La conspiración

La revolución del 90 había comenzado por ser un movimiento popular y terminó por convertirse en subversión militar y finalmente in una solución política al margen del pueblo al que se había apelado en sus orígenes.

Oficiales jóvenes, desde alférez a capitán, se vincularon con los hombres del mitin del Jardín Florida y se ofrecieron a luchar por volver el país a la Constitución y por el respeto a la voluntad popular. La revolución civil se concentró en el estudio de Aristóbulo del Valle, al que estaban incorporados Mariano Demaría y Leandro N. Alem.

Los conspiradores, cuando se votó por el gobierno que se formaría después del triunfo que daban por seguro, eligieron por mayoría para presidente a Alem menos los militares que votaron por Mitre; del Valle había pensado en Vicente Fidel López, pero al fin votó también por Alem. 

Leandro Alem fue un personaje incansable de la preparación del levantamiento, y lo abandonó todo para servir a la causa que había abrazado, se habían divido las tareas Aristóbulo del Valle fue encargado del ejército, Pedro Goyena de la armada. 

Los jóvenes exaltados Barroetaveña, Joaquín Castellanos, Francisco Ramos Mejía, Davison, Fermín Rodríguez acompañan a Alem. 

Alem es más caudillo que organizador y su desgaste no dio los frutos esperados; además, la conspiración se centró en la acción de los cuerpos militares comprometidos, para no exponerse a indiscreciones al ensanchar la base civil.

A mediados de junio celebraron una reunión todos los oficiales para cohesionar las fuerzas y conocer al nuevo jefe; allí asistieron Leandro Alem, Aristóbulo del Valle y entre 60 a 70 oficiales, a una casa de la calle Belgrano, próxima al departamento de policía. 

La policía tuvo pleno conocimiento de la reunión y notificó al gobierno lo que se tramaba. El 25 de junio, La Nación hacía estas observaciones: "La capital va tomando aspecto de una ciudad sitiada. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Dónde están los enemigos? ¿Se teme acaso una sublevación popular?".

Un diario revolucionario, El Argentino, dirigido por Joaquín Castellanos, sacudió la opinión en los primeros veinte días del mes de julio.

Alberto CApdevilla

Alberto Capdevila fue nombrado el 8 de febrero de 1888 Jefe de Policía de la ciudad de Buenos Aires, siendo ascendido al grado de coronel poco después. Al estallar la Revolución del Parque, Capdevila organizó a la Policía para luchar contra los revolucionarios, logrando un aceptable éxito hasta que fue herido en una pierna. Poco después, el presidente Carlos Pellegrini le otorgó el ascenso a general de brigada.

En los comités, a través de la prensa comprometida, en las reuniones públicas exaltaban los ánimos Joaquín Castellanos, Barroetaveña, Gouchon, Enrique Pérez, Carlos Estrada y otros; se reunían armas, se trazaban planes, pero la conspiración constituía un movimiento puramente militar con unos grupos de oficiales que prometían sublevar 900 hombres en los cinco batallones iniciales; el resto de la guarnición contaba entonces con 4.688 plazas. Se hicieron los planes más fantásticos de golpes de mano, captura del presidente, del vicepresidente, del general Roca, del ministro Levalle. 

La complicidad de algunos jefes de la escuadra hizo imaginar bombardeos al Retiro y a la Casa de Gobierno. Se repartieron narcóticos para adormecer a los jefes gubernistas. Los generales Domingo y Joaquín Viejobueno colaboraban con los confabulados de algún modo. El 17 de julio se celebró la última reunión para poner fin a la zozobra y al nerviosismo, a esa reunión concurrieron más de 60 oficiales, el general Domingo Viejobueno, el coronel Figueroa y los tenientes de navío O'Connor y Lira, además Alem, del Valle y Campos. 

Se resolvió iniciar la revolución el 21 de julio a las 4 de la mañana. El general Campos trazó el plan de operaciones. Los conspiradores se convencieron de la seguridad del triunfo.

Joaquín Castellanos

Joaquín Castellanos actuó junto a los rebeldes porteños junto a Carlos Tejedor, en la revolución del 80. Fue herido en una pierna lo que le causó una discapacidad permanente. Tomó parte en las revoluciones de 1890 y 1893.Ejerció el periodismo. Estuvo junto a Leandro N. Alem y fue desterrado a Montevideo.Desde su periodico largaba criticas contra Juarez Celman

Pero al día siguiente el ministro de la guerra hizo detener y procesar por conatos revolucionarios al general Campos, al coronel Figueroa y a los oficiales Garaita y Vázquez; dispuso que partiese para el Chaco el 1º de infantería y la llegada del 6º de caballería, que se alojó en el cuartel del Retiro, y el 2º de infantería, que ocupó la Aduana Vieja; el general Viejobueno fue encargado de una misión fuera de la capital y se dispuso que el general Supisiche, gubernista, se instalase con fuerzas de infantería y caballería en el cuartel de Maldonado. 

La policía redobló la vigilancia de los cuerpos de línea, entonces la junta revolucionaria, ante esos sucesos imprevistos, postergó la fecha de la sublevación y pudo percibirse que el gobierno estaba alerta, y que esperaba el estallido para aplastarlo; pero los complotados no vacilaron, siendo empujados por los mismos acontecimientos. Se fijó el 26 de julio como fecha para el levantamiento. Pero no había un jefe militar, pues Campos se hallaba detenido y se pensó entonces en el coronel Mariano Espina, a quien visitó Aristóbulo del Valle; pero Espina exigió el comando en jefe, lo que le habría dado el dominio del movimiento en caso de triunfo; no se logro un acuerdo, se pensó entonces en el coronel Julio Campos, pero la entrevista con él tampoco fue positiva. Fue entonces cuando Aristóbulo del Valle concibió la idea de liberar al general Campos y poco después, en el mismo momento del estallido, sublevó al batallón 10° donde estaba detenido el jefe militar, que se enteró de la decisión de sus amigos media hora antes de iniciar el movimiento y salió del cuartel para ponerse al frente de fuerzas que desconocía y para combatir a un adversario del que lo ignoraba todo.