El viaje de Sebastian Caboto

Sebastián Caboto, se interna en el Río Paraná y funda el fuerte Sancti Spiritus; luego regresa en 1530 a España, llevando consigo la leyenda de «La sierra de Plata y las tierras del Rey Blanco». Esta leyenda fue la que indujo a Carlos I a financiar la expedición ultramarina de Pedro de Mendoza en 1536. 





El paso del noroeste

La necesidad de encontrar una ruta occidental que llevara a las especias del Asia, hizo que los europeos buscaran distintos rumbos para llegar a los codiciados productos. Un marino italiano nacido en Génova, llamado Juan Caboto (1425-1498), vivía en Bristol (Inglaterra) en el año 1490, dedicado al comercio marítimo entre ese país y el Mediterráneo. Tuvo entonces la idea de buscar el paso al Asia por el noroeste, es decir, por la parte norte del continente americano. Así se lo sugirió a varios mercaderes ingleses de Bristol y éstos se lo comunicaron al rey Enrique VIII, quien estaba muy interesado en que sus naves alcanzaran el codiciado país de las especias. Caboto, aunque era genovés, había obtenido la ciudadanía veneciana el 29 marzo de 1476 y navegaba bajo la bandera de la poderosa república italiana del Adriático.

Comerció con el Oriente y visitó La Meca. En el año 1484 se estableció en Inglaterra y en 1496 su rey le concedió el permiso de llevar a cabo exploraciones, bajo bandera inglesa.

Con su hijo Sebastián, que era entonces un joven de veinte años, y 18 marineros, partió de Bristol y el 24 de junio de 1497 descubrió la península de Labrador. Halló en esas tierras lo que él creía ser Catay, es decir China, pero eran las costas de Labrador y la isla de Cabo Bretón. Al parecer, durante el viaje de regreso, se produjo la muerte de Juan Caboto. Después de la muerte de su padre, Sebastián (1476-1557), que había estudiado en Venecia el arte de navegar y también cartografía, siguió perfeccionándose en esta materia y es posible que se hubiera dedicado, con especial empeño, a estudiar la posibilidad de encontrar el presentido paso interoceánico. Según él, entre 1504 y 1509 había efectuado una expedición a través del Atlántico septentrional, siguiendo las huellas de su padre. Se sabe que bordeó Groenlandia y hasta entró en la bahía de Hudson, aunque no hay una documentación fehaciente que lo confirme. Lo que parece muy probable es que sus trabajos cartográficos, basados en las exploraciones de su padre, facilitaran el buen éxito de las expediciones a Terranova, realizadas entre 1578 y 1585, de sir Humphrey Gilbert y su medio hermano Walter Raleigh.

Sebastian Caboto

Sebastian Caboto

Caboto al servicio de España

En 1512 Sebastián Caboto se dirigió a España y pasó al servicio del rey Fernando el Católico. Su extraordinaria experiencia náutica y sus grandes conocimientos cartográficos le valieron el cargo de Piloto Mayor, es decir, primer piloto del reino, cargo que ejerció desde 1518. El 3 de abril de 1526 inició el viaje más aventurado de su larga carrera de marino. Con cuatro naves y una tripulación de doscientos hombres, partió de Sanlúcar para llegar a las Molucas, las islas del Pacífico, a las que con anterioridad había llegado Magallanes. El rey de España deseaba afianzar su soberanía sobre esas tierras, antes que los portugueses, que tenían pretensiones de dominio sobre ellas. Después de haber hecho escala en las islas Canarias y de bordear la costa de Guinea, la expedición se dirigió hacia el cabo de San Agustín, es decir, el punto más oriental de la costa brasileña. Debido a los vientos contrarios que soplaban por esa costa no pudo seguir.

Fuerte Sancti Spiritu

Fuerte Sancti Spiritu

El imperio del Rey Blanco

Caboto entró entonces en el puerto de Pernambuco, donde había una reducida guarnición portuguesa. Allí se dio buen trato a los navegantes y Caboto recibió tentadores informes sobre la existencia de un opulento país, rico en oro y plata, al cual se podía llegar internándose en el continente por el río de Solís. Esta seductora versión fue corroborada por unos náufragos de la expedición de Solís, quienes indicaron que hacia occidente había grandes riquezas, como lo había podido verificar el infortunado Alejo García, en la poco feliz excursión de 1525. Caboto no pudo resistir la tentación de dirigirse a la conquista de ese fabuloso país, que algunos llamaban el imperio del Rey Blanco. Desistió de ir a las Molucas, tal como había convenido con el rey, y se dirigió al río de Solís, o Río de la Plata, como lo llamaban los portugueses. Quienes no estuvieron de acuerdo fueron desembarcados en la isla de Santa Catalina, nombre con que Caboto la bautizó en homenaje a su esposa.

El 27 de febrero de 1527 la expedición entró en el estuario del Plata, pero sin la nave capitana, que había naufragado. Siguiendo la costa oriental, Caboto llegó a una isla que llamó San Gabriel, cerca de la cual estableció el puerto de San Lázaro. Allí encontraron a un grumete llamado Francisco del Puerto, sobreviviente de la trágica expedición de Solís, que les sirvió de guía y al mismo tiempo de intérprete. Según el grumete, el río Carcarañá nacía en las sierras del oro y la plata. Allí se dirigió Caboto, y el 9 de junio de 1527 fundó el fuerte de Sancti Spiritu, en la desembocadura del citado río. Desde ese lugar, el navegante mandó grupos de exploradores que se internaron en el continente.

Exploraciones desde Sancti Spiritu

Uno de esos grupos marchó al mando del capitán Fernando César, quien traspuso las sierras de Córdoba y conoció sorprendentes referencias acerca del Perú. Esta noticia fue magnificada por la fantasía de la época y originó una leyenda que atrajo nuevas expediciones y despertó impacientes sueños de riqueza. 

Mientras tanto, Caboto mandó construir un bergantín, en el cual remontó el río Paraná, con 130 hombres. Fue ésta una expedición sumamente penosa, pues los timbúes y los guaraníes, que habían sido maltratados por los españoles, se sublevaron y les negaron víveres. 

Caboto llegó hasta el alto Paraná, a un lugar que denominó Santa Ana y luego continuó explorando el río Paraguay, hasta el grado 25, lamentablemente, no encontró en el camino ningún opulento país, pero sí hambre, muerte, penurias y una gran decepción, además la hostilidad de los nativos iba en aumento. 

Al mismo tiempo llegó al Paraná otra expedición española, que dirigía Diego García de Moguer, quien había hecho lo mismo que Caboto, es decir, no ir a las Molucas y aventurarse en busca de las riquezas imaginadas. 

En septiembre de 1529 Sancti Spiritu fue incendiado y destruido por los indios, antes del amanecer, decepcionado, Caboto volvió a España en julio de 1 530, donde se vio envuelto en un largo pleito, y en 1548 regresó a Inglaterra. En los últimos años de su vida, el extraordinario navegante diseñó mapas y un planisferio. Estuvo a cargo de la marina inglesa y fue presidente de la Merchant Adventurers, desde 1533. Comerció con los rusos en Arkángel y trató de encontrar el famoso paso por el noreste. 

Dijo Bartolomé Mitre: «Sebastián Caboto depositó en el seno de nuestra tierra el primer grano de trigo que fructificó en estas regiones y fundó el primer establecimiento, iniciando su ocupación y conquista».