Pedro de Mendoza pertenecía a la familia aristocrática castellana de los Mendoza, titulares del Ducado del Infantado. Como paje de cámara de Carlos I llevó una vida cortesana y también guerrera (combatió contra los franceses en Italia).
Descendía de antiguas familias de la nobleza española y era uno de los cortesanos de Carlos V; había nacido en Guadix, Granada, hacia 1499; entró a servir de paje de cámara del rey después de 1517 y acompañó a éste a Inglaterra en 1522 en la visita que hizo a Enrique VII; en 1524 ingresó en la Orden de Alcántara y poco después pasó a la de Santiago; en 1526 partió para Italia con los 10.000 españoles y alemanes enviados por el rey contra el Papa Clemente VII; en mayo de 1527 se halló en el asalto y saqueo de Roma, incluso del propio Vaticano, por las tropas españolas vencedoras.
Volvió a España y en 1533 se le encuentra en Guadix aclarando con sus hermanos cuestiones de herencia. El administrador de sus bienes era Francisco Ruiz Galán, uno de sus hombres de confianza luego en Buenos Aires.
En enero de 1534 llegó a Sevilla Hernando Pizarro con muestras abundantes de los tesoros del Perú, muestras que excitaron la imaginación popular y que hicieron pensar que se multiplicarían el día que se hallasen el imperio del rey blanco y la Sierra de la Plata.
En ese clima eufórico firmó Pedro de Mendoza una capitulación el 21 de mayo de 1534.
Para su desgracia, poco antes había contraído una afección sifilítica que hizo del cortesano apuesto, en poco tiempo, un inválido. Gastó casi toda su fortuna en la preparación de la expedición al río de Solís o de la Plata. Los reyes no aportaban nada fuera del permiso para entrar en el río que habría de llegar a los lugares soñados, y del título. que le otorgaban de adelantado, gobernador, capitán general y alguacil mayor.
Fundaría tres fortalezas de piedra y exploraría el río de la Plata, el Paraná y el Paraguay para llegar a los tesoros que suponía la fantasía generalizada hacia el oeste. De esos tesoros se quedaría con una parte y el resto iría al tesoro real.
La jurisdicción que le pertenecía era inmensa, casi ilimitada; por el este daba en la línea de Tordesillas a la altura del río de la Plata y el Paraguay; por el oeste alcanzaba los límites no definidos de las gobernaciones de Mendoza y Almagro; por el norte no se prestaban límites precisos; por el sur se establecía que no pudiese tener más que 200 leguas de costa sobre el Pacífico, a contar desde el punto en que terminaba la gobernación de Almagro.
Vicente Fidel López resume así las cláusulas principales del convenio real con Pedro de Mendoza:
"Primero: Abrir pasos y caminos hasta el Perú, en los límites y descubrimientos de Pizarro y Almagro, a fin de llegar por el oriente hasta dar al mar occidental, con doscientas leguas corridas por las costas del sur. Segundo: Llevar cría de caballos y ganados y ocho frailes de la orden de San Francisco. Tercero: Considerar a los naturales como vasallos de la corona, iguales en todo a los españoles. Cuarto: Llevar uno o más médicos, cirujanos y boticarios, con todo lo que necesitasen sus oficios. Quinto: Costearlo todo de su peculio y haber, sin imponer erogación alguna a la corona, «pues por eso se le nombra adelantado», es decir, señor de las tierras que conquistase en el amplísimo territorio de gobernación, de las cuales se le hacía «donación perpetua» a él, a sus descendientes, sucesores y delegados que nombrase en caso de que «después de tres arios quisiera retirarse a vivir en la corte». Sexto: Que por lo menos fundase tres poblaciones y tres ayuntamientos desde las bocas del .río de la Plata hasta que se encontrase el límite de su concesión, con nueve regidores en cada uno, conservando él en todos la categoría y preeminencia de primer alcalde, como cabeza civil, unida a la de capitán general como «jefe militar superior». Séptimo: Que de todos los tesoros que se ganasen, ya fuesen metales, piedras preciosas u objetos y joyas, se separase y se remitiese un «quinto» para la corona, un «sexto» para la «cámara real» (gastos de casa) y lo demás para el adelantado y sus gastos. Octavo: Que en caso de conquistar algún imperio opulento, la mitad de lo que fuese del príncipe vencido se vaciase en las cajas reales, y la otra mitad se repartiese entre los vencedores."
El título de adelantado tenía su origen en los privilegios que se otorgaban en los tiempos de la reconquista contra los moros a los caudillos que iban a establecerse en lugares fronterizos; se daba por una o dos vidas y a veces a perpetuidad.
El adelantado del Río de la Plata tenía atribuciones para repartir tierras y encomendar indios y nombrar personas que desempeñasen en las provincias descubiertas los oficios menores; era simultáneamente gobernador, capitán general y justicia mayor.