El triunfo de los azules llevó al nombramiento de Onganía como comandante en jefe del Ejército el día 22 de septiembre de 1962, aunque ya los principios originales de cada una de las facciones se fueron diluyendo. Al asumir Arturo Umberto Illia, Onganía decidió pasar a un segundo plano.
Las debilidades de Illia
El gobierno de Illia (como el de Frondizi) tuvo que reconocer el hecho de haber sido elegido en elecciones no libres, a causa de la proscripción del peronismo —muchos de cuyos simpatizantes votaron en blanco, obteniendo la segunda minoría— y del encarcelamiento del presidente Frondizi, que había ganado las elecciones anteriores y había sido derrocado por los militares.
La falta de reconocimiento de legitimidad al gobierno de Illia por parte de los ciudadanos peronistas y frondizistas, se vio agravada por un plan de lucha del movimiento obrero, afectado por la decisión del gobierno de sancionar una legislación sindical sin consultar a los sindicatos y no investigar la desaparición del militante sindical Felipe Vallese.
En el año 1965 el gobierno convocó a elecciones legislativas eliminando todas las restricciones que pesaban sobre el peronismo. El peronismo presentó sus propias listas de candidatos y triunfó ampliamente en las elecciones con 3 278 434 votos contra 2 734 970 de la Unión Cívica Radical del Pueblo. El triunfo del peronismo agitó la situación interna de las fuerzas armadas.
Empresas nacionales opositoras
La Sociedad Rural y la Unión Industrial se habían unido en un asociación anti estatal llamada ACIEL (Acción Coordinada de las Institutos Empresarias Libres). Ambas atacaron persistentemente el déficit del Estado, la inclinación del gobierno por los controles de precios y de cambio, su proteccionismo a las empresas públicas como YPF y la decisión de mantener congelados los arrendamientos agrícolas impuestos bajo el gobierno de Ramírez en 1943.
La corporación de la prensa nacional y la prensa extranjera colaboró en la campaña de desprestigio que se inició contra el presidente y los miembros de su gabinete acusados de lentitud e inactividad. Diarios como El Mundo y Crónica publicaban caricaturas en las que se veía a Illia representado como una tortuga. La Confederación General del Trabajo de la República Argentina(CGT) llevó a cabo el «operativo tortuga» que consistió en sembrar el centro de Buenos Aires con aquel animal llevando pintadas en su caparazón las palabras «Illia o gobierno».
La campaña contra Illia se realizó de manera sistemática por un grupo de periodistas y medios de prensa, como Mariano Grondona en Primera Plana (autor luego de los primeros comunicados militares golpistas), Bernardo Neustadt en la Revista Todo y finalmente, las de Mariano Montemayor. Para ello se recurrió a la imagen de una tortuga, para caracterizar la gestión presidencial como timorata y falta de energía. Simultáneamente, se resaltaba la personalidad de jefes militares, en particular a Juan Carlos Onganía, contraponiéndolo con la imagen de los políticos, alentando su intervención para «salvaguarda de la Patria».
Oposición internacional y guerra sucia
Finalmente para entonces, Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, ya comenzaba a promover abiertamente el terrorismo de Estado y la instalación de dictaduras militares permanentes en América Latina, impulsadas desde la Escuela de las Américas instalada en Panamá, dentro de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Como primer paso de ese camino, fuerzas militares habían instalado en 1964 un gobierno militar permanente en Brasil al derrocar al presidente João Goulart.
La planificación del golpe para derrocar a Illia que luego llevaría al poder al teniente general Juan Carlos Onganía corre por cuenta del comandante del Primer Cuerpo del Ejército, el por entonces general de división Julio Rodolfo Alsogaray, con la anuencia del por entonces comandante en jefe del Ejército Argentino, teniente general Pascual Pistarini y la adhesión del titular de la Armada Argentina, almirante Benigno Varela y el de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier general Adolfo Álvarez.
La idea del golpe no solo era reclamada por sectores de la prensa conservadora y del poder económico, sino que también era apoyado por algunos partidos políticos como la Unión Cívica Radical Intransigente liderada por Oscar Alende y el Movimiento de Integración y Desarrollo liderado por el derrocado expresidente Arturo Frondizi, y también por algunos sectores del movimiento sindical.
