El 29 de mayo de 1969 ocurrió en la ciudad industrial de Córdoba uno de los mayores levantamientos populares de masas de toda la historia argentina denominado como el Cordobazo.
El estallido tuvo como antecedentes otras grandes movilizaciones estudiantiles, en algunos casos acompañadas por obreros, en Corrientes, Tucumán y Rosario. Todas ellas reprimidas con gran violencia por la dictadura militar, en la que ya habían muerto dos estudiantes. Para el día 30 de mayo, los integrantes de la CGT combativa de Córdoba, encabezada por Agustín Tosco, había convocado un paro general en toda la nación. El gobierno militar estableció el toque de queda en Rosario y Córdoba.
El 12 de mayo de 1969 la dictadura sancionó la Ley 18.204 estableciendo un régimen de descanso semanal uniforme en todo el país. La ley garantizaba el descanso continuado a partir del sábado a las 13 horas (sábado inglés) y todo el domingo, con una jornada semanal de 48 horas. En Córdoba, ya existía el sábado inglés desde la ley provincial 3546 de 1932, pero con una jornada semanal de 44 horas, razón por la cual la ley de Onganía aumentaba cuatro horas, casi un 10%, la jornada semanal. El aumento de la jornada laboral cordobesa, produjo en gran descontento en las filas obreras y el inicio de una serie de movilizaciones, huelgas y asambleas que desembocarían en el Cordobazo, incluyendo una huelga general declarada por las dos CGTs, para el día 30 de mayo.
También los metalúrgicos estaban en conflicto debido a las llamadas "quitas zonales", una facultad concedida por la dictadura a los empresarios, para realizar en algunas provincias, descuentos sobre el salario pactado en las convenciones colectivas nacionales.
En el marco de esas movilizaciones obreras contra el sábado inglés cordobés, el 14 de mayo el SMATA, de la CGT Legalista y bajo el liderazgo de Elpidio Torres, realizó una asamblea con 3000 obreros, a pesar de que la misma había sido prohibida por el gobierno provincial. El hecho desató la represión de la policía contra los asambleístas, que respondieron atacando a la policía y levantando barricadas hasta lograr que la policía huyera.
El 15 de mayo fue asesinado Juan José Cabral en una protesta estudiantil en la ciudad de Corrientes, desencadenando una pueblada conocida como el Correntinazo. Al día siguiente, otra marcha estudiantil en Rosario en repudio al asesinato de Cabral, durante la cual fue asesinado el estudiante Luis Norberto Blanco, generando una pueblada en la ciudad conocida como primer Rosariazo y movilizaciones de protesta en todo el país, incluyendo Córdoba, donde se realizó una huelga estudiantil, violentamente reprimida, y la toma del barrio estudiantil de Alberdi, el 23 de mayo
El 15 de mayo de 1969 una marcha hacia la sede del rectorado convocada por la FUNE, organizada como Coordinadora Estudiantil de Lucha fue violentamente reprimida. Luego del mediodía, una parte de los manifestantes que se reagrupó en la Plaza Sargento Cabral fue interceptada por un automóvil de la Policía Correntina cuyos ocupantes abrieron fuego directamente contra ellos ocasionando la muerte de Juan José Cabral y heridas a otros participantes. El “Correntinazo” fue inmediatamente seguido de los movimientos obrero-estudiantiles de Rosario y Córdoba, conocidos como Rosariazo y Cordobazo, que debilitaron al gobierno militar y forzaron el reemplazo de Juan Carlos Onganía.
