El 9 de marzo de 1812,
procedentes de Londres, llegó a Buenos Aires un grupo de americanos que habían
actuado como oficiales en los ejércitos españoles y que, en distintos momentos,
estuvieron vinculados con las logias masónicas. Estos hombres vivieron en
España las luchas ideológicas que la sacudían, compartiendo con otros
americanos las ansias de una América libre del régimen colonial.
Entre los recién llegados, el de mayor graduación y de ideas más claras era el
teniente
coronel José de San Martín. En su estadía europea se vinculó con las logias españolas y con los
masones ingleses, siendo él mismo un iniciado masón. Esta experiencia le hizo
comprender que la única manera de lograr la emancipación de Sudamérica
consistía en lograr unidad política y fuerza militar en el plano interno. Junto
con San Martín llegaron los alféreces
José Matías
Zapiola, y Carlos
María de Alvear.
Rápidamente, los tres percibieron las deficiencias políticas, la falta de poder
y la mezquindad del gobierno y crearon un nuevo grupo de presión política: la
Logia Lautaro. Este grupo tuvo una notable influencia sobre la marcha de los
acontecimientos de los años subsiguientes.
Era una organización política creada con el objeto de intervenir en los
negocios públicos, aunque sus reglamentos, miembros y finalidades se
mantuvieron en secreto, tal como se estilaba en algunos países europeos.
Al llegar a algún cargo público, ningún miembro podía tomar decisiones de
importancia sin el consentimiento de la Logia.
Sin embargo, en poco tiempo sus miembros comenzaron a tener diferencias entre
sí y se produjo un distanciamiento entre José de San Martín y
Carlos de
Alvear.
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La logias
masónicas eran organizaciones secretas de caracter liberal y
antiabsolutista |
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Medalla
Masónica (anverso y reverso) otorgada al General San Martín en
Bruselas, en 1825 por la logia belga La Parfaite Amitié |
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