Lavalle, que contaba con el apoyo de reconocidos unitarios, como Julián Segundo de Agüero, Salvador María del Carril, Valentín Gómez y Juan Cruz Varela, dispuso a través de una asamblea de dudosa legitimidad en la Iglesia de San Roque el cese de la autoridad de Dorrego, la disolución de la Legislatura y se hizo nombrar gobernador
Casi la totalidad de los concurrentes a la capilla de San Roque votaron por Lavalle para gobernador de la provincia en lugar de Dorrego, el ejecutor del golpe de estado cometió un error al asumir el mando; su carrera militar no necesitaba nuevos títulos extraños para su renombre. En la tarea política no podía proceder con la seguridad y la pericia con que lo hacía en los campos de batalla en que se había formado y actuado durante las guerras de la independencia. Además no tenía ningún conocimiento exacto de los hombres que intervenían en la cosa pública y había sido elegido por una facción y esa facción sugería la conducta a seguir.
Al hacerse cargo del gobierno, designó ministro general a José Miguel Díaz Vélez; la ciudad quedó tranquila en señal de acatamiento al nuevo gobernador y no hubo persecuciones contra los hombres que habían secundado a Dorrego; la reacción se inició cuando se supo que Dorrego reunía fuerzas para la lucha contra los vencedores, en contacto con el general de Vedia y con Juan Manuel de Rosas.
El trágico final de Dorrego en manos de Lavalle puso de manifiesto y de manera dramática la radicalización de las disputas facciosas y el quiebre de los lazos, tanto sociales como personales, de quienes habían luchado juntos, hasta hacía muy poco, por la Revolución, esto desemboco en un crisis que duraria varias decadas.
El 5 de diciembre se hizo público un manifiesto, debido probablemente a la pluma de Pedro de Angelis, que informaba al pueblo de Buenos Aires acerca del paso que se acababa de dar con el apoyo de la primera división del ejército y se sometía a crítica las medidas que habían ocasionado el descontento: la designación de Lavalleja como jefe del ejército de operaciones, el nombramiento de Francisco Bustos como ministro plenipotenciario en el Alto Perú, la falta de libertad electoral, los ataques a la seguridad individual y a la libertad de imprenta, el desarreglo de la hacienda pública, las arbitrariedades del poder judicial, etcétera.
En conocimiento de los movimientos y aspiraciones de Dorrego, Lavalle delegó el mando en el almirante Guillermo Brown y partió el 5 de diciembre a las seis de la tarde por el camino de Barracas con rumbo a la Guardia del Monte al frente de 600 lanceros y coraceros para sofocar la resistencia del gobernador depuesto.
Fue alcanzado Dorrego en las inmediaciones del pueblo de Navarro; disponía de 2.000 milicianos e indígenas de caballería y cuatro cañones y se vio en la necesidad de aceptar el combate. El almirante Brown escribió a Dorrego el mismo día 5 de diciembre una carta amistosa exhortándole a no mezclarse ni tomar parte alguna contra el pueblo de Buenos Aires y las tropas del ejército republicano para evitar desgracias y derramamiento de sangre.
Ingreso de las tropas de Lavalle al fuerte de Buenos Aires luego de su campaña eb la guerra de Brasil