El Cabildo del 22 terminó muy tarde en la noche por lo que se decidió escrutar los votos al día siguiente. El recuento arrojó las siguientes cifras: 155 votos por la destitución del Virrey; 69 por su continuación en el mando sólo o asociado.Los miembros del Cabildo Ordinario Manuel José de Ocampo y el Dr. Tomás Manuel de Anchorena le comunicaron a Cisneros que había cesado en el cargo.Según la mayoría, el cargo debía quedar en manos de una Junta de Gobierno a nombre de Fernando VII.
El cabildo gobernador, el 23 de mayo por la mañana, anuló la decisión del día anterior de continuar el congreso general a las tres de la tarde para confrontar los votos emitidos; dispuso también que no se hicieran constar en el acta los votos de los ausentes y que dos regidores se encargasen de hacer retirar a los que concurriesen hasta nueva citación.
El Cabildo concretó así el escrutinio de los votos del 22: Que el virrey debía cesar en el mando; que éste recala en el Cabildo con el voto del síndico hasta la erección de la Junta que se formaría de la manera que estime conveniente; que la Junta se encargaría:, del mando mientras se congregaban los diputados de las provincias interiores para establecer la forma de gobierno que corresponda.
Se había procedido evidentemente a un falseamiento de los votos, pues la mayoría de éstos no facultaban al Cabildo para erigir la Junta en el modo que creyese conveniente y nada se había resuelto tampoco respecto de la convocatoria de los diputados del interior.
Los votos emitidos dan este resultado:
Por la continuación del virrey, solo o asociado: 69; por la cesación del virrey: 155.
Los votos que pedían la cesación del virrey se descomponían así:
La mayoría, pues, propiciaba la erección de :a Junta por el Cabildo y que esa Junta se encargara del mando hasta que fuesen convocados los diputados de las provincias. Pero el Cabildo resolvió investir al virrey con la presidencia de dicha Junta, arguyendo que tenía facultades para ello en virtud del congreso general del 22.
Para pulsar la opinión de las tropas, se convocó a los comandantes de las mismas y éstos expresaron que el pueblo deseaba que se hiciese pública la cesación del virrey y la asunción del mando por el Cabildo. En consecuencia, se hizo público un bando según el cual por pluralidad de sufragios se desposeía al virrey del mando y el Cabildo procedería enseguida a la elección de la Junta de gobierno.
Los regidores, alcaldes y funcionarios del Cabildo se esforzaban por mantener de algún modo al virrey, en espera de circunstancias propicias para desbaratar los planes de los revolucionarios de Buenos Aires. El día 23, después de la consulta a los jefes de las tropas, según el acta capitular, terminó con la publicación de un bando que debía colocarse en los lugares habituales. El bando determinaba entre otras cosas: ...
"Se hace saber al público, por medio del presente bando, para su gobierno e inteligencia, y que desechen cualesquiera deseos que hayan podido infundirle las últimas infaustas noticias recibidas de la Península; bien entendido que este Excmo. Cabildo procederá inmediatamente a la elección de la Junta que haya de encargarse del mando superior hasta que se congregue a los diputados que se convocarán de las provincias"...
El día 24, el cabildo de Buenos Aires fraguando los datos de la elección del Cabildo Abierto del 22 de mayo nombró una Junta, de la cual Cisneros fue nombrado presidente. Sin embargo, mucha gente rechazaba su permanencia en el cargo. Cornelio Saavedra afirmó que esa maniobra no se sostendría: la gente se rebelaría de todas formas, y los soldados desertarían de sus puestos. En consecuencia, la Junta fue disuelta.
El 24 determinó el Cabildo que continúe en el mando el excelentísimo señor virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, asociado a los señores Juan Nepomuceno de Sola, Juan José Castelli, Cornelio Saavedra y José Santos de Inchaurregui. Aparte de los nombres, era exactamente la fórmula que había propuesto el obispo Lue, con los 69 que votaron con él en el congreso del 23 de mayo: la continuidad del virrey con algunos asociados o ad-juntos.
