Protestas estudiantiles

El 7 de septiembre de 1930 Alfredo Palacios renunció a su cargo de decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires que ejercía desde julio de ese año, afirmando que era “contrario a la Constitución y al espíritu democrático que le inspira, reconocer una Junta impuesta por el ejército”.​Se adhirieron a la renuncia los profesores Antonio Cammarota, Jorge de la Torre, Eusebio Gómez y José Peco así como el consejero por los estudiantes en el Consejo Directivo, Mariano Calvento.

Los estudiantes protestan y denuncian. El 20 de febrero de 1931, la Federación universitaria de Buenos Aires se dirigió a los estudiantes y al pueblo de la República: "La vida universitaria está atravesando momentos difíciles de prueba a consecuencia del intento de una subversión arbitraria en su orientación democrática y liberal, y de un trastrueque peligroso, en su misión superior de cultura y de control cívico nacional". Explicaba acontecimientos recientes: "Los acontecimientos de público dominio en la universidad de Buenos Aires son provocados por la vuelta prepotente de ex profesores de la facultad de derecho, descalificados por sus ideologías caducas y reaccionarias, y una mala fe obstructora, puesta de manifiesto en múltiples ocasiones, en las que preparaban en camarillas secretas los zarpazos a los cargos directivos de la universidad, y la supresión de principios elementales de la enseñanza, como ser el concurso y la docencia libre. Eran ellos quienes aniquilaban con argucias leguleyas las iniciativas de profesores reformistas y de los consejeros estudiantiles, verdaderos obreros de la universidad nueva". Defendía la reforma universitaria: "Universidad que la reforma quiere cimentar sobre la extensión universitaria, que implica acercamiento de su misión de cultura al pueblo, en la plaza pública y en el taller, en la socialización de los estudios superiores, por la gratuidad de la enseñanza y la desaparición del privilegio y del abolengo, donde pueda concurrir tanto el pobre como el rico, sin otro título que su capacidad y su dignidad de hombre; en el intercambio intelectual que significa la penetración de las culturas, la renovación de los métodos y la superación' científica y social de la colectividad humana; en la laicidad de la enseñanza y la jerarquía científica, lograda por el concurso y antecedentes de estudio y docencia, tamiz opuesto a los logreros de largos apellidos o a los usurpadores de títulos y méritos. La universidad reformista, por razones de fuerza mayor, de orden político nacional, se encuentra nuevamente frente a sus enemigos tradicionales; pero esta vez, ya sin caretas, atrevidos y circunstancialmente fuertes, gozando de poder discrecional y empleando el terror como método, por la exoneración y suspensión de profesores y alumnos, la prisión como sis¬tema de predominio, la mordaza y la censura periodística como medio para hacer caer en el vacío, y el desconocimiento del pueblo y estudiantado de este esfuerzo desesperado de aniquilar la reforma universitaria y todas sus conquistas liberales y democráticas.

"Hoy, esos mismos ex profesores, encaramados muchos de ellos en las más altas posiciones públicas, erigidos en jueces de un pleito en que ellos son parte, intervienen la universidad para imponer con la expulsión arbitraria, la cárcel y el terror, lo que no fueron capaces de hacer lealmente y con altura, pues jamás la conocieron... La Federación universitaria de Buenos Aires afirma que un régimen de fuerza, regresivo y conservador, jamás arraigará en la conciencia universitaria y democrática argentina; que sabrá continuar con el gesto altivo de los que nunca claudican, luchando como siempre por las libertades públicas conculcadas, por la democracia y una orientación liberal y renovadora, en el orden universitario, político y social".

Los estudiantes habían pagado los excesos que se cometieron en su nombre en agosto de 1930 contra el gobierno radical y en beneficio de un cambio que culminó en la iniciación de una nueva era en la historia nacional. Sin embargo, en un manifiesto del 31 de agosto de 1930, declaraban que "cualesquiera que sean las consecuencias de la agitación actual, la juventud universitaria argentina mi tolera ni tolerará jamás una dictadura de cualquier carácter que sea, y que está siempre dispuesta para hacer respetar la Constitución nacional por sobre los hombres".