La mita fue un sistema de reciprocidad en cuanto a fuerza de trabajo utilizado en América específicamente en la Región Andina, tanto en la época incaica, como en la de la posterior conquista española de América. La mita proveía al estado de la energía indispensable para construir y conservar caminos y puentes. Era un sistema de trabajo a favor del Estado destinado a la formación de la civilización que implicaba la construcción de centros administrativos, templos, acueductos,casas, La encomienda fue una institución socioeconómica mediante la cual un grupo de individuos debían retribuir a otro en trabajo, especie o por otro medio, para disfrutar de un bien o una prestación que hubiesen recibido. La institución de la clientela estaba establecida en la Europa romana desde el bajo Imperio hasta principios de la Edad Moderna. Así, existía una relación de dependencia por la que el más fuerte daba protección al más débil a cambio de comprometerse a guardar fidelidad y entregarle determinados servicios.
El reparto de la población indígena entre los conquistadores y colonizadores españoles fue impuesto por la necesidad de ajustarla a una convivencia con los nuevos amos y por la necesidad de mano de obra para el cultivo del campo, el trabajo en las minas, el cuidado del ganado. Ese reparto se llamó encomienda y los que recibían a los indios bajo su autoridad eran encomenderos.
Las encomiendas eran de dos clases: el yanaconazgo y la mita. Los yanaconas servían todo el año a su amo y lo acompañaban en caso de guerra, en total sometimiento; eran generalmente prisioneros de guerra, dominados por la fuerza.
La mita era un servicio forzoso a que se obligaba a los indios por un cierto tiempo cada año; los indios de mita o mitayos fueron poco a poco cayendo en la condición de yanaconas; los encomenderos los utilizaban como si fuesen sus esclavos, les obligaban a un trabajo excesivo, los trataban con rigor, aunque las leyes lo prohibieran, y los vendían, prestaban o daban en prenda. Para su defensa, las leyes los sometieron a tributo al rey, que harían efectivo a los encomenderos, y quedarían luego libres para disponer de sí mismos; pero en la práctica los indios no mejoraron su situación al pasar de esclavos a tributarios, pues los encomenderos encontraban manera de que el tributo fuese equivalente a la mita.
Los indios eran forzados a prestar servicios públicos en las ciudades; atendían el ganado de los campos, trabajaban la tierra, sembraban y cosechaban algodón, maíz, trigo. Los bosques tucumanos ofrecían excelentes maderas para la construcción de viviendas, para muebles, para carretas; se tejían por los indios grandes cantidades de lienzo, se fabricaban alpargatas, sobrecamas, sombreros, cordobanes, etcétera.
Indios eran los que conducían las carretas a Potosí y al Perú con productos del Tucumán y volvían cargadas con productos de Castilla para los vecinos españoles.
Los servicios personales excesivos no se exigían solamente a los indios adultos, sino también a sus mujeres y a sus hijos.
El visitador Alfaro, de la audiencia de Charcas, dictó en 1611 las famosas 130 ordenanzas y suprimió el servicio personal obligado y gratuito de los indios. Algún go-bernador quiso hacer cumplir esas ordenanzas, pero otros las pasaron por alto y las ignoraron. Los encomenderos no podían prescindir de esos servicios, y los indios estaban bajo su mandato como galeotes, según se lee en descripciones de algunos jesuitas. Como no cuidaban de la alimentación y el vestido de los indios, poco a poco fueron pereciendo los que no encontraron el camino de la fuga y del refugio fuera del alcance de los españoles; en 1628 no había en la gobernación del Tucumán más de unos 7.000 indios tributarios.
Los encomenderos