En la última quincena de mayo, Jorge Canelles, militante del Partido Comunista y de la UOCRA (construcción), le sugiere a Agustín Tosco, secretario del sindicato de Luz y Fuerza de la ciudad, reunirse con Elpidio Torres, secretario general del SMATA cordobés, el sindicato más poderoso de Córdoba en ese momento, para organizar una gran protesta sindical que frenara los abusos policiales y las políticas anti-obreras. Se trataba de una medida audaz, porque ambos sindicatos estaban en centrales distintas y porque las posturas ideológicas de ambos dirigentes diferían radicalmente. Torres era un peronista ortodoxo y su sindicato integraba la CGT Legalista; Tosco era simpatizante del Partido Comunista y su sindicato integraba la CGT de los Argentinos. El encuentro entre ambos dirigentes fue facilitado por el abogado laboralista Lucio Garzón Maceda. Torres ha hecho referencia a la llamada telefónica con la que se inició el crucial contacto entre los dos líderes sindicales:
Estoy seguro de que cuando Tosco me llamó hizo así (con una mano simulaba sostener el tubo del teléfono y con la otra se agarraba la nariz). Pero tuvimos la grandeza de coincidir en la lucha, por encima de las diferencias. Elpidio Torres
Torres y Tosco se ponen de acuerdo y a ellos se suma Atilio López, un peronista combativo que dirigía la UTA (transporte de pasajeros), también en la CGT Legalista. Los tres conformaron el núcleo que planificó y coordinó lo que después se conocería como el Cordobazo.
El lunes 26 de mayo las dos regionales de la CGT local convocaron conjuntamente a un plenario de delegados que decidió una huelga general en la provincia de 37 horas, para los días jueves 29 y viernes 30 de mayo. La duración inusual de la huelga, buscaba que la medida se iniciara cuando los trabajadores ya habían ingresado a los lugares de trabajo, con el fin de que abandonar las tareas a las 11 de la mañana y marchar hacia el centro de la ciudad. Los organizadores preveían así un primer día de huelga con una gran confrontación con las fuerzas de seguridad en el centro de la ciudad y un segundo día, con los trabajadores de regreso a sus hogares, que confluyera con la huelga general nacional declarada por las dos CGTs.
Tosco se reunió con la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), para informarles del plan que habían elaborado con Torres. La FUC, que estaba por entonces conducida por Carlos Scrimini del Partido Comunista, era "incondicional" de Tosco y comienza a preparar la participación del estudiantado en la huelga, convocando asambleas en todas las facultades con una asistencia de diez mil estudiantes. En las asambleas, varias agrupaciones de izquierda, entre ellas el PRT y Nahuel Moreno, se opusieron a que los estudiantes se unan a los obreros en el centro de la ciudad, argumentando que la intención Tosco era desencadenar un golpe democrático con el apoyo del sindicalismo ortodoxo.
Al movimiento obrero y el movimiento estudiantil, se suman organizaciones políticas clandestinas (los partidos políticos habían sido abolidos en 1966), en particular aquellas que integraban la Resistencia peronista, muchas de las cuales venían sosteniendo que a la dictadura había que enfrentarla mediante la lucha armada, creando organizaciones guerrilleras.19 Pocos meses antes del Cordobazo había aparecido la Tendencia Revolucionaria del peronismo, en el Segundo Congreso del Peronismo Revolucionario reunido precisamente en Córdoba en enero de 1969, para definir a los grupos que se encontraban a favor de la lucha armada.
Los barrios también estaban organizados mediante centros vecinales y una Comisión Coordinadora de Centros Vecinales. En la zona suroeste, hubo mucha actividad, especialmente en los barrios obreros como Villa El Libertador, cercana a la planta de IKA-Renault y la gran cantidad de talleres pequeños y medianos que la proveían, así como en los barrios del sudeste, como Villa Revol.
También las mujeres tuvieron una participación importante en el Cordobazo, a pesar de las limitaciones que imponían los prejuicios machistas de la época. En esa época aún predominaba la idea de que las mujeres no debían "andar por la calle" y ni usar pantalones. En Córdoba las empresas automotrices tenían una política de no contratar mujeres, y en general los sindicatos no tenían ninguna mujer en su conducción. Sin embargo las mujeres se movilizaron en cantidades significativas y en varios sindicatos donde había delegadas mujeres, promovieron la movilización, como en el sector bancario, el comercio, la administración pública, la industria del vidrio, la sección de cables para automóviles de Ilasa, o la industria del calzado -donde la mayoría de los delegados eran mujeres. Las mujeres también estuvieron presentes en cantidades significativas en las columnas estudiantiles y en los barrios, donde existían "manzaneras", encargadas de organizar a los vecinos por manzana.
