Presidente de la Nación

Al morir Roque Sáenz Peña el 9 de agosto de 1914, prestó juramento como presidente efectivo de la Nación. Hubo cierta inquietud pública acerca de su actuación.

El senador Dávila, expresó en la Cámara:

"No necesito auscultar el alma nacional en estas horas (el fallecimiento de Sáenz Peña), para presumir y estar persuadido de que la duda sobre la posible desorientación para el futuro, ha de empezar a trabajar los espíritus. 

Acaba de quebrarse por efecto de la muerte la fórmula presidencial de 1910, fórmula solidaria que respondió a un pensamiento de los partidos, porque esa fórmula tuvo el concurso espontáneo y sincero del pueblo argentino, embanderado o no embanderado en las filas de los partidos. Yo desearía que de este cuerpo surgiese en estas horas de incertidumbre un eco que llevase la completa tranquilidad al país de que su marcha no ha de sufrir la menor perturbación por la muerte del eminente ciudadano cuya desaparición deploramos. Esa fórmula presidencial, que respondía a un momento de transición de la vida nacional, no puede ni debe quebrarse por la desaparición de uno de sus miembros, puesto que sobrevive uno de sus términos, un estadista experimentado, conocedor a fondo de los negocios públicos, y sobre todo conocedor de los antecedentes políticos de la situación que atravesamos. 

La presencia de este ciudadano al frente de los destinos del país es una garantía de que la política de libertad y de reparación institucional iniciada en 1910 no ha de sufrir la menor perturbación en su desenvolvimiento futuro, de tal suerte que el país debiera estar tranquilo y no experimentar la menor duda de que su marcha ha de seguir desarrollándose regularmente sobre las huellas trazadas".

Victorino de la Plaza supo desvanecer pronto las inquietudes que su ascenso al poder había suscitado, pues cumplió el programa de Sáenz Peña.

Victorino de la Plaza

Caricatura de cao aparecida en Caras y Caretas con la ocasión de la asunción de la presidencia ante la muerte de Roque Saenz Peña.