En las islas existieron en otro tiempo importantes puestos balleneros, pero la gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. No obstante, numerosas investigaciones confirmaron yacimientos de crudo en la plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas.2 Además la plataforma es rica en pesquería.
Políticamente, el interés de Argentina por el archipiélago obedece a su visión sobre él como «territorio irredento».
Estratégicamente:
Durante varias décadas ambos países llevaron a cabo negociaciones sin encontrar una solución definitiva.
Situación del Reino Unido
En el año 1982 el Reino Unido se encontraba en una difícil situación económica, el Partido Conservador que estaba en el poder sufría un notorio desgaste, la popularidad de su primera ministra, Margaret Thatcher, estaba en descenso y en ese tiempo había huelgas en las minas de carbón.
Al creciente descontento laboral en ese país, los jefes de la Marina Real británica se veían preocupados por inminentes planes de reducción de la flota, en el contexto de la Guerra Fría.
Situación de la Argentina
En 1981, la dictadura cívico-militar autoproclamada Proceso de Reorganización Nacional padecía una decadencia política. Existía una oposición grande al régimen motivado por las violaciones a los derechos humanos desde mediados de la década de 1970. Además, el país sufría una crisis económica grave.
El 11 de diciembre de 1981, la Junta Militar, integrada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier Omar Domingo Graffigna, removió de la Presidencia al general Roberto Eduardo Viola, encumbrando en la primera magistratura al propio general Galtieri, quien juró el día 22 de diciembre .Anaya convenció a Galtieri de remover a Viola si a cambio él disponía la invasión de las islas Malvinas, ademas la intención de la Junta Militar era recuperar el crédito de la sociedad argentina en medio de la crisis.
El 5 de enero de 1982 la Junta Militar tomó la decisión de realizar una acción militar si las negociaciones diplomáticas no progresaban, encargando un estudio de Estado Mayor reducido, integrado por un representante de cada fuerza armada. Los representantes fueron el general Osvaldo Jorge García, el almirante Juan José Lombardo y el brigadier Sigfrido Martín Plessl.
El objetivo político fijado por los militares argentinos fue el de consolidar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el océano Atlántico Sur.
El resultado del estudio de los uniformados explicaba que la operación desde el punto de vista militar era «apta, factible y aceptable» y que la fuerza conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982. Asimismo, aclaró que la operación tenía dos condiciones: debía mantenerse bajo el estado de defensa de las islas y debía ser una operación incruenta para minimizar la reacción británica y alentar a la mejor posición negociadora.
Habiendo tomado el archipiélago, Argentina procedería a retirar las fuerzas de la operación y mantendría una reducida guarnición.
Relación con el conflicto del Beagle
El almirante Anaya relató que respecto al conflicto del Beagle el gobierno argentino confiaba a la mediación papal.
El brigadier general Basilio Lami Dozo confirmó los planes de guerra de agresión a Chile tras la guerra de las Malvinas en una entrevista con el diario Perfil.
Oscar Camilión, último ministro de Relaciones Exteriores y Culto argentino antes de la guerra, había mencionado los planes en sus Memorias políticas: «Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada…».
Los planes de invadir las islas en disputa con Chile eran discutidos en la opinión pública de Argentina. Por ejemplo, Manfred Schönfeld en La Prensa del 2 de junio de 1982, cuando la visión del «vamos ganando» todavía hacía furor en Buenos Aires, opinaba sobre el curso de acción tras la «exitosa» guerra de las Malvinas:
Para nosotros no lo estará [terminada la guerra], porque, inmediatamente después de barrido el enemigo de las Malvinas, debe serlo de las Georgias, Sándwich del Sur y de todos los demás archipiélagos australes argentinos…
Manfred Schönfeld
Tras la conquista de las islas, algunas fuentes incidieron en la posibilidad concreta de que la Argentina tuviese también por objetivo a medio plazo invadir los archipiélagos al sur del canal Beagle, en disputa con Chile, a fin de solucionar el conflicto del Beagle. Este se encontraba en esos momentos bajo una mediación del papa Juan Pablo II, por la cual ambos gobiernos se comprometieron a no hacer uso de la fuerza y a abstenerse de tomar medidas que turbasen la armonía entre las dos naciones.
El gobierno de Margaret Thatcher en 1982 se encontraba en una difícil situación económica, el Partido Conservador que estaba en el poder sufría un notorio desgaste, la popularidad de su primera ministra, Margaret Thatcher, estaba en descenso y en ese tiempo había huelgas en las minas de carbón. La victoria británica contribuyó a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983.
La asunción de Anaya significaba en la interna naval una fuerte influencia del almirante Massera.Anaya convenció a Galtieri de remover a Viola si a cambio él disponía la invasión de las islas Malvinas la intención de la Junta Militar era recuperar el crédito de la sociedad argentina en medio de la crisis.
En 1981 la Junta Militar de Gobierno, con especial énfasis del almirante Jorge Isaac Anaya, decidió para 1982 solucionar la cuestión de las islas Malvinas, para apoyar al régimen militar que enfrentaba un fuerte descontento social y económico. Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar, tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos y todas reprimidas duramente. La popularidad del gobierno estaba en franco descenso, mientras la inflación crecía y el PBI se reducía en un 11,45 %; el régimen militar se desmoronaba y Galtieri comprendió que las Fuerzas Armadas no tenían el suficiente poder para evitar la transición democrática que ya aparecía en el escenario político.