Entre los preparativos se fabricaron miles de hondas metálicas, recortes de metal, bulones y tuercas para ser utilizados como proyectiles, bombas molotov, para las cuales los militantes del SMATA se habían entrenado arrojándolas contra las paredes del patio del sindicato, y bolillas tomadas de los rulemanes, que fueron utilizadas para sembrar las calles y causar la caída de los caballos de la policía montada -la policía montada no volvió a usarse en acciones represivas. También se juntaron gatos para dispersar a los perros policiales y se coordinó un sistema de comunicación entre barricadas mediante "golpecitos" en las líneas telefónicas, como si fuera un telégrafo. Algunas organizaciones distribuyeron en los sindicatos y las organizaciones estudiantiles, folletos para construir bombas molotov y "miguelitos", y técnicas para romper vidrieras y producir incendios.
Los preparativos previos fueron especialmente intensivos en el Barrio Alberdi (Clínicas), debido a la densidad de la población estudiantil; allí en todos los techos se habían acumulado bombas molotovs, proyectiles y demás elementos de defensa. Otros barrios preparados con anticipación fueron Bella Vista, Güemes, Observatorio, Nueva Córdoba, Talleres, Comercial y Libertador. En el barrio Bella Vista se había instalado un centro asistencial.
En las jornadas previas al Cordobazo fue relevante también la actuación de varios sacerdotes tercermundistas y militantes católicos, especialmente de Erio Vaudagna, cura párroco del barrio obrero de Los Plátanos, lindante con el barrio estudiantil Alto Alberdi. El gobierno militar detendría luego de los hechos al presbítero Gustavo Ortiz, y dio la orden de detener a Vaudagna y el padre Milán Viscovich, suspendida a último momento por la intervención directa del arzobispo de Córdoba Raúl Primatesta. Vizcovich era decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), cuyo rector era el sacerdote jesuita Fernando Storni. Tres días antes del Cordobazo, Tosco habló antes los estudiantes de la UCC, en el salón de actos de la universidad, promoviendo un rol más protagónico de la federación estudiantil.
Jorge «El Flaco» Canelles fue un dirigente sindical argentino del gremio de la Construcción, miembro del Partido Comunista y uno de los principales actores del Cordobazo. En la última quincena de mayo de 1969 y al frente de los obreros de la construcción, Canelles le sugiere a Tosco, entonces secretario del sindicato de Luz y Fuerza de la ciudad y dirigente de la CGT de los Argentinos reunirse con Elpidio Torres, secretario general del SMATA cordobés, para convocar a un paro activo, con movilización, contra la dictadura de Onganía, finalmente transformado en una “pueblada” conocida como el Cordobazo, con base en el movimiento sindical y estudiantil.
Elpidio Torres comenzo como obrero de la empresa Industrias Kaiser Argentina, llegó a ser Secretario General del gremio de los mecánicos SMATA (Seccional Córdoba), entre 1958 y 1972 y fue uno de los protagonistas del llamado "Cordobazo", una histórica rebelión obrero-estudiantil ocurrida el 29 de mayo de 1969 en la provincia de Córdoba, Argentina
El 29 de mayo (Día del Ejército Argentino) del año 1969, en la ciudad de Córdoba, se produjo una rebelión popular en contra de la dictadura de Onganía. Participaron obreros y estudiantes en su mayoría, que se enfrentaron al aparato represivo de sectores del ejército. Referente del Cordobazo junto a Elpidio Torres, Atilio López y su amigo el dirigente de los obreros construcción Jorge Canelles, fue apresado y condenado a ocho años de prisión por un tribunal militar, recuperando la libertad a los diecisiete meses. El Cordobazo marcó un hito, porque significó la pérdida de autoridad del gobierno de Onganía, acelerándose así su recambio.
