El 4 de junio envió Ruiz Galán la nave Anunciada al Brasil a las órdenes de Gonzalo de Mendoza para recoger abastecimientos; en el puerto de Santa Catalina se encontró con la nave que lle¬vaba al veedor Alonso de Cabrera, un hombre que se había separado de la armada de Mendoza en el viaje al Río de la Plata y sobre cuya insania cabían pocas du¬das.
Gonzalo de Mendoza guio la nave de Cabrera hasta Buenos Aires; pero en el trayecto la Anunciada se hundió en el puerto de San Gabriel y sus náufragos fueron reco¬gidos y desembarcados todos en Buenos Aires a comien¬zos de noviembre.
Cabrera debía decidir sobre quién tenía derecho al man¬do en las tierras descubiertas o bien llamar a elecciones para que resolviesen los convocados acerca del futuro go¬bernador. Sembró enseguida cizañas y se enemistó con Ruiz Galán, dividiendo a los pobladores de Buenos Aires en dos bandos.
Levanto una información según la cual Domingo Martínez de Irala debía hacerse cargo de la gobernación por hallarse autorizado por un poder de Ayolas, el cual lo había recibido de Pedro de Mendoza.
Muerto el adelantado, el único capitán que tenía mandato de Mendoza era Francisco Ruiz Galán, pero Cabrera se opuso a él y no vaciló en declararse en favor de los dere¬chos de Martínez de Irala.
Para terminar el pleito entablado, después de volver a España la Santa Catalina de López de Aguiar, se pusieron en marcha hacia Asunción tanto Cabrera como Ruiz Ga¬lán, parte de los hombres de Corpus Christi y los de Pancaldo, en total unas 250 personas, en siete bergantines. Llegados a destino el 19 de junio de 1539, Cabrera falló el pleito en favor de Martínez de Irala y entonces Juan de Salazar le hizo entrega del fuerte de Asunción.