Ascendió el vicepresidente Carlos Pellegrini al ejercicio del poder ejecutivo nacional para completar el período constitucional del presidente Juárez Celman, que interrrumpió su período a raíz de la revolución del 26 de julio de 1890.
El pasado de Pellegrini lo acreditaba como hombre de vigorosa inteligencia y de carácter firme, y aunque su paso por el gobierno sólo abarcó poco más de dos años, su obra decidida y enérgica fue memorable, pues le tocó asentarla "sobre ruinas y escombros".
Hijo del ingeniero y pintor Carlos Enrique Pellegrini, que había sido llamado por Rivadavia, nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1846. Su madre era hija del ingeniero británico Santiago Bevans, también contratado por Rivadavia para proyectar el puerto de Buenos Aires. Cursó los estudios primarios, secundarios y universitarios en la ciudad natal. No había cumplido los 20 años cuando estalló la guerra del Paraguay y abandonó las aulas para incorporarse al ejército con el grado de alférez. Poco antes de terminar la contienda, regresó a Buenos Aires y prosiguió los estudios interrumpidos. Se graduó en 1869 en la facultad de derecho con una tesis titulada Derecho electoral, y en abril de 1870 fue llamado a desempeñar el cargo de subsecretario de hacienda en el ministerio de José Benjamín Gorostiaga.
Su actuación allí fue breve, pero dejó huellas por sus condiciones de carácter y la capacidad de que estaba dotado. Ya en su período de estudiante había intervenido en la prensa y en las actividades políticas. Por inclinación temperamental, se asoció al partido de Adolfo Alsina, pero no fue nunca un secuaz del porteñismo. Enrique de Vedia destacó que "en todas las luchas enconadas pero pasajeras de nuestra vida nacional salió incontaminado del funesto porteñismo que tantos errores engendró".
El pintor Charles H. Pellegrini posando junto a sus hijos Julia y Carlos, quien luego sería presidente de la Argentina.,Charles Henri Pellegrini fue un ingeniero saboyano nacionalizado argentino que adquirió fama en la Argentina como retratista y pintor. Su hijo, Carlos Pellegrini, fue Presidente de la Nación Argentina entre 1890 y 1892, el primer hijo de inmigrantes en acceder a tal cargo.
En 1872, en las elecciones para renovar la legislatura provincial, figuró su nombre en las listas del partido autonomista, junto a Aristóbulo del Valle, Dardo Rocha, Leandro N. Alem, Ezequiel Pereyra y otros, y fue electo diputado. Apenas había cumplido 25 años. Al año de actuación en la legislatura porteña, fue elegido diputado nacional, con Bernardo de Irigoyen, Pedro Goyena, Pinedo, Antonino Cambaceres, Vicente Fidel López, Manuel Montes de Oca y Aristóbulo del Valle; y fue reelegido para el período de 1874-78. Intervino en esos años en los debates con mucha frecuencia y demostró a la par de su preparación en asuntos de gobierno, su capacidad oratoria, que había de acrecer en los años de su madurez.
Fue luego ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la administración de Carlos Casares, desde febrero a mayo de 1878.
Cuando el general Roca, proclamado candidato a la presidencia de la República, se retiró del ministerio de guerra y marina de Avellaneda, fue reemplazado por Carlos Pellegrini, que abandonó su banca de diputado para hacerse cargo de la cartera vacante en octubre de 1879. En el breve período de su actuación le tocó intervenir en sucesos de la mayor trascendencia para la vida ulterior del país.
Charles Henri Pellegrini fue contratado por Juan Larrea, a pedido de Bernardino Rivadavia, llegó a Buenos Aires en noviembre de 1828 y perteneció durante breve plazo al departamento de Ingenieros Hidráulicos, que fue suprimido durante el gobierno del general Juan José Viamonte. La desocupación lo indujo a tratar de aprovechar sus dotes de dibujante y pintor, se vinculó con el litógrafo César Hipólito Bacle y se dedicó especialmente a hacer retratos, ejecutando entre octubre de 1830 y septiembre de 1831 doscientos de estos trabajos, por los cuales cobró en total 17.000 pesos. Su actividad como retratista y litógrafo prosiguió hasta 1837. Se dedicó luego a las tareas del campo y compró la estancia "La Figura" en Cañuelas.
La campaña para la sucesión presidencial se hallaba en pleno desarrollo y los opositores no retaceaban la crítica ni vacilaban ante el empleo de los medios más duros para triunfar en la lucha electoral. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Tejedor, era uno de los candidatos a la presidencia y reforzó con nuevas armas las fuerzas partidarias que sostenían su política. Avellaneda se decidió a plantear la solución de la cuestión de la capital definitiva de la República antes de dejar el mando y se produjo la guerra civil en junio de 1880. Demostró Avellaneda energía y Carlos Pellegrini, desde el ministerio de la guerra, contribuyó a la victoria de las armas nacionales. Paul Groussac, que lo calificó como piloto de tormenta, escribió:
"Las cualidades de actividad y resolución desplegadas por Pellegrini durante su breve y destacado ministerio, que acumuló en un año la labor de una década, no podían ser para nadie una sorpresa, puesto que por esas dotes personales se le nombró. Más inesperadas fueron las aptitudes de organizador y estadista que fundaron su prestigio sólido ante el país, dejándole designado para las actuaciones futuras".
