Una posible salida radical

En torno al general Justo se habían reunido fuerzas conservadoras, antipersonalistas, socialistas independientes pero el dictador Uriburu no pareció haber tenido mucha simpatía por esa solución y hubo encuentros y tentativas para atraer a los radicales. La amistad del doctor Arturo M. Bas con un hijo de Uriburu hizo factible una entrevista con el dictador la cual se realizó a comienzos de julio, entre el dirigente radical Fernando Saguier y el dictador. 

Para llegar a ese punto se habían concertado el doctor Bas, el hijo de Uriburu y el ministro Rothe. Raúl G. Luzuriaga opina que se habló del estado antipopular del gobierno, del cansancio del presidente ante tantos inconvenientes como se le presentaban.

Saguier llevó al comité nacional del radicalismo el deseo de Uriburu y se acordó entrevistarlo, nombrando y para ese efecto a los doctores Vicente C. Gallo, Víctor M. Molina, Fernando Saguier, Honorio Pueyrredón y Arturo M. Bas.

Se fijó el 18 de julio de 1931 a las 17 horas el momento de la reunión. Reunidos los comisionados el día y la hora convenidos, el Dr. Pueyrredón declaró que se negaba a concurrir, aduciendo que el gobierno debía ser derribado por la fuerza y no ser recibido en modo alguno de manos de su jefe máximo. Ante esa negativa de uno de los nombrados, se resolvió no concurrir a la cita. Esa actitud exacerbó la hostilidad de Uriburu contra los radicales, para lo cual dio motivos el alzamiento del coronel Gregorio Pomar el 20 de julio con el 9 de infantería, con asiento en Corrientes.

En uno de los diarios vespertinos de Buenos Aires se publicó el 29 de octubre de 1931 la copia de una carta privada del doctor Vicente C. Gallo al doctor Alvear, en la que recuerda sus conversaciones con él, con Torello, Pueyrredón, Tamborini y Ratto.

"Inicié —decía— la exploración del pensamiento gubernativo para el caso de que el radicalismo cambiara su fórmula presidencial y la substituyera con otra de radicales exentos del veto revolucionario, resguardando celosamente su decoro cívico de partido y el de los componentes de la fórmula proclamada, y en orden a las garantías que podría tener para su organización y propaganda si, se decidiera a asumir esa actitud, en plena solidaridad y como una contribución patriótica al superior propósito de asegurar la paz y la vuelta de la República a la efectiva normalidad de sus instituciones".

Se hizo la gestión en la forma discreta y confidencial que correspondía, sin comprometer, ni siquiera indirectamente, al partido y a sus hombres y como medio simplemente informativo. Antes de proceder a la gestión , Gallo se informó por los diarios que la mesa directiva del comité nacional exigía la gestión oficial y pública de la revocatoria de los decretos sobre veto, nulidad de las elecciones de Buenos Aires y otras medidas recientes del gobierno revolucionario.

"Observé a Mosca y a Noel —continuó diciendo Gallo— que este procedimiento me parecía equivocado y sólo conduciría en el estado actual de relaciones entre el partido y el gobierno, a una negativa total que dificultaría la tramitación confidencial del caso. Manifesté que la presentación de la nota suscripta por ciudadanos comprendidos en el veto, y con la consiguiente impugnación de las medidas cuya revocatoria se reclamaba, sólo serviría para crear un antecedente destinado a fundar una ulterior declaración de abstención, por el silencio opuesto a las peticiones o por su decisión contraria. No conseguí sino la seguridad de que el documento sería sereno y de términos moderados".

La respuesta del ministro del interior fue la que suponía Gallo que iba a ser. El resultado de la exploración hecha por el doctor Gallo fue resumido así:

"El radicalismo tendría la libertad y las garantías necesarias para realizar su propaganda electoral. Los desterrados y los presos políticos podrían regresar a la República o serían puestos en libertad una vez proclamada una nueva fórmula para participar en la campaña electoral, con la advertencia de que, si se comprobara su intervención en trabajos revolucionarios, serían enviados a Ushuaia. Se postergaría la fecha de la elección mediante conformidad de los otros partidos, no haciéndose directamente por el gobierno, para evitar el cargo de parcialidad y la imputación de intentar prolongarse en el poder. No se modificaría el decreto sobre nulidad de elecciones en Buenos Aires. En algunas de estas determinaciones ha influido la convicción que el gobierno tiene de que se conspira en distintos puntos de la República. Según él, conoce todo lo que se intenta y está prevenido. Puntualizando la situación se ha expresado que anteanoche ha sido solicitada la adhesión de un teniente coronel, invocándose el nombre del doctor Alvear. Requerida una manifestación para establecer si se creía en la participación de usted, se dijo que eso no podía afirmarse, pero que era exacta la invocación que de su nombre se hacía. Tal hecho colocaba al gobierno en el deber de tomar precauciones. Por mi parte, ignoro si existen los trabajos enunciados, pero es cierto que se habla mucho de ellos en todos los círculos, creándose un estado de alarma que comienza a generalizarse".

El comité nacional del radicalismo contestó oficialmente a los doctores Gallo y Saguier para justificar su línea de conducta. Se mencionaba en el largo documento un reportaje al presidente del gobierno provisional, publicado en La Razón el 21 de julio, en el que se dice lo siguiente:

"A pesar del tiempo transcurrido, aún no han aparecido candidatos a la presidencia que ofrezcan la necesaria garantía moral. Los amantes de las cosas turbias no quieren convencerse que para volver a la normalidad del país necesita en su gobierno la garantía de hombres de calidad más que de las promesas de las mayorías partidarias. Sé que hay hombres bien intencionados en partidos que son mayoría en el país, que expusieron a sus partidarios la necesidad de celebrar una entrevista con el gobierno para exponer sus puntos de vista, sus propósitos, y al mismo tiempo cambiar pareceres sobre los que deben actuar en el futuro. Pero sé, también —decía Uriburu— que algunos dirigentes se oponen a ese buen criterio, prefiriendo que las cosas continúen desarrollándose dentro de ese ambiente turbio, impreciso e innoble, que les permite despotricar contra el gobierno y adoptar la cómoda postura de mártires".

El comité nacional comentó esas declaraciones: "La gestión directa a la cual ustedes se refieren, hubiera llevado a esta mesa directiva a discutir candidaturas con el gobierno provisional. No la mesa directiva: la convención nacional desechó tal temperamento".

Pudo haber una salida del movimiento del 6 de septiembre a través de personalidades del radicalismo que habían resistido la presión del personalismo yrigoyenista, pero pesó más la llamada dignidad personal de los desplazados por el golpe militar septembrino que la visión de los intereses generales del país. En esas condiciones, únicamente quedaba en pie la candidatura del general Justo, al que secundaron radicales antipersonalistas que hubiesen podido ser centro de la nueva situación política y no meros colaboradores de actitudes extra partidarias.