A comienzos de 1929 se cumplieron las intervenciones federales sancionadas en los últimos tiempos de la presidencia de Alvear a las provincias de San Juan y Mendoza, donde se había formado un clima de resistencia y subversión con transfondo demagógico.
Los gobernantes de San Juan y Mendoza habían captado la adhesión de grandes masas populares que se sentían amparadas por ellos; pero las violencias contra los adversarios y el matonismo de que se hacía alarde habían producido en muchos inquietud, sensación de inseguridad y de desamparo. Todos los sectores políticos representados en e! parlamento habían estado de acuerdo con los proyecto. de intervención de Alvear, pero cuando los llevó a la práctica Yrigoyen, los opositores orquestaron un clamor condenatorio desenfrenado.
La resistencia al caudillismo encarnado en Yrigoyen, suscitó el caudillismo en provincias como San Juan y Mendoza, que en su ofensiva recurrió a todos los medios, legales o ilegales, morales o no.
Cuando llegó el comisionado federal a San Juan, tuvo que permanecer en el tren varias horas a causa de un tiroteo nutrido frente a la estación ferroviaria. A raíz de esos y otros incidentes fue allanada la finca de los hermanos Cantoni y se detuvo en ella al ex gobernador Aldo Cantoni, a quien se acusó de irregularidades administrativas. Uno de sus abogados defensores fue agredido por desconocidos, y el propio Aldo Cantoni fue objeto de un intento de asesinato al dirigirse al tribunal para prestar declaración. También fue detenido Federico Cantoni por agresión al juez que entendía en la causa contra su hermano y, pese a su condición de senador electo, fue mantenido un mes en la cárcel, hasta que la Cámara federal de apelaciones de la capital federal ordenó que fuese puesto en libertad.
De acuerdo con el historiador Dardo Olguín, los Lencinas «rompen con la dominación que habían implantado los conservadores desde 1861 y que los hacía gobernar la provincia como su casa». Señala también Olguín uno de los gestos característicos de Carlos W.: «cuando llegaba a un rancho y veía a alguien sin saco y con frío, se sacaba el suyo y lo daba. Claro está que en el auto llevaba varios más de repuesto».
Los radicales yrigoyenistas se vengaban de las persecuciones y vejaciones de que habían sido objeto por parte del bloquismo.
En Mendoza, la intervención ordenó la detención del gobernador Alejandro Orfila y de su ministro de obras públicas, acusados de diversos delitos de carácter administrativo. Se detuvo también a los hermanos Carlos Washington y Rafael Néstor Lencinas; el primero, senador electo, fue puesto en libertad por orden de la Cámara federal de apelaciones de la capital federal.
En abril de 1929 se decretó la intervención a los poderes legislativo y judicial de la provincia de Santa Fe donde el vicegobernador clausuró la legislatura; la situación se había vuelto inquietante a causa de la manifestación simultánea de un movimiento campesino de protesta y por las huelgas de Rosario.
Poco después se decretó la intervención a Corrientes, aunque se llevó a efecto mucho después.
La beligerancia política, con su lenguaje incitante, fue adquiriendo un tono de violencia y de guerra civil, con exclusión de todo diálogo y de todo intento de advenimiento. Yrigoyenistas y antiyrigoyenistas se daban la mano en su mutua hostigación; hizo su aparición por entonces también un nacionalismo de inspiración europea, española, francesa, italiana. Al arsenal de las acusaciones violentas e injuriosas, se asoció luego la contundencia de armas más lesivas.
Carlos Washington Lencinas fue muerto en Mendoza, a donde se había dirigido desde Buenos Aires para declarar ante el juez en el proceso que se le seguía por irregularidades administrativas. Antes del viaje se comunicó con el ministro del interior expresando su temor de que al llegar a su ciudad la intervención federal fomentase hechos de violencia contra su persona. El interventor, Elpidio González, se hallaba en Buenos Aires en aquellos momentos y telegrafió al interventor interino que no se detuviera a Lencinas. Cuando éste llegó a Mendoza le esperaban sus adeptos en la estación y fue llevado en manifestación a un club partidario para realizar un acto público en él. Mientras se desarrollaba el mitin, alguien del público disparó sobre Lencinas y le dio muerte (10 de noviembre de 1929). El autor, un radical, fue muerto a su vez de inmediato.
Yrigoyen se sintió afectado por ese hecho y envió al ministro de justicia al lugar de los sucesos para investigar lo ocurrido, sin mermar con ello la labor de la investigación judicial de rutina.
La oposición explotó tumultosamente el hecho, aunque no se había sentido tan indignada en ocasión del asesinato de Amable Jones en San Juan.
Cuenta Ricardo Caballero que en cierta ocasión oyó decir al jefe radical: "¡El poder! ¡Llegar al poder! No le oculto que lo he ambicionado, pero por el camino de la revolución, con las características con que yo conducía el movimiento, cuando ustedes, los de Santa Fe, se me cruzaron y me obligaron, con la vehemencia de su buena fe, a tomar el de las vías comunes, tan lleno de dificultades para realizar una obra limpia, a causa de la maraña de intereses que crecen en él".
Llegó Yrigoyen al poder por la vía del sufragio, pero toda su vida anterior estuvo regida por la idea de una revolución que pusiese fin al poder y a las instituciones de las clases conservadoras. Cuando tuvo que reconocer la existencia de esas fuerzas, su habilidad de conductor de un partido no supo aplicarla en la esfera nacional desde la cima del poder político. Los adversarios, en cambio, supieron maniobrar desde sus posiciones económicas y políticas para debilitar el gobierno y frustrar sus iniciativas. Y cuando a la oposición de los conserva dores se unieron las voces de los descontentos de su personalismo tradicional y las de los jóvenes del socialismo independiente, la obstrucción fue invencible y de poco valieron las réplicas violentas de sus fieles en el parlamento, en la tribuna callejera, en el acto público, en la reacción airada.
Reconstrucción del asesinato de Lencinas elaborada por Caras y Caretas de acuerdo a la información oficial. "Mientras desde los balcones del Círculo de Armas el doctor Lencinas y sus acompañantes escuchaban los discursos, un grupo de individuos, profiriendo gritos hostiles, disparan sus revólveres contra los balcones. Es cuando el doctor Lencinas cae herido de muerte"