Antecedentes

Pedro Eugenio Aramburu fue uno de los propulsores de la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de 1955 y que designó como presidente de facto al general Eduardo Lonardi.

Luego del derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Domingo  Perón en septiembre de 1955, al  asumir Lonardi, uso el lema fue «ni vencedores ni vencidos», tomada de Justo José de Urquiza, una de las frases políticas más famosas de la historia argentina, pero en el interior del nuevo gobierno golpista se manifestaron diferencias ideológicas entre las dos alas del régimen militar golpista , por una lado estaba el ala nacionalista católica, liderada por el propio Lonardi de una opción más conciliadora que quería hacer un peronismo sin Peron quería mantener las condiciones sociales creados por el gobierno derrocado . 

Por otro lado estaba el ala más liberal, liderada por el vicepresidente Isaac Rojas, que sostenía un antiperonismo radical, y pretendía erradicar totalmente al peronismo de la vida política y sindical argentina, derogar las medidas sociales y laborales establecidas durante el gobierno peronista, y establecer una política económica dirigida por los economistas más conservadores.

La política de Eduardo Lonardi no fue lo suficientemente «dura» contra el peronismo. Esto provocó que el 13 de noviembre de 1955 y las fuerzas armadas lo reemplazaran en el cargo por el general Aramburu. El nuevo gobierno mantuvo como cuerpo asesor la Junta Consultiva integrada por políticos pertenecientes a partidos y sectores que se habían opuesto al gobierno peronista.

Uno de los principales objetivos de la Revolución Libertadora fue la «desperonización del país», por lo que se investigó y en algunos casos se procesó a los funcionarios del gobierno derrocado, se intervino la Confederación General del Trabajo de la República Argentina, se destruyeron todos los símbolos del peronismo que habían sido incorporados al aparato del Estado y se llegó a prohibir la sola mención del nombre de Perón, quien pasó a ser llamado en los medios como el «expresidente», el «tirano prófugo» o bien «el dictador depuesto». El peronismo contestó con una serie de huelgas y sabotajes, iniciando lo que dio en llamarse la Resistencia Peronista.

El general Pedro Eugenio Aramburu asumió la presidencia de facto el día 13 de noviembre de 1955, en tanto que el almirante Rojas, líder del ala liberal, permaneció como vicepresidente. El dúo asumió a las 16.40 del domingo en vísperas de un paro decretado por la CGT que duraría hasta el 17. Pedro Eugenio Aramburu había tenido escasa relevancia en el golpe de septiembre, al haber sido impotente para sublevar las fuerzas militares de Curuzú Cuatiá, no tenía más apoyo que el de un reducido sector de oficiales que respondían al general Justo León Bengoa y el de un grupo de doctrinarios nacionalistas como Juan Carlos Goyeneche, Mario Amadeo, Clemente Villada Achával y de Pablo Pardo.​ Aramburu, que ilegalizó partidos políticos y asociaciones profesionales de trabajadores y pasó a docenas de opositores por las armas.​

Aramburu asumía mediante una violación a la Constitución Nacional que establece en su artículo 88: «En caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación»

Eduardo Lonardi gobernó 52 días, hasta ser derrocado por el sector liberal de los golpistas. Además padecía un cáncer cuyos síntomas ya eran notables al comienzo del golpe y que finalizaría con su vida en marzo del año siguiente.