Al terminar la guerra con el Brasil, la beligerancia se concentró en la prensa de los partidos en pugna, que proliferó notablemente y dio muestras de rivalidad en la injuria y en el dicterio mucho más que en la polémica serena y en el contraste de ideas y métodos.
El arma de los unitarios era la prensa, la pluma de los hermanos Varela, de Manuel Bonifacio Gallardo, de Bernabé Guerrero y Torres, de Juan Laserre y el apoyo even¬tual del ejército de operaciones al regresar del Brasil.
Antes de la renuncia de Rivadavia, Manuel Dorrego y Pedro Feliciano Cavia canalizaban su lucha desde El Tribuno contra El Mensajero argentino, unitario, como lo eran El Duende de Buenos Aires, El Correo y Cincinato.
Al ser designado Dorrego gobernador de la provincia de Buenos Aires, hizo irrupción una prensa batalladora numerosa, grande y pequeña, a la que procuró responder a su vez la corriente federal; los federales dieron vida a El Correo Político y Mercantil (12 set. 1827-28 nov. 1828);sus redactores principales fueron Manuel Moreno y Pedro Feliciano Cavia, desde el cual replicaron a los ataques de El Tiempo, periódico que comenzó a publicarse el 24 de abril de 1828 y terminó el 19 de agosto de 1829. Este periódico fue uno de los mayores baluartes de la oposición a Dorrego y figuraron entre sus principales colaboradores, Juan Cruz y Florencio Varela, Manuel Bonifacio Gallardo y otros; la intervención oficial en las elecciones de mayo de 1828 fue uno de los motivos de la prédica, como asimismo las relaciones con las provincias interiores, la convención a realizarse en Santa Fe, las relaciones internacionales, el estado financiero, etc.
Pero no sólo fueron esos periódicos centrales de las facciones los únicos que manejan la diatriba y siembran el odio; José Joaquín de Mora y Pedro de Angelis hicieron un intento para mediar con El Conciliador, de 1827, pero el propio Mora desistió del empeño y tomó partido contra los federales desde El Constitucional (abril a octubre de 1827 ) , que tomó como punto de sus ataques a Pedro Feliciano Cavia.
Esa contienda periodística, preanuncio de la futura lucha armada, adquiere caracteres más virulentos, agresivos y denigratorios en El Porteño (octubre-noviembre de1828 ) , El Granizo (1827 ) , El Liberal (febrero-diciembre de 1828 ) , El Diablo Rosado (11-25 abril 1828 ) , El Hijo Mayor del Diablo Rosado (30 abril-17 mayo 1828 ) , El Hijo Menor del Diablo Rosado ( 19 mayo-18 de junio de 1828 ) , y El Hijo Negro del Diablo Rosado (22-25 julio 1828 ) , todos ellos enemigos de Dorrego y de su partido, redactados por Juan Laserre. El Porteño y El Granizo fueron publicados por los hermanos Varela.
J. B. Alberdi, en su polémica célebre con Sarmiento sobre la prensa, recordó:
"la prensa de combate y el silencio de guerra, son armas que el partido liberal argentino usó en 1827; y su resultado fue la elevación de Rosas y su despotismo de veinte años”.
Decía también:
"La guerra militar y de exterminio contra el modo de ser de nuestras poblaciones pastoras y sus representantes naturales, tuvo su fórmula y su código en el Pampero y el Granizo, imitaciones periodísticas de la prensa francesa del tiempo de Marat y Dantón, inspiradas por el ardor patriótico y sincero si se quiere, pero inexperto, ciego, pueril, impaciente, de los que pensaban que un par de escuadrones de lanceros de Lavalle bastarían para traer en las puntas. de sus lanzas el desierto y el caudillaje, que es su resultado, en la desierta República Argentina".
Diferentes publicaciones de la epoca de Dorrego
Los federales enfrentaron a la prensa unitaria con la misma violencia, pero no con tanto ingenio, intensidad y agudeza como los adversarios, que disponían de plumas más avezadas.
Contaron entre sus periódicos con el Correo Político y Mercantil, La Atalaya Republicana (29 oct.-29 nov. 1827), El Sol de Mayo de 1810 (29 nov. 1827-4 de marzo 1828), La Espada Argentina (junio-agosto 1828), redactados por José María Márquez; también el Diario Comercial (25 de agosto-22 de nov. 1828) defendió a Dorrego.
En Santa Fe, Baldomero García publicó El Argentino; El Domingo 4 de mayo en Buenos Aires, con la redacción de Echeverría y Ugarteche; El Satélite, redactado por Echeverría y Salvadores, aparte de los periódicos del padre Castañeda. En Córdoba y Mendoza se publicaron también algunos periódicos en este período.
Cuando Dorrego quiso poner trabas al desborde de la prensa mediante una ley del 8 de mayo de 1828, el efecto le contraproducente, pues echó más leña al fuego de las pasiones desatadas.
Sobre la reacción de Dorrego contra la prensa opositora y sobre esa misma prensa, resume Mariano de Vedia y Mitre:
"La prensa de los vencidos (los llamados unitarios) se lanzó contra el gobierno. Arremetió contra él, desde que lo consideraba el causante principal de la caída del régimen constitucional. Y sus ataques constituyeron a la vez un desborde de pasiones y de enconos. Esa prensa opositora puede clasificarse en dos ramas diversas: una, la de los periódicos que hacían la discusión elevada y circunspecta de la nueva política; otra la de aquellos periódicos satíricos y festivos que hacían del ridículo su arma predilecta. Unos y otros eran violentos y hasta procaces. El gobernador olvidó entonces su carrera brillante de periodista y consideró que tales ataques eran intolerables y constituían verdaderos delitos, que el gobierno no podía consentir y bajo sus auspicios se dictó una ley de mordaza a la prensa, la que por otra parte no hizo sino enconar aún más los espíritus". . .
Al desmovilizar el ejército después de la guerra con el Brasil, en medio de la pobreza en que se encontraba, con los sueldos impagos y con el descontento consiguiente a la paz concertada, que los unitarios explotaron con la misma animosidad que habían puesto los federales contra Rivadavia y la convención preliminar de paz de García, el fermento revolucionario se condensó en acción francamente subversiva. Dorrego tuvo noticias de la preparación de un complot contra su gobierno, pero no creyó que fuese posible a los descontentos una acción efectiva, calculando que disponía en la ciudad de tropas suficientes para aplastar cualquier conato, y contaba además con las milicias de la campaña al mando de Rosas y con las tropas del norte al mando de Ángel Pacheco.
Con esa seguridad ordenó que llegasen escalonadamente a Buenos Aires las tropas de la guerra del Brasil; el 29 de noviembre desembarcaron las correspondientes a la primera división y el 19 de diciembre salieron de sus cuarteles al mando de Lavalle y tomaron el Fuerte poniendo fin al gobierno de Dorrego. La guerra periodística anterior había dado sus frutos; unitarios y federales iban a ensangrentar el país por muchos años.