Las discusiones sacaron pronto a relucir las dos tendencias dominantes: la unitaria y la federal, pero privó la primera, defendida por hombres de gran cultura como José Valentín Gómez, Agüero y Manuel Antonio Castro
Se comenzó a tratar en el Congreso el punto relativo al poder ejecutivo, aprobado en general. Fue afirmado el valor de los pactos interprovinciales mientras no existiese la Constitución na-cional, como antecedentes de ésta. Se discutió si el nombre de la nación debía ser Provincias Unidas del Río de la Plata en Sud América o Provincias Unidas del Sud de América, quedando este último, con la adhesión de Zegada, Laprida, Acosta, Heredia y Gorriti. El Congreso se declaró constituyente.
Las discusiones sacaron pronto a relucir las dos tendencias dominantes: la unitaria y la federal, pero privó la primera, defendida por hombres de gran cultura como José Valentín Gómez, Agüero y Manuel Antonio Castro.
Zavaleta defendió las instituciones provinciales y el régimen interno de las provincias; polemizaron Agüero y Funes sobre las relaciones entre las provincias y la Nación en materia de recursos. La formación de un fondo nacional de recursos nacionales, entrañaba la cesión por las provincias de parte de sus ingresos. Juan José Paso intervino para aclarar el punto constitucional de las finanzas nacionales; dudaba de que se pudiese constituir la nación y habría preferido que en lugar de congreso constituyente se hubiese establecido una convención para acordar los puntos básicos de la unión de las provincias. José Valentín Gómez sintetiza su pensamiento: "Las constituciones pueden ser más o menos perfectas; pero sobre todo aquella que es generalmente recibida por una aceptación general, es la mejor del Estado"; sin embargo, terminará por convertirse en heraldo de la constitución centralista y autoritaria. Atacó a los caudillos: "Hay caudillos —dijo—que se han apoderado de la autoridad, y caminan a despotizar el país, y será bueno que sientan que el Congreso está en estado de tomar providencias. Pero ¿para qué servirían estas providencias? Para que ellos tomasen precauciones y entrasen al examen de las providencias que el Congreso pudiera tomar, y se pusiesen a cubierto de ellas. Ma; si, al contrario, saben que el Congreso ha de emplear los medios de la ilustración, de la persuasión, de la opinión pública, y que precisamente ha de salir esta luz y se ha de difundir por las demás provincias, no será claro que entonces el caudillo conocerá el medio de legalizar su autoridad anticipándose a consultar los intereses públicos, y que los pueblos se animarán mucho más, por lo que procederán con más ilustración que la que una ley les daría" ...
Se aprobó que cuanto concierne a la independencia, la integridad, la seguridad, la defensa y prosperidad nacional, arreglo de la liga y valor de la moneda, pesos y medidas, y en cuanto a las relaciones interiores de las provincias entre sí, a las exteriores de esas mismas provincias con cualesquiera otro gobierno, nación o Estado independiente, es del resorte privativo del Congreso.
Zavaleta sostuvo que el Congreso debía ser juez en las disputas entre las provincias, para librarlas de los desastres sangrientos en que han dirimido sus controversias.
La constitución que sancione el Congreso será ofrecida oportunamente a la consideración de las provincias, y no será promulgada ni establecida en ellas hasta que la hayan aceptado.
Mientras se discutía la ley fundamental, se recibió la comunicación sobre la batalla de Ayacucho; el Congreso se limitó a recomendar al presidente que acusase recibo de la misma. Los diputados estaban tan absorbidos por las tareas que no captaron la significación de aquella victoria; pero en la ciudad hubo grandes festejos. Lo que llama la atención en ellos es que no hubo ningún recuerdo para San Martín, el iniciador de la larga campaña, cuya terminación cedió a Bolívar en el célebre gesto de renunciamiento de Guayaquil.
Fue objeto de encontradas opiniones el problema del poder ejecutivo; Vélez Sarsfield señaló que era peligroso acordarle otras facultades que las de las relaciones exteriores. El deán Funes propuso que se encargase a Buenos Aires del poder ejecutivo para que entienda en las rela-ciones interiores y exteriores juntamente con una comisión de pocos miembros del Congreso, y que en el plazo de tres meses se crease el poder ejecutivo en propiedad.
Agüero se refirió a las desconfianzas injustificadas de las provincias frente a Buenos Aires, y la rivalidad, y el recelo entre porteños y provincianos se manifestó más de una vez en el curso de los debates. José Valentín Gómez expresó que Buenos Aires no tenía interés en que el gobierno existiese en su provincia ni en ser ella la capital.
Se acordó que hasta la elección del poder ejecutivo nacional, éste quedase provisionalmente encomendado al gobierno de Buenos Aires, para todo lo concerniente a negocios extranjeros, nombramiento y recepción de ministros, celebración de tratados, que no podrá ratificar sin previa autorización del Congreso; ejecución y comunicación a los demás gobiernos de todas las resoluciones que el Congreso expida; elevación al Congreso de las medidas que conceptúe convenientes para la mejor resolución de los negocios del Estado.
La ley fundamental fue admitida por los representantes de las provincias, unitarios y federales; respetaba las instituciones provinciales y su organización propia. Dieron su conformidad Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, La Rioja, Salta, Mendoza, San Juan, Córdoba. La Nación quedó ligada por lo menos en lo relativo a las relaciones exteriores y entre ellas, y a la preparación de la guerra inevitable con el Brasil.