Renuncia de Juarez Celman

La proposición de Pizarro no halló acogida en el Senado; se buscaba otra solución. Tomó la palabra Dardo Rocha y argumentó sobre el estado de sitio y apenas rozó la cuestión planteada por el senador cordobés 

El malestar general

Dardo Rocha también  dijo lo siguiente: "El cañón ha callado, pero las pasiones gritan en todas las almas", y pidió que en lugar de una ley de estado de sitio se decretase una amnistía amplia y general, “y para que tal acto tenga toda solemnidad, votémosla por aclamación, que es por este camino por donde podemos llegar a concluir la lucha entre hermanos".

Siguió la ofensiva de los rumores en la calle; la Bolsa se cerró, dejaron de funcionar los teatros; la policía había quedado maltrecha; los diarios no aparecieron en todos aquellos días; el 31 salieron La Nación y La Argentina; como La Nación publicó el discurso de Pizarro, fue secuestrada toda la edición y quemada en la calle además de clausurar su redacción .

Pero lo que no se dejaba decir a la prensa, se transmitía en todos los tonos y con todas las exageraciones de boca en boca. 

El diario La Argentina publicó un manifiesto del presidente:

"Las revoluciones se explican por la pérdida absoluta de todas las libertades: la libertad de sufragio, la de la prensa, la de reunión; mientras una de ellas subsista, es fácil reivindicar las demás, sin aceptar el recurso extremo de las armas". 

Aristobulo del Valle

Debido a su participacion en la Revolucion del Parque Aristobulo del Valle renuincio a su puesto en el Congreso , sin embargo seria reelecto al año siguiente

Demostró que su gobierno no había cercenado esas libertades:

"Puede el más exaltado enemigo del gobierno sostener que el país se halla privado de su libertad? ... Hasta ayer no había partido de oposición: nadie lo deploraba más que el gobierno, en cuyas manos no estaba el crearlo; hoy se ha formado ese partido; pero sin haber ensayado el sufragio, sin esperar la primera elección para probar que se le privaba de su derecho, se ha lanzado a la revolución, pretendiendo derrocar las autoridades. No digo que no haya cometido errores en mi gobierno; el error es humano; pero siempre con la más santa y patriótica intención; pero desmanes y faltas que justifiquen el odio y la rebelión, ¡jamás! ¡Pongo a Dios por testigo!"...

Y terminaba:

"La más amplia libertad ha de ser garantida a todos en la elección de mi sucesor: lo he declarado ante el Congreso y el país; y ahora lo repito ante las víctimas del deber cumplido de un lado y del sentimiento extraviado del otro. No he vacilado en cubrir la falta de los vencidos con una amplia amnistía. Y a ellos me dirijo ahora, invocando el santo amor a la patria, que siempre encuentra eco en el corazón de los argentinos, para recordarles que somos miembros de una misma familia, que no hay motivo alguno que justifique una lucha fratricida y que debemos vivir en paz al amparo de nuestras leyes".

El manifiesto visiblemente sincero no tuvo sino escasa circulación y no fue leído por los adversarios, y la prensa independiente y opositora no lo transcribió.

Ramon J Carcano

El jueves 31 de julio, Ramón J. Cárcano eleva su renuncia a la dirección de correos cuya texto se publica en el diario oficialista "La Argentina". 

En tanto las figuras de Roca y Pellegrini comenzaron a atraer la atención por su independencia política ante el gobierno de Juárez Celman y por su pasado. Los murmullos de los corrillos no favorecían al gobierno, pero tampoco a los directores del movimiento revolucionario, sobre todo a Alem. 

El Congreso se convirtió en el centro de todas las soluciones y en él se acentuó la censura a la conducta del presidente y, poco a poco, se fue abriendo cauce la idea de su renuncia.

El 3 de agosto hubo una reunión en la Casa de Gobierno a la que asistieron ministros y congresales. Zavalía informó que en un acuerdo de ministros al que habían sido llamados Pellegrini, Roca y Levalle, éstos habían dicho al presidente que su gobierno no podía continuar.

El presidente quería saber si podía contar o no con el Congreso. Los congresales fueron a entrevistarse con Pellegrini, Roca y Levalle.

El ministro de hacienda, Juan Agustín García, anunció ante el  Congreso que el 15 de agosto había que pagar en Europa 500.000 libras esterlinas por el servicio de la deuda externa y la garantía de los ferrocarriles y que no se disponía en total más que de 95.000 pesos moneda nacional , esto significaba que la República estaba en quiebra y  en bancarrota. 

Las renuncias

Ante lo confesado por el ministro de hacienda la estupefacción se convirtió en desánimo y reacción contra la política de ocultamiento y de despilfarro que se había seguido.

 Ramón J. Cárcano renunció a la dirección de correos, siendo conocida su intimidad con el presidente dado que se lo pensaba como su futuro sucesor. 

