Ya en 1928 se manifestaban los síntomas de depresión general en el país con la disminución del comercio y la baja de precios.
En 1925 fueron exportados 10 millones de toneladas de productos del país por un valor de 1.972 millones de pesos; en 1930 se exportaron 11 millones de toneladas por un valor de 1.395 millones de pesos. La reanimación del comercio mundial en los primeros años de la presidencia de Alvear, con una cifra tope en 1924, se redujo en lo sucesivo, en 1925 y 1926, dando un saldo desfavorable. El intercambio comercial, que correspondió en 1924 a 423 pesos por persona, fue de 354 pesos en 1929 y de 288 en 1930. La situación, pues, al asumir Yrigoyen la segunda presidencia, era crítica en 1928, y se agravó por efecto de las repercusiones de la crisis mundial de 1929.
En su mensaje al Congreso en 1929 exponía Yrigoyen: "Nuestra estructura económica no está suficientemente tutelada por leyes que garanticen el resultado del trabajo, que apoyen con un crédito bien organizado el esfuerzo de la producción, que establezcan defensas previsoras contra las adversidades que siempre acechan el bienestar social y, finalmente, que abran perspectivas nuevas al dinamismo expresivo de las industrias".
Instalaciones del frigorífico Liebig's, en Colón, Entre Ríos, hacia 1925. En La- Nación.
Transporte de leña en Catamarca, hacia 1930. En La Nación
Los lavaderos de lana, que habían adquirido cierto desarrollo a consecuencia de la guerra mundial y habían decaído luego, se reanimaron hacia 1930; en este año produjeron 6.181 toneladas de lana limpia; los establecimientos en actividad disminuyeron en número, pero aumentó su capacidad productiva.
Aparte de la formación de la compañía La Papelera Argentina y de la iniciación de la Celulosa Arp,entina, las industrias del papel aumentaron el número de sus plantas; entre los nuevos establecimientos hay que mencionar el de Alsina, Risch y Cía., la Papelera Denti; Berti, Jelem y Cía.; Neumann y Cía., en el Dock Sud.
La producción de cemento portland se había equilibrado hacia 1930 con la importación y desde entonces ésta fue decreciendo hasta casi extinguirse.
La explotación forestal se reducía a los rollizos y al extracto de quebracho; en 1928 se exportaron 203.000 toneladas de extracto y trabajaban en esa industria 15.000 obreros; hubo luego una crisis y cerraron diversas fábricas, pues los interesados en el extranjero prefirieron adquirir los rollizos y extraer el tanino en sus propias fábricas.
Hasta más o menos 1920 el carbón era el combustible esencial, proporcionado por Inglaterra, y los ferrocarriles eran por eso un verdadero monopolio del transporte; en la década de 1920-30 se expandió el uso del petróleo y comenzó la era del automotor. En 1910 se consumían en el país 530 kg de carbón por habitante; en 1929 solamente 250; en el mismo período el consumo de petróleo por habitante pasó de 30 a 250 litros. La explotación de los yacimientos petrolíferos proporcionaba en 1924 más de medio millón de metros cúbicos y en 1929 se aproximaba al millón. El capital norteamericano comenzó a interesarse por ese combustible. He aquí un cuadro del desarrollo de los automotores:
Año | Automóviles | Camiones | Totales |
---|---|---|---|
1920 | 48.000 | -- | 48.000 |
1922 | 67.000 | 940 | 68.600 |
1924 | 112.600 | 10.400 | 123.600 |
1926 | 201.000 | 28.000 | 229.000 |
1928 | 273.200 | 60.000 | 333.900 |
1930 | 344.200 | 91.700 | 451.800 |
Proyecto para la usina de la Compania Italo Argentina de electricidad, en Puerto Nuevo.
También el consumo de electricidad para los diversos usos fue en aumento; en la ciudad de Buenos Aires y ciudades circundantes, el consumo de kwh por año (en millones) , fue el siguiente:
Año | Consumo Kw |
---|---|
1915 | 30 |
1917 | 48,50 |
1919 | 69 |
1921 | 88,50 |
1923 | 105,8 |
1925 | 148,6 |
1927 | 220 |
1929 | 400 |
1930 | 450 |
Cifras que muestran el desarrollo de la generación de electricidad y su ritmo relativamente vertiginoso.
En 1928, en respuesta a una grave crisis del automóvil de alquiler en la capital federal, se creó un sistema nuevo de transporte; los taxímetros particulares se alinearon en recorridos fijos y funcionaron como vehículos de transporte colectivo, complementando y superando por su velocidad a los tranvías.
El propio Yrigoyen viajó en uno de esos primeros taxímetros colectivos como adhesión a la solución dada a la crisis para un gremio numeroso. Posteriormente, el taxímetro colectivo fue suplantado por microómnibus que conservaron el nombre de colectivos y su eficiencia y fácil adaptación a las necesidades de la población en aumento hicieron posible el desarrollo del Gran Buenos Aires.
Con todas las deficiencias, trabas, presiones de intereses tradicionales, se estaba en camino de llegar a la meta que previó Sarmiento: "La preferencia hacia la cría de ganado caracteriza a las economías primitivas a través del período de transición entre el estado nómade y el agrícola, mientras la preferencia de la actividad agrícola caracteriza las economías avanzadas y constituyen la etapa preliminar del período industrial". La lección ofrecida por la crisis mundial de 1929-30 hizo más claro para todos que el porvenir de la economía nacional estaba en la creación de una industria propia con posibilidades competitivas.
Trabajo en los algodonales del Chaco. En La Nación