Se denomina así al día en que el poder ejecutivo de Buenos Aires fue ejercido simultáneamente por tres gobernadores: corría el año de 1820 cuando, a la vez, se proclamaron gobernadores bonaerenses Ildefonso Ramos Mejía, Miguel Estanislao Soler y el propio Cabildo de Buenos Aires como cuerpo colegiado, por lo que el 20 de junio de aquel año fue conocido como el “día de los tres gobernadores”. Algunos historiadores, no obstante, coinciden en que tal denominación es incorrecta en virtud del total vacío de poder que imperaba en tal instancia histórica ya que los tres autodenominados gobernadores no fueron reconocidos por la legislatura
Llegó así el 20 de junio, día de los tres gobernadores el titular Ramos Mexía, el Cabildo go-bernador y el general Soler, proclamado en Luján y reconocido por la Junta de representantes. La ciudad se hallaba cercada por las tropas de campaña y con los cívicos insubordinados; había una división en Quilmes, otra en San Isidro y una fuerza más importante en Puente de Márquez.
El 23 de junio juró el cargo el general Soler y el 24 dejó el mando de la ciudad al coronel Manuel Dorrego, que acababa de llegar del destierro, se dirigió a Luján y ordenó que se le incorporasen todos los oficiales sin destino y los diputados del Congreso de Tucumán, que había sido disuelto, y que se hallaban presos.
Con las tropas de su mando, se movió en busca de Estanislao López, que avanzaba sobre Buenos Aires, en unión con las huestes de Carrera y las de Alvear; los ejércitos beligerantes se encontraron el 28 de junio, un poco más allá de Cañada de la Cruz; la caballería de Soler fue dispersada o cayó prisionera y se salvaron únicamente una columna de infantería y algunas piezas de artillería al mando del coronel Pagola, que se dirigió con esa fuerza a Buenos Aires.
Soler informó del desastre al Cabildo y, considerándolo todo perdido, se dirigió a la Colonia del Sacramento.
Vencido Soler por las armas federales, y disuelta la Junta de representantes, el gobierno quedó en manos del Cabildo. Dorrego se dedicó a la defensa de la ciudad contra las fuerzas de Estanislao López y de Carrera que avanzaban sin mayor obstáculo.
Mientras salía Dorrego de la ciudad para reunir los dispersos del ejército de Soler, Alyear entró en Luján y dio orden para que se reuniesen allí representantes del norte de la provincia, y el 19 de julio se hizo elegir gobernador de Buenos Aires. El coronel Pagola llegó a la capital con la columna salvada de Cañada de la Cruz, se apoderó de la fortaleza, se atrincheró en la plaza de la Victoria y se hizo proclamar comandante de armas.
Uno de los gobernadores era Estanislao Soler, apoyado por López y el Cabildo de Luján. El otro era Ildefonso Ramos Mejía, quien ese mismo 20 de junio renunció ante la Junta de Representantes. El tercer gobernador en disputa era el Cabildo de Buenos Aires, que ante la renuncia de Ramos Mejía decidió reasumir el poder.
Belgrano murió a las 7 de la mañana, en la casa de su padre, el comerciante Domingo Belgrano. Tenía 50 años y el hígado destrozado. Como relata Mitre, el abogado educado en Salamanca, el hombre que había salvado la Revolución de Mayo con las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), estaba en la miseria. El mármol de la cómoda de un hermano suyo, Miguel Belgrano, se usó como lápida.
El ataúd de pino, cubierto con un paño negro y cal, se ubicó junto a la puerta del atrio de Santo Domingo. Belgrano le había pagado a su médico, el escocés Redhead, con un reloj de bolsillo. Otro amigo médico, Juan Sullivan el que haría la autopsia tocaba el clavicordio para alegrarlo en sus últimas horas. Murió rodeado de frailes dominicos, familiares y algunos amigos, como Manuel de Castro y Celedonio Balbín.
El sacerdote Castañeda escribió en su periódico, "El despertador teofilantrópico" los siguiente "Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una iglesia junto al río, en esta capital al ciudadano, brigadier general Manuel Belgrano",siendo este fue e único diario que lo recordó,
Belgrano murió a las 7 de la mañana en la casa de su padre, el comerciante Domingo Belgrano, estaba en la absoluta miseria