Como se ve, el Cabildo dio validez a los 69 votos que respondían a la fórmula del obispo Lue contra los 155 que sostuvieron la cesación del virrey.
Se dictó un reglamento constitucional de 13 artículos para fijar las líneas generales de las funciones de la Junta del virrey y de sus asociados; había sido elaborado por Julián Leyva y se consignan en el principios jurídicos nuevos: los miembros de la Junta provisional no podían ejercer el poder judicial, que se refundía en la audiencia; no se obedecería ninguna orden del virrey sin estar rubricada ppr los demás miembros de la Junta; el Cabildo podía deponer a los miembros de la Junta que faltasen a sus deberes; la Junta no podía imponer contribuciones y pechos sin previa consulta y conformidad del Cabildo; amnistía general para las opiniones el 22 de mayo relativas a la estabilidad del gobierno; los cabildos del interior consultarían a la parte más principal y sana del vecindario para designar diputados.
Fueron convocados luego 'los comandantes de los cuerpos armados y dieron su conformidad a lo acordado, incluso Saavedra y Pedro Andrés García.
Después de la consabida ceremonia, el Cabildo gobernador cesó en sus funciones y los miembros de la Junta que debía asociarse al virrey pasaron a la fortaleza, adonde llegaron los cabildantes en medio de salvas de artillería y repiques de campanas.
Los resultados del congreso general del 22 de mayo habían sido burlados y los cabildantes creyeron que había sido contenido de ese modo la revolución amenazante de la calle.
Sin embargo, no todos se dejaron engañar y una juventud activa y audaz, encabezada por French y Beruti, terció en la maniobra, invadió la plaza, predicó a los oficiales y a la tropa del cuerpo de patricios. Para ponerse de acuerdo en la línea de conducta por seguir, corrieron a casa de Rodríguez Peña, donde se llegó a dudar de la lealtad de Saavedra. Castelli se hizo presente y, después de un cambio de impresiones, se comprometió a intervenir para que se consultase nuevamente al pueblo.
Moreno, que había entrado en el torbellino de la agitación, con Matías Irigoyen y Feliciano A. Chiclana, se encargaron de hablar con los oficiales y tropas del cuerpo de patricios, el factor de fuerza más decisivo en aquella emergencia, y con la juventud. Fue-ron apaciguados los espíritus y se convino que al día siguiente se haría una representación al Cabildo sobre lo que exigía el interés común y la voluntad del pueblo.
Saavedra informó al virrey sobre el estado de subversión de las tropas, incluidas las de su mando; Castelli reforzó el informe con las noticias recogidas y con la exigencia perentoria de convocar nuevamente al pueblo para darle satisfacción y aplacar su enardecimiento.
La Junta deliberó y concluyó pasando una nota al Cabildo sobre la agitación reinante, devolviéndole el poder que recibiera y pidiéndole que procediese a la elección de personas que merecieran la confianza pública.
Una delegación de los patriotas se encargó de ir a las doce de la noche a la casa del síndico procurador Leyva para que convocase nuevamente al pueblo; al comienzo intentó rechazar la petición, pero comprendió que esta vez debía someterse y prometió hacerlo.
Al mismo tiempo que esto ocurría, los rebeldes redactaron la presentación escrita al Cabildo, la hicieron circular durante la noche por toda la ciudad y obtuvieron numerosas firmas; en ese documento constan los nombres de las personas que debían constituir la nueva Junta; la lista habría sido confeccionada en casa de Rodríguez Peña por Antonio Luis Beruti. Figuraban en ella: Cornelio Saavedra, como presidente; J. J. Castelli, M. Belgrano, Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales; J. J. Paso y Mariano Moreno como secretarios. Larrea, que no había asistido el 22 de mayo, y Matheu, que votó con Saavedra, eran españoles.