Magallanes llamo Mar del Sur, al que luego sería el océano Pacífico. Por fin se había descubierto el soñado estrecho, que él llamo de Todos los Santos. Remontó hacia el norte y el primero de diciembre perdió de vista la costa.
Magallanes llamo Mar del Sur, al que luego sería el océano Pacífico. Por fin se había descubierto el soñado estrecho, que él llamo de Todos los Santos. Remontó hacia el norte y el primero de diciembre perdió de vista la costa.
Magallanes pasó por la isla de Juan Fernández y la costa de Chile, pero no las vio y de dirigió hacia el noroeste navegó durante tres meses por la vastedad del océano, favorecido por el alisio del sudoeste.
Magallanes decidió erróneamente no tocar costa chilena, territorio que aún no había sido conquistado por los españoles, y adentrarse en el océano, que él pensaba que era el Índico y que en pocas semanas llegarían a las islas Molucas. No tenía ni idea de que se estaba adentrando en la masa de agua más grande del mundo.
Serían tres largos meses de navegación sin encontrar una sola isla donde obtener agua y alimentos. El hambre y el escorbuto azotaron a los marineros. Pigafetta lo narra muy crudamente en su Relación del viaje:
«El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de serrín, y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una..»
Cruzado el Ecuador, las primeras tierras pobladas que hallaron fueron las de las Velas Latinas o de los Ladrones, actualmente islas Marianas. Allá arribaron el 6 de marzo y les impusieron el segundo nombre por los latrocinios de que les hicieron objeto los indígenas, entre ellos el de un batel. Magallanes castigó el robo haciendo quemar una aldea y matando algunos habitantes. Era la isla de Guam, de la que tomó posesión y donde se abasteció.