El asesinato de Máximo Mena, delegado del SMATA, se produjo a las 12:30 del mediodía del 29 de mayo de 1969, por el tiro de un suboficial de la Policía Montada.
Fue una acción desesperada de los uniformados que empezaron a disparar cuando se vieron totalmente superados en la esquina del boulevard San Juan y la calle Arturo Bas, en Córdoba. La noticia corrió por todas las columnas. Al rato, la radio dio la información que llegó a toda la población. La reaccionó fue de rabia. Comenzaron a levantarse las primeras barricadas y se prendieron las fogatas.
La marcha hacia el centro
El jueves 29 de mayo los trabajadores se concentraron en sus lugares de trabajo como todos los días. La huelga general había sido declarada con 37 horas de duración, para que se iniciara a las 11 de la mañana. Los manifestantes confluyeron hacia el centro en dos grandes corrientes: 1) desde el sur, por la Avenida Vélez Sarsfield, con la gran columna del SMATApartiendo de IKA-Renault; 2) desde el norte-noroeste, por la Avenida Colón y la Avenida General Paz, donde concentró Luz y Fuerza. El objetivo era realizar un acto al mediodía, en la plaza Vélez Sarsfield, una plaza circular que estaba ubicada en el cruce del boulevard San Juan-Junín (luego Illia), con la avenida Vélez Sarsfield-Gral. Paz. Actualmente en ese punto, frente al Patio Olmos, se encuentra el monumento a Tosco.
Desde el norte
A las 11 de la mañana en punto se formó la columna de Luz y Fuerza en el cruce de las avenidas Colón y General Paz, donde se encuentra el edificio del Correo Central, la esquina céntrica más tradicional de la ciudad, donde se celebraban los 17 de octubre, la fiesta principal del peronismo. La sede de la EPEC, la empresa provincial de energía, se encuentra a cuatro cuadras de allí. La formación de la columna de Luz y Fuerza, fue la señal acordada para que los estudiantes que simulaban venir caminando por Colón desde el barrio Alberdi (Clínicas), se sumaran a la columna lucifuercista. A ellos se sumaron también las columnas de metalúrgicos que bajaban por Colón y de los mecánicos de las fábricas autopartistas Perdriel e Ilasa, que venían por General Paz.
De inmediato la policía comenzó a reprimir a los manifestantes con gases lacrimógenos, produciéndose el primer choque con trabajadores de Luz y Fuerza en la esquina de Gral Paz y La Rioja, dos cuadras al norte del punto de reunión. Pero los manifestantes estaban preparados y resistieron con piedras, barricadas, molotovs y fogatas para quemar los gases haciéndose fuertes en el Barrio Alberdi, con apoyo de la población y los elementos acumulados en casas y azoteas.
Desde el sur
Las principales columnas obreras debían partir de las fábricas automotrices ubicadas al sur y al oeste de la ciudad, a varios kilómetros de distancia del centro. La UTA, el sindicato de choferes de buses, dio la orden de mantener los servicios para trasladar a los trabajadores de las fábricas hacia el centro. La columna más grande, la del SMATA, concentró a los obreros de la planta Santa Isabel de IKA-Renault. Los obreros de las fábricas de Fiat (Concord, Materfer y Grandes Motores Diesel) sobre la Ruta 9, no formaron parte de la marcha, debido a que estaban organizados en los sindicatos de empresa Sitrac y Sitram, que no adhirieron a la huelga.
La marcha del SMATA comenzó en la rotonda Las Flores, avanzando desde ahí a pie por la Avenida Vélez Sarsfield, hacia el centro, a partir de las 11 am. En total se habían reunido unos cinco mil obreros, con Elpidio Torres a la cabeza y una gran cantidad de motos abriendo el camino. A lo largo de toda la ruta hacia el centro, al costado de la avenida, se habían colocado miles molotovs, miguelitos y piedras.
La columna tiene un primer combate con la policía, a la altura del Hogar Pizzurno, en la zona de la Ciudad Universitaria. Además de las hondas y las molotovs, el SMATA se había organizado en pelotones de unos veinte trabajadores cada uno, con autonomía para actuar y mapas con los puntos para volver a concentrar.
