Relaciones de autocontrol: la retroalimentación

Las relaciones de autocontrol natural de las poblaciones, la retroalimentación, limitan su crecimiento. Sirven para mantener el número de organismos entre máximos y mínimos, lo que impide la destrucción de cada ecosistema asegurando su funcionamiento constante.

Los sistemas naturales funcionan por sí mismos

La cibernética, ciencia que estudia relaciones de todo tipo, nos ha cedido algunas buenas ideas:

Una máquina deja de funcionar cuando falla alguna de sus partes, sin que las demás puedan arreglarla o sustituirla; un animal deja de vivir por el mismo motivo, igual

que un bosque. Se vive porque todo funciona según un orden correcto.

Los ecosistemas necesitan adquirir energía para vivir, igual que una computadora no funciona si no dispone de electricidad. Los elementos del ecosistema encargados de obtenerla son las plantas, normalmente. La energía química de los enlaces entre átomos y moléculas que forman los cuerpos vivos es usada por ellos mismos para moverse, reproducirse, crecer... Es decir, para vivir.

El autocontrol de la naturaleza

La calefacción se regula mediante un termostato. Si una computadora sufre la infección de un virus informático, otro programa «antivirus» puede trabajar para eliminarlo; si no hay papel en la impresora, una parte del sistema operativo informa del error para corregirlo; todo con el fin de que la máquina siga funcionando. 

En los ecosistemas sucede igual: si llegasen muchas langostas africanas a una pradera, las aves insectívoras tendrían más crías y terminarían controlando la plaga, antes de que pudiese destruir la pradera; o si durante una buena primavera, el excesivo número de conejos pudiera terminar con la hierba, los zorros se reproducirían más y eliminarían el excedente.

Existen relaciones entre unos elementos y otros que consiguen mantener el número de organismos entre máximos y mínimos. No hay siempre una cantidad exacta de conejos, sino que es posible un cierto dinamismo. Tales influencias se denominan mecanismos de retroalimentación; sirven' para impedir la destrucción de cada ecosistema asegurando su funcionamiento constante.

La retroalimentación

Seres de dos o más especies se pueden agrupar, resultando de ello perjuicios para unos y beneficios para otros. Esto sucede de forma no premeditada, pero con el tiempo, la relación se convierte en indispensable para la supetvivencia de todos.

Por ejemplo, observamos cómo la necesidad de los zorros de alimentarse de conejos hace que estos no puedan reproducirse excesivamente, en un número tan grande que hubieran podido terminar con la hierba y, por consiguiente, acabar con ellos mismos.

Los zorros, aparentemente «contrarios» a los conejos, resultan ser la causa de su propia supervivencia. Este es un mecanismo de retroalimentación negativa. Pero si se llegase a superar uno de los límites máximos o mínimos de una especie por algún motivo, ambas especies entrarían en un proceso imparable de desaparición (retroalimentación positiva). Algunos tipos de agrupaciones interespecíficas constituyen controles de funcionamiento de la naturaleza.

Si, en un ecosistema, desaparece un tipo de ser vivo o se hace muy escaso, los seres vivos que se alimentan de él tendrán problemas para sobrevivir. De la misma manera, si una especie se hace demasiado abundante en un ecosistema, puede acabar con el alimento, lo que pondría en peligro su supervivencia.

Otro ejemplo de estas dependencias es la relación entre un depredador, como la lechuza, y sus presas, los ratones.

  1. Si en un ecosistema hay muchos ratones, las lechuzas tienen alimento de sobra. En unos años, habrá muchas más lechuzas.
  2. Si hay muchas lechuzas, estas consumen muchos ratones. Poco a poco, los ratones comienzan a escasear.
  3. Al cabo del tiempo, las lechuzas tienen dificultades para encontrar alimento. Muchas mueren y otras no pueden criar a más de un polluelo. Pronto, quedan menos lechuzas.
  4. Como hay menos lechuzas, cazan menos ratones, y estos comienzan a abundar de nuevo.

Este ciclo y otros parecidos se producen en todos los ecosistemas, con todos los seres vivos que habitan en ellos.


Las agrupaciones, mecanismos de control

En la gráfica se representa cómo fluctúan las poblaciones de la liebre, la presa, y el lince, el depredador, en un ecosistema. Los máximos y los mínimos de ambas poblaciones coinciden, lo que les impide ser excesivamente abundantes; es decir, se autorregulan. Las relaciones entre un depredador y su presa pueden producir oscilaciones en el número de individuos de cada población a lo largo del tiempo. Al aumentar la población de la presa, se incrementa la del depredador, lo que rápidamente hace descender el número de presas disponibles. Entonces, la población de depredadores comienza a disminuir por la falta de alimento, lo que permite que vuelva a crecer la población de presas y se inicie un nuevo ciclo.


Cuando un pájaro ingiere una mosca, se apropia de su energía química y de su materia

Cuando un pájaro ingiere una mosca, se apropia de su energía química y de su materia



zorro conejos

Entre los zorros y los conejos existe un mecanismo de retroalimentación.



lechuzas y ratones

Las lechuzas siempre se alimentaron de roedores y pequeños mamíferos en una proporción alta. Es su instinto. Según la estación del año, los ratones representaban entre el 80 y el 95% de su alimento.



Grafico liebres

El grafico representa la poblaciones de liebre (presa) y lince (depredador en un ecosistema a travez de los años