Los partidarios de Dorrego se agitaron y se pusieron a conspirar contra el nuevo gobernador; Martín Rodríguez escribió a Rosas para que se situase con sus milicias en Santa Catalina y tomó medidas de defensa, pero en la noche del 1º de octubre se reunieron los cívicos acaudillados por el coronel Manuel Pagola, con José Vicente Chiclana, Pedro José Agrelo y otros.
Pagola avanzó sobre la plaza de la Victoria, desalojó del Fuerte a los cazadores y dispersó a los aguerridos parapetados en la Recova Vieja, adueñándose de la ciudad. Al día siguiente, la sala del Cabildo fue invadida por núcleos tumultuarios y fue revocado el nombramiento de Martín Rodríguez, asumiendo el gobierno provisional de la provincia.
Hallándose solo en la ciudad, Martín Rodríguez salió de la misma en espera de la división de Rosas, dispuesto a renunciar. Martín Rodríguez estaba instalado en una chacra al sur de Barracas, y comenzaron a reunírse grupos de la capital y vecinos de los alrededores; el 2 de octubre se le incorporó Rosas con su quinto regimiento, los llamados Colorados de Monte. La Junta de representantes se reunió en la madrugada del 5 en el convento de las Monjas Capuchinas; mientras la calle estaba ocupada por las tropas de Rosas, en esa reunión se acordó ratificar en el cargo de gobernador a Martín Rodríguez. Los cívicos del Cabildo resistieron y fueron vencidos por los Colorados de Monte, después de cuatro horas de combate reñido y sangriento. Llamó la atención la disciplina de los hombres de Rosas durante la lucha y después de la misma, en con¬traste con los desbordes habituales entre las tropas vencedoras.
Después de la derrota de Dorrego en 1820, M. Rodríguez fue designado gobernador de Buenos Aires; nombró ministros capaces: Bernardino Rivadavia y Manuel García, quienes comenzaron un extenso programa de reformas que incluían la distribución de tierras públicas, el desarrollo de la agricultura, la ganadería y la minería, las reformas militares; también crearon la Universidad de Buenos Aires, el Museo de Historia Natural, fundaron la ciudad de Tandil (provincia de Buenos Aires), establecieron fuertes, reorganizaron los servicios policiales, etc.. Rodríguez, que debió su nombramiento como gobernador, al menos en parte, al apoyo de Juan Manuel de Rosas, también firmó el Tratado de Benegas con el caudillo Estanislao López, por el cual se dispuso una tregua entre Buenos Aires y las provincias mesopotámicas.
El héroe de la jornada fue el comandante Rosas, de 28 años, y suyo el mérito de haber terminado con la sucesión de conspiraciones y golpes de mano en Buenos Aires. Como premio a su intervención decisiva, fue ascendido a coronel de caballería de línea, y jefe del 5º regimiento.
Dorrego había sido señalado como cómplice del Cabildo contra la Junta de representantes y se había acercado a la ciudad llamado por aquél, pero hizo saber que las fuerzas a su mando estaban al servicio del orden. El año crítico de 1820 quedó superado; Martín Rodríguez tomó medidas de rigor contra los rebeldes y hubo ejecuciones en la plaza de la Victoria. Rosas se despidió de la población de Buenos Aires con un manifiesto en el que decía:
"La Patria nos pide la unión. Ahora es la ocasión de que un acto de heroísmo pese más en los resentidos que el más bajo de las rivalidades. Sed sumisos a la ley, compatriotas, no confundiendo al gobierno con las personas. Creedme, que mi satisfacción consiste, principalmente, en haber obedecido, sirviendo al pueblo en que nací".
En 1819 Juan Manuel de Rosas adquirió la estancia "Los Cerrillos" en San Miguel del Monte. Allí organizó una compañía (aumentada al poco tiempo a regimiento) de caballería, los "Colorados del Monte", para combatir a los indígenas de la zona pampeana. Fue nombrado su comandante, y alcanzó el grado de teniente coronel.