A las 12:30 se produjo la primera víctima fatal entre los integrantes de las columnas populares (Máximo Mena), delegado del SMATA en IKA-Renault. Mena muere a causa de un disparo de la policía montada, que se estaba enfrentando con la columna del SMATA en el área de la plaza Vélez Sarsfield, y estaba siendo superada. Las imágenes de los medios de la época publicaron varias fotografías de la policía montada huyendo de los manifestantes y disparando sus armas de fuego.
El asesinato provocó una reacción en cadena y la salida a la calle de decenas de miles de personas que se sumaron a la protesta. En pocos minutos a los quince mil militantes que iniciaron la protesta, se habían sumado más de treinta mil, dispuestos a desalojar a la policía de la ciudad.
La toma de la ciudad
La cantidad y movilidad de los manifestantes llevó a que en poco más de dos horas la policía agotara sus provisiones de gases lacrimógenos y combustible para los vehículos. En este último caso, los depósitos estaban en el Barrio Alberdi bajo control estudiantil. La caballería por su parte se había mostrado inútil frente a las tácticas de los huelguistas y no volvería a ser utilizada nunca más en el futuro. Ante esta situación, a las 13 horas la policía se retiró de la ciudad y se refugió en el Cabildo y en la Guardia de Infantería, en pleno centro, frente a la Plaza San Martín.29 Para esa hora, cerca de 150 manzanas que abarcaban casi todo el oeste de la ciudad habían sido tomadas.
El interventor de la provincia pidió auxilio al Ejército, que llegaría a las 17:30. Los combates cesaron y durante cuatro horas y media la ciudad quedó en poder de 50.000 manifestantes, apoyados por la simpatía general del resto de la población:
No hubo ninguna cosa mesiánica de toma del poder. Aunque hubiéramos podido hacerlo a la una de la tarde porque ya no quedaba un solo cana en la calle, ni guardia en la Casa de Gobierno. Jorge Canelles
En ese lapso tiempo los sublevados deciden asaltar y quemar en varios casos, objetivos simbólicos: todas las comisarías, el Círculo de Suboficiales del Ejército, las oficinas de la empresa estadounidense Xerox, la concesionaria de la empresa francesa Citroën, otra concesionaria de automóviles Técnicor, la Aduana, la agencia provincial de recaudación de impuestos, el Ministerio de Obras Públicas, la sucursal Avellaneda del Banco del Interior -sin tocar la caja fuerte-, la sede de Gas del Estado y la confitería Oriental, tradicional espacio de la élite cordobesa. Cuando el incendio en Xerox amenazó extenderse al edificio vecino, los propios manifestantes llamaron a los bomberos y garantizaron su seguridad con una guardia de estudiantes subidos a la autobomba. En total fueron dañadas 31 casas comerciales, que fueron luego reparadas con créditos concedidos por el Estado.
A las 14:30 los manifestantes comenzaron a retirarse del centro, para dirigirse a sus barrios, con la conciencia de que el Ejército se acercaba.
El repliegue a los barrios
Después de las 14:30 los manifestantes se guarecieron en los barrios, defendidos por barricadas, alambres colocados a través de las avenidas, miguelitos y miles de botellas rotas. Las bombitas de alumbrado público fueron destruidas por los militantes con las hondas y, desde las 20 horas, el sindicato de Luz y Fuerza cortó la luz en toda la ciudad. El apoyo de la población en los barrios populares era amplio, abriendo las casas, aportando elementos para las barricadas y alimentos y agua para los militantes.
No había ninguna intención de enfrentar al Ejército, pero sí de organizar la autodefensa contra una represión indiscriminada, complicando y demorando la recuperación del control de la ciudad por parte de la dictadura.1835 Los barrios se llenaron de "pintadas" callejeras que decían "Este barrio está ocupado por el Pueblo", "Soldado, no dispares contra tus hermanos", "Soldado, rebélate contra tus oficiales asesinos", "Barrio Clínicas, territorio libre de América", "Muera la dictadura", "El pueblo al poder".
