Golpe de Estado de 1966

El 28 de junio de 1966, en una fría mañana de invierno se produjo el golpe militar en medio de la indiferencia de la ciudadanía. Los militares forzaron a Arturo Illia a abandonar la presidencia y hacerse ellos nuevamente con el poder.


Causas del derrocamiento

El gobierno de Illia (como el de Frondizi) tuvo que reconocer el hecho de haber sido elegido en elecciones no libres, a causa de la proscripción del peronismo —muchos de cuyos simpatizantes votaron en blanco, obteniendo la segunda minoría— y del encarcelamiento del presidente Frondizi, que había ganado las elecciones anteriores y había sido derrocado por los militares.

La falta de reconocimiento de legitimidad al gobierno de Illia por parte de los ciudadanos peronistas y frondizistas, se vio agravada por un plan de lucha del movimiento obrero, afectado por la decisión del gobierno de sancionar una legislación sindical sin consultar a los sindicatos y no investigar la desaparición del militante sindical Felipe Vallese.

En el año 1965 el gobierno convocó a elecciones legislativas eliminando todas las restricciones que pesaban sobre el peronismo. El peronismo presentó sus propias listas de candidatos y triunfó ampliamente en las elecciones con 3 278 434 votos contra 2 734 970 de la Unión Cívica Radical del Pueblo. El triunfo del peronismo agitó la situación interna de las fuerzas armadas.

Empresas nacionales opositoras

La Sociedad Rural y la Unión Industrial se habían unido en un asociación anti estatal llamada ACIEL (Acción Coordinada de las Institutos Empresarias Libres). Ambas atacaron persistentemente el déficit del Estado, la inclinación del gobierno por los controles de precios y de cambio, su proteccionismo a las empresas públicas como YPF y la decisión de mantener congelados los arrendamientos agrícolas impuestos bajo el gobierno de Ramírez en 1943.

La corporación de la prensa nacional y la prensa extranjera colaboró en la campaña de desprestigio que se inició contra el presidente y los miembros de su gabinete acusados de lentitud e inactividad. Diarios como El Mundo y Crónica publicaban caricaturas en las que se veía a Illia representado como una tortuga. La Confederación General del Trabajo de la República Argentina(CGT) llevó a cabo el «operativo tortuga» que consistió en sembrar el centro de Buenos Aires con aquel animal llevando pintadas en su caparazón las palabras «Illia o gobierno».

La campaña contra Illia se realizó de manera sistemática por un grupo de periodistas y medios de prensa, como Mariano Grondona en Primera Plana (autor luego de los primeros comunicados militares golpistas), Bernardo Neustadt en la Revista Todo y finalmente, las de Mariano Montemayor. Para ello se recurrió a la imagen de una tortuga, para caracterizar la gestión presidencial como timorata y falta de energía. Simultáneamente, se resaltaba la personalidad de jefes militares, en particular a Juan Carlos Onganía, contraponiéndolo con la imagen de los políticos, alentando su intervención para «salvaguarda de la Patria».

Oposición internacional y guerra sucia

Finalmente para entonces, Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, ya comenzaba a promover abiertamente el terrorismo de Estado y la instalación de dictaduras militares permanentes en América Latina, impulsadas desde la Escuela de las Américas instalada en Panamá, dentro de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Como primer paso de ese camino, fuerzas militares habían instalado en 1964 un gobierno militar permanente en Brasil al derrocar al presidente João Goulart.

La planificación del golpe para derrocar a Illia que luego llevaría al poder al teniente general Juan Carlos Onganía corre por cuenta del comandante del Primer Cuerpo del Ejército, el por entonces general de división Julio Rodolfo Alsogaray, con la anuencia del por entonces comandante en jefe del Ejército Argentino, teniente general Pascual Pistarini y la adhesión del titular de la Armada Argentina, almirante Benigno Varela y el de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier general Adolfo Álvarez.

La idea del golpe no solo era reclamada por sectores de la prensa conservadora y del poder económico, sino que también era apoyado por algunos partidos políticos como la Unión Cívica Radical Intransigente liderada por Oscar Alende y el Movimiento de Integración y Desarrollo liderado por el derrocado expresidente Arturo Frondizi, y también por algunos sectores del movimiento sindical.

El sector militar

Los rumores de posibles golpes de estado acosaron al gobierno radical durante toda su gestión, y las simpatías del vicepresidente Perette por los militares colorados no hacía más que complicar la situación, ya que el ascenso de Juan Carlos Onganía a Teniente General daba un resonante triunfo a los azules y desalentaba las intenciones de reincorporación de los colorados retirados. Los azules y colorados eran una división interna de las fuerzas armadas con respecto al peronismo.

El descontento militar se combinó con una fuerte campaña de desprestigio, impulsada por sectores económicos conservadores que criticaban duramente ciertas políticas del gobierno radical, como la Ley de Medicamentos, la política petrolera y cierta autonomía de los Estados Unidos en la política internacional.

En síntesis los militares tuvieron la tarea de ejecución de una compleja coalición derechista conformada por un grupo de poder, que en su interior contenía núcleos de carácter político–económico, agrupándose varios actores. En lo político, partidos políticos hacían oposición desmesurada; la enemistad con Estados Unidos por discrepancias ideológicas y resentimientos en la política petrolera exasperaban a los castrenses.

En lo económico se hallaban empresas nacionales (prensa, medicamentos, etc.) y multinacionales petroleras afectadas por la anulación de los contratos millonarios.


golpe de estado  contra Illia

Tanques y efectivos militares apostados en las inmediaciones del a Casa de Gobierno, para asegurar el orden público, Revolución del 27 de junio de 1966, derrocamiento del presidente Arturo Illía.

Illia abandonando la Casa Rosada el día de su derrocamiento, una muchedumbre lo acompaña.

 Illia abandonando la Casa Rosada el día de su derrocamiento, una muchedumbre lo acompaña.

Golpe de Estado

El 28 de junio de 1966 a partir de la hora 3:15 a.m. se produjo el golpe militar en medio de la indiferencia de la ciudadanía. El general Alsogaray se presentó a las 5 de ese día en el despacho presidencial e "invitó a retirarse" al Presidente. 

El general Julio Rodolfo Alsogaray, el brigadier Rodolfo Pío Otero —jefe de la Casa Militar de la Casa Rosada—, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales se presentaron en el despacho presidencial para solicitarle que se retire de la Casa de Gobierno, asegurándole en todo momento su integridad física. Este se negó rotundamente y luego de una fuerte discusión les manifestó: «El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo», provocando que los militares abandonasen el despacho. Pero a las 19:20, ante la fuerte negativa los efectivos policiales ingresaron con pistolas lanzagases, mientras que las tropas rodearon por completo la Casa Rosada. Perlinger volvió a solicitar al presidente que se retirase, asegurándole que en caso contrario «no podría garantizar la seguridad de las personas que lo acompañaban». Finalmente, Illia optó por abandonar el lugar.

Rodeado por sus colaboradores bajó por la escalera hasta la planta baja, cruzó por la entrada y se dirigió a la calle, y como no disponía de un vehículo propio, puesto que lo vendió durante el ejercicio presidencial, abandonó el lugar y se retiró en un taxi que lo llevó a la casa de su hermano en la localidad bonaerense de Martínez.

Al día siguiente asumió el general Juan Carlos Onganía, autodenominando al golpe Revolución Argentina.