a cada uno de los siguientes: Crotto, Alvear y Gallo. Para la vicepresidencia, el mis votado fue Pelagio Luna, que recibió 81 votos, contra 59 por Gallo, uno por Castellanos y otro por Melo.

Yrigoyen insistió en su negativa, la de toda la vida. En 1909 decía en su polémica con Pedro C. Molina: "Nuestra misión no es la ocupación de los gobiernos, sino la reparación cardinal del origen y sistema de ellos"... En agosto de 1912 decía en un manifiesto del radicalismo: "Las aspiraciones que no tienen otro objeto que la ocupación de los gobiernos son siempre facciosas y fatales para el bien público, y al fin mueren execradas, mientras que las idealidades sinceras viven en sus obras ilustres". No había que extrañarse, pues, de que respondiera a la convención de su partido, el 22 de marzo de 1916: "Un gobierno no es más que una realidad tangible, mientras que un apostolado es un fundamento único, una espiritualidad que perdura a través de los tiempos". Yrigoyen había considerado su misión como un apostolado y por eso el rechazo de todos los ofrecimientos oficiales que le hicieron a través de tantos años, Pellegrini, Aristóbulo del Valle, Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña.

Pelagio B. Luna declaró que aceptaría la designación como candidato a la vicepresidencia sólo a condición de que Yrigoyen admitiese la candidatura para el primer término de la fórmula.

Una delegación de la convención nacional se dirigió al domicilio del jefe del partido en la calle Brasil; todas las provincias estaban representadas en ella. Fueron tales las presiones de sus amigos y correligionarios que, contra su voluntad íntima, acabó por ceder, diciendo: "Hagan de mí lo que quieran".

Las elecciones tuvieron lugar el 2 de abril de 1916. De los 1.188.904 votantes inscriptos en el padrón electoral, sobre 7.704.383 habitantes argentinos, concurrieron a los comicios 745.825, unos 400.000 se abstuvieron consciente o inconscientemente. Los radicales recibieron 339.332 sufragios, contra 123.637 del partido demócrata progresista, 153.406 de los conservadores, 52.895 del partido socialista y 24.267 de los radicales disidentes de Santa Fe.

Las candidaturas presentadas fueron las siguientes: Hipólito Yrigoyen-Pelagio B. Luna, por los radicales; Angel D. Rojas-Juan E. Serú, por el ugartismo; Lisandro de la Torre-Alejandro Carbó, por los demócratas progresistas; Juan B. Justo-Nicolás Repetto, por los socialistas; contra Justo se perpetró un atentado en la tarde del 8 de junio, pero las heridas de bala que recibió no fueron mortales. De los autores del atentado no se tuvo ningún indicio.

Roberto Etchepareborda comentó así el resultado comicial favorable al radicalismo:

"La discrepancia interna de las fuerzas conservadoras favorece el éxito radical en cuanto a obtener la mayoría de los electores de Santiago del Estero y la minoría de Corrientes, y la mayoría de Tucumán. En definitiva, la fórmula Yrigoyen-Luna se benefició de 6 electores por Corrientes, 6 por Tucumán y 6 por Santiago del Estero, que no habría conseguido de otro modo, un total de 18 electores, sin los cuales no habría sido posible, ni con los 19 votos disidentes de Santa Fe, llegar a una mayoría del Colegio electoral, tradicional enfoque de nuestra historiografía hasta el presente".

La actitud de los radicales santafesinos disidentes mantuvo en expectativa a la opinión pública durante varios días. El apoyo de esos disidentes, bajo la dirección de Rodolfo Lehmann y Ricardo Caballero, era necesario para obtener la mayoría en el colegio electoral. Merece recordarse que en esa circunstancia Yrigoyen no dio un paso ni autorizó a nadie a que lo diese para conseguir el voto de los santafesinos. Estos decidieron por propia iniciativa votar la fórmula radical, que quedó así consagrada.

Candidato Votos en el colegio electoral
Yrigoyen-Luna 152
A. D. Rojas-Serú 104
de la Torre-Carbó 20
J. B. Justo-Repetto 14


Lisandro de la Torre resumió la situación causada por los manejos de Marcelino Ugarte y Victorino de la Plaza:

"De ese modo debilitadas y anarquizadas nuestras fuerzas por la acción oficial, el triunfo se hizo fácil para los radicales. Obtuvieron la minoría en Corrientes, 6 electores; la mayoría de Tucumán, 6 electores, y la de Santiago del Estero, 6 electores, que jamás debieron ganar. Y así, los que han triunfado por un solo elector de mayoría, recibieron 18 de de la Plaza y Ugarte".

Refiere también que Ugarte calculaba que los radicales en ningún caso podrían pasar de 112 electores, y por eso los enemigos no eran, para él, los radicales, sino los demócratas progresistas, que podrían tener el segundo puesto en el colegio electoral; por eso era preciso derrotarlos en Mendoza y Salta, lo que hizo por medio de Emilio Civit, que entregó sus elementos a Lencinas, y quitarles las minorías de Santa Fe y Tucumán.

 Se impusieron los radicales en seis distritos: capital federal, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán; los demócratas progresistas en cuatro: Catamarca, Salta, San Juan y San Luis; el ugartismo conservador y sus aliados en cuatro: provincia de Buenos Aires, Corrientes, Jujuy y La Rioja; los radicales disidentes, en Santa Fe. La disidencia santafesina se debió al reconocimiento por el comité nacional de la Unión cívica radical encabezada por Manuel J. Menchaca; el sector opuesto hizo causa aparte, dirigido por Ricardo Caballero, Elizalde y Rodolfo Lehmann, y logró llevar su candidato, Rodolfo Lehmann, a la gobernación de la provincia, con el apoyo de fuerzas heterogéneas que resistían a la tendencia liberal de Menchaca y a su gestión gubernativa; en aquella emergencia, muchos conservadores se hallaron al lado de los disidentes radicales.

Victorino de la Plaza votando

En la foto se ve al presidente Victorino de la Plaza votando en 1916  en las primeras elección de voto secreto y obligatorio., 

En la elección de diputados nacionales, votaron a favor de los radicales 340.492 inscriptos, contra 405.333 por los candidatos de los diversos partidos, socialistas, socialistas argentinos, partido demócrata progresista, conservadores y otros. He aquí el resultado:

Proclamado presidente de la República, Yrigoyen no quiso entrevistarse, como lo habría hecho cualquier otro en su lugar, con el presidente Victorino de la Plaza, ni solicitó ninguna información sobre la marcha del gobierno. Conoció a Victorino de la Plaza el mismo día y a la misma hora de la transmisión del mando, presentado al efecto por el senador José C. Crotto.

Había terminado un período de la historia política argentina y se abría un capítulo nuevo. Cuando asumió Yrigoyen el mando, el 12 de octubre, tenía 64 años. Arrancado por el fervor de sus partidarios del apostolado, el viejo conspirador, el caudillo de un gran movimiento, debía consagrarse a tareas y a soluciones que no había encarado nunca, porque nunca quiso imaginarse hombre de gobierno; era más, era un predicador de moral, un apóstol..

Proclamación del triunfo de la fórmula radical Yrigoyen-Luna en el escenario del teatro Victoria de Buenos Aires

Proclamación del triunfo de la fórmula radical Yrigoyen-Luna en el escenario del teatro Victoria de Buenos Aires