El ingreso del Ejército
Ante el colapso de las fuerzas policiales la dictadura dispuso colocar a la ciudad bajo gobierno militar y enviar al Ejército. En ese momento la cadena de mandos tenía en la cabeza al comandante en jefe del Ejército, general Alejandro Agustín Lanusse. Debajo estaba el comandante del III Cuerpo de Ejército, bajo cuya jurisdicción estaba Córdoba, el general Eleodoro Sánchez Lahoz. Al frente de las tropas que ingresaron a la ciudad fue colocado el general Jorge Raúl Carcagno, jefe de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada.
De inmediato el comandante del III Cuerpo dictó el primer bando militar imponiendo el toque de queda de noche y facultando a las fuerzas de seguridad a abrir fuego.
A las 16:15 ingresaron las primeras tropas al perímetro de la ciudad. El cuerpo principal estuvo integrado por la IV Brigada de Infantería Aerotransportada, los Regimientos de Infantería N.º 2 y Nº 14, el Grupo de Artillería Nº 141, el Batallón de Comunicaciones y la Compañía de Arsenales Nº 4. El Grupo de Artillería 4 fue destinado a proteger el Liceo Militar General Paz. A las fuerzas del Ejército se agregaron efectivos de la Fuerza Aérea, para cubrir el área de Nueva Córdoba y aviones de combate para reconocimiento aéreo. Se ha especulado sobre las verdaderas intenciones de Lanusse y los hombres que estuvieron al mando de las fuerzas militares, demorando el ingreso a la ciudad, para deteriorar el poder de Onganía.
Los militares establecieron también un tribunal militar para juzgar y condenar sumariamente a los sindicalistas y manifestantes detenidos. Una de sus primeras medidas fue allanar las sedes sindicales y detener a los líderes del movimiento. Esa misma tarde el III Cuerpo difundió las primeras condenas: ocho años de prisión militar a Miguel Ángel Guzmán y tres años de prisión militar a Humberto Videla.
El 29, el Ejército tomó control del centro, allanó las sedes de SMATA y Luz y Fuerza, deteniendo a sus dirigentes y abrió un paso a través del Barrio Alberdi, para establecer una vía de tránsito hacia los cuarteles.
La población no obedeció el toque de queda y miles de personas estaban en las calles, mirando la llegada de las tropas y en algunos casos gritando o mostrando carteles. Durante toda la noche ardieron las fogatas y sonaron disparos de los rifles 22 que utilizaban los manifestantes y las ametralladoras que usaban los militares. Los investigadores tienen diferentes posturas respecto de la presencia de francotiradores, muy difundidos por los partes militares y los medios de comunicación de la época. Hay coincidencia en que muchos manifestantes tenían armas de bajo calibre, con las que disparaban al aire para causar alarma entre los militares. Con respecto a la posibilidad de francotiradores con armas de precisión de alto calibre, en algunos casos se atribuyen a miembros aislados de grupos armados como Tacuara, y en otros casos a las propias fuerzas de seguridad.
Mapa del Cordobazo. La columna obrera principal salió de la fábrica de IKA-Renault a las 10 am. Puntos de referencia: 1) Rotonda Las Flores donde concentraron los obreros mecánicos del SMATA. De allí siguieron a pie hacia el centro por la Avenida Vélez Sarsfield, con Elpidio Torres a la cabeza. 2) Frente al Hogar Pizzurno. Primer enfrentamiento entre los obreros del SMATA y la policía. Una parte de la columna entra a la Ciudad Universitaria y otra hacia el barrio Güemes. 3) Frente a la Terminal vieja de 1969. Segundo enfrentamiento entre los obreros del SMATA y la policía montada. 4) Av. San Juan. Lugar en que fue asesinado el obrero del SMATA Máximo Mena. 5) Esquina de Colón y Gral. Paz. Lugar de concentración de Luz y Fuerza, con Agustín Tosco a la cabeza. 6) Av. Colón. Concesionaria de la empresa francesa Citroën, quemada, al igual que treinta autos usados como barricadas. En rojo los barrios que participaron más activamente en las protestas.
