Junto con la Constitución sancionada el 19 de mayo, la comisión designada por el Congreso llevó a Urquiza en San José de Flores la ley de capitalización de Buenos Aires, la de la centralización de aduanas y la de la municipalidad.
La Comisión informó al Congreso de su gestión ante el director provisional.
"S. E. recibió con la más completa complacencia a los comisionados. Me traen ustedes la Constitución, dijo. Yo la reconozco, no la juzgo. Menos buena, regular o mala; una constitución necesitaba el país para empezar su vida política, su vida de orden, de reparación y de progreso. El Congreso ha colmado mis deseos. No aspiro a mandar; la condición social de las Provincias Argentinas es en la actualidad infelizmente tal, que sólo un tonto o un pícaro pueden pretender el mando de ellas. Quiero por esto mismo la Constitución por egoísmo. Tengo familia, propiedad y un nombre que poner bajo el amparo de la ley; y como toda persona que tiene un bien que conservar, tengo interés en que estos bienes sean garantidos. Decía esto S. E. con tal abandono y acento de verdad, que añadían una fuerza irresistible a la exactitud de su reflexión."
En seguida añadió: "El 25 de mayo expediré el decreto de promulgación para que la Constitución sea la ley de la Confederación Argentina; y así la memoria de los ilustres varones que el 25 de mayo de 1810 concibieron el proyecto atrevido de emancipar estos países, recibirán un homenaje que, correspondiendo a sus intenciones, nos lave delante del mundo de la mancha de degradación que nuestros extravíos de cuarenta y dos arios nos han merecido".
Un decretó del 25 de mayo ordenó la publicación y jura de la Constitución para el 9 de julio; una circular comunicó a los gobernadores de provincia el feliz acontecimiento.
El general Lagos, que sitiaba la ciudad de Buenos Aires con fuerzas de la campaña, se adhirió a la Carta Fundamental y prometió convocar a una convención provincial para -decidir sobre la misma.