Derrota en Quiroga en Oncativo

Los unitarios controlan el noroeste

A comienzos de este año el caudillo riojano sufrió una nueva derrota en Oncativo, que le permitió a Paz extender su dominio sobre La Rioja, San Luis, Mendoza, San Juan y Catamarca.

En julio, diputados de los gobiernos de Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires y Santa Fe iniciaron negociaciones a fin de formar una liga en su propia defensa e interés común. 

El diputado por Corrientes Pedro Ferré planteó la discusión de una serie de temas a resolver en un futuro congreso constituyente que organizaría a las provincias bajo el sistema federal. Son éstos la distribución de las rentas de la aduana de Buenos Aires entre las provincias, la libre navegación de los ríos litorales y la modificación de la política arancelaria librecambista del gobierno porteño que, al perjudicar la colocación en los mercados provinciales de productos de las economías del litoral y del interior, como la yerba, el tabaco, los vinos y aguardientes, amenaza la supervivencia de tales ramos. Sin revelar que tales demandas afectan las bases mismas de la hegemonía porteña, el diputado por Buenos Airee José María Rojas y Patrón argumentó en su rechazo que el goce exclusivo de las rentas de la aduana responde a que Buenos Aires debía afrontar el pago de deudas contraídas durante las guerras de la independencia y contra Brasil y de los gastos ligados a la representación de las relaciones exteriores que las provincias delegaron en su gobierno. Una política arancelaria proteccionista, por su parte, encarecería el consumo de la población y desalentaría el comercio extranjero privando en lo inmediato al gobierno de su principal fuente de ingresos y provocando a la larga la ruina de la explotación ganadera en Buenos Aires y el resto de las provincias. Ferré rebatió a su vez estos argumentos, pero el apoyo que el diputado porteño logró que sus pares de Santa Fe y Entre Ríos motivó que el de Corrientes se retirara de las negociaciones.

Mientras, Paz invitó a los gobiernos de las provincias interiores a reunirse en Córdoba. 

En tanto agentes diplomáticos, diputado de nueve provincias firmaron en agosto un tratado que invistió al gobernador cordobés de un Supremo Poder Militar provisorio que puso bajo su mando a las fuerzas regulares y milicianas de las gobiernas contratantes y le dio derecho a intervenir en aquellas provincias para sofocar cualquier movimiento que intente alterar el orden legal vigente. Justificaron la conformación de esta liga, por un lado, en la necesidad de asegurar la libertad e independencia de aquellas frente a las amenazas de reconquista del gobierno español difundidas por el gobierno porteño o a las provenientes de cualquier otro poder, y por otro, en el deseo unánime de las provincias de reunirse en un congreso que las organice bajo el sistema que acuerde la mayoría. 

Esta liga cuenta con escaso apoyo entre la población de las provincias y sus gobiernos, impuestos mayormente por la presencia de los lugartenientes de Paz, que se mantienen unidos sólo por el liderazgo del gobernador cordobés.

Las páginas de las periódicos cordobeses y porteños se hacen eco del enfrentamiento entre el bloque de provincias unitarias y el de las federales. Mientras que para los primeros los federales son unos vándalos y el gobierno porteño representa un peligro para Ia gente decente, para los segundos, Paz y sus comandantes no son más que unos iracundos y rústicos déspotas militares. En materia de organización política los diarios mediterráneos favorecen la creación de un poder constitucional concentrado que contribuiría a mejorar la calidad de las instituciones de las provincias. Excepto alguna voz aislada, la mayor parte de la prensa porteña rechaza la idea de una fusión entre unitarios y federales, así como también la participación de Buenos Aires en un congreso que correría el serio peligro de ser dominado por los unitarios como en la última experiencia constituyente. Respalda así, por un lado, la cesión por parte de la Legislatura de facultades extraordinarias al gobernador Rosas, recurso que prevendría presuntos complots de unitarios, y por otro, una. política de organización gradual de las provincias.