El 26 de mayo de 1969 el sindicalismo cordobés había decidido una huelga general de 37 horas, para los días 29 y 30 de mayo, en coordinación con el movimiento estudiantil.
Máximo Mena integraba la columna de la planta de Santa Isabel de la empresa IKA1 integrada por unos 3.000 obreros que avanzó sobre la ciudad de Córdoba por la ruta hacia Alta Gracia.
La columna entró a la ciudad por la ruta Nº 36 y llegó hasta la Avenida Vélez Sarfield donde desbordó la barrera policial. Poco después la columna volvió a chocar con la policial en el Hogar Escuela Pablo Pizzurno.
En Bulevard San Juan y Arturo M. Bas la policía abrió fuego sobre la columna y Máximo Mena cae muerto. Al correrse la noticia del asesinato de Mena se produjo un repudio en la población que impulsó la masividad de las movilizaciones. El enfrentamiento dejo un saldo de 4 víctimas fatales, unos 170 heridos, más de 300 detenidos y daños incalculables en ese momento.
Barricadas en el Boulevard San Juan. Allí sería asesinado Máximo Mena.
De inmediato el comandante del III Cuerpo dictó el primer bando militar imponiendo el toque de queda de noche y facultando a las fuerzas de seguridad a abrir fuego:
Poco después, ante la evidencia de que los manifestantes permanecían ocupando los barrios, Sánchez Lahoz dicta un segundo bando, imponiendo la prohibición absoluta de salir de las casas, durante todo el día, desde el momento del ingreso de las tropas a la ciudad:
Desde la madrugada del 30 de mayo el Ejército fue ocupando los barrios, despejándolos de barricadas y obstáculos, y colocando puestos de guardia que garantizaran el control de la ciudad. En el Barrio Alberdi se desalojó el Hospital de Clínicas. Fueron detenidas unas 300 personas, de las cuales 104 fueron enjuiciadas sumariamente por los tribunales militares.
Años después, el general de división Eleodoro Sánchez Lahoz, quien comandaba el Tercer Cuerpo de Ejército que tuvo a su cargo recuperar la ciudad, describió gráficamente el grado de apoyo que el Cordobazo tuvo por parte de la población:
Me pareció ser el jefe de un ejército británico durante las invasiones inglesas. La gente tiraba de todo de sus balcones y azoteas...general Eleodoro Sánchez Lahoz
A las 13:00 la situación aún no había sido controlada. A esa hora unas mil personas enfrentaron al Ejército en el barrio Clínicas y otras 500, marchaban por la calle La Rioja hacia La Cañada. A las 15 horas el III Cuerpo informó que había sido abatido un "francotirador" que operaba desde el Hotel Sussex, que luego resultó ser un turista que se había asomado a la ventana de su habitación. Por la tarde aún seguían en pie varias barricadas sostenidas por los obreros mecánicos con apoyo de la población.
Durante todo el día continuarían los actos relámpago, pero con más dificultades. El último bastión fue el Hospital de Clínicas, rendido la noche del viernes 30. Al día siguiente aún hubo operaciones del Ejército, que recién tomo control completo de la ciudad el domingo 1 de abril.
El sábado 31 de mayo ya no se registran protestas. Los tribunales militares continuaron enjuiciando a los detenidos, entre ellos a los dos líderes del movimiento, Agustín Tosco -que fue condenado a 8 años- y Elpidio Torres -condenado a cuatro años-. Ese día se hizo presente en Córdoba el comandante en jefe del Ejército, general Alejandro Agustín Lanusse, para verificar la situación y realizar declaraciones a la prensa. La CGT de los Argentinos y la CGT legalista realizaron un comunicado conjunto denunciando el “proceder criminal y represivo de las llamadas fuerzas del orden” y sosteniendo que “las medidas del gobierno constituyen la caracterización de su condición de dictadura entreguista, antipopular y reaccionaria”. Ambas CGTs declararon el lunes 2 de junio como Día de Duelo y decretaron la "situación de paro" que se concretaría con una nueva huelga por 37 horas el 17 y 18 de junio, con un acatamiento total. Las autoridades militares mantuvieron esa noche el toque de queda.