En la carta personal que motivaba la renuncia, decía Cárcano: "Es necesaria la pequeña transigencia a que obliga la vida social con las personas, cuando se quiere ser fiel a la gran intransigencia de los principios e influir eficazmente en el orden y el progreso nacional. El acuerdo, la conciliación, que aproxima a los hombres sobre un gran fin moral, sin comprometer sus propósitos ni su bandera, es hoy una necesidad y una convicción en la República"...

Miguel Juarez Celman

Juárez Celman había abandonado la capital, obligado por Roca y Carlos Pellegrini, y regresó después del final de la Revolución. Pero, excepto por unos cuantos diputados y ministros leales, no contaba ya con apoyo alguno: el expresidente Julio A. Roca y el vicepresidente Carlos Pellegrini le negaron su apoyo, la prensa continuó fustigándolo, y la situación económica se agravaba cada vez más rápidamente. El día 6 de agosto presentó su renuncia al congreso, se votó nominalmente y la renuncia fue aceptada por 61 votos contra 22 que propiciaban el rechazo y a continuación asumió la presidencia Carlos Pellegrini.  Fue así el primer presidente en no completar su mandato después de 29 años.
Juárez Celman abandonó la vida política y se retiró a su estancia "La Elisa", en Capitán Sarmiento (Buenos Aires), luego moriría en la localidad de Arrecifes (Buenos Aires) sin haberse reconciliado con Roca el 14 de abril de 1909.

Pedido de Renuncia

En la tarde del 4 de agosto se conoció la renuncia de Roque Sáenz Peña y Juan Agustín García.

Entre los congresistas se afianzó el pensamiento de la necesidad de sacrificar a Juárez Celman para evitar males mayores; el presidente se sintió abandonado por los suyos y buscó la colaboración de hombres representativos fuera de su partido; pero no obtuvo la colaboración pedida y un grupo de senadores y diputados resolvió pedir la renuncia del presidente, del que habían sido incondicionales. Decía la carta que firmaron:

"Señor Presidente de la República, doctor Miguel Juárez Celman. Los que suscriben, senadores y diputados del Congreso Nacional, sobreponiéndose a sentimientos de amistad personal nunca desmentidos, y animados de un propósito de conservación pública en momentos difíciles y solemnes, cumplen con un deber de conciencia y patriotismo al declarar al señor presidente que su renuncia es el único camino constitucional para salvar al país del peligro que lo amenaza"...

Mientras se agregaban firmas nuevas a la carta, llegó al Congreso la renuncia del presidente, el 6 de agosto. Había éste imaginado que también renunciaría el vicepresidente Pellegrini y por eso retardó algunas horas el envío de la suya.

El Congreso se reunió para considerar la renuncia presidencial.

El general Mansilla, fundó su rechazo de la renuncia así:

"Dígase lo que se quiera, en esta hora de errores, todos y cada uno de nosotros, con rarísimas excepciones, hemos sido colaboradores, y poniendo cada uno la mano sobre su conciencia, tiene que convenir en que, en dosis infinitesimal, hemos ayudado al error del señor presidente de la República"... 

Y agregó que la renuncia era un acto de cobardía, pues los presidentes, cuando no son llamados a la barra de los acusados, mueren en su puesto.

Carlos Pellegrini

Carlos Pellegrini asume la presidencia el 6 de agosto de 1890 como resultado de la revolución del Parque que obligo a renunciar a Miguel Juárez Celman  , terminando el mandato el 12 de octubre de 1892, como está pactado en la Constitución.​ El nuevo presidente asumió en un país abatido por la crisis, con ingresos fiscales que cayeron al 30% con respecto a los años anteriores, los bancos estaban paralizados, el oro se encontraba en alza, llevando a la economía a una gran recesión que "congelo" a las entidades financieras.​ Al asumir tenía cuarenta y cuatro años de edad, pero ya había mantenido una activa carrera política como diputado y ministro, cargos que ocupó en reiteradas ocasiones.


El doctor Rocha explicó que había intentado en vano organizar un ministerio para acompañar al presidente y no lo había logrado y concluyó: "En nombre de la patria, aceptemos esta renuncia por aclamación; de esta manera los amigos del presidente de la República le harán un honor y podrán decir al país que la han aceptado porque era una suprema necesidad reclamada por el bien público".

Se votó nominalmente y la renuncia fue aceptada por 61 votos contra 22 que propiciaban el rechazo.

Hubo una efervescencia popular jubilosa de varios días al conocerse la solución, y el 7 de agosto se hizo cargo de la presidencia el doctor Carlos Pellegrini.

La dirección centralista de la política tuvo un instrumento favorable a sus designios en la utilización del ejército para prevenir desórdenes y sediciones en las provincias. Así había procedido Roca, así continuó haciéndolo Juárez Celman y la misma arma manejó Pellegrini.