El sector militar
Los rumores de posibles golpes de estado acosaron al gobierno radical durante toda su gestión, y las simpatías del vicepresidente Perette por los militares colorados no hacía más que complicar la situación, ya que el ascenso de Juan Carlos Onganía a Teniente General daba un resonante triunfo a los azules y desalentaba las intenciones de reincorporación de los colorados retirados. Los azules y colorados eran una división interna de las fuerzas armadas con respecto al peronismo.
El descontento militar se combinó con una fuerte campaña de desprestigio, impulsada por sectores económicos conservadores que criticaban duramente ciertas políticas del gobierno radical, como la Ley de Medicamentos, la política petrolera y cierta autonomía de los Estados Unidos en la política internacional.
En síntesis los militares tuvieron la tarea de ejecución de una compleja coalición derechista conformada por un grupo de poder, que en su interior contenía núcleos de carácter político–económico, agrupándose varios actores. En lo político, partidos políticos hacían oposición desmesurada; la enemistad con Estados Unidos por discrepancias ideológicas y resentimientos en la política petrolera exasperaban a los castrenses.
En lo económico se hallaban empresas nacionales (prensa, medicamentos, etc.) y multinacionales petroleras afectadas por la anulación de los contratos millonarios.
Sin embargo, a raíz de la insatisfacción de sectores exteriores, la prensa, y grandes empresas con la política nacionalista y socialdemócrata de éste, y a la decisión de Illia de revocar la proscripción del peronismo, fue derrocado por un golpe de Estado que se autodenominó Revolución Argentina, encabezado por los titulares de las tres Fuerzas Armadas —el teniente general Pascual Ángel Pistarini(Ejército), el brigadier general Adolfo Álvarez (Fuerza Aérea) y el almirante Benigno Varela (Armada)— y que designó a Onganía como presidente.
Manifestaciones contra Illia fomentadas por los medios de comunicación y peridistas reconocidos fue minando el gobierno de Illia, pese a que la situación económica era muy buena y los sueldos durante el período de Illia aumentaron mas de 10% reales.
El empresario y banquero David Rockefeller junto a su amigo y socio minoritario José Alfredo Martínez de Hoz, armaron el paquete crediticio inicial de 1.000 millones de dólares, que daría inicio a una expansión sin precedentes de la deuda externa. Tres meses mas tarde fui derrocado por la city (por esas 40 manzanas que rodean la casa de gobierno con el apoyo de algunos sectores sociales y el peronismo) Rockefeller radico el Chase Manhatan, y Ongania, obviamente, reformó la ley de bancos, siguiendo punto por punto las sugerencias que me había hecho el señor Rockefeller…”, concluyó Arturo Illia.
Pese a la bonanza económica ya que crece la producción agraria y la industrial; el PBI aumenta por segundo año consecutivo y la balanza comercial vuelve a ser favorable y los sueldos crecen en forma real más del 5% . Se orquesta una formidable campaña de acción psicológica, de la que participaron excelentes periodistas y caricaturistas, que se organizó por los grandes medios para deteriorar la imagen del presidente Illia. La paloma aludía a su ingenuidad, y la tortuga, a su lentitud e ineficiencia.
El 28 de junio, el titular de la Aeronáutica, brigadier mayor Adolfo Teodoro Álvarez junto a los titulares de la Armada, almirante Benigno Ignacio Marcelino Varela y del Ejército teniente general Pascual Ángel Pistarini integraron la Junta de comandantes en jefe que perpetró un golpe de Estado autodenominado Revolución Argentina, que derrocó al mandatario constitucional, Arturo Umberto Illia y nombró al retirado teniente general Juan Carlos Onganía como presidente.
La construcción de la imagen de la incapacidad del Presidente Illia por la prensa empezó antes de que asumiera, toda la caída estuvo rodeada por esa imagen y sumada a la de la crisis económica ficticia, aunque luego se comprobó que era un momento de bonanza. La otra imagen totalmente construida fue la de Onganía: de un mediocre general trataron de hacer un nuevo caudillo