A partir del 30 de mayo fueron enjuiciadas 104 personas por el Consejo de Guerra Especial establecido por el III Cuerpo de Ejército. Fueron condenadas a penas de prisión en cárceles militares al menos quince personas, todas ellas varones:
Los condenados cumplieron sus penas en instalaciones militares de La Pampa y Trelew, hasta noviembre de 1969, cuando Onganía dispuso la amnistía. Desde 2014 las actas están disponibles en el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.
Torres sufrió lesiones irreversibles en la cárcel y se retiró del sindicalismo en 1971. Atilio López fue elegido vicegobernador de la provincia en 1973, fue derrocado por un golpe de estado policial en 1974 convalidado por el presidente Perón y el Congreso Nacional, y fue asesinado por el grupo parapolicial Alianza Libertadores de América ese mismo año. Tosco fue amenazado por la Alianza Anticomunista Argentina y murió de una septicemia en 1975 debido a la decisión de no atenderse en un establecimiento hospitalario para evitar la detención. Tomás di Toffino desaparecería en 1976 y sería fusilado clandestinamente en el centro clandestino de detención La Perla.
Agustín Tosco, al frente de una columna de su sindicato Luz y Fuerza. Su compañera, Susana Funes, aseguró en una entrevista: “El 29 superó todas nuestras expectativas”
A las cuatro de la tarde se produjo una tregua: la policía estaba totalmente sobrepasada y la ciudad había quedado en manos de los trabajadores, estudiantes y vecinos
La policía estuvo desbordada el primer día del Cordobazo la ciudad había quedado en manos de los trabajadores, estudiantes y vecinos el segundo día llego el ejercito enviado por Ongania
972 pidiendo la libertad de Tosco y los demás presos sociales. Dibujo de Juan Carlos Castagnino, en el Museo del Bicentenario.
El Cordobazo es considerado por casi todos los historiadores como un hecho clave en la historia argentina posterior a 1955, mientras que la mayoría de las fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles lo consideran como una gesta popular. Una calle de la ciudad de Córdoba lleva el nombre de "El Cordobazo" y la estratégica Avenida de Circunvalación de la ciudad lleva en nombre de "Agustín Tosco". Puntualmente, el Cordobazo debilitó el proyecto de dictadura permanente de Onganía, de cuya caída un año después es habitualmente considerado un antecedente. En los tres años siguientes de la dictadura, siguieron realizándose una gran cantidad de puebladas que, junto a las acciones de las organizaciones guerrilleras surgidas en 1969 y 1970, contribuyeron a generar un clima insurreccional. Dos años después, un segundo Cordobazo, conocido también como Viborazo, produjo la renuncia del interventor militar de la provincia.
El debilitamiento y posterior caída de Onganía, permitió que fuera el general Alejandro Agustín Lanusse quien asumiera la conducción de la dictadura, luego del breve gobierno de facto del general Marcelo Levingston. Varios historiadores involucran a Lanusse en el Cordobazo, sosteniendo que la demora del Ejército para ingresar a la ciudad de Córdoba, tenía como objetivo debilitar a Onganía con el fin de causar su caída. Lanusse intentó que los partidos políticos aceptaran una salida electoral controlada por los militares, bajo el nombre de Gran Acuerdo Nacional, que finalmente fracasó, dando paso a la vuelta de Juan D. Perón y la realización de elecciones libres en 1973, que inició el tercer peronismo, aunque la dictadura logró impedir que Perón se presentara como candidato. El Cordobazo influyó también en la victoria en Córdoba de la fórmula del Frejuli Ricardo Obregón Cano-Atilio López, este último uno de sus protagonistas.