La expedición se componía de 5 naos, 239 hombres y unas provisiones que debían de permitir navegar durante dos años. La nave capitana era la Trinidad capitaneada por Fernando de Magallanes y el resto de las naves eran la San Antonio de Juan de Cartagena, la Concepción de Gaspar de Quesada, la Victoria de Luis de Mendoza y la Santiago de Juan Serrano. Entre los tripulantes se encontraba Antonio Pigafetta, escritor y diplomático italiano que se enroló siendo nombrado cronista oficial de la expedición y que relataría en su “Relación del primer viaje alrededor del mundo” todos los detalles del viaje. Si bien el encargo de hacerlo no fue por una afición a la ciencia histórica y a la literatura, sino porque la corona española exigió ser informada de todos los detalles de la expedición, igualmente viajaban en ella contadores y oficiales reales que vigilaron y registraron todos los hechos económicos de la misma. Nada quedaba sin ser registrado.
El astrónomo Ruy Faleiro, organizador principal junto a Magallanes y que aseguraba que el Mar del Sur era muy pequeño, fue expulsado de la expedición, según se dice por motivos de salud, y en su lugar se incluyó al capitán español Juan de Cartagena.
Un año debió transcurrir hasta quedar ultimados el reclutamiento de las dotaciones y el equipamiento de las naves. Si los reyes de España, al firmar las capitulaciones, se habían mostrado muy generosos, al llegar la hora de cumplirlas se mostraron mezquinos. Los cinco navíos eran muy viejos y Magallanes hubo de renovarlos, calafatearlos, etcétera. Estos navíos carecían casi por completo de mástiles y vergas; se necesitaron 37.000 maravedises para ponerlos en condiciones; el calafateo costó 130.000. Faltaban en los barcos bombas para achicar el agua de las bodegas e incluso remos; el maderamen estaba podrido y ni siquiera había anclas. Esto lo refiere el mismo Magallanes en las cuentas redactadas por el viaje, que se conservan en el Archivo de Indias de Sevilla (Papeles del Maluco, legado 1, 1519-1547). La tripulación reclutada estaba compuesta por 239 hombres: 37 portugueses, 30 italianos, 19 franceses y los 153 res-tantes, españoles, flamencos y alemanes. Los principales jefes que llevó Magallanes, fueron los españoles Juan Sebastián Elcano, maestro de la nao Concepción, el piloto Esteban Gómez de Espinosa, Francisco de Albo, autor del derrotero, Gaspar de Quesada, decapitado en la Patagonia por rebelarse contra Magallanes, y Juan Serrano; también los portugueses Juan López de Carvalho, Luis Alfonso de Goes y Duarte de Barbosa; los italianos Leone Pan-caldo, piloto de la Trinidad, Giovanni Battista Punzoroli, maestre de la misma nave, y Antonio Pigafetta, hombre de confianza y secretario particular de Magallanes, autor del célebre Diario de la expedición.
Mapa del viaje de Fernando de Magallanes
En el archivo de Indias de Sevilla se conservan los papeles que testimonian los detalles de esta gran aventura. Entre los víveres que llevaba Magallanes en sus cinco naves figuraban: 90 pipas de vino, 105 arrobas de aceite, 50 arrobas de vinagre, 50 arrobas de pescado seco, 54 arrobas de tocino, habas, garbanzos, lentejas, harina, ajos, 296 quesos, 8 botijas de miel, 150 barriles de anchoas, 5 jarras de sardinas, 4 quintales de higos, 4 jarras de mostaza, 50 libras de arroz y... ¡una vaca¡Las raciones se calcularon para 756 días de navegación y se procedió a asignar las raciones de pan, vino y aceite para cada tripulante. El vino se repartió a razón de medio azumbre (dos litros) por día y por hombre. Entre las mercancías que llevaban para hacer trueque con los indígenas figuraban: paños de diversos colores, 10 quintales de marfil, 200 bonetes colorados, peines, anzuelos, 20.000 cascabeles, 400 docenas de cuchillos «de Alemania, de los peores», cincuenta docenas de tijeras, 1.000 espejos chicos, etcétera. Se llevaban cosas como bonetes y cascabeles, siguiendo en las experiencias de Colón que escribió, en el primer viaje, refiriéndose a los indios: «Les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrios, que se ponían al pescuezo y otras cosas de poco valor, con que hubieron mucho placer».