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1820 - Federalismo y caudillos
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1820 fue
el año en que las provincias comenzaron a organizarse en estados
republicanos, independientes entre sí,
pero reconociendo su subordinación al vínculo nacional. Esto
se expresaba a través de la aspiración a reorganizar el Estado
nacional en un futuro próximo, reuniéndose todos los pueblos
en una "federación". El federalismo constituía una fórmula
política - jurídica novedosa, basada en el sistema imperante
en Estados Unidos de América del Norte. En el plano social y económico
se adecuaba a las tendencias locales, lo que permitió que el sistema
tuviera una buena acogida en los sectores regionales más conservadores
social e ideológicamente. Tengamos presente que nuestras ciudades
coloniales nacieron y crecieron en completo aislamiento, lo que generó
un espíritu localista que se transformaron en antagonismos regionales
con la creación de los distintos distritos territoriales. Fue notoria
la diferencia de estilos de vida y de intereses económicos que existían
entre el litoral - en especial Buenos Aires - y el interior.
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Diferencias Sociales
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El interior tenía una estructura
social basada en la tenencia de tierras, con lentos y escasos aportes inmigratorios,
y por lo tanto, de tendencia aristocratizante; Córdoba y Salta eran
los máximos exponentes de esta situación.
Buenos Aires, por su parte, vivía
del comercio y recibía mayores aportes inmigratorios europeos lo
que generaba una movilidad social más dinámica que la del
interior, y por los tanto, tenía una tendencia democratizante. Este
cuadro social y su condición de puerto en comunicación constante
con Europa, la hacían permeable a las influencias extranjeras. En
cambio, el interior, orgulloso de su ascendencia de conquistadores, del
prestigio de la universidad de Córdoba, de su producción
y de su geografía, miraba al porteño como un nuevo rico,
cuya ostentación molestaba y su poder alarmaba.
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Desproporción Económica
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La desigualdad entre Buenos Aires
y el interior era más acentuada en el plano económico. En
1824, los ingresos fiscales de Buenos Aires fueron de $ 2.596.000, de los
cuales $ 2.033.000 provenían de la aduana. La segunda provincia
en importancia, Córdoba, tuvo ingresos ese año por $ 70.000
de los cuales su aduana proveía $ 33.438, mientras que para San
Juan las cifras eran de $ 20.000 y $ 3.800 respectivamente.
Estas cifras son contundentes y señalan
la imposibilidad de disputarle a Buenos Aires el liderazgo económico.
Además la economía de Buenos Aires crecía sin pausa
desde la creación del virreinato y la implantación del libre
comercio.
Los intereses económicos eran
otro punto de conflicto: el interior era "proteccionista", preocupado en
defender sus industrias mientras que el litoral era "librecambista", interesado
en la exportación de productos ganaderos.
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Los caudillos
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Entre 1820 y 1824 se consolida el
sistema federal en las provincias. Esta consolidación se produce
a través del "caudillo", como jefe local, político y militar,
que se destacaba por sus condiciones de líder, su capacidad política
y su influencia sobre los distintos sectores de la sociedad local, y en
particular sobre la masa popular. Algunos de los caudillos más destacados
de la época fueron Martín Miguel de
Güemes, Estanislao
López, Facundo Quiroga,
Francisco Ramírez,
Juan Bautista Bustos y
Alejandro Heredia
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