La concepción de los hombres de Buenos Aires para la derrota de Urquiza era vasta y audaz, comenzaría con la invasión a Entre Ríos por Madariaga y Hornos con tropas correntinas y entrerrianas que aparentemente regresaban a sus provincias; esa acción se completaría con la invasión de Santa Fe bajo la dirección del general Paz; a esa campaña militar se agregaría la reacción de las provincias del norte encabezadas por Antonino Taboada, hermano del gobernador de Santiago del Estero; en Mendoza ocurriría otro tanto; y los informes aseguraban que San Juan se levantaría también contra Nazario Benavídez; y Corrientes había prometido, al parecer, su cooperación.
Si todos esos resortes funcionaban según el plan trazado, la caída de Urquiza se daba por descontada y la dispersión de los congresistas de Santa Fe sería un hecho. Los porteños confiaron en ese plan, pero no contaban con la situación de las provincias ni con los recursos que podría movilizar el adversario, cuya trayectoria militar y política atestiguaba su capacidad organizadora y la excelencia de su estrategia ofensiva.
La incomunicación de Buenos Aires con las provincias a causa de la dificultad insalvable con que había tropezado el general Paz para cruzar el territorio santafesino, no fue superada por algunas correspondencias particulares dirigidas a probables candidatos del interior para sumarlos a la causa del 11 de setiembre.
Uno de los hombres del interior en quien Mitre puso toda su confianza, fue Antonino Taboada, sobrino de Ibarra, a quien sugirió la formación de una liga de las provincias del norte contra Urquiza. Manuel Taboada no se sentía a gusto con el director provisional por su apoyo a Celedonio Gutiérrez, de Tucumán, y a Nazario Benavídez, de San Juan; pero los informes de Benjamín H. Lavaysse, diputado por Santiago del Estero al Congreso de Santa Fe, le impulsaron a la política urquicista.
También Manuel Leiva y José Benjamín Gorostiaga escribieron al gobernador santiagueño, y reforzaron la información de Lavaysse, aunque Napoleón Gallo le escribió en sentido opuesto y en favor de los porteños. Manuel Taboada siguió, pues, la línea de Urquiza y se adhirió al Congreso constituyente; la Sala de representantes apoyó su actitud y le autorizó a poner a disposición del director provisional los recursos de la provincia.
Antonino Taboada estaba enteramente en el campo opuesto y fue a él a quien propuso Mitre la formación de la liga de las provincias del norte para secundar a Buenos. Aires; debía reunir a Santiago del Estero, las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta y así arrastraría a Catamarca. Mitre escribió también a Uladislao Frías de Tucumán, en el mismo sentido.
El intermediario de Mitre y Alsina con las provincias de Tucumán y Santiago del Estero era Juan Lavaysse, hermano del diputado constituyente Benjamín.
Pedro Ortiz Vélez se comunicó para los mismos objetivos con José Posse, de Tucumán, y el general Paz con Antonino y Manuel Taboada, pero sin exponer los pormenores del plan de Mitre.
Antonino Taboada respondió a la confianza puesta en su entusiasmo y en su adhesión y trató de cumplir con las instrucciones recibidas, dirigiéndose a los gobernadores de Jujuy y de Tucumán para ganarlos a su causa.