En 1881 ingresó en el Senado nacional por el voto unánime de la legislatura de la provincia, en reemplazo de Dardo Rocha, elegido gobernador de Buenos Aires. Desde la tribuna del Senado tuvo mejor oportunidad de emplear su talento político y su pensamiento económico y financiero. Tuvo numerosas intervenciones, sobre la federalización de Misiones, la acuñación de monedas, al autogobierno de los territorios, la inmigración, etc. Diez años antes de su mensaje creando el Banco de la Nación, formuló un proyecto análogo al proponer la refundición de los Bancos Nacional y de la Provincia, formuló ideas y críticas amargas a propósito del plan de conversión de la deuda elaborada por el poder ejecutivo y combatido por una confluencia de intereses miopes.
Charles Henri Pellegrini volvió a Buenos Aires después de Caseros y fundó la "Revista del Plata" (1853) y desplegó actividad como ingeniero y arquitecto.2 Su obra principal en este terreno fue la edificación del antiguo Teatro Colón. También se dedicó en cierta época a la composición poética, sin embargo, sus dibujos, sus acuarelas y sus litografías son los que inmortalizaron a Pellegrini, todas estas cosas fueron dando contactos al joven Carlos que luego supo aprovechar
Fue por entonces cuando fundó el Jockey Club con un grupo de amigos en 1882, para el mejoramiento de la raza caballar de la República, y el fomento de la actividad turfística, centro que se convirtió espontáneamente en una institución poderosa desde la que se gravitó en el mundo político y social.
Al terminar su mandato en el Senado, realizó un viaje a Europa y los Estados Unidos, en cumplimiento al mismo tiempo de una misión de carácter financiero que le había confiado el gobierno.
Desde el 5 de mayo de 1884 comenzó a publicarse el diario SudAmérica, dirigido por Paul Groussac, en cuya redacción figuraban Pellegrini, Pedro Goyena, Delfín Gallo, Roque Sáenz Peña y Lucio Vicente López; Pellegrini trataba allí el tema político del día.
Al finalizar su gobierno el presidente Roca, cuando renunció el ministro Victorica en guerra y marina, se le ofreció la cartera vacante mientras se hallaba en Europa, y regresó al país en setiembre de 1885. Había conseguido un empréstito en condiciones que representaban en aquellas circunstancias el límite máximo de lo que se podía esperar. Se hizo cargo del ministerio vacante y lo desempeñó por espacio de un año.
En las elecciones presidenciales de 1886, su nombre fue agregado al de Juárez Celman, como candidato a la vicepresidencia, auspiciado por el partido autonomista nacional y sostenido por el presidente Roca.
Triunfó sin gran esfuerzo en la capital y en diez provincias, por tratarse de una candidatura oficial, y el 12 de octubre se hizo cargo de la presidencia del Senado en su condición de vicepresidente de la República. Dirigió el alto cuerpo con maestría y en algunas ocasiones le tocó asumir provisoriamente la presidencia de la República en ausencia del titular.
María Bevans era hija del ingeniero británico Santiago Bevans que también había arribado al Río de la Plata en circunstancias similares a las de su futuro yerno. María era sobrina del político liberal inglés John Bright, cofundador de la Liga de Mánchester y estrecho colaborador de William Gladstone. Estas características de la familia Pellegrini terminaron por ubicarlos en un lugar central de la vida social de la ciudad de Buenos Aires. Una tía materna le impartió a temprana edad clases de inglés, idioma que Carlos aprendió dominándolo a la perfección, y que manejaría con fluidez durante toda su vida. A la edad de ocho años ingresó a la escuela de Ana Bevans, su tía. Es posible que la temprana enseñanza del idioma anglosajón haya sido motivo de una ligera huella en su pronunciación, y de allí provenga el apodo de el gringo, como lo llamaban sus compañeros del Colegio Nacional de Buenos Aires.
En uno de esos interinatos, a comienzos de 1889, tuvo que intervenir en un conflicto político producido en Mendoza, decretando la intervención a esa provincia, y reponiendo al gobernador derrocado, cosa que no fue del agrado de Juárez Celman y acentuó el alejamiento del círculo cortesano que rodeaba al presidente. El episodio de Mendoza determinó a Eduardo Wilde a renunciar al ministerio del interior.
En ese período como presidente interino inauguró el puerto de Buenos Aires, obra para la cual había sido llamado su padre por Rivadavia. Terminado el interinato y en receso el Congreso, realizó un viaje a Europa para hacer acto de presencia en la ceremonia inaugural de la Exposición Universal de París, y regresó después de concertar una negociación financiera, como se ha dicho, en los momentos en que la crisis se había iniciado ya.
Producida la revolución de julio y aceptada la renuncia de Juárez Celman, automáticamente le correspondió como vicepresidente tomar el timón del Estado hasta llenar el término del período legal; era la primera vez que ese hecho se producía en el país.
La dupla entre Carlos Pellegrini y Julio A. Roca duro 26 años desde 1880 a 1906 siendo ministros y comenzo desde el reemplazo en el ministerio de guerra de Avellaneda cuando Roca deja el ministerio para la campaña del desierto, ambos personajes estvieron manejando los hilos politicos